viernes, 28 de abril de 2023

PRIVACIDAD

             Hoy me pregunto en dónde está mi privacidad. No logro comprender ya ese concepto. No sé cuándo la perdí. A deshoras me entran llamadas de cuantas entidades puedan existir, ofreciéndome miles de cosas que no necesito y que no quiero, ni si quiera esos fabulosos préstamos que me quieren hacer. Saben mi número de celular y de fijo, mi nombre completo, la cédula, la dirección donde vivo y hasta el nombre de mi mamá. Mensualmente bloqueo cerca de cincuenta llamadas, pero aún así, siguen insistiendo.

 

            Recuerdo que uno tenía derecho a la privacidad y con eso me refiero al siglo pasado, eso cacarea el artículo 15 de la Constitución: Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar. He de advertir que como todo el discurso de la constitución son meras palabras pero que no se hacen efectivas ni gimiendo ni llorando, eso lo tengo claro. Se nota que he perdido la fe en todas esas promesas que nos hacen como sociedad, pero es lo que hay, dirá cualquier español.

 

                El derecho a la privacidad o a la intimidad es, en lato sensu, aquel derecho humano por virtud del cual la persona, llámese física o moral, tiene la facultad o el poder de excluir o negar a las demás personas, del conocimiento de su vida personal, además de determinar en que medida o grado esas dimensiones de la vida (sic)[1]. 

 

                De allí que me pregunte si ese poder de excluir o negar a las demás personas para que se metan en mi intimidad es posible lograrlo hoy en día. Lo dudo, es mi primera respuesta y creo que la única, nada más pensar en acudir a la burocracia para lograrlo, o ir a la justicia para obtenerlo, sabiendo que una y otra sirven para tres cosas, fuera de estar llenas de papeleos y trámites, por no hablar de injustificadas demoras y hasta corrupción. Se nota nuevamente la fe que tengo en el sistema que nos gobierna, pero es lo que hay, dirá el español citado.

 

                Otra pregunta retórica que quedará en el papel, en este en el que escribo.

 

Pero no sé cómo. Ya no es como antes. ¿Son imaginaciones mías o antes todo era mejor?[2]

Tomado de Facebook
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[1] Eso leo en una publicación de internet del gobierno mejicano (se notará que me resisto a escribir con equis a los mecsicanos).

[2] El poeta de Gaza. Yishai Sarid.

miércoles, 26 de abril de 2023

¿ESO SOMOS?


Ella era una estadística[1].

                 Una mera frase que leí en un libro. Cuatro palabras que parece nos define. Así, simplemente. Para el estado, para los bancos, para la salud, para quienes nos pensionan, para los servicios domiciliarios, para la empresa de comunicaciones, para el transporte y en fin, para todos con los que tengamos, comercial o impositivamente, una relación, para ellos somos eso, simplemente una estadística que nos vigila, por si no cumplimos con los compromisos; naturalmente para la estadística, poco importa si ellos no cumplen, los obligados somos nosotros.

                 Me he referido en otras oportunidades a que no somos más que anónimos, que realmente no influimos mayor cosa en este mundo, somos uno más del montón, a pesar de que nos creamos otros cuentos, como las enseñanzas propias de los libros de autoayuda o a las que nos dicta nuestro propio ego.

                 Esa frase, esas humildes cuatro palabras que la componen, confirmó la prédica de antaño, solo somos unos fulanos anónimos, resumido en cuatro palabras: solo somos una estadística, nada más que eso.

                 Dentro de mi tristeza al descubrir esas cuatro palabras sólo me queda recurrir a los libros de autoayuda, para que tal vez, sólo tal vez, me saquen del marasmo depresivo en que esas palabras me imbuyeron.

 

Quítate algunos gramos del peso que cargas en los hombros, no perderás nada con ello.[2]

Tomado de Facebook
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[1] El poeta de Gaza. Yishai Sarid

[2] El poeta de Gaza. Yishai Sarid

lunes, 24 de abril de 2023

MÁS ESTUPIDECES

                Me encuentro en un dilema binario, no sé si escribir y dejar salir toda la mala leche que el asunto me provoca o abstenerme de hacerlo. La lucha ha sido grande y como se ve, decidí escribir, perdonándoseme cualquier subida de tono, que desde ya preveo. Es solo mi opinión (los que se ofendan fácilmente es mejor que dejen de leer en este punto).

 

                La Universidad del Rosario[1] le dio el título de abogade a un tontarrón que se dice ser no binario. Lo primero, si realmente lo fuera el fulano, ya se lo había mandado cortar para ser realmente no binario, es decir quedaría ni fu ni fa. Hay que tener coherencia o no? Se es o no se es. Lo segundo, una reputada universidad (lo de reputada es porque antaño lo fue, hoy no sé y además es reputada) que cede a hacerse pasar por universidad inclusiva (no sé qué quiere decir ese término, pero hay que estar en la onda, supongo).

 

                Que sea binario, no binario, homosexual, marica, lesbiana, hetero o como quieran denominarse según las tendencias actuales no es punto en discusión, cada cual con sus preferencias sexuales, me tienen sin cuidado sus inclinaciones, desde que sean privadas, de intimidad. El punto es la cuestión idiomática. El cristiano (o cómo se le dirá?) ahora es abogade y como tal no puede pertenecer al colegio de abogados, así de sencillo. Aunque con las aberraciones jurídicas que he visto, con una tutela supongo que obligará al colegio a cambiar de nombre y ser el colegio de abogades o le tocará crear su propio colegio, no lo sé. Y la universidad, dentro de su propia estupidez, permitir ese título de abogade, cuando la madre academia no lo contiene[2], mejor le hubiera concedido el título de lauyer que suena más neutro, me digo, pensando estúpidamente, al pretender ser inclusiva (terminacho que sigo sin entender); la universidad deja mucho qué desear, aunque visto como un negocio, es un cliente más (aunque cliente es masculino, como se dirá en no binario? Y el cliente siempre tiene la razón, aún en la estupidez).

 

La estupidez nos arrastra. Y me sigo preguntando, cómo se hablará con ese tipo (o tipe?), pues se ofende con el masculino y con el femenino, será que escribe igualmente como no binario? Cuestión de coherencia mental me digo y me repito, el tarado ese por qué no se lo corta y así demuestra que es no binario, que ni fu ni fa? Porque lo que es cierto es que le sobra el tilingo ese (diría mi mamá). Me gustaría verlo dentro de veinte años a ver cuál es la maricada, ver si fue locura de juventud o si alcanzó la perfección que pretendía, pero por mi cuerpo no creo que aguante tanto tiempo para corroborarlo.

 

Si seguimos así, no sé cómo se terminará hablando en este mundo y ahí sí le tocará a uno volverse políglota. Y el problema es que se ofendan cuando uno les hable en castizo, aunque se van a ofender de todos modos, así son los fanáticos sin causa. Y no quiero seguir hablando de los no binarios porque en mi cabeza saltaron mil preguntas sobre su sexualidad, preguntas ellas que harían sonrojar a más de uno, entre ellos yo. Cómo son las cosas, no?

 

En cualquier caso, lo más preocupante, a mi juicio, es la pérdida de valores morales y sociales que se advierte en nuestra sociedad y que permitieron, en un pasado muy cercano, que hasta se produjeran (estas) manifestaciones.[3]

Tomado de Facebook
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[1] “Yo pensé que era seria” El palo que le están dando a la U del Rosario por graduar a un ‘Abogade’. A pesar de la lucha feminista para que sus títulos se expidan en femenino, una persona no binaria les tomó la delantera. Conozca al primer ‘abogade’ del país. https://www.las2orillas.co/yo-pense-que-era-seria-el-palo-que-le-estan-dando-a-la-u-del-rosario-por-graduar-a-un-abogade/

Exsenadora uribista María del Rosario Guerra calificó de vergonzoso el título de abogade para persona no binaria – Infobae. https://www.infobae.com/colombia/2023/04/14/exsenadora-uribista-maria-del-rosario-guerra-califico-de-vergonzoso-el-titulo-de-abogade-para-persona-no-binaria/

[2] Según la RAE: Buscador general. No se ha encontrado abogade dentro de todo el contenido del diccionario. Y un artículo agrega: no olvidemos que añadir la letra “E” a las palabras aún no está reconocido por la RAE, por lo tanto, dichas palabras no existen gramaticalmente hablando. https://www.las2orillas.co/yo-pense-que-era-seria-el-palo-que-le-estan-dando-a-la-u-del-rosario-por-graduar-a-un-abogade.

[3] La memoria y el olvido. Leonardo Padura.

viernes, 21 de abril de 2023

DE LA UNILATERALIDAD DE FACEBOOK

                 Y supongo que de todas las redes sociales. De un momento a otro me empezaron a bloquear en el Facebook. No estaba publicando desnudos, ni cosas pecaminosas, ni nada por el estilo, al menos eso pensaba yo.

 

                Sí he de confesar, que compartía publicaciones de noticias sobre nuestro honorable presidente y su… vicepresidenta. Me puse a hacer ensayos y si dejaba de compartir noticias de ese tipo no me bloqueaban. Y así hice el experimento muchas veces. No me explicaba por qué aparecía sancionado por horas o días y solo pude llegar a una conclusión. O bien una de mis amistades de red social se sentía ofendida por poner en evidencia a su presidente y su… vicepresidenta, limitándome a compartir artículos de prensa y me denunciaba o bien, la otra, que el señor presidente o su … vicepresidenta tuvieran una de sus bodegas desde las cuales pretendían que las redes sociales no replicaran noticias no favorables a su gobierno.

