lunes, 30 de agosto de 2021

UN TRIS

            Un tris[1], un tricito. Un segundito.

 

            Un tris, en principio representa cantidad, pero por un vuelco, pasa a representar tiempo. Abrázame un tricito, así sea un tris.

 

            En este sentido, es entonces un segundito o hasta una fracción de éste.

 

            Pero siempre es más que eso. Sin duda alguna.

 

—Bueno, este es uno de los conceptos para el que pueden servir las palabras de san Agustín a propósito del tiempo. Si no me lo preguntas, lo sé. Si me lo preguntas, no lo sé.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Porción muy pequeña de tiempo o de lugar, causa u ocasión levísima; poca cosa, casi nada. No faltó un tris. Al menor tris. RAE.

[2] Las tres de la mañana. Gianrico Carofiglio.


viernes, 27 de agosto de 2021

AFGANOS Y TALIBANES

             Primero que todo he de confesar que no tengo ni idea del tema. Por eso solo pontificaré. Afgano es el habitante de Afganistán -tanto como colombiano es a Colombia-, mientras que talibán al parecer está definido como un grupo terrorista, según nos han vendido la idea y parece que son bien malos, más malos que Caín diría alguno, si es que Caín lo fue. Es decir, los une una misma patria, pero diferentes intereses.

 

            Para escribir debo andarme con pies de plomo, por la sensibilidad del tema y por la sensibilidad de algunas personas, aclarando de antemano que no soy xenófobo, machista ni racista -o al menos eso creo-, aunque viéndolo bien, definí la filosofía de mi blog como que Escribo para mí. De antemano no aspiro a que me excusen por las barbaridades que pueda decir, porque filosofar en voz alta es mi prerrogativa. En otras palabras, simplemente escribo para mí y las opiniones ajenas, realmente me tienen sin cuidado (será?).

 

            Pues bien, lo que vislumbro es que los gringos, como siempre, quisieron imponer su democracia -pues según ellos es el mejor gobierno, aún a su pesar-, armaron el mierdero y como vieron que de todos modos iban a terminar como Vietnam, hicieron lo de Vietnam, dejaron el mierdero y salen campantes[1]. Y su presidente clama a los cuatro vientos que protegerá a parte de su población abriendo sus brazos a los desprotegidos. Pero luego viene el veneno, pues con los gringos detrás de toda buena obra hay un interés mezquino, y advierte que los repartirá en los países amigos. Y como buenos lambones, Colombia dijo yo, esperanzados en que los gringos nos den un abrazo, al menos de aquellos que dan los hermanos ricos a los pobres. Aunque claro, el lambonazo no puede ser gratis, porque los gringos aclararon bien clarito que pagarían lo que costara la manutención de los refugiados y los colombianos ya están viendo el negocio que se puede montar, eso está claro, hasta acá.

 

            Y me preguntaba por algunos de los refugiados que lleguen a Bogotá. A dónde los alojarán, por cuánto tiempo, soportarán este clima -extremo al que vivían-, sin hablar el idioma, con sus propias costumbres, comidas y gustos que para nada se acomodan entre ellos, sin un apoyo de su país, porque la embajada ahora responde a los talibanes -como Colombia responde al tal Iván Duque (juego de palabras que ahora se puso de moda)-, es decir, un panorama desolador, más cuando la ayuda gringa deje de llegar. Y casi me hace llorar la siguiente declaración: “Estamos profundamente agradecidos por su generoso anuncio, que señala la compasión del pueblo colombiano hacia los necesitados”, aseguró el embajador de Estados Unidos en Colombia, Philip Goldberg.[2] Aunque risa me dio al leer: “Celebro la decisión del presidente @IvanDuque de permitir que hasta 4.000 afganos se asienten temporalmente en Colombia hasta que EE. UU. tramite sus visas. Llamo a otros gobiernos a adoptar medidas similares y en especial a permitir el asentamiento permanente de afganos en riesgo”, agregó el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.[3] Sí, ya voy toño, nada más por lo dicho se ve la contradicción, aquella de asentamiento temporal (leída bajo un contexto e interpretación gringa) y permitir el asentamiento permanente (obligación que al parecer adquiere el país según la misma interpretación gringa, la de trasfondo).

 

            E igualmente me preguntaba, estamos pasando desde hace algunos años la experiencia de refugiados, venezolanos para ser más precisos, y lo que ha sido cierto es que la experiencia no ha sido nada buena, ni para uno ni para el otro lado, y ahora cómo va a ser con los afganos que lleguen? Naturalmente será un paraíso los primeros días, bienvenida y fotos presidenciales, acogida de primera, hasta que se vea cómo se roban los recursos recibidos, y con ello las condiciones de acogida, que con el paso del tiempo, se irán relajando y el día menos pensado veremos a esos inmigrantes como los indígenas emberas[4] en las calles bogotanas, ante nuestra incapacidad de soportar la situación. Y todo por agradar a los gringos, genios en soluciones, en siglas y en protocolos.

 

            No me quiero adelantar pero el panorama no es de color rosa para los afganos que lleguen a estas tierras, tendrán que, en algún momento, revivir la historia próxima que hemos tenido con los venezolanos, lo que lleva a pensar que quien no conoce la historia está obligado a repetirla, aunque en este caso, poco importa la historia, lo importante es recibir la platica de los gringos y ese fraternal abrazo de hermano rico a hermano pobre, pues no hay mejor cosa que esa foto que será inmortal (hasta que cambie la noticia). Y cuando se acaben los recursos, los afganos serán olvidados en estas tierras o los llevarán al paraíso terrenal que dicen ser los Estados Unidos? Y de ser así, los acogerán o los tendrán en sus campos de concentración, digo, en los centros temporales de acogida que han sido mostrados últimamente? Sólo puedo pensar en los pobres afganos que serán objeto de toda clase de manoseos y eso me hace recordar un comentario que una española le hizo a mi hermana estando por esas tierras: es mejor comer mierda en su propio país que en país ajeno, que es mucho peor. Echémonos la bendición y esperemos lo mejor, si es que se puede esperar eso.

 

—Manipular las cartas, manipular los objetos, son cosas que van mucho más allá del simple gesto de destreza. La verdadera habilidad del prestidigitador consiste en la capacidad de influir en las mentes. Y realizar un juego de prestidigitación acertado significa crear una realidad. Una realidad alternativa donde tú eres quien establece las reglas. ¿Lo entiendes?
—Creo que sí. A mí me parece… —Me interrumpió. La respuesta, obviamente, no le interesaba.
—Si alguien dice que la vida no es una continua secuencia de manipulaciones, es un mentiroso o un imbécil. La verdadera diferencia no consiste en manipular o no. La diferencia está entre manipular conscientemente y hacerlo inconscientemente. Piensa en un tipo casado hace poco tiempo. Una noche vuelve a casa y le dice a su mujer que le han invitado a un encuentro de viejos amigos, o a una partidita de póquer, para quedarnos en el tema. ¿Le molesta si
va? No, si él tiene ganas, dice ella después de un breve titubeo, con una cara que expresa lo contrario de lo que ha dicho. Si no quieres me quedo en casa, replica él. No, no, ve si quieres, replica ella con palabras. Pero su cara dice: está claro que yo no te importo, si quieres salir solo. Él entonces está incómodo porque recibe dos mensajes contradictorios y se pone nervioso. Insiste y repite que no es indispensable y que puede quedarse en casa; y ella insiste en decir, con palabras, que puede ir. Al fin, sintiéndose culpable, él decide no salir. No podrá acusarla de haberlo obligado, porque ella le ha dicho que, si quería, podía salir. No podrá quejarse porque ha sido él quien decidió no salir. Y eso le hará sentir incómodo. Ella lo ha manipulado, pero ninguno de los dos lo sabe en el plano consciente.
Yo lo miraba: ¿adónde quería llegar?
—Los juegos de prestidigitación o hacer trampas en las cartas son una metáfora de la realidad cotidiana, de las relaciones entre las personas. Hay alguien que dice cosas y al mismo tiempo actúa. Lo que en verdad ocurre permanece escondido entre los pliegues de las palabras y sobre todo de los gestos. Y es distinto de lo que parece. Sólo que el actor lo sabe y controla el proceso. La sustancia de las cosas, su verdad.[5]

Tomado de Facebook


[1] Espero que los servicios de inteligencia que me siguen en este blog no se sientan ofendidos, o al menos no muy ofendidos, pues algo de verdad hay.

[3] En el mismo artículo de Semana citado.

[4] https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/la-miseria-de-los-indigenas-desplazados-en-bogota-article/

[5] El pasado es un país extranjero. Gianrico Carofiglio.

miércoles, 25 de agosto de 2021

LÁZARO

                         Tuve un sueño horrible y en mitad de la noche me desperté.

