lunes, 31 de octubre de 2016

CÓMO SE HACE PARA CAMBIAR A ALGUIEN?



Las personas no son lo que tu quieres.
Buda

Una pregunta, de esas que no tienen respuesta ni mediata ni inmediata, de esas que a veces es mejor dejar pasar, de esas que es mejor no preguntar, por las mismas consecuencias que siempre tienen las respuestas a una pregunta retórica[1] de la que precisamente, no se quiere respuesta, porque de antemano ella misma lo es.

Sin embargo, la respuesta es simple: no hay forma para cambiar a una persona, una persona no cambia, si no quiere cambiar ella misma no hay poder humano para que cambie por ella misma. Parece respuesta de filósofo decaído, pero así puede ser, si se mira desde el mejor simplismo, tan simple como la misma pregunta.

Y eso me llevó a pensar que uno no puede cambiar a nadie, pero la contrapartida es que uno sí puede cambiar, uno puede cambiarse, modificarse, traslaparse, aún escudarse, ocultarse y dejarse de mirar, para evadir precisamente al cambio.

Uno mismo puede hacerlo en cuanto tenga voluntad para hacerlo, sea porque alguien lo recomendó, lo suplicó o lo ordenó, sea porque uno se cansó, porque los demás lo hicieron, sea por lo que sea. Es la vida del sometimiento a la vida misma.

Hoy se dirá que es el cambio del chip, como dijo Juan Pablo que le dijo la mamá al oír su eterno discurso. Pero hablar de chip es hablar de computación, de entrar en la máquina y quitar, modificar, ocultar o traslapar una parte de ella. Por eso mismo, es entrar en el cerebro, buscar y rebuscar el chip que lo interrumpe todo, que impide el todo; es auscultar, dejar de consentir, dejarse pervertir, modificar la conducta, cambiar de chip. Es afirmar la negación, negar la afirmación, obligar al cerebro a redescubrirse, que no debe haber penas ni rubores, porque son uno mismo, es obligarlo a cambiar el aceite porque ya se puso demasiado denso con el tiempo pasado, por la crítica constante, por el aburrimiento redundante.

Es ser capaz de dejar el vicio, aunque es bastante difícil dejarlo, porque vicio es vicio y es el único círculo que es vicioso, por eso hay que obligarlo a cambiar de chip, a cambiar de pensamiento, a cambiar de actuar, es obligarlo a dejar de hacer lo que ya sabe hacer y es enseñarle a hacer lo que aún no sabe hacer, a pesar de que sabe cómo se hace, intuye el mejoramiento, si es que ese es el fin.

Para ello se inventaron los trucos que, como parte de la magia, hace que desaparezcan viejas y caducas costumbres. Reafirmarse en la afirmación, volver positivo lo negativo, negarse a dejar entrar los viejos pensamientos recién barridos, hasta que se conviertan en la basura que hay que dejar en el olvido definitivo.

Querer es poder, dicen. Pero no es tan fácil, por eso es que hay que hacerle la repetición a la repetidera, hasta que el cerebro se acostumbre a lo nuevo, lo vea y saboree como costumbre y permanezca en ella, como si él así lo hubiera decidido, de un momento a otro. Un distractor, eso es lo que se requiere para evitar que los fantasmas de la imaginación hagan de las suyas, es eliminar el jalogüin de la mente y permitir el cambio, el permanente cambio, para salir de la rutina, de la costumbre, enfrentarse a novedades, a curiosidades, a nuevas locuras, hasta cuando hay que decirles adiós.

Así se puede cambiar uno a uno mismo, repitiendo permanentemente Sólo por hoy, porque el hoy es eterno.

Pero quedó una verdad oculta, alguien lo pensó pero esperó a ver si lo olvidaba. Desde el comienzo me di cuenta que uno sí puede cambiar a una persona. Por ello, como defensa, como venganza, por todo o por nada, la vida nos dio una palabra para no olvidar. Manipular. Y sí, a través de la manipulación podemos hacer cambiar a una persona, podemos cambiarla, modelarla, manipularla. Con conciencia, con inconciencia, con indiferencia, como quiera que se le quiera ver.

Y somos manipuladores desde siempre y según nuestra conveniencia. Mi vida tu deberás… Oye, por qué no cambias, si eso se te ve tan… No sería mejor que hicieras… Si no cambia de actitud es mejor que renuncie. Si no cambia, no vuelva! Qué tal si… Qué tal si no… Y así, sin querer queriendo vamos obligando, sometiendo, alterando, haciendo a imagen y semejanza, pero nunca igualando, porque el sometimiento es sometimiento y la imagen y semejanza tiene sus propios límites, nuestros propios límites.

Entonces, será que uno puede cambiar? Será que lo puedo cambiar? Y yo qué voy a saber si a duras penas me logro entender, pero hay que confesar, no hay como manipular, así sea la licuadora! No es cierto mi amor?

Las cosas no cambian; cambiamos nosotros.
 Henry David Thoureau.





[1] En retórica, la interrogación retórica, pregunta retórica o erotema es, dentro de las figuras literarias, una de las figuras de diálogo. Se trata de una pregunta que se formula sin esperar respuesta, con la finalidad de reforzar o reafirmar el propio punto de vista, dando por hecho que el interlocutor está de acuerdo. Wikipedia

Foto: JHB (D.R.A.)

viernes, 28 de octubre de 2016

CÓMO RETENER EL TIEMPO?



No sabía, de tristezas, ni de lágrimas
Ni nada, que me hicieran llorar
Yo sabía de cariño, de ternura
Porque a mí desde pequeño
Eso me enseño mamá, eso me enseño mamá
Eso y muchas cosas más
Yo jamás sufrí, yo jamás lloré
Yo era muy feliz, yo viví­a muy bien
Yo vivía tan distinto, algo hermoso
Algo divino, lleno de felicidad
Yo sabía de alegrías, la belleza de la vida
Pero no de soledad, pero no de soledad
De eso y muchas cosas más
Yo jamás sufrí, yo jamás lloré
Yo era muy feliz, o vivía muy bien
Hasta que te conocí…

Juan Gabriel. In memoriam(1)!

Una pregunta hecha a manera de afirmación que me llamó la atención.

Si supiera de física cuántica, me imaginé, como si lo supiera digo, tomando al tiempo en mis manos y aprisionándolo trato de comprimirlo para ser guardado y resguardado como mi tesoro escondido, manteniéndolo bajo mi control e impidiendo que se escape cualquier segundo, porque podría ser un segundo importante que no podría ni debería escapar, porque puede ser el resultado de un recuerdo que ha de ser inolvidable.

Buscaría la forma de encontrar los mejores momentos de mi vida para ir juntándolos, uniéndolos y entretejiéndolos entre ellos para formar una historia que pudiera hacer sonreír sin ningún sesgo de tristeza.

Buscaría en la memoria infinita y olvidada aquellos recuerdos plácidos que desconozco, desde la misma tranquilidad de la placenta que supongo me albergó agraciadamente hasta verme ya en el colegio hacia los seis años que son los primeros recuerdos que el esfuerzo me ha permitido recuperar.

Me remontaría en búsqueda de tantos gratos momentos pasados a lo largo de mi vida que hoy, ya difusos, se esconden en recovecos de mi memoria lindante a mi imaginación lo que impide que les vea como fueron, como debieron ser y que hoy sólo los veo como mi imaginación quiere verlos, cuando los puedo ver, cuando se asoman libremente en el área imaginada.

            Si fuera dable, como parece ser la cuántica, me iría a mis orígenes, no los de esta vida sino de las otras, ya pasadas, que dicen que existen, en donde se supone que yo existí, porque presumo que también nací cuando nació el tiempo, no soy concepción espontánea divina, como no lo fui al entrar en esta vida. Así me vería entonces evolucionando, si creo en la promesa darwiniana y de bacteria a sapo y de allí a quién sabe qué, hasta transformarme, por obra de quién sabe qué, en un mico para pasar a gorila y terminar en las cavernas mirando sus paredes para saber si ese de allí, soy yo.

            Pero tal vez sea mejor dejar el ejercicio sólo para esta vida, que con ella es suficiente, tan solo de pensar que han pasado seis lustros, que si se traducen a segundos vividos sería tanto como… dado que no soy buen matemático y la cuántica me toca imaginarla, se me ocurrió preguntarle al doctor Google cuántos tenía un año y me respondió que 3.154e+7, que debo multiplicar por sesenta (más diez meses y catorce días y nosecuantos segundos para este momento) y agregarle los nueve meses de emoción, no mía, sino ajena, teniendo en cuenta si el año es o no bisiesto y demás pormenores que no vienen al caso, pero previsto, y la suma da un número impronunciable, porque ha de contener una e que no sé qué traduce.

            Y se preguntarán, por qué eligió calcular las cosas en segundos? Porque lo que quiero recoger son momentos, son instantes y lo que más se asemeja a ellos, son los segundos vividos, porque el recuerdo habla es de momentos, de un primer premio, de un beso, de un ascenso y hasta de un buen polvo. Esos recuerdos no son eternidades, son instantes, vaporosos, imaginarios, instantáneos.

            Pero también se preguntarán: y como para qué retener el tiempo? Esa pregunta me la acabo de hacer y efectivamente, como para qué retener el tiempo? Lo saludable no es olvidar el ayer y vivir el presente? Eso dicen, pero quién mejor que yo para hacerse preguntas incoherentes, irrespetuosas, irreverentes?

            Pero sí, como para qué retener el tiempo, me vuelvo a preguntar y la respuesta ni siquiera asoma. Lo que fue, fue, qué más da, aquí estoy, eso soy, nada de lo pasado puedo cambiar, nadie lo puede hacer, ni siquiera el gran hacedor, porque efectivamente lo que fue, fue y para qué repetir experiencia, si cada una es diferente a la otra, ninguna es la misma, así se trate de un beso, de un ascenso o de un buen polvo.

            Una pregunta hecha a manera de afirmación que me llamó la atención y me hizo pasar el tiempo.

Los (hombres) tienen un juicio limitado
porque mi­den el tiempo en relación consigo mismos.


Marlo Morgan. Las voces del desierto.


[1] O si la prefieren oír, mientras leen: https://www.youtube.com/watch?v=ga5Bo4YdgH4

Foto: JHB (D.R.A.)

miércoles, 26 de octubre de 2016

TRIBUTOS, PA’ BRUTOS Y POR BRUTOS!



Lo dijo el desobediente Thoreau[1],
que estuvo en la cárcel por no pagar ciertos impuestos,
que cuando el gobierno “me dice la bolsa o la vida
¿por qué tengo yo que correr a darle mi dinero?”[2]

Y aprovechemos y hablamos también del otro concepto, estado, con o sin mayúscula hoy por hoy da lo mismo, le perdimos el respeto. Por eso es que para recuperar ese respeto parece que a través del miedo están buscando respetabilidad. Y como anda de moda, el desprestigio va acompañado con otro concepto: impuestos[3].

El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor número de graznidos posible”, y la desplumada que se viene con los impuestos hará chillar mucho a los pobres, no a los ricos, como lo prometió alguna vez el presidente Santos. (…) Y es que el ruido de los graznidos los busca acallar el Gobierno con chantajes, como el cuento de que si esta reforma no se aprueba, las calificadoras de riesgo quitarán a Colombia su actual grado de inversión, degradando a nivel de basura sus títulos de deuda pública en el mercado nacional e internacional, algo similar al miedo inculcado con el plebiscito que perdió, según el cual si ganaba el No, el país entraría en guerra al día siguiente. (…) Disfrazar con mentiras la falta de argumentos técnicos, para justificar la regresiva estrategia de subir los impuestos a los que viven de un sueldo, para así poder bajárselos a los que viven de sus rentas capitalistas, muestra un Gobierno alejado de la realidad social y que parte de la falsa premisa según la cual la salud de la economía de mercado se basa en mantener felices a los dueños del capital, a costa de castigar a los trabajadores.(…) Amenazar al ganso con las muy desprestigiadas calificadoras del riesgo internacional es equivocado, pero definitivamente deja claro que, antes que técnico, el debate de los impuestos es ante todo político.

Y eso me preguntaba, si no suben los impuestos no hay calificación de riesgo? Y qué? Por qué arrodillarse ante ellas? Nada más recordar que Morgan no era precisamente tan honorable para estar sometidos a ellos, su calificadora si no recuerdo mal fue descalificada por fraude. Que el costo país es gravísimo? Y qué? Que lo ordena el FMI. Y qué? (acaso la directora de ese fondo no está investigada por corrupción?) Creo que la idea no es endeudarse sino vivir con lo que se tiene. Que el endeudamiento del país se viene abajo? Y? Sencillo no nos endeudemos. Y cómo? Como dice el simplista del Juan: acaben con las corbatas politiqueras –me consta que se contrata uno y tres ayudantes más para que el uno verifique lo que haga el otro y ni modo de decirle lo contrario a la palanca-. Acaben con la corrupción, decreten la pena de muerte, de ser el caso o bájenlas a su justa proporción, como indicaba Turbay Ayala. Todos esos conceptos que nos meten son simples distractores, porque el concepto miedo fue otro que se entronizó para que los débiles se hagan fuertes a través de él mismo.

Es cierto que la única forma de alimentar al monstruo llamado estado es con los impuestos y por qué no rediseñar ese estado a su justa proporción? Ya no estamos en el siglo XIX, para qué tener un congreso con dos cámaras? Antiguamente el senado estaba diseñado para que allí estuvieran los mejores, los de la plata y los ancianos; la cámara, para que el pueblo, lo popular tuviera su representación. Hoy sobran los segundos y son demasiados y en ambos casos, igual de corruptos, politiqueros, mentirosos y que, si se ve bien, no hacen nada. Los proyectos por iniciativa propia son ínfimos (a duras penas los que dicen que la nación se asocia para celebrar un natalicio, una fundación o cualquier sesquicentenario que conlleva unos recursitos pa’l pueblo de donde es el… iba a decir tarado, digo congresista respectivo). Más del 90% de proyectos provienen del gobierno y cuadran la aprobación con la ahora llamada mermelada. En la misma medida, para qué sirven concejos y asambleas? La misma corrupción, la misma ineficiencia, la misma burocracia.

Si alguien hiciera cuentas se llevaría una sorpresa saber cuánto cuesta hoy cada uno de esos vagabundos (porque además de sueldo y prestaciones sociales, pasajes y almuerzos, hay que incluir la célula o unidad legislativa que son diez corbatas más, -nombradas con aquello de que tu nombras a mi tía y yo, en la mía, meto a tu hija-, más chofer, secretarias y guardaespaldas, cuando es muy importante o se las da de). Y hay siete comisiones constitucionales y seis legales, por lo que agreguémosle los secretarios que hay en despachos de cada uno más los de comisiones, más la parte administrativa que en el senado tiene diecisiete oficinas; en la sola secretaría general hay dieciséis dependencias más, -mínimo con cuatro cristianos-, más el secretario del secretario del secretario, si se han dado cuenta de las sesiones cuando se reparten el trabajo de arriba abajo. Y solo hablé de senado que tiene 102 senadores; la cámara 166 y multipliquen por los mismos.

Y como para dar una guía, en Wikipedia me encontré esta joya:

En 2015 el salario de un congresista colombiano ascendía a $25.915.432. En 2013 el Gobierno colombiano añadió una prima especial de servicios de $7.898.445 mensuales adicional al salario de los congresistas. Esta prima especial sustituye las primas de salud, y de localización y vivienda; pero se considera para liquidar la prima de servicios y la prima de navidad. Los congresistas tienen beneficios como primas de salud, localización y vivienda, prima de servicios y de navidad; además de tiquetes, plan de celular, vehículos, entre otros.   El salario asignado equivale a alrededor de 40,8 salarios mínimos de los colombianos con respecto al 2013. En contraste, a un senador de un país desarrollado como Estados Unidos le es asignado un salario de aproximadamente 10,4 salarios mínimos de ése país. También cabe resaltar que a los senadores colombianos se le asigna un salario equivalente a alrededor de 14 veces el PIB (PPA) per cápita colombiano, comparado con un equivalente de aproximadamente 3,3 en el caso de los senadores de Estados Unidos.

            A quienes les gusta las matemáticas, las estadísticas y en general la curiosidad numérica podrían hacer cuentas y saber si se elimina la cámara y la mitad del senado, porque 50 son suficientes –por aquello de tener una democracia participativa, no más-, cuánta plata al año se ahorraría? (sin tener en cuenta los costos de equipos de oficina, mantenimiento, tintos, etc. etc.) Solo con esto, no habría necesidad de subir los impuestos. Sin hacer operaciones lo sé –por simplismo o por facilismo-. Ah! Olvidaba y que todos esos declararan renta y pagaran  como el resto los consabidos impuestos.

            Para no aburrir y no terminar haciendo un tratado, imagínense el resto de monstruo estatal a nivel nacional, departamental y municipal si se recortara a su justa proporción incluyendo todas las ías que se han inventado en el tiempo (registraduría, procuraduría, contraloría, personería, auditoría, etc. etc.). El ahorro sería muy grande y la carga impositiva para el que realmente paga, no sería tan alta. Digo yo, dentro de mi simplismo.

            Que recuerde había unos impuestos que fueron creados transitoriamente y como tales llevan más de veinte años (impuesto de guerra, dos por mil que pasó a cuatro por mil, etc. etc.). Si acabamos la guerra, el impuesto de guerra por sustracción de materia desaparecería. Se acabó la guerra ya no se requiere tanta inversión en guerra, se requeriría para la paz, por lo que es cambiar la destinación de guerra a actividades de paz (salud, agro, educación, digo yo, en mi simplismo).

            Y deberían clavarse a los que tienen plata, no a los vaciados, que no podemos evadir, porque no tenemos, así de simple. 

Y continúo en palabras ajenas[4]

Y en el caso de nosotros, los que compramos en tiendas de barrio o en supermercados, nosotros, los de la clase media, los que cada vez nos acercamos más a la extinción, en un país en el que cada día hay más pobres, sin ninguna vergüenza para los gobernantes, por qué (me uno a la voz del escritor estadounidense) nos tienen que desplumar, sobre todo porque lo manda el Fondo Monetario Internacional.
Por qué razón, cuando el gobierno presenta un proyecto regresivo y antipopular de reforma tributaria, tenemos todos, bueno, los que más padecemos con su cobro, digo de nuevo, clase media y “pobretariado”, ¿por qué habría que aceptar así no más las trampas de un gobierno que pone los acuerdos de paz como señuelo y mampara para disimular su ataque desaforado contra los más necesitados?(…)
Es, sin duda, una reforma retardataria porque no obra con equidad: es decir, a los multimillonarios y demás deberían cobrarles más, y disminuir los aportes de las clases medias y populares, siempre en la vorágine de las desventuras promovidas por el neoliberalismo y un estado de cosas en el que, cada día, la pobreza y otras desdichas asedian a los menos pudientes. La reforma, según se ve, quiere corregir los líos deficitarios en la balanza de pagos, producto del modelo económico vigente y de los leoninos tratados de libre comercio. (…)
La reforma golpeará los presupuestos de las mayorías con el alza del IVA del dieciséis al diecinueve por ciento, y con el tributo que se pretende cobrar a tenderos y pequeños comerciantes. Con este atentado a las clases medias y populares, la gente no tendría por qué seguir siendo sumisa y debiera declararse, como lo hizo Thoreau en la primera mitad del siglo XIX en Estados Unidos, en desobediencia civil. A las marchas en favor de la paz deben sumarse los descontentos masivos contra la reforma tributaria.
Por estos días, analistas han recordado al ministro de comercio y finanzas del Rey Sol, el absolutista Luis XIV: Jean-Baptiste Colbert, un experto en el aumento de impuestos en Francia. El protegido de Mazarino decía que la gracia de las reformas tributarias era la de desplumar vivo al ganso sin que chillara demasiado.

            Y el gobierno hablando de reforma estructural. Si fuera estructural reestructurarían la burocracia, tomarían atenta nota de lo dicho y se enfocarían en lo fundamental, que llamaba Álvaro Gómez. Pero no, lo importante para un gobierno actual es meter miedo (que si no hay reforma se cae el país, pues que se caiga, digo yo, que luego tendrá que levantarse y releerse!), es hablar en términos estrambóticos para que los ignorantes como yo no podamos opinar en ignorancia (monotributo, impuesto verde, determinación cedular, y no prosigo para no enredarme más), pues sólo los sabios entendidos tienen el alcance de leer el alcance de la reforma. Y creo que está calculado por qué se presentó ahora la reforma, porque las sesiones que quedan son cortas, ya entramos para diciembre y el pupitrazo con mermelada va a conducir a una clavada al contribuyente que no tiene con qué y sin vaselina. Aunque les va a costar un poco convencer porque aún está Robledo y Claudia López, que los harán sufrir un rato.

            Me llama la atención por último que un simplista como yo, tenga mejores ideas que esos genios de la comisión de expertos. Si viviera mi papá diría: bueno, éste no me salió tan bruto! Y desde los Ministerios oigo decir: Mucho indio pa’ bruto!

Las matemáticas no mienten,

lo que hay son muchos matemáticos mentirosos.

 

Henry David Thoreau


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Imagen: https://objetivismo.org/impuestos/



[1] Henry David Thoreau (12 de julio de 1817 - 6 de mayo de 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencia trascendentalista y origen puritano, autor de Walden y La desobediencia civil. Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices. Uno de los padres fundadores de la literatura estadounidense, es también el conceptualizador de las prácticas de desobediencia civil.  Wikipedia.

[2] Reinaldo Spitaletta. Cómo desplumar al ganso sin que chille. http://www.elespectador.com/opinion/desplumar-al-ganso-sin-chille.