 

                A pesar de ello, no pude saber cuál de las dos posibilidades hacían que Facebook me bloqueara, creo que para esa red social estoy más que fichado, por las tantas veces que me bloquearon.

 

                Y ahí viene la unilateralidad de Facebook. Si denuncio a alguien por mensajes que me ofenden, así sean de amor, lo bloquean de una. Y la actitud de Facebook es el siguiente mensaje:

 


 

                Lo hacen para proteger a la comunidad… Ah, ya! Me digo. Y luego sale un mensaje que dice algo así que si no estás de acuerdo con el bloqueo exprésanos tu opinión (por defensa, diría). En alguna oportunidad me atreví a escribirles y les dije: me pueden decir quién dijo que yo era un spam? y me pueden aclarar por qué piden que expliquemos el error, pero nunca contestan? o es un robot el que está detrás de todo? o es una persona que sinceramente no tiene cerebro y solo se siente robot? Preguntas sin respuesta pues nunca me contestarán. Y efectivamente hasta la fecha no he obtenido respuesta de Facebook ni de su robot, al menos para saber cuál de todas mis publicaciones fue la vetada unilateralmente, sin contenido de sexo, ni ofensas ni nada por el estilo, simples artículos de prensa.

 

                Y a todas éstas, por qué tenemos que demostrarles que no somos robots, pero es imposible que ellos nos demuestren que ellos sí lo son? Cómo cambian los papeles con tanta modernidad.

 

Ya no era como antes —nada es como antes—.[1]



[1] Juan Madrid. Los hombres mojados no temen la lluvia.

miércoles, 19 de abril de 2023

PLEGARIA

                 Dentro de esos recorreres inútiles en las redes sociales, a veces aparecen mensajes que conmueven y dentro de ellos me encontré esta plegaria, al parecer de la cultura hebrea y la cual, si he de ser sincero, me ha conmovido.

 

                Ella dice:

 

Que tus despertares te despierten. Y que al despertarte, el día que comienza te entusiasme. Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.

Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruza en tu camino.

Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque solo sea pan y agua.

Y de encontrar algún momento en el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno. Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.

Y que tus abrazos, abracen. Y que tus besos, besen.

Y que los atardeceres no dejen de sorprenderte, y que nunca dejes de maravillarte.

Y que llegues con satisfacción al anochecer por la tarea realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.

Y que no confundas tu trabajo con la vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio. Y que no te creas más que nadie porque solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza. 

Y que no te olvides, ni por un instante que cada segundo de la vida es un regalo, un obsequio y que si fuéramos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegría al tomar conciencia de ello.

Como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos abraza y nos bendice.

 

                Y que tus abrazos, abracen. Y que tus besos, besen. Así sí vale la pena la vida.

Foto JHB (D.R.A.)


lunes, 17 de abril de 2023

PRESOS

             Y ya que hablé de cárceles, me picó la lengua y el deseo de hablar de los angelitos que están en ellas.

 

            Basta citar un editorial[1]: Los colombianos fuimos testigos esta semana de tres casos que nos llevan a una única y preocupante conclusión: los criminales parecen estar más envalentonados que nunca. Primero se conoció un video en el que un hombre al que le dicen el Negro Ober, aparecía muy cómodo sentado en una silla desde la cárcel en Girón, Santander, fumando, tomando sopa y luciendo joyas, mientras amenaza con matar “comerciante por comerciante”, en “Bogotá, San Martín, Villavicencio, Soledad, Barranquilla”. Por momentos parecíamos estar oyendo esa frase de Pablo Escobar –que a esta altura no sabemos si fue realidad o parte de la ficción de la serie El Patrón del Mal–: “Yo mato a su mamá, a su papá, a su hermanito, a su abuela y si su abuela está muerta la desentierro y la vuelvo a matar”.

 

            O esta otra, que le robaron más de mil millones a un preso y me preguntaba qué hacía con tanta plata en la cárcel? O era para los dulces?[2]

 

            Un preso, cualquiera sea su delito, por el hecho de ser sentenciado pierde todos sus derechos, por el solo hecho de haberle despojado a la víctima de su derecho, cualquiera sea el delito. Lo que es claro, a pesar de lo que digan todas las teorías penales, es que la cárcel no reforma, tal vez deforma y quiérase o no, se aprenden mañas, así sea para la supervivencia, pero allí quedan.

 

            Si de mí dependiera, el cadalso es la mejor herramienta para exterminar asesinos, pedófilos y grandes criminales, sin incurrir en el pecado gringo[3] (o burla) de los llamados pasillos de la muerte cuya sentencia dura una eternidad para ser aplicada.

 

            Las víctimas solo suspiran por la venganza, al menos por eso cuando ya es irrecuperable su derecho, lo que es apenas natural. Aunque si se ve sin eufemismo, el derecho penal es simplemente la venganza o castigo, para dorar la píldora.

