A todos nos gusta hablar de los demás, nos hace sentir superiores, nos hace sentir que tenemos el control y, a veces, para muchos, saber algo (de otros) nos hace sentir apreciados por alguien, hace que les importe más.[1]
Por andar
pensando en tantas cosas no había captado la ironía de las palabras de House,
particularmente cuando echamos un chisme de otro y el chisme no es propiamente
alentador, por decir lo menos, y más cuando ese otro es alguien que no es de
nuestro querer (me asombro de la frase elevada que escribo, con lenguaje tan
florido, cuando en otro momento, en el del chisme propiamente, es el veneno el
que fluye por nuestro ser).
Generalmente
cuando somos los actores principales del chisme, la sangre se eleva, el color
emerge en la cara, la taquicardia nos hace surgir con el temblor de manos (una
forma suave de decir que nos emputamos completamente, es que ando florido).
Pareciera
que siempre quisiéramos tener el control, de la situación, de la persona, de la
ocasión, control que nos hace sentir superiores. Ironías de la vida.
Para
evitarlo debe recordarse que No hay nada confidencial, señor …, excepto aquello que cerramos
obstinadamente a la luz. Lo que no quieras que se sepa, entiérralo en lo más
profundo de tu corazón.[2]
Contrito, recogido en sí mismo, parecía esa
clase de hombres que pasan por la vida como un accidente sin dejar nada
destacable.[3]
[1] House. Temporada 1, capítulo 13.
[2] La víspera de casi todo. Víctor del
Árbol Romero.
[3] Un millón de gotas. Víctor del Árbol
Romero.