Jesús le decía a Lázaro: «Levántate y anda». Pero Lázaro no se levantaba. «Levántate y anda», repetía Jesús. Pero Lázaro no reaccionaba. Jesús, que se parecía a Severino, el conductor del camión cisterna, se enfadaba. Menudo papelón. Cuando Jesús te dice levántate y anda, tienes que hacerlo, sobre todo si estás muerto. Pero Lázaro no hacía ni caso: seguía inmóvil. Entonces Jesús empezaba a zarandearlo como a un muñeco, y al fin Lázaro se levantaba y le daba un mordisco en el cuello. «Deja en paz a los muertos», decía con los labios chorreando sangre.

Abrí los ojos asustado. Estaba empapado en sudor. (…)

Nadie estando vivo puede creer que está muerto. Cuando estamos muertos, estamos muertos, y vamos al paraíso, o como mucho al infierno.

Pero ¿y si decía la verdad?

¿Y si estaba realmente muerto? ¿Y si lo habían resucitado? ¿Y quién lo había hecho? Solamente Jesucristo puede resucitarnos; nadie más. Pero, al despertarnos, ¿sabemos que estábamos muertos? ¿Nos acordamos del paraíso? ¿Nos acordamos de quiénes éramos antes? Seguramente nos volvemos locos, porque tenemos el cerebro podrido y nos da por hablar de osos lavadores.[1]

 

            De la lectura me llamó la atención el recordar a Lázaro y a su vez, me trajo el recuerdo de algunos chistes oídos en mi juventud, tal como aquél que decía que una vez resucitado Lázaro, éste salió corriendo y como le tenía a Jesús una aretas, le gritó el Señor: Lázaro, las aretas. Y no habiendo captado bien el mensaje, Lázaro se volvió hacia Jesús y le gritó: Jesús, jesusetas! (Hasta aquí el primer chiste). Y el segundo, se refiere a un presente de la resurrección que estaba narrando el hecho y decía que Jesús se acercó a Lázaro y le dijo: Lázaro, levántate y anda. Y Lázaro andó, dice el narrador. Anduvo, güevón, le corrige el otro, y aquél le replica: Sí, anduvo güevón un tiempo pero se le pasó.

 

            Hoy en la distancia no suenan tan jocosos o les faltó la pimienta del narrador. Como sea, vuelvo al cuento que me llamó la atención, sintió Lázaro ese cambio? Fue consciente al pasar de una vida a otra y luego a la misma? Un hecho tan importante por qué no fue documentado? Sólo se menciona como de pasada. Y bueno, qué fue de Lázaro posteriormente?

 

            A la última pregunta, me tocó investigar un poco, vía internet[2], como se hace ahora, y la historia de Lázaro se convierte en leyenda[3], es decir, con dos versiones, una que le lleva a Chipre y se convierte en obispo -sin mayor comentario sobre el final- y la otra, dice que terminó en Marsella y se convierte en obispo -sin mayor comentario sobre el final-. Es decir, el hombre murió dos veces, sin mayor precisión, como todo en la iglesia, oh misterio sublime! Y como misterio, resulta que Lázaro siempre estuvo acompañado de sus dos hermanas María y Marta de Betania, pareciendo que la primera es la misma María Magdalena, pero no es seguro, según cuenta la misma iglesia, aunque los tres terminaron siendo santos.

 

            Y evitando seguir con la curiosidad histórica, dado que el final se convirtió en cuento o leyenda, para ser más precisos, me dije: Deja en paz a los muertos, que ellos algún día también serán olvidados!

 

Las cosas, una vez pensadas, ¿qué necesidad hay de decirlas?[4]

Tomado de Google
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[1] Niccolo Amminiti. No tengo miedo.

[3] En leyenda árurea, para más señales y para más ilustración, dice Wikipedia: La intensidad de los relatos, preocupados menos por la fidelidad histórica y filológica (…) que por la intención doctrinaria y ejemplificadora, fue una de las principales razones del éxito de la Legenda.

[4] Niccolo Amminiti. No tengo miedo.

lunes, 23 de agosto de 2021

¿LA VIDA SON SOLO PREGUNTAS?

             Estaba tomando tinto y oyendo una conversación ajena, aunque era más un monólogo pues el otro se limitaba a mover la cabeza en afirmativo o en negativo, según fuera lo dicho o de una ajá, no sé si animándolo a continuar o señalando que la conversa ya le cansaba. El hombre estaba hablando del movimiento de la luz, de azul acá, de rojo más allá, del generador de partículas y de cómo de una inquietud salía otra y terminó afirmando, en sentido científico -no es que el hablante lo fuera-, que una pregunta siempre llevaba a otra y así se había logrado la evolución.

 

            Entonces vislumbré una pregunta: será que la vida, no científica sino la corriente y moliente, no es un ciclo de preguntas constantes. Y en efecto, vi que la mayor parte de nuestra vida es de preguntas. Será que salgo? Será qué llueve? Será que me lleva? Qué pasa si? Qué estará haciendo? Será que llevo pan? Dónde dejé las llaves? Esto subió? Cuánto pagarán? A qué hora llegará el jefe? Será que me deja? Será que acepta? En dónde estará? Ya será hora de levantarse? Cómo será el día? Y así cada instante de la vida y si no me cree haga la prueba de cuántas preguntas se ha hecho desde que se levantó.

 

            Eso me lleva a pensar a que parte de la vida es de adverbios[1] y, para mayor precisión, interrogativos: Cuándo, dónde, cómo, por qué, para qué, qué, quién…, aunque también están los dubitativos: tal vez, acaso, quizás, a lo mejor, tampoco, probablemente, seguramente, posiblemente. Aunque tal vez, los dubitativos sean la respuesta a los interrogativos. Siendo siempre imprecisos, como la vida misma.

 

            Y todo este razonamiento, que me llevó de lo filosofal a lo gramatical, deja el sinsabor de lo interrogativo conduciendo a lo dubitativo, una imprecisión, tal como la vida lo es.

 

—¿Pensamiento mágico?
—Sí, es un mecanismo mental por el que vemos significados donde no los hay e imaginamos correspondencias inexistentes entre causas y efectos llegando a creer que podemos modificar la realidad con nuestros pensamientos a través de acciones simbólicas o de rituales. El pensamiento mágico es la base de la creencia en el mal de ojo o en los amuletos. No sé si me he explicado bien.
—Sí, sí. No paso por debajo de una escalera porque creo que podría causarme una desgracia, aunque entre el pasar por debajo de una escalera y la posible desgracia no haya ninguna relación de causa efecto salvo en mi imaginación.
—Exactamente. La superstición nos afecta a todos. Hay una anécdota estupenda sobre Niels Bohr, uno de los mejores científicos de todos los tiempos. Al parecer había colgado una herradura en la puerta de su casa de campo. Un día uno de sus estudiantes fue a verlo y al ver la herradura se quedó atónito. «Profesor, ¿realmente cree usted que una herradura colgada en la puerta da buena suerte?» «No», respondió Bohr, «claro que no lo creo. Pero parece que funciona igualmente»[2].

Tomado de Google
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[1] Los adverbios son palabras que complementan a los verbos, a los adjetivos o incluso otros adverbios. Se utilizan para expresar lugar, cantidad, tiempo, modo, duda, afirmación, etc. Fuente: https://www.ejemplos.co/adverbios/#ixzz73FkteNcE

[2] Las tres de la mañana Gianrico Carofiglio.

viernes, 13 de agosto de 2021

QUÉ PASA SI…

             Se me ocurrió pensar en que pasa si… peligrosa frase que al repensarla vi lo realmente peligrosa que era, sobre todo si se le relaciona con un acaecer pasado, en cuyo caso sería que hubiera pasado si...

 

            En cualquier caso la frase conlleva una buena carga de adrenalina y no necesariamente buena, por el contrario, es mala, está cargada de miedo, de prevención, de duda, de recelo, de suspicacia.

 

            Por ejemplo, qué hubiera pasado si… se me hubiera presentado otra oportunidad? Si hubiera elegido lo otro? Y se piensa en que hubiera ocurrido lo contrario a lo que realmente ocurrió? Esa carga que mencioné se transforma, para bien o para mal, dependiendo como hubiera salido y de haber salido mal que hubiera sido peor, en una culpa, por no haber decidido, lo que se supone se hubiera decidido bien. (Ya lo sé, un galimatía completo y poco ilegible, pero me pasó como algunas veces que uno pretende ser claro y termina enredando lo que pudo ser claro, por eso qué hubiera pasado si…). Pero bueno, la cuestión es que ante alternativas uno no tiene claro si la elegida era la mejor y de no haber sido la mejor, hubiera sido la menos mala? (Ya lo sé, repetitivo, por tratar de aclarar lo que no debe aclararse, me repito).

 

            En síntesis, el qué hubiera pasado si… referido a ese pasado, simplemente lleva a la culpa o a la frustración, lo que ya es malo de por sí, por eso, es mejor no pensar en qué hubiera pasado si… pues ese pasado es una ilusión malformada sobre el incierto que mantiene la premisa que le da origen.

 

            Otra cosa es si se refiere al futuro, cercano o lejano, que ya de por sí también es incierto. Pero ya es aventura, con su adrenalina consiguiente,  que pasa si… mañana. Es connotación totalmente diferente a la del ayer, aunque sigue siendo alternativa, de selección, cuya consecuencia, llevada a pasado, vuelve al círculo vicioso.

 

            Como alternativas, de pensamientos mas no de realidades, las posibilidades son infinitas, hasta en aquellos pensamientos catastróficos que uno ni siquiera quiere plasmar en el papel, aunque el traidor cerebro se haya adelantado a pensarlo. Qué pasa si mañana me muero.  Asustador, pero la respuesta es clara, bastante clara, como la realidad misma, sencillo, pues si me muero no pasa nada, al menos para mí.

 

            En la vida cotidiana y rutinaria es pregunta irrelevante y que conduce necesariamente al estrés, por aquello de que toda idea que surja y que modifique la propia rutina, si no produce estrés, produce miedo, a ese desconocido.

 

            Por eso es mejor, pienso, no pensar en que pasa sí… y dejamos que sea el destino, el azar o lo que sea, que siga su camino, para evitar el estrés, el miedo a que qué tal que pase si… o qué tal que no pase?

 

Tuve la sensación, intensa y deliciosamente insensata, de que esa quietud grandiosa había sido dispuesta para mi uso personal. Alguien ha dicho que los momentos de felicidad nos cogen por sorpresa y que, a veces —con frecuencia—, no nos damos siquiera cuenta de que se han producido. Descubrimos que hemos sido felices sólo tiempo después, lo que es algo bastante estúpido.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Las perfecciones provisionales Gianrico Carofiglio.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Y UN ETCÉTERA ADICIONAL

             Sentí que el blog anterior había quedado cojo al estar hablando sobre el acercamiento a la palabra etcétera, entendida como dije: expresión usada para sustituir el resto de una enumeración que: 1. se sobreentiende gracias a una progresión lógica o al contexto, por lo cual sería superfluo, 2. no interesa expresar.[1]

 

            Y no dije nada sobre otro aspecto que, creo, fue el que me quedó faltando. Es el evitar expresar lo superfluo, lo que no se necesita expresar porque se da por sobreentendido, normalmente. O es una forma de no explicar lo que necesitaba explicación, que requería de profundización o, que, para acortar, sería una forma de mandar al carajo, porque los argumentos ya no llevan a ningún lugar.

 

            Entonces podría pensarse que es una palabra malintencionada, sutilmente malintencionada, particularmente en conversaciones insulsas que no llevan a ninguna parte, no por la insulsidad -si se me permite la palabra- sino por la postura del otro oyente, en que uno de antemano sabe que pierde el tiempo pues ni convence ni logra aclararse, de allí que un triple etcétera sirve para ahuyentar. Porque también hay conversaciones insulsas, casi todas, como cuando se reúne con la familia o los amigos a recordar, lo tantas veces recordado, pero con lo insulsas que pueden ser, son por la circunstancia muy agradables, allí los etcéteras no se dan por entendidos, se debe precisar para que tanto el llanto, la risa y el recuerdo adopten su postura merecida y que a pesar de darse por sobreentendido todo, es necesario eludir el etcétera.

      

… notó la expresión apagada de su socia, dijo:
—Eso fue tu pasado, Michelle. Uno no puede vivir en el pasado.
—Por supuesto que puede, Sean, si el futuro no le emociona.[2]


Tomada de Google
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[1] Olvidé en el anterior mencionar de dónde saqué la cita. Naturalmente era de https://es.wikipedia.org/wiki/Etc%C3%A9tera.

[2] En el último minuto. David Baldacci.

lunes, 9 de agosto de 2021

ETCÉTERA

             Un etc. me llamó la atención y me hizo pensar en su contenido. Primer paso, ver su significado: (del latín et cetĕra, significa «y lo demás»)​ es una expresión usada para sustituir el resto de una enumeración que: 1. se sobreentiende gracias a una progresión lógica o al contexto, por lo cual sería superfluo, 2. no interesa expresar.

 

            Siempre lo había visto como aquél que está y al estar ya dice todo lo que tiene que decir (me sonó la frase como la palabra familia o amigos). Es decir, se da por hecho, se entiende lo que se persigue más allá del punto que lo define.

 

            Un etcétera dice lo que está más allá y que no quiere decir más para no alargarse, por el contrario, para acortarse, como es el etc., para no ser más explícito porque se debe sobreentender, porque sobran las explicaciones, porque a buen entendedor pocas palabras, porque, en fin, pone fin a lo dicho.

 

            Pero me pregunto, que hay más allá de un etc (e te ce) y un punto con el que finaliza la frase, la conversación, la idea. (me sonó igualmente la frase como la palabra familia o amigos).

 

            Y terminando, es mejor terminar con un etc., etc., etc., así, por triplicado, para indicar que no es posible alargarse en la discusión, la explicación o las ganas de seguir hablando.

 

            Es así, un punto final por triplicado.

 

—¿Y tú qué estás leyendo?
El libro que sostenía en la mano era pequeño, tenía la cubierta de color crema y pertenecía a una editorial desconocida: Edizioni dell’orto botánico.
Me lo ofreció. Se titulaba: La manumisión de las
palabras; subtítulo: anotaciones para un seminario sobre la escritura. No figuraba el nombre del autor en la cubierta.
Lo hojeé y leí unas cuantas frases.
Nuestras palabras carecen a menudo de significado. Ello ocurre porque las hemos gastado, extenuado, vaciado mediante un uso excesivo y, sobre todo, inconsciente. Las hemos convertido en cascarones vacíos. Para contar algo, tenemos que regenerar nuestras palabras. Tenemos que devolverles su sentido, consistencia, color, sonido, olor. Y, para hacerlo, tenemos que romperlas en pedazos y reconstruirlas después.[1]

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[1] Dudas razonables. Gianrico Carofiglio.

viernes, 6 de agosto de 2021

¿A DÓNDE VAN LAS PALABRAS CUANDO MUEREN?

             Otra insulsa pregunta que me hago al leer un artículo escrito el siglo pasado, mi época, escrito con las palabras que le eran propias. En algún aparte decía que estaba cogitando y así quedé yo: cogitando. La había oído demasiados años atrás y por eso quedé cogitando (pensando, reflexionando; a mí también me tocó buscarla en el diccionario -en el de Internet, como se suele hacer hoy- y vino a mi memoria aquello de cogito ergo sum y no es propiamente lo que insinúa el malpensante subconsciente).

 

            Pero bueno, esa es una palabra de gente, en su época, ilustrada o culta como se solía denominar. No de vulgo, añadirían. Me pregunto si aún perduran personas cultas, pues hoy, como rítmicamente sucede en cada generación, el idioma se va transformando.

 

            Aunque hay otras palabras que perduran pero que ya resulta inusual oírlas, perdurando en la niñez, como acabo de oír en voz de una niñita que gritaba a quien la iba a alcanzar: tapo, remacho llegó a mi recuerdo. Hacía siglos que no oía la palabra con el sentido relacionado con el juego infantil, como medida preventiva para detener el juego, cuando a uno le convenía y evitar que uno sea cogido.

 

            Y otras más que se han ido disolviendo con el tiempo, se han ido olvidado y así quedarán, en el olvido, truncadas por la modernidad. Por ejemplo, recordé el pozuelo, que en Colombia se usaba para decir lavadero, en la provincia se usaba la palabra poceta, cuya agua se sacaba con totuma y eso me lleva a pensar que el de las lavanderas, como oficio, desapareció igualmente.

 

            Resultaría infructuoso incluir todas esas palabras que antaño solíamos usar en el lenguaje cotidiano y que hoy se han ido desvaneciendo, solo quedan en el recóndito recuerdo de quienes hoy somos viejos, en charla con otros viejos, de la misma generación.

 

            Sé que alguien dirá que no mueren, que se quedan en el diccionario, por si alguien las visita y con más tiempo se vuelven arcaísmos y con un tiempo adicional, desaparecerán, como nosotros, en el olvido que seremos.

 

            Por eso me preguntaba a dónde irán las palabras que con el tiempo mueren?

 

Me sentí triste y viejo. Me sentí como alguien que se dedica a ver pasar el tiempo; como alguien que contempla cómo cambian los demás, bien o mal, se hacen mayores, se van. Toman decisiones. Mientras ese alguien se queda siempre en el mismo sitio, haciendo las mismas cosas, dejando que el azar decida por él. Alguien que contempla pasar la vida.[1]

Tomado de Google
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[1] Con los ojos cerrados. Gianrico Carofiglio.