 

            Las cosas como son. El dictador que llevo dentro clama: Desocupad las cárceles, fusiladlos a todos, qué más da, ya perdieron sus derechos a vivir sanamente en comunidad y eso nos ahorraría un platal para mantener a todos esos sinvergüenzas, nadie se ha preocupado ni se preocupará por las víctimas, a las que sin razón alguna les han arrebatado sus derechos. Esta vida es injusta, lo sé, pero sigo insistiendo que un criminal, cualquiera sea el delito, carece de derechos y la justa venganza es deshacerse de ellos. (Qué pensarán los que sepan que estudié derecho y todas las teorías penales que, en últimas nunca compartí, pero que debía repetir cual loro para poder pasar el examen). Si no creo en la justicia, mucho menos en los sistemas penales.

 

Los rufianes se sienten empoderados. Reclaman derechos como si se merecieran premios: el Negro Ober se enojó porque en la cárcel a la que lo trasladaron no tenía televisor; los otros criminales de Barranquilla se sienten con autoridad de exigir que los entrevisten, y los del ELN después de decir ‘de malas’ dicen que para dejar de matar jóvenes soldados se necesita “persistir en la construcción de la paz”.

Evidentemente algo extraño y alarmante está pasando en lo más profundo del espíritu de Colombia. Vivimos con una especie de síndrome de Estocolmo generalizado: ese fenómeno de acuerdo con el cual la víctima –en este caso Colombia– desarrolla un vínculo positivo hacia su captor –los criminales– como respuesta al trauma.

Hay quienes dirán que siempre hemos tenido bandidos y que siempre se han comportado como canallas. Sí, pero ahora todos ellos de una u otra manera están apuntados para lo que el gobierno de Gustavo Petro ha bautizado de manera grandilocuente como la “paz total”.[4]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/cuando-el-crimen-se-envalentona-ID20989450

[4] Editorial de El Colombiano citado.

viernes, 14 de abril de 2023

SISTEMA CARCELARIO

                No sé si soy extremadamente inteligente o el gobierno demasiado bruto (y no hablo de este en particular, que presiento que lo va a ser, sino en general incluyendo los que han pasado). Hablo de cárceles y sistema penitenciario.

                 Cada tanto se hacen rondas dentro de las cárceles y siempre se encuentran lo mismo. Presos con cuchillos y navajas y hasta armas, por parte de los más osados y con más plata. Se encuentra trago, televisores, celulares, droga, de todo tipo (aunque parece que poco de libros, pero no se puede pedir peras al olmo). Es decir, dentro de las cárceles es un verdadero Sanandrecito, donde se compra y vende de todo, más que en la calle. Es una verdad que se lee con confianza en los periódicos y que no sonroja a nadie, lo que hace que me sienta más inteligente que el gobierno, que pretende sanear la situación a punta de estudios que realizarán sus amigos (de dentro y de los de afuera, según lee uno en entrelíneas en el actual), para terminar diciendo lo que yo, como lego que soy, les puedo decir gratis. No es que los presos salgan a comprar esas cosas (aunque hay casos en que se ha llegado a comprobar que sí ocurre), ni que los parientes les tiren las cosas por la tapia, es que los que vigilan la cárcel lo permiten o son los proveedores, ergo, la corrupción es de los vigilantes (tal vez, solo tal vez, puede que haya uno que otro honrado, aunque lo dudaría), allí radica el problema y no se soluciona con el cambio del nombre de la institución, como se ha pretendido hasta ahora. Tanto que si se paga bien, hasta prostitutas pueden entrar, cualquier día y sin tener que hacer mucha cola, de aquella que hacen las personas menos acomodadas (eufemismo por pobres) y a las que se les registra hasta los pensamientos, pues para ellos sí se aplica el llamado protocolo. La solución debe ser radical, cambiando a todos los vigilantes, desde la cúpula hasta el que abre la puerta, porque por ahí es por donde entra la podredumbre y buscar gente honrada, que la hay.

                 Lo curioso es que el paganini resulta ser al que nombran de director; en los últimos seis meses se han removido ocho directores de prisiones[1], eso es muy diciente. Desde que no les dé por privatizarlas porque ahí apaguemos la luz y vámonos, pues la experiencia gringa, ejemplo para la humanidad, ha demostrado que fue peor el remedio que la enfermedad.

                 El mal parece endémico y como tal, sin cura y moriré y nada ha pasado, lo que habrán pasado serán ene número de directores, mientras el portero no quiere jubilarse para no perder la entrada adicional al sueldo que el cargo le provee y la ventaja de estar afiliado a uno de los miles de sindicatos que tiene la institución (nunca he entendido por qué se permite que en una misma empresa coexistan tantos sindicatos, aunque lo cierto es que a los sindicatos igualmente les tengo fobia, si he de confesarlo sin rubor).

De esa manera, se va creando una idea en el resto de la sociedad de que cumplir con la Constitución y la ley no paga, y el contrato social que nos mantiene unidos como Estado se deteriora y se vuelve letra muerta. (…) ¿Qué incentivo puede tener un ciudadano para respetar la ley si la costumbre es que infringirla se perdona? ¿En qué momento la cultura de la ilegalidad terminará minando por completo la cultura de la legalidad?[2]

Tomado de Google
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[1] https://www.wradio.com.co/2023/04/03/ocho-directores-de-carceles-han-sido-removidos-en-los-ultimos-meses/

[2] https://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/cuando-el-crimen-se-envalentona-ID20989450


miércoles, 12 de abril de 2023

QUÉ DIFÍCIL ES SER HOMBRE EN ESTE TIEMPO

                Y me refiero a ser hombre en el sentido masculino (o macho o varón o caballero, si se prefiere como se decía en otros tiempos). Por cualquier mirada, actitud o expresión, como hombre (masculino, varón, repito), uno puede terminar mal. Así se sea un anciano, hoy con mayor razón, puede terminar siendo tildado de viejito pervertido (nótese el diminutivo tan de moda y su entonación).

 

                Imaginarse nada más a uno caminando en cualquier lugar y si viene una mujer a medio vestir (nótese que es la moda, no prejuicios míos), mostrando las tetas (hablando sin eufemismos) incluyendo el inicio de la aureola que delata el pezón (sigo hablando sin eufemismos, las cosas como son), puesto adrede para ser vista, pero tratándose de un anciano quien mira es un pervertido y si no se les mira entonces es un anciano maricón. Lo que son las cosas.

 

                Digo si se les mira, porque es imposible no mirarlas (mostronas, diría mi mamá) y se visten así y luego se emberracan porque se les mira, e imposible no mirarlas, como se mira un paisaje, si fuera un bello paisaje, pero… dejemos así. Ellas por su parte pensando que uno es un viejo verde y uno pensando que ellas son unas desvergonzadas y hasta, una que otra, con la pinta de prepago escrita en la cara, recordando otros tiempos. Mientras las prostitutas se visten así porque al menos son conscientes de ello y no tienen tantos prejuicios.

 

                Si se les cede el puesto o se ofrece a ayudarles con paquetes o en cualquier otra circunstancia que antaño se consideraba caballerosidad, de pervertido, sexista o anciano abusivo lo catalogarán.

 

                Uno como hombre, que hoy no tiene oportunidad de defensa, estamos condenados a ser culpables mientras no se demuestre lo contrario, por lo que olímpicamente hoy somos tildados de sexistas, machistas, racistas y el resto de epítetos que el fanatismo permite actualmente, hace que el hecho de ser hombre sea sinónimo, en tales casos, de culpables, con lo cual nos hicieron más vulnerables, tal vez más cobardes e hipócritas, ante la imposibilidad de defendernos, porque de hacerlo se nos va más hondo.

 

                Por eso sigo pensando que hoy más que nunca es difícil ser hombre y si se es viejito, peor. Y por cualquier mal paso puede terminar empapelado en un injusto sistema judicial como el nuestro.


Tomado de Facebook
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lunes, 10 de abril de 2023

RARO ENTENDIMIENTO

                Creo que la vejez me está haciendo más lento, no físicamente, porque eso es evidente, sino de entendimiento.

 

                Oigo discursos, entre ellos presidenciales, que de tanta palabrería moderna debo hacer un esfuerzo adicional al normal para poder medio entender de lo que se trata. Si es de un escrito periodístico, debo leer dos o más veces para entenderlo y a veces ni así lo consigo, sobre todo en escritos en línea, en que ya ni la ortografía ni la redacción parece resultar importantes.

 

                Ya los delitos se desvanecen gracias al lenguaje ramplón y mentiroso que se usa. Ya no se está ante un secuestro sino ante un cerco humanitario (con muerto incluido). El idioma inclusivo, o exclusivo, según se vea, también me confunde y a decir verdad, me ofende, al ver que con los juegos de palabras y las artimañas de locuacidad se esconden las verdades y eso me confunde mucho a mi edad y por eso no sé si es cuestión del tiempo o lo es por mi propia grave edad.

 

            Y en un noticiero oí que la falta de escasez del agua por sequía no sé qué cosas originaba y preferí cambiar de canal, ya no estoy en edad de devanarme los sesos para entender al prójimo. O la otra que decía: Con más de 25 millones en monedas falsas fue capturado un hombre en el norte del Tolima y me preguntaba cómo podía cargar 25 millones de monedas, pero la noticia de fondo era que se trataba de billetes, que es bien distinto. O esta otra Se suicidó Gabriel González, hombre que mató su hijo un hotel de Melgar (sic), también de Caracol. Muestras de la poca preocupación que tienen las cadenas de noticias y los periódicos al dar las noticias, en donde la redacción dejó de valer un peso. Y eso que son sólo una muestra de la actualidad.

 

            Definitivamente ya no estoy para devanarme los sesos para entender al prójimo.

 

Era retrasado o, como se decía en los viejos tiempos, tonto. Antes de que el lenguaje políticamente correcto se impusiera y nos hiciera usar todas esas palabras tan corteses[1].

Tomado de Facebook
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[1] El hombre del lago. Arnaldur Indriðason.

miércoles, 5 de abril de 2023

DEL SOCIALISMO

                 Hoy me ha picado, a pesar de haberme prometido no tocar, en lo posible, temas de política, ni de religión, segregación y otros. Hablar un poco extenso sobre el cacareado socialismo, al que si he de confesar le temo como a una peste maloliente y contagiosa. Las bellezas que se dicen de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, son solo eso, imaginaciones, sabiendo que detrás de esa máscara de belleza se esconde la miseria humana reflejada en un estado que pregona una cosa, para afuera, pero para dentro solo es miseria, como todo el régimen de la órbita rusa que así lo ha demostrado. Hermosos edificios y calles para mostrar pero a la vuelta de la esquina, el abandono les delata. Por eso me da miedo caer en estas filosofías.

 (Advierto de antemano que el artículo es largo y puede ser abandonada su lectura en cualquier momento, sin vergüenza ni rubor alguno).

                 Y el cuento viene al estar leyendo a Leonardo Padura, periodista y escritor de novela negra (faceta que aún no he leído). En sus escritos periodísticos habla de su Cuba, al ser cubano y estar aún viviendo en Cuba (no se trata de un exilado resentido), pero que se ha permitido presentar la realidad de su alrededor. El libro lo ha sabido llamar La memoria y el olvido, atinadamente y son una serie de artículos escritos como periodista.

                 Y para dar una visión (tal vez sesgada de mi parte, por el mismo temor que el asunto me invade al pensar que nos puede pasar), transcribo algunos de sus artículos, en la parte que me pone los pelos de punta (pues en otros también se muestra lo buenos que pueden ser los cubanos como individuos).

Sin duda la forma delictiva más peligrosa y molesta con la que convivimos hoy los cubanos es la corrupción administrativa que se observa en los distintos niveles burocráticos con los que cotidianamente tiene contacto la población. El caso de las dependencias del Instituto Nacional de la Vivienda, por ejemplo, es una de las más notables, pues la mayoría de las personas que acuden a sus oficinas comprenden de inmediato que para una solución eficaz y expedita de sus demandas la vía más segura resulta el arreglo económico con ciertos funcionarios que se convierten, gracias a su puesto y a los vericuetos y dificultades que impone la propia ley, en propietarios del destino y la tranquilidad de los ciudadanos. Una estadística —tal vez inexistente— de la cantidad de personal relacionado con este sector que ha debido ser demovido de su cargo por diversas formas de corrupción, quizás pudiera establecer con claridad hasta qué punto esa esfera —como otras de igual demanda por la población y otras más a las que no les vemos el rostro pero que mueven muchos, muchos recursos— están aquejadas por el veneno de la corrupción. No es por gusto, pienso, que la dirección política del país ha emprendido una cruzada contra esa delincuencia de cuello blanco —y no tan blanco— que se manifiesta en casi todos los sectores del servicio y la producción estatal y que recientemente se haya producido una «intervención» masiva de diversos establecimientos en donde campeaba el robo (alguna vez se deben llamar las cosas por su nombre, y no por eufemismos como el de «faltantes» o «desvío de recursos»).

Un caso que afecta al noventa por ciento de la población y, sin embargo, parece gozar de absoluta impunidad es el de los mercados campesinos en los que la norma de oro parece ser: «róbale siempre al cliente». Mi reciente experiencia personal es la siguiente: advertido por un vendedor callejero de carne de cerdo que «en el mercado siempre te roban», le pedí al vendedor del mercado que me diera el precio correcto, pues lo iba a verificar. Con la carne comprada fui entonces a la pesa de comprobación quo la administración del mercado tiene habilitada, dicen, que para proteger al cliente y, sorpresa, el peso que me había dicho el comprador era el mismo que me decía el funcionario protector del cliente. Pero al llegar a mi casa y comprobar el peso descubrí que me faltaban cinco libras, lo que sumaba ciento veinticinco pesos estafados. Con mi pesa y la carne fui hasta el mercado y, apenas tuve que decirle al vendedor que me debía ciento veinticinco pesos. Sin disculparse ni inmutarse, sacó el dinero y me lo devolvió. Luego fui a ver al comprobador y le pregunté cómo era posible que su pesa y la del vendedor me dieran el mismo resultado equivocado y su respuesta fue antológica: «yo le dije lo que decía la pesa». Mi caso resultó un fiasco para vendedor y comprobador, que no pudieron robarme ciento veinticinco pesos, pero me pregunto: ¿cuánto le roban diariamente en un mercado a las personas que no tienen la posibilidad o el cuidado de comprobar el peso de lo adquirido? ¿Cómo es posible que un funcionario público cuyo deber es proteger al consumidor sea parte del mecanismo de robo montado en ese y en tantos otros mercados? ¿Estos funcionarios operan en esferas más altas y lucrativas del sistema económico cubano? ¿Están contabilizados estos delitos —pues son delitos— que se producen a diario en cantidades incontables?

                 Claramente sé que no estamos libres de pecado, en este país la corrupción ha avanzado, aunque se ha sabido ir mimetizando y escondiendo de forma tal que no sea tan evidente, apareciendo en la oscuridad dado que el celular permite toda grabación, así los jueces luego la declaren ilegal.

                 Y me da más temor el que se implante el miedo como una forma de gobierno, como lo ha demostrado la historia escondida de todos los países que, como dije, fueron de la llamada órbita soviética. 

Sin cambios profundos en esta manera de conducir el pensamiento y admitir la libertad de expresarlo por los demás será difícil instrumentar una verdadera cultura que se sostenga sobre la necesidad de «cambiar todo lo que debe ser cambiado», pues los acuerdos y decisiones partidistas no van a eliminar de un día para otro la tendencia a acusar (por los de arriba) y la reacción de temer (por los de abajo). Muchos años y demasiadas acusaciones y miedos se acumulan en las vidas y conciencias de los cubanos como para que esta transformación llegue de inmediato, aun cuando lo cierto es que en la Cuba de hoy los niveles de permisibilidad y heterodoxia resultan estar a distancias siderales de los que existieron treinta, cuarenta años atrás, cuando cualquier opinión fuera de tono era considerada un «problema ideológico» o un modo de darle «armas al enemigo»: aun cuando se tratara de la más obvia y dolorosa verdad.

Demasiados años de verticalidad política, de abultado poder de la burocracia, de considerar enemigo a quien no pensase exactamente igual son lastres que la proyección hacia el futuro de los lineamientos sociales y económicos aprobados deben insistir en hacer desaparecer para que brote una sociedad más viva y audaz. Como mismo debe esfumarse la posibilidad de estigmatizar al inconforme, una fuerza a la que tantas veces ha recurrido esa retardataria burocracia dirigente y, por tanto, reaccionaria, responsable no sólo de incontables desastres económicos (por los cuales nunca han pagado o si acaso lo han hecho sólo con la pérdida de ciertos privilegios), sino, y sobre todo, promotora de la sustracción de la cultura del diálogo y la inconformidad expresa como componentes de la diversidad social. Esa necesidad de admitir lo nuevo, lo diferente, lo heterodoxo que hoy, también, se reclama desde la dirección partidista y gubernamental cuando el propio Raúl Castro reconoce que «lo primero a cambiar dentro del PCC es la mentalidad, es lo que más nos va a costar porque ha estado atada durante años a criterios obsoletos».

Sólo así habrá verdaderos cambios en Cuba. No sólo por decreto, sino también por consenso. No sólo promovidos desde arriba, sino también empujados desde abajo y desde los lados… desde todos los rincones. 

                Dígase lo que se quiera del capitalismo, pero soy un conforme de la economía nuestra, con sus altibajos y estupideces, pero al menos sé que puedo comprar lo que se me dé la gana cuando se me dé la gana y con todo, el capitalismo al que se refieren los socialistas con desprecio, es el mejor sistema entre todos los malos sistemas existentes. Eso me da tranquilidad y no me gustaría tener que hacer fila para que el estado me dé periódicamente un pan, calculando -ellos- que me debe durar una semana o más, si lo como a punta de recogida de moronas. 

Esperada, asimismo, resultó la propuesta de toda una reestructuración de un modelo económico obviamente agotado, que buscará con alternativas como las inversiones extranjeras, el trabajo, los impuestos y la producción privada, la descentralización del Estado, la eliminación de trabas burocráticas y la reducción de subvenciones. Todas estas medidas procuran la necesaria competitividad mercantil que reclama con urgencia un país agobiado por una interminable crisis económica y una rampante ineficacia productiva, y con una sociedad deformada por los modos en que se accede a bienes y servicios. 

                Y hablando de su propia ciudad, me da temor que las ciudades que conozco se vengan a menos, empiecen a envejecer no por las propias artes de la edad, sino por el abandono y la desidia y por qué no, por la falta de plata.


La Habana está renaciendo. No podría asegurar si de la mejor manera, pero el renacer es evidente. Apenas oficializadas las primeras medidas de la «actualización del modelo económico cubano», (…) los efectos de la nueva política han comenzado a variar, de manera acelerada, la fisonomía física de una ciudad que, en los últimos cincuenta años, parece haberse detenido en el tiempo (e incluso retrocedido con el avance del deterioro).

Hasta este instante la apertura más contundente y visible ha sido la de la revitalización del trabajo por cuenta propia, con una ampliación de sus categorías y actividades (nada espectacular, pues ha estado centrada en los oficios y muy pequeños negocios más que en las profesiones). Para ejercer las distintas posibilidades de trabajo privado ya se han concedido en el país una cifra notable de nuevas licencias, a pesar de que, en su mismo nacimiento, se ha establecido un fuerte sistema impositivo que hace dudar de la capacidad de muchos aspirantes para poder cumplir a cabalidad los compromisos fiscales.

Esta alternativa laboral independiente, por muchos años prohibida y luego estigmatizada, cumple diversas misiones, entre ellas las de absorber una parte de los empleados estatales y gubernamentales que quedarán «disponibles», según la retórica cubana. La cifra de los despedidos se calcula alcanzará más de un millón cuando el proceso haya concluido, aunque ahora mismo su puesta en práctica ha sido desacelerada ante la evidencia de que la sociedad y la economía no tienen demasiadas alternativas laborales para tantas personas. A la vez, el trabajo por cuenta propia intenta dar un leve pero necesario impulso desde abajo a la descentralización de las estructuras económicas de un modelo en el cual, hasta hoy, la presencia del Estado ha sido como el de la esencia divina: ha brillado en todas partes, aunque no siempre resulte visible o tangible. En el mercado laboral, por cierto, la presencia estatal y gubernamental era absoluta y hegemónica, aunque desde la crisis de la década de 1990 sufrió cuantiosas deserciones, habida cuenta de que los salarios oficiales resultan insuficientes para los niveles de gastos del empleado promedio y muchas personas en edad laboral prefirieron pasar a la actividad del «invento», término cubano en el cual se engloban las más disímiles estrategias de supervivencia.

Entre los «nuevos negocios» a los cuales han acudido los cubanos bajo las condiciones legales recientemente aprobadas, dos sectores han resultado los más recurridos: el de la gastronomía y el de la venta de productos agrícolas en todos los puntos de la ciudad. La avalancha de cafeterías, pequeños restaurantes y vendedores callejeros y ambulantes (que necesitan una mínima o ninguna inversión previa) han introducido un ambiente de creatividad y movilidad que, en el aspecto físico, va dando al entorno urbano una imagen de feria de los milagros en donde cada cual vende lo que puede y como puede: las cientos de cafeterías (y uno se pregunta: ¿habrá clientes para todas esas cafeterías, en un país donde la mayoría de los salarios, como ya se ha dicho, apenas garantizan la subsistencia?) brotadas en cada esquina, en portales, o locales rústicos, casi siempre surgen sin la menor sofisticación y con la característica de que los alimentos adquiridos se consuman de pie, en las aceras, ofreciendo una imagen de provisionalidad y pobreza definitivamente dolorosas.

Mientras, los vendedores de hortalizas y algunas otras producciones agrícolas han optado por puestos aún más endebles y peor montados, e incluso, por la venta en las aceras desde las mismas cajas de madera en que los productos fueron trasladados o almacenados. Sin un asomo de sofisticación, con la convicción de que la demanda supera en mucho la oferta y sin intenciones de atraer por la calidad, la presentación o el precio, estos puntos de venta, más que una imagen de pobreza e improvisación están trayendo a la ciudad unos aires rurales y retrógrados de los que La Habana se había alejado hace muchas décadas.

Junto a estos dos rubros ha salido a la luz, oficialmente aceptado, el negocio de la venta de discos compactos grabados con música, cine y series de televisión, pirateadas de las más imaginativas y diversas formas. Este negocio, que parte de la ilegalidad de la actividad que lo sostiene, florece en La Habana gracias a la legalidad otorgada por el hecho de que dedicarse a su venta es un oficio permitido y fiscalizado. De este modo, tarimas rústicas, colocadas en portales y aceras, ofrecen al comprador las últimas producciones del cine norteamericano y las más recientes grabaciones de las estrellas del espectáculo, por precios que incluso atraen a los turistas extranjeros de paso por la ciudad.

La búsqueda de soluciones individuales a través del montaje de estos pequeños negocios, sin que existan demasiadas regulaciones arquitectónicas y urbanísticas que los controlen, van dando a la capital cubana una imagen de feria sin límites ni concierto, de ciudad en la que lo rural se mezcla con lo urbano, la novedad con la improvisación y la fealdad y la sensación de pobreza se convierten en el sello más característico. En fin, La Habana cambia porque tenía que cambiar… y uno de los precios que paga es el de su ya bastante deteriorada belleza. (Subrayo).

                Por todo esto, que solo son muestras de lo que es, le temo a toda forma de socialismo, porque sé que, como el patente caso de Venezuela y Nicaragua, el socialismo lo predican a voz de cuello, mientras esos predicadores se van llenando los bolsillos a costa de la miseria de sus coterráneos que no tienen otra opción que la de emigrar, para hacer más llevadera su vida, si es que así se puede hacer llevadera la vida. Lo sé, pero una cosa es la Cuba del turista y otra la de la vida cotidiana de sus pobres habitantes. 

Sinceramente, de varios males, prefiero el menor.

Tomado de Facebook 
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