[3] José Roberto Acosta. Falacias para desplumar el ganso. http://www.elespectador.com/opinion/falacias-desplumar-el-ganso
[4] Spitaletta. Artículo citado.

lunes, 24 de octubre de 2016

MALDAD



Explicar la psiquis de estos “líderes” no es fácil. Pero tampoco la de sus seguidores incondicionales, esos que los celebran con aplausos y sonrisas aquiescentes. Uno se pregunta cómo pueden llegar a ese nivel acrítico. Hannah Arendt, quien reflexionó sobre figuras como la de Eichmann, concluye que los segundos de Hitler no eran monstruos ni psicópatas, sino un nuevo tipo de hombre que encarna “la banalidad del mal”, y que no tiene ni convicciones, ni culpa, ni dilemas morales, sólo “vacío reflexivo”. Este vacío, inofensivo en circunstancias de paz, los convirtió sin embargo, a la hora de la guerra, en asesinos de miles de judíos. Ahora bien: en las democracias (o en su remedo) estos gobernantes han sido elegidos —y reelegidos y apoyados— por una amplia masa de ciudadanos que puede apoyar, sin escrúpulos, a un tirano, a un fanático o a un idiota. Por eso nada tiene de extraño que la historia se repita.

Piedad Bonett. Monstruos, cínicos e imbéciles

Me he venido preguntando si somos malos por naturaleza. Si Rousseau tenía razón en cuanto nacemos buenos y la sociedad nos corrompe o si simplemente somos lo que somos, con una buena dosis de maldad.

Me retrotraigo al lejano pasado, hago memoria, rememoro lecturas y todas ellas parecen conducir al mismo punto.

Desde niño somos dictadores, queremos imponer nuestro querer, imponer, imponer ante todo y ante todos, nos creemos reyes y señores, porque así nos lo dicen los mayores, cuando somos muy menores, luego nos destronan, muchas veces, la generalidad de veces, a punta de correazos y con unos cuantos golpes esos mayores nos ponen en lugar y lo que dijeron dejó de ser cierto, luego de haber saboreado el placer real. Y ya es tarde. El poder no se olvida.

De cualquier manera aprendemos a dominarnos y a someter a ese dictadorcito para dar paso a ese santo que tanto anhelamos, que tanto nos creemos, ese que creemos merecer.

Equilibrio. En eso nos mantenemos diariamente, ese es el estado natural que después adquirimos, búsqueda de la santidad para poder oprimir a la maldad que habita en nosotros, pero que solo vemos en el prójimo.

Pero es un equilibro relativo. Un simple soplo de viento puede desequilibrarlo. Por lo general, en la creencia de nuestra propia santidad, pero vaya y nos toquen lo intocable, todo aquello que nos hace perder el equilibrio y que deja salir esa parte de nosotros que negamos con vehemencia, negación que aseguramos para pretender acercarnos más a esa santidad que carecemos.

Dualidad del ser humano, la doble moral que en nosotros habita, con la que jugamos según nos convenga, según las circunstancias, pero ante todo, pareciendo que detrás de la máscara solo somos santidad, hechura a imagen y semejanza.

Y cuando nos sentimos santos, lo dejamos ver, que quede bien claro quiénes somos, nos ufanamos para que los demás vean nuestra mejor cara, la de la máscara que nos humaniza, que nos acerca al cielo, esa con la que antes de dar la limosna miramos alrededor para asegurarnos que los demás ven nuestra mejor parte, pero que es más falsa que un fariseo llegando a ese cielo, en el que él tampoco cree.

Y es tan débil ese equilibrio que cualquier cosa que nos afecta, de inmediato  desequilibra y ese ser de luz que aparentamos se convierte en Gorgona y cada serpiente de ese ser se convierte en un ser irreconocible, unos lanzan improperios, otros golpes, insultos gratuitos, gritón ante la imposibilidad de razonar. Nos imponemos ante la razón que tanto pregonamos.

En una palabra, se nos sale el gamín, ese que por apariencias pretendemos mantener a raya. El Papa y Uribe habitan en nosotros, podría pensar en estos tiempos y la alusión a la ironía hace flotar la poca estima que le tengo al género humano, al que pertenezco por fuerza de la naturaleza, pero que igualmente trato de dominar. Dicen que la cara no me ayuda, porque pareciera que vivo permanentemente bravo (emputado, dirán otros), pero me tocó la máscara contraria, qué le vamos a hacer.

Si me miro al espejo no me reconozco, porque siempre veo al santo que pretendo ser  –aunque bravo o serio, que es lo mismo, pues San Pedro tampoco es perita en dulce- Cuando dejo esa careta nunca me he visto en el espejo, tal vez por temor a asustarme de mí mismo, al ver lo que no quiero ver, la careta que no me gusta mostrar, pero que asoma en mi rostro.

Leí un artículo sobre las dos teorías que explican la maldad (http://www.elespectador.com/noticias/ciencia/semilla-de-maldad-articulo-660040), y sea que vengamos ya programados por la maldad o que seamos contagiados con ella, lo que resulta cierto es que la maldad habita en nosotros, por más Madre Teresa de Calcuta, que luego de canonizada vienen a decir que no era tan santa como parecía, aunque no lo parecía, pero dejo la mala leche para otra oportunidad. En fin, decía el artículo que “Al llegar a este punto, muchos de los voluntarios indicaban su deseo de detener el experimento y revisar la condición del alumno. Sin embargo, la mayoría continuaba administrando descargas más intensas tras cada respuesta equivocada una vez que el experimentalista les garantizaba que su responsabilidad era conducir el experimento hasta el final. Muchos de los voluntarios en el rol de alumno mostraban señales de tensión con los gritos del alumno. Pero la mayoría de los voluntarios continuó el experimento hasta el final.”

Y agrega que un sujeto que no tiene ni la habilidad ni la experiencia para tomar decisiones durante una crisis, delega la toma de decisiones al grupo y a su jerarquía. Por otra lado, la obediencia consiste en que una persona se ve a sí misma como el instrumento para llevar a cabo los deseos de otra persona, por lo tanto no se ve responsable por las consecuencias de sus acciones.”

Concluye diciendo: “Si bien el experimento de Milgram no permite conclusiones fáciles, sí invita a reflexionar sobre la autoridad que guía nuestras acciones, bien sea un líder religioso, una figura política, un jefe, una ideología o el mensaje en un libro. Cuando obramos por un bien mayor a nombre de una jerarquía superior a nuestra percepción, vale la pena detenerse a pensar cuál es el bien y hasta dónde somos marionetas de esa limitada percepción que es la esencia de la naturaleza humana.”

            En efecto, bajo otras consideraciones y condiciones, tengo claro que si el poder habitara en mí sería un buen dictador, no me temblaría la mano para hacer fusilar a ladrones, corruptos y políticos –aunque suene redundante- y un buen cocotazo para quien no cumpliera con mis órdenes. Pero como me tocó ser un ser bien invisible, trato de equilibrar la careta y mantener aquella que no me mete en líos y que me acerca más al cielo!

De qué huyes? Si lo que llevas dentro
te seguirá a donde vayas!


Lara Alcaraz. Ángeles y Demonios

Foto: JHB (D.R.A.)

viernes, 21 de octubre de 2016

DIOS, EN MANOS DE IRRESPONSABLES



Hay algo que Dios ha hecho mal.
A todo le puso límites menos a la tontería.

Konrad Adenauer

Dios está en manos de irresponsables, los unos y de ignorantes, los otros.

En efecto, las iglesias, las que más abundan hoy, las de garaje, que se dicen cristianas, se han tomado la vocería de Dios, con una irresponsabilidad rayana al abuso.
        
        Se llaman cristianos y no tienen ni un barniz de lo que deberían ser ni practican una sola de las virtudes imputables a los cristianos, para al menos pasar como tales.
   
     Se llaman cristianos y se contaminan con la política, se dejaron comprar y se vendieron sin miramientos, cual publicanos[1], completos fariseos[2], en sus acepciones de hoy, allí en las escaleras del templo, vendiéndose, como decía, al mejor postor, al que dé más dividendos; la feligresía, para tales efectos, no importa, lo son para efectos de diezmos y redil de borregos. Aleluya!

        Así, Dios está en manos de avariciosos, codiciosos, ignorantes e irresponsables, en su gran mayoría. Visto de esta manera, Marx tenía razón: la religión es el opio del pueblo! Si no están dopados, no se explica cómo, en esta situación, se regala el diez por ciento (aunque se disfrace como diezmo) a las arcas de un pastor, tan humano como cualquier otro, tan pecador como el que más, siendo más pecador por lo abusivo que es con su rebaño que se postró a su encuentro a base de promesas falsas y de infundir miedo, como castigo eterno si no se someten.

     Con estos ingredientes se logra poder. Agregando naturalmente la palabrería, la capacidad de aprenderse biblia y pasajes, si no todos, al menos los más importantes, los que creen que desarman al enemigo impío, como yo, para descrestar a la feligresía, para pasar por cultos, para apabullar o para divertir, los hay de todos y de todo un poquito, ingredientes suficientes para iniciar con el garaje lleno y tan solo para poderlos explotar y poderse mantener ellos sin el mayor esfuerzo.

        Al menos a los curas católicos –que como verán tampoco son mis preferidos- les toca abrir todos los días un ratico, y conformarse con unas monedas (literalmente, porque a la hora de la limosna no se da papel sino moneda, más sonoras que el papel moneda, más egocéntricas), como decía, monedas porque esa iglesia al apartarse de su grey también ha perdido peso!

      Y está la contrapartida, cómo hace la gente para comer cuento? Todo está en la palabra y no me refiero a la divina, sino a la del convencimiento, a través del miedo del que tanto habla Bertand Russell, como forma de supervivencia de la religión. Os quemaréis en los infiernos, arderéis en las llamas del fuego eterno, incrédulos, proclaman con un convencimiento y seguridad que no queda otro camino que asustarse. Si por mis escritos he de estar excomulgado por la católica, será que uno aguanta más de una excomunión? Eso me lleva a pensar que, siguiendo su lógica, mi condenación a las llamas eternas está más que asegurada, con tanta barbaridad que vengo diciendo a lo largo de estos últimos años. Aunque no olviden a Ramón y Cajal, en mi favor: Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión. Ya veremos!

      He de confesar que antaño me encantaba ver en televisión a Dante Gebel, un orador muy bueno, que manejaba muy bien la manipulación y hablaba con una claridad de lo que los demás querían oír. Había otro cuyo nombre no recuerdo aunque contenía la palabra Cash[3], no sé si por inspiración divina de los padres o la premonición del negocio que logró ver al usarlo –la última, según deduzco de Wikipedia-. Éste gritón, la palabra de la biblia a flor de lengua y si he de ser sincero, también me divertía, mucho más que ver a Galat en Teleamiga haciéndole unas preguntas vergonzosas al Niño Dios, que a su diestra está!

   Verlos rodeados de guardaespaldas –o compañeros en oración, si se quiere el eufemismo- porque eso son los que le rodean en su círculo de seguridad, porque es mejor no poner toda la confianza en la divinidad, los hombres son muy malos! Esos redirigiendo el show, dejando pasar al elegido diario poseído por la bestia y por bestia recibe su cachetada y un empujón del pastor para despejar las dudas satánicas y al piso va a caer, cuando el guardaespaldas no está atento a la recogida.

El espectáculo es deprimente. A veces preferible el ritual católico, menos show, más adormecedor, más tedioso, más aburrido y más soporífero.

Es por todo eso que Dios está en manos de unos irresponsables que abusan de la buena fe de ignorantes, de temerosos o de necesitados de promesas, de esperanza.

Si Dios fuera inteligente, viendo los espectáculos que se celebran en su nombre, mandaría nuevamente a su hijo para expulsar a patadas a todos esos profetas, publicanos, fariseos y sepulcros blanqueados que habitan en los garajes llamados templos o mandaría a la corte celestial a cachetiarlos, al menos eso haría yo, si fuera Dios!

Cuando deseéis orar,
dejad que vuestro fervor pronuncie las palabras.
Gibran. Jesús, el hijo del hombre.




[1] Arrendador de los impuestos o rentas públicas y de las minas del Estado, en la antigua Roma. "para los judíos antiguos, los publicanos eran despreciables" Enseña el Dr. Google.
[2] Que es hipócrita y finge una moral, unos sentimientos o unas creencias religiosas que no tiene. Persona que pertenecía a un grupo religioso judío de la época de Jesús que se caracterizaba por observar escrupulosamente y con cierta afectación los preceptos de la Ley mosaica; en general, se interesaba más por la manifestación externa de esos preceptos que por seguir el espíritu de la Ley. También del Dr. Google. Curiosamente me encontré una página, parodia de la original supongo en cuanto nombre, pero aparentemente seria: wikicristiano.org, en la que estuve leyendo sobre fariseos, saduceos, escribas y otras especies, que me resultó interesante, pero para cuando tenga tiempo, si no se me olvida antes.
[3] La inquietud perturbadora me llevó a investigarlo en Wikipedia y es Carlos Enrique Luna Arango, más conocido como Cash Luna (Ciudad de Guatemala, 4 de marzo de 1962), es un pastor Evangélico neo-pentecostal, fundador del Ministerio Casa de Dios, cuya sede principal se encuentra en dicho país. Además, director del programa El Discipulado con los Pastores Cash y Sonia Luna y conductor de Noches de Gloria, ambas transmitidas por la cadena de televisión "cristian" TBN-Enlace. Cash es un proponente principal de la teología de la prosperidad