viernes, 14 de octubre de 2016

REQUISITOS PARA SER UNA PERSONA NORMAL

Una verdad hay que conocerla siempre,
y sólo a veces hay que decirla.

Gibran Jalil Gibran. Arena y espuma.

El título de una película española, con un listado de requisitos resumidos en: pareja, vida social, empleo, sexo, vida familiar, casa, aficiones, ser feliz.

Eso me trajo a la cabeza una pregunta, con varios vértices: qué es ser una persona normal? Qué es ser uno normal? Qué es normal? Qué es?

Miré por la ventana y haciéndome la pregunta veo que la normalidad es tener la cabeza gacha, mirando fijamente al celular, con una habilidad inexplicable para utilizar dedos que antaño no servían para escribir, por ejemplo el gordo! Entonces tener celular, con Facebook (para perder el tiempo, como lo hago yo), con guasap (para conversaciones insulsas, como lo puedo hacer yo), cámara, grabadora, reconocedor de los pasos dados durante el día, de las veces que el pulso se alteró, de un montón de cosas que en últimas, para mí, exclusivamente para mí, son formas que alteraron la normalidad que uno traía y que se convirtieron en una normalidad, en una realidad, en una nueva forma de vida. Pero todo eso da estatus. Como lo da tener carro ojalá no mayor de dos años, tener un apartamento que por impagable da pie para recaer en pecado. Entrar a restaurantes exclusivos, pasearse con el último celular en la mano, como reina de belleza y todo eso da estatus y supongo que hace que uno se sienta normal.

(Paréntesis: no sé cómo lo hacen, para tener todo eso, con un sueldo de empleado y por eso me he vuelto más malpensado, porque con un ingreso por bien que le vaya de cinco millones, cómo se puede tener casa de setecientos millones, carro de alta gama que llaman, celular de dos millones y un largo etcétera. No me lo he podido explicar, supongo que alguno de los lectores sabrá cómo se hace. Me hace acordar de la columna de Daniel Coronel del juez que compró de contado un carro de alta gama, pocos días de dictar un auto en el caso de Hiunday y tiene deudas de más de doscientos millones, creo que existen los milagros y la Virgen se le aparece a los necesitados! Dejo el paréntesis y la mala leche y continúo.)

Y siguiendo con la normalidad, también depende de a quién y cuándo se le pregunta. A un niño o un joven lo normal es tener unos padres –a quienes manipular-, tener celular –simplemente para mariquiar, no sé para qué necesita un niño un celular, pero dejemos así que no es mi problema-, considerarse dueño del mundo –porque usté no sabe quién es mi papá- y tener plata en el bolsillo. Eso es lo normal. Miren a sus hijos y nietos, si los tienen –si no, mírenlos en unos años-. Es decir, lo normal es tener casa, carro y beca, sin hacer nada, sin merecerlo, porque son mis derechos, ellos nunca tienen deberes, nunca supieron tener una obligación, eso es cosa de los demás, no de ellos.

Y viendo cómo se me sale la mala leche de solo pensarlo, corrijo el rumbo y me centro en los requisitos para ser normal.

Y noto dentro de ellos uno: ser feliz. –Tranquilos, hoy no me centraré nuevamente en el tema-. Casi todos los requisitos hacen referencia a tener cosas y el ser feliz es una sensación, si se quiere un sentimiento, aunque habrá quien diga que son las cosas las que dan las sensaciones. Tener padres o familia, da sensación de tranquilidad, de algo de seguridad; el tener trabajo, también, porque el sueldo, aunque queja de poquedad en últimas alivia la posibilidad de comer al día siguiente; la pareja también, por lo menos es principio de tranquilidad de… Entonces cosa más tranquilidad da… tranquilidad,  sentimiento evasivo porque la intranquilidad siempre genera la tormenta, pero ese es otro tema.

La cuestión es que por ser normales nos parecemos de alguna manera todos, somos convencionales para ser normales, al menos en el espejo que nos refleja, en la cara que mostramos, en el silencio elusivo que guardamos.

Sólo la almohada es la única que nos podría dejar en evidencia y esa no nos puede delatar, porque la acallamos con el peso que sostiene de nuestra cabeza y antes de que nos delate, lavamos al menos la funda, para acallar aún más cualquier vestigio que nos pueda evidenciar.

Entonces, qué tan normales somos? qué tan diferentes somos? qué tan anormales quisiéramos ser?


Como siempre, preguntas indiscretas, preguntas que no deben hacerse, si uno no quiere sonrojarse de lo que uno realmente es.

Foto: JHB (D.R.A.)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario