miércoles, 26 de octubre de 2016

TRIBUTOS, PA’ BRUTOS Y POR BRUTOS!



Lo dijo el desobediente Thoreau[1],
que estuvo en la cárcel por no pagar ciertos impuestos,
que cuando el gobierno “me dice la bolsa o la vida
¿por qué tengo yo que correr a darle mi dinero?”[2]

Y aprovechemos y hablamos también del otro concepto, estado, con o sin mayúscula hoy por hoy da lo mismo, le perdimos el respeto. Por eso es que para recuperar ese respeto parece que a través del miedo están buscando respetabilidad. Y como anda de moda, el desprestigio va acompañado con otro concepto: impuestos[3].

El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor número de graznidos posible”, y la desplumada que se viene con los impuestos hará chillar mucho a los pobres, no a los ricos, como lo prometió alguna vez el presidente Santos. (…) Y es que el ruido de los graznidos los busca acallar el Gobierno con chantajes, como el cuento de que si esta reforma no se aprueba, las calificadoras de riesgo quitarán a Colombia su actual grado de inversión, degradando a nivel de basura sus títulos de deuda pública en el mercado nacional e internacional, algo similar al miedo inculcado con el plebiscito que perdió, según el cual si ganaba el No, el país entraría en guerra al día siguiente. (…) Disfrazar con mentiras la falta de argumentos técnicos, para justificar la regresiva estrategia de subir los impuestos a los que viven de un sueldo, para así poder bajárselos a los que viven de sus rentas capitalistas, muestra un Gobierno alejado de la realidad social y que parte de la falsa premisa según la cual la salud de la economía de mercado se basa en mantener felices a los dueños del capital, a costa de castigar a los trabajadores.(…) Amenazar al ganso con las muy desprestigiadas calificadoras del riesgo internacional es equivocado, pero definitivamente deja claro que, antes que técnico, el debate de los impuestos es ante todo político.

Y eso me preguntaba, si no suben los impuestos no hay calificación de riesgo? Y qué? Por qué arrodillarse ante ellas? Nada más recordar que Morgan no era precisamente tan honorable para estar sometidos a ellos, su calificadora si no recuerdo mal fue descalificada por fraude. Que el costo país es gravísimo? Y qué? Que lo ordena el FMI. Y qué? (acaso la directora de ese fondo no está investigada por corrupción?) Creo que la idea no es endeudarse sino vivir con lo que se tiene. Que el endeudamiento del país se viene abajo? Y? Sencillo no nos endeudemos. Y cómo? Como dice el simplista del Juan: acaben con las corbatas politiqueras –me consta que se contrata uno y tres ayudantes más para que el uno verifique lo que haga el otro y ni modo de decirle lo contrario a la palanca-. Acaben con la corrupción, decreten la pena de muerte, de ser el caso o bájenlas a su justa proporción, como indicaba Turbay Ayala. Todos esos conceptos que nos meten son simples distractores, porque el concepto miedo fue otro que se entronizó para que los débiles se hagan fuertes a través de él mismo.

Es cierto que la única forma de alimentar al monstruo llamado estado es con los impuestos y por qué no rediseñar ese estado a su justa proporción? Ya no estamos en el siglo XIX, para qué tener un congreso con dos cámaras? Antiguamente el senado estaba diseñado para que allí estuvieran los mejores, los de la plata y los ancianos; la cámara, para que el pueblo, lo popular tuviera su representación. Hoy sobran los segundos y son demasiados y en ambos casos, igual de corruptos, politiqueros, mentirosos y que, si se ve bien, no hacen nada. Los proyectos por iniciativa propia son ínfimos (a duras penas los que dicen que la nación se asocia para celebrar un natalicio, una fundación o cualquier sesquicentenario que conlleva unos recursitos pa’l pueblo de donde es el… iba a decir tarado, digo congresista respectivo). Más del 90% de proyectos provienen del gobierno y cuadran la aprobación con la ahora llamada mermelada. En la misma medida, para qué sirven concejos y asambleas? La misma corrupción, la misma ineficiencia, la misma burocracia.

Si alguien hiciera cuentas se llevaría una sorpresa saber cuánto cuesta hoy cada uno de esos vagabundos (porque además de sueldo y prestaciones sociales, pasajes y almuerzos, hay que incluir la célula o unidad legislativa que son diez corbatas más, -nombradas con aquello de que tu nombras a mi tía y yo, en la mía, meto a tu hija-, más chofer, secretarias y guardaespaldas, cuando es muy importante o se las da de). Y hay siete comisiones constitucionales y seis legales, por lo que agreguémosle los secretarios que hay en despachos de cada uno más los de comisiones, más la parte administrativa que en el senado tiene diecisiete oficinas; en la sola secretaría general hay dieciséis dependencias más, -mínimo con cuatro cristianos-, más el secretario del secretario del secretario, si se han dado cuenta de las sesiones cuando se reparten el trabajo de arriba abajo. Y solo hablé de senado que tiene 102 senadores; la cámara 166 y multipliquen por los mismos.

Y como para dar una guía, en Wikipedia me encontré esta joya:

En 2015 el salario de un congresista colombiano ascendía a $25.915.432. En 2013 el Gobierno colombiano añadió una prima especial de servicios de $7.898.445 mensuales adicional al salario de los congresistas. Esta prima especial sustituye las primas de salud, y de localización y vivienda; pero se considera para liquidar la prima de servicios y la prima de navidad. Los congresistas tienen beneficios como primas de salud, localización y vivienda, prima de servicios y de navidad; además de tiquetes, plan de celular, vehículos, entre otros.   El salario asignado equivale a alrededor de 40,8 salarios mínimos de los colombianos con respecto al 2013. En contraste, a un senador de un país desarrollado como Estados Unidos le es asignado un salario de aproximadamente 10,4 salarios mínimos de ése país. También cabe resaltar que a los senadores colombianos se le asigna un salario equivalente a alrededor de 14 veces el PIB (PPA) per cápita colombiano, comparado con un equivalente de aproximadamente 3,3 en el caso de los senadores de Estados Unidos.

            A quienes les gusta las matemáticas, las estadísticas y en general la curiosidad numérica podrían hacer cuentas y saber si se elimina la cámara y la mitad del senado, porque 50 son suficientes –por aquello de tener una democracia participativa, no más-, cuánta plata al año se ahorraría? (sin tener en cuenta los costos de equipos de oficina, mantenimiento, tintos, etc. etc.) Solo con esto, no habría necesidad de subir los impuestos. Sin hacer operaciones lo sé –por simplismo o por facilismo-. Ah! Olvidaba y que todos esos declararan renta y pagaran  como el resto los consabidos impuestos.

            Para no aburrir y no terminar haciendo un tratado, imagínense el resto de monstruo estatal a nivel nacional, departamental y municipal si se recortara a su justa proporción incluyendo todas las ías que se han inventado en el tiempo (registraduría, procuraduría, contraloría, personería, auditoría, etc. etc.). El ahorro sería muy grande y la carga impositiva para el que realmente paga, no sería tan alta. Digo yo, dentro de mi simplismo.

            Que recuerde había unos impuestos que fueron creados transitoriamente y como tales llevan más de veinte años (impuesto de guerra, dos por mil que pasó a cuatro por mil, etc. etc.). Si acabamos la guerra, el impuesto de guerra por sustracción de materia desaparecería. Se acabó la guerra ya no se requiere tanta inversión en guerra, se requeriría para la paz, por lo que es cambiar la destinación de guerra a actividades de paz (salud, agro, educación, digo yo, en mi simplismo).

            Y deberían clavarse a los que tienen plata, no a los vaciados, que no podemos evadir, porque no tenemos, así de simple. 

Y continúo en palabras ajenas[4]

Y en el caso de nosotros, los que compramos en tiendas de barrio o en supermercados, nosotros, los de la clase media, los que cada vez nos acercamos más a la extinción, en un país en el que cada día hay más pobres, sin ninguna vergüenza para los gobernantes, por qué (me uno a la voz del escritor estadounidense) nos tienen que desplumar, sobre todo porque lo manda el Fondo Monetario Internacional.
Por qué razón, cuando el gobierno presenta un proyecto regresivo y antipopular de reforma tributaria, tenemos todos, bueno, los que más padecemos con su cobro, digo de nuevo, clase media y “pobretariado”, ¿por qué habría que aceptar así no más las trampas de un gobierno que pone los acuerdos de paz como señuelo y mampara para disimular su ataque desaforado contra los más necesitados?(…)
Es, sin duda, una reforma retardataria porque no obra con equidad: es decir, a los multimillonarios y demás deberían cobrarles más, y disminuir los aportes de las clases medias y populares, siempre en la vorágine de las desventuras promovidas por el neoliberalismo y un estado de cosas en el que, cada día, la pobreza y otras desdichas asedian a los menos pudientes. La reforma, según se ve, quiere corregir los líos deficitarios en la balanza de pagos, producto del modelo económico vigente y de los leoninos tratados de libre comercio. (…)
La reforma golpeará los presupuestos de las mayorías con el alza del IVA del dieciséis al diecinueve por ciento, y con el tributo que se pretende cobrar a tenderos y pequeños comerciantes. Con este atentado a las clases medias y populares, la gente no tendría por qué seguir siendo sumisa y debiera declararse, como lo hizo Thoreau en la primera mitad del siglo XIX en Estados Unidos, en desobediencia civil. A las marchas en favor de la paz deben sumarse los descontentos masivos contra la reforma tributaria.
Por estos días, analistas han recordado al ministro de comercio y finanzas del Rey Sol, el absolutista Luis XIV: Jean-Baptiste Colbert, un experto en el aumento de impuestos en Francia. El protegido de Mazarino decía que la gracia de las reformas tributarias era la de desplumar vivo al ganso sin que chillara demasiado.

            Y el gobierno hablando de reforma estructural. Si fuera estructural reestructurarían la burocracia, tomarían atenta nota de lo dicho y se enfocarían en lo fundamental, que llamaba Álvaro Gómez. Pero no, lo importante para un gobierno actual es meter miedo (que si no hay reforma se cae el país, pues que se caiga, digo yo, que luego tendrá que levantarse y releerse!), es hablar en términos estrambóticos para que los ignorantes como yo no podamos opinar en ignorancia (monotributo, impuesto verde, determinación cedular, y no prosigo para no enredarme más), pues sólo los sabios entendidos tienen el alcance de leer el alcance de la reforma. Y creo que está calculado por qué se presentó ahora la reforma, porque las sesiones que quedan son cortas, ya entramos para diciembre y el pupitrazo con mermelada va a conducir a una clavada al contribuyente que no tiene con qué y sin vaselina. Aunque les va a costar un poco convencer porque aún está Robledo y Claudia López, que los harán sufrir un rato.

            Me llama la atención por último que un simplista como yo, tenga mejores ideas que esos genios de la comisión de expertos. Si viviera mi papá diría: bueno, éste no me salió tan bruto! Y desde los Ministerios oigo decir: Mucho indio pa’ bruto!

Las matemáticas no mienten,

lo que hay son muchos matemáticos mentirosos.

 

Henry David Thoreau


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Imagen: https://objetivismo.org/impuestos/



[1] Henry David Thoreau (12 de julio de 1817 - 6 de mayo de 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencia trascendentalista y origen puritano, autor de Walden y La desobediencia civil. Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices. Uno de los padres fundadores de la literatura estadounidense, es también el conceptualizador de las prácticas de desobediencia civil.  Wikipedia.

[2] Reinaldo Spitaletta. Cómo desplumar al ganso sin que chille. http://www.elespectador.com/opinion/desplumar-al-ganso-sin-chille.

[3] José Roberto Acosta. Falacias para desplumar el ganso. http://www.elespectador.com/opinion/falacias-desplumar-el-ganso
[4] Spitaletta. Artículo citado.

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