viernes, 28 de octubre de 2016

CÓMO RETENER EL TIEMPO?



No sabía, de tristezas, ni de lágrimas
Ni nada, que me hicieran llorar
Yo sabía de cariño, de ternura
Porque a mí desde pequeño
Eso me enseño mamá, eso me enseño mamá
Eso y muchas cosas más
Yo jamás sufrí, yo jamás lloré
Yo era muy feliz, yo viví­a muy bien
Yo vivía tan distinto, algo hermoso
Algo divino, lleno de felicidad
Yo sabía de alegrías, la belleza de la vida
Pero no de soledad, pero no de soledad
De eso y muchas cosas más
Yo jamás sufrí, yo jamás lloré
Yo era muy feliz, o vivía muy bien
Hasta que te conocí…

Juan Gabriel. In memoriam(1)!

Una pregunta hecha a manera de afirmación que me llamó la atención.

Si supiera de física cuántica, me imaginé, como si lo supiera digo, tomando al tiempo en mis manos y aprisionándolo trato de comprimirlo para ser guardado y resguardado como mi tesoro escondido, manteniéndolo bajo mi control e impidiendo que se escape cualquier segundo, porque podría ser un segundo importante que no podría ni debería escapar, porque puede ser el resultado de un recuerdo que ha de ser inolvidable.

Buscaría la forma de encontrar los mejores momentos de mi vida para ir juntándolos, uniéndolos y entretejiéndolos entre ellos para formar una historia que pudiera hacer sonreír sin ningún sesgo de tristeza.

Buscaría en la memoria infinita y olvidada aquellos recuerdos plácidos que desconozco, desde la misma tranquilidad de la placenta que supongo me albergó agraciadamente hasta verme ya en el colegio hacia los seis años que son los primeros recuerdos que el esfuerzo me ha permitido recuperar.

Me remontaría en búsqueda de tantos gratos momentos pasados a lo largo de mi vida que hoy, ya difusos, se esconden en recovecos de mi memoria lindante a mi imaginación lo que impide que les vea como fueron, como debieron ser y que hoy sólo los veo como mi imaginación quiere verlos, cuando los puedo ver, cuando se asoman libremente en el área imaginada.

            Si fuera dable, como parece ser la cuántica, me iría a mis orígenes, no los de esta vida sino de las otras, ya pasadas, que dicen que existen, en donde se supone que yo existí, porque presumo que también nací cuando nació el tiempo, no soy concepción espontánea divina, como no lo fui al entrar en esta vida. Así me vería entonces evolucionando, si creo en la promesa darwiniana y de bacteria a sapo y de allí a quién sabe qué, hasta transformarme, por obra de quién sabe qué, en un mico para pasar a gorila y terminar en las cavernas mirando sus paredes para saber si ese de allí, soy yo.

            Pero tal vez sea mejor dejar el ejercicio sólo para esta vida, que con ella es suficiente, tan solo de pensar que han pasado seis lustros, que si se traducen a segundos vividos sería tanto como… dado que no soy buen matemático y la cuántica me toca imaginarla, se me ocurrió preguntarle al doctor Google cuántos tenía un año y me respondió que 3.154e+7, que debo multiplicar por sesenta (más diez meses y catorce días y nosecuantos segundos para este momento) y agregarle los nueve meses de emoción, no mía, sino ajena, teniendo en cuenta si el año es o no bisiesto y demás pormenores que no vienen al caso, pero previsto, y la suma da un número impronunciable, porque ha de contener una e que no sé qué traduce.

            Y se preguntarán, por qué eligió calcular las cosas en segundos? Porque lo que quiero recoger son momentos, son instantes y lo que más se asemeja a ellos, son los segundos vividos, porque el recuerdo habla es de momentos, de un primer premio, de un beso, de un ascenso y hasta de un buen polvo. Esos recuerdos no son eternidades, son instantes, vaporosos, imaginarios, instantáneos.

            Pero también se preguntarán: y como para qué retener el tiempo? Esa pregunta me la acabo de hacer y efectivamente, como para qué retener el tiempo? Lo saludable no es olvidar el ayer y vivir el presente? Eso dicen, pero quién mejor que yo para hacerse preguntas incoherentes, irrespetuosas, irreverentes?

            Pero sí, como para qué retener el tiempo, me vuelvo a preguntar y la respuesta ni siquiera asoma. Lo que fue, fue, qué más da, aquí estoy, eso soy, nada de lo pasado puedo cambiar, nadie lo puede hacer, ni siquiera el gran hacedor, porque efectivamente lo que fue, fue y para qué repetir experiencia, si cada una es diferente a la otra, ninguna es la misma, así se trate de un beso, de un ascenso o de un buen polvo.

            Una pregunta hecha a manera de afirmación que me llamó la atención y me hizo pasar el tiempo.

Los (hombres) tienen un juicio limitado
porque mi­den el tiempo en relación consigo mismos.


Marlo Morgan. Las voces del desierto.


[1] O si la prefieren oír, mientras leen: https://www.youtube.com/watch?v=ga5Bo4YdgH4

Foto: JHB (D.R.A.)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario