miércoles, 31 de agosto de 2016

DE MINIMIZACION Y DE DIMINUTIVOS

 

Lo que hoy es cuestión de sentido común
era común sinsentido hace poquísimo.

F. Savater. El arte del ensayo


Nos acostumbramos a minimizar nuestras responsabilidades, buscando evadirlas, procurando exculparnos con el fin de poder mantener la frente en alto y así nos acostumbramos a vivir, con excusas exculpantes de responsabilidad, haciéndonos más irresponsables con el disfraz de máscara que nos presenta como cristianos cumplidores del deber, porque sabemos que el que peca y reza, empata. Eso nos enseñaron y a partir de allí somos dignos ejemplos de lo que somos y de lo que reflejamos.

No llegué a tiempo porque mi mamá tiene cáncer.
Pero si no llevo ni cinco minuticos! (mal parqueado y media hora en esa situación).
Había un trancón…
Pensé que no estaba prohibido, porque el que iba adelante lo hizo y a él si no le hace nada…
Ahhhh, yo no sabía…
Qué hubiera hecho usté?

Son parte de las excusas con que tratamos de sacar… de evadir la responsabilidad y si se puede minimizar con el diminutivo, mejor.

Abro paréntesis. El diminutivo ya se volvió parte del lenguaje corriente y cuando se usa en defensa, se abusa para minimizar responsabilidades. Herencia paisa? En mis tiempos en Bogotá no era nada usual y por el contrario, se oía feo, si su uso no era familiar. El costeño es otro que poco lo usaba, aunque con su ajá suplía todo y aún lo hace. Personalmente odio el diminutivo, trato de no usarlo, una gordita es una gorda y punto. El que es medio feíto –doblemente humillado, doblemente diminutiado- es simplemente feo. Las cosas por su nombre. Cierro paréntesis, para que no digan que estoy desvariando.

No podemos quejarnos por la minimización de nuestras vidas porque eso aprendimos, deberíamos reconocerlo, aceptarlo y cambiar (incluyen los comentarios entre paréntesis!).

Las disculpas no disculpan nuestras actuaciones, nuestras acciones ni nuestra vida.

Somos lo que no debemos ser, somos parodia de nosotros mismos y pedimos y demandamos por la tolerancia de los demás y cuando nos la hacen, clamamos, nos rasgamos las vestiduras, pero no aceptamos la culpa, primero muertos que desenmascarados.

Fariseos, eso es lo que somos.

El engaño es la fuente del placer, esperando no ser descubiertos. La mentira, mil veces repetida, en verdad queda convertida, han dicho, pero una verdad dicha queda bien grabada y no es defendible, porque ella sola se defiende y siempre será la misma. La mentira… con codicia acompañada, queremos pasar de agache, minimizar responsabilidad, evadir deberes, pretendiendo que con esos vagos argumentos nos den una palmada en la espalda de puro consuelo y nos digan: Pobrecito, yo te absuelvo.

Y eso hacemos con nuestros hijos cuando los sentimos débiles, los disculpamos, no les exigimos, los exoneramos y mil excusas les buscamos, para limpiar nuestra conciencia, para que no tengan culpa, preferimos asumirla por ellos. Eso les enseñamos, eso transmitimos.

Eso les enseñamos y cuando vemos el reflejo en ellos, la vergüenza nos hace exculparles, pero ya es tarde, ya aprendieron la maña y la genética se encargará de retransmitirla, ya que la voluntad nos lo impide.

Ese es nuestro pecado, salvo que lo expiemos, con conciencia, sin eufemismo. No basta serlo, también hay que parecerlo y padecerlo, si es del caso.

Acostumbrados a que no fue un soborno, fue un incentivo. No soy mentiroso, omití decirlo. Justificar incumplimiento por el incumplimiento ajeno. Manipular en mi favor.

Todo eso mata a una sociedad, la vuelve farisea, hace de ella unos sepulcros blanqueados, pero todo termina justificado, ya hace parte de nuestra minimización, nos estamos minimIzando, porque ya no soportamos vernos en el espejo sin eufemismo, porque nos vemos feos, tal como somos, por estar minimizando y diminutiando todo!

(Pobrecito, se ve tan feíto en el espejo! Pero él no tiene la culpa, así es… irnoniza mi interior)


Amén.

lunes, 29 de agosto de 2016

SIN REMILGOS NI EUFEMISMOS



No estoy seguro de cuál fue el detonante para este blog, si fue un sueño –que así lo creo, pero que he olvidado-, un recuerdo, una frase oída en la distracción, pero como sea, a cierta edad, como la mía supongo, uno debe enfrentarse al seguro futuro que tiene, así, sin remilgo[1] alguno y sin eufemismo, al pan, pan y al vino, vino.

Me refiero a la voluntad que uno debe expresar en voz alta y estando en todos sus sentidos, si es que la vida tiene ese sentido. Es dar por sentadas todas las instrucciones que uno debe dar, pero que siempre evade porque esos momentos nunca llegarán, según se asegura uno mismo, pero que es más segura que la llegada de la muerte, en el momento más inesperado, porque uno nunca muere la víspera. Sin embargo, hay situaciones que antes de su llegada puede que ocurran y que uno, en silencio y en viva voz, grita para evadir su eventualidad, tales como enfermedades mentales seniles, estados de coma sin reversa y tantas otras que pueden ocurrir.

Pero bueno, me fui distrayendo del tema y estoy disparando a diestra y siniestra –tal vez erigiendo gárgolas[2] de protección-.

Decía que en la vida se presentan situaciones imprevistas unas, otras imprevisibles que cuando se debe actuar la misma situación lo inmoviliza a uno y le impide tomar una decisión clara y objetiva, de esas que sólo se toman con la cabeza fría. A eso me refiero, a la necesidad de al menos prever las diferentes situaciones genéricas que se puedan presentar, tampoco es llegar al detalle de ser previsivo con todo, porque lo más seguro es que a uno le ocurre lo que el detalle omitió y ahí, se perdió el año (en el detalle está el diablo).

Esto lo estoy diciendo en voz alta, simplemente porque llevo años pensándolo y saboreándolo, aún sin delicadeza, porque si las cosas son como son, para qué llamarlas con otro nombre? De mis últimos años –de vida, se entiende- trato de ser objetivo, no sé al momento de enfrentarme a ellas si la villanía de algunos de mis yoes me traicione, uno nunca está exento de uno mismo. 

No he podido entender cómo es natural evadir todas estas cuestiones, cuando lo natural es la misma muerte, la aceptación de la vida, tal como va llegando. Pero bueno, cada cual es dueño de su propio miedo, de su propia imprevisión y de llevar la vida y pensar en ella como le dé la gana y, por eso, estas letras son mías y pueden resultar ilustrativas o probatorias si cualquier cosa me pasa, aunque a los míos ya se los he dicho de más de una manera.

O tendrá por finalidad infundir de valor a otros? O sacudir a otros tantos? O simplemente, como se me acaba de ocurrir, lo hago para pasar el rato y dejar que las personas pías piensen en: Uyyy no piense en esas cosas, usté está muy joven… todavía! O mi mamá diciendo, me imagino, deje esas pendejadas! Con voz autoritaria y regañona. Tal vez, quienes se puedan sentir ofendidos, pueden con tranquilidad terminar la lectura aquí mismo

He dicho en voz alta que si me tocara una enfermedad terminal, lo único que me gustaría es no alargar esa vida que de dignidad no tiene nada, sino que me quitaran el dolor y todos los aparatos del caso. Para eso ya expresé mi voluntad con la Fundación a Morir Dignamente y el documento que firmé al respecto (a propósito lo ofrecí en otro blog, pero nadie escribió al haber sido ofrecido gratuitamente –aclaro para evitar cualquier malpensamiento-, por lo que deduzco que de los que conozco de cerca muchos lo tienen ya, y los demás porque sencillamente en esas cosas no se piensa. Como sea, problema de cada cual, no mío).

Una enfermedad mental, tranquila o agresiva, en la que uno ya se convierte en pesadilla y estorbo de quienes le rodean. No hay solución como un geriátrico, pagar porque lo atiendan y entiendan a uno. Por eso he manifestado a mis más próximos deudos –deudos porque se convirtieron en mis deudores de voluntad- que sin agüero, sin contemplación y sin tristeza me lleven a un lugar en donde se especializan en el tema, hasta el monto que cubra mi futura pensión, para no ser carga adicional para nadie. El estrato es lo de menos, por el monto de la pensión y porque ya loco, qué carajos le puede interesar a uno en dónde está? Por eso uno está loco! Y he agregado sin contemplación a quienes me han escuchado que una vez me internen, los libero desde ahora de responsabilidades, de tristezas, de culpas, porque no deben sobrellevar además de sus propias vidas, la ajena mía. Para qué visitarme? No los reconoceré, de pronto los agrediré, para qué enfrentarse a estas odiosas situaciones? No hay derecho, mejor que me recuerden como en mis mejores tiempos y se limiten a esperar la llamada que diga que el paciente pasó a mejor vida. Liberando la mía y la de ellos. Espero que tengan el coraje y la berraquera de hacerlo, aunque si no lo hacen, el problema será igualmente de ellos, yo ya estaré loco para hacerles reclamos! Que afronten consecuencias!

El otro, tema tabú y del que todos quieren evadir, como si Samarcanda no se acercara, es la simple muerte. El que se sienta agredido con esta lectura, nuevamente le recuerdo que está en su derecho de parar aquí y olvidar lo dicho.

Es un tema que da para rato y que espero volver a tratar en muchas otras oportunidades. Me limitaré al hecho: se muere y punto y ese punto es final, sin vuelta de hoja. Y de qué murió? De lo que sea, el hecho es que se murió punto. Sufrió? Creo que toda muerte es sufrida, aún el suicidio, porque el digerir la idea y tomar la decisión y aplicarla, requiere de mucho sufrimiento interno y… Esa eventualidad la he pensado, en el marco teórico –nadie está exento de una crisis bien profunda de ansiedad y depresión que toque estos límites-, lo único que me gustaría es que sea una muerte limpia –del suicidio también hay mucho de qué hablar, veremos si me animo-.

Pues bien, dada la cortedad del espacio del blog, para no hacerlo pesado, seré breve con este final (¡!). No necesito velación ni misa, en lo que a mi decisión respecta, pero como el difunto ya no decide, el problema –económico- será de quien tome la decisión contraria. No requiero de misa, porque normalmente ésta se produce varios días después de la defunción y creo que ya no tiene objeto penitencial, porque en el momento se pasa directico a la sala de juzgamiento celestial –si es que existe- y antes de la misa uno ya está juzgado y redirigido al lugar al que ha de pertenecer por toda la eternidad –si es que es cierta la promesa-. Entonces, sobra. Y las cenizas, por mí, en lo posible, cremado y no las reclamen, como para qué, botarlas por ahí para ver si sirven “manquesea de abono”? Para un osario nunca visitado? Olvidado? El recuerdo queda en el corazón y los osarios son los lugares menos visitados, menos recordados, para qué botar la plata que no se tiene? Y sí, previsivo soy y también he pensado que si muero como resultado de esos que no se pueden cremar, la solución es más sencilla de todas, la fosa común soporta cualquier cuerpo, dejen que las autoridades se hagan cargo de ese cuerpo que ya no sirve, al menos que les sirva de estorbo y deje de ser invisible por última vez. A los deudos también los libro de cualquier responsabilidad, culpa y de tristezas, celebren la vida de ellos, que son los que se quedan. Y a propósito, si nada de eso lo cumplen los deudos, por irresponsables que lleven la carga, y en la invitación a exequias –nombre tan curioso- debería decir simplemente se “murió Juan, si van a llorarlo, lo mejor es que no vayan, si van a reírse del difunto y de sus locuras, bienvenidos, esa fue su voluntad, pueden hablar en voz alta y el tinto lo reparten en la cafetería, no alcanzó a dejar pago el consumo”.

Última ironía:
“Descarga gratis en este sitio hermosos textos para tarjetas de funeral. Un funeral no solo es un momento religioso, que nos invade de angustia, misterio y tristeza, también es un momento útil, para compartir con familiares y amigos, el dolor, la esperanza y la amistad. La muerte de una persona es la ocasión para hacer un poco el balance de nuestra vida, así cuando nos toque a nosotros o a uno de nuestros seres queridos, darnos cuenta de lo que hemos vivido y la calidad de nuestras acciones. Algunos textos para tarjetas, como los que te presento a continuación, pueden ser de tu ayuda para dejar un bello recordatorio y entregar un lindo mensaje a las personas que nos acompañaron en la despedida de aquellos seres que ya no están con nosotros.”

Me lo encontré en Internet. Ja! De los que ya no están con nosotros, ja! Esa es la calidad de nuestras acciones! Ja!

Foto: JHB (D.R.A.)



[1] Remilgo. “Gesto o actitud que muestran delicadeza afectada o escrúpulos excesivos.”
[2]Las gárgolas fueron introducidas por primera vez en las catedrales de estilo gótico, eran utilizadas para el desagüe de las catedrales, que despedían el agua por los orificios de la boca de la escultura. Hay dos teorías de su significado: - Representan a un demonio huyendo de la iglesia. Especie de espantapájaros para ahuyentar a los espíritus malignos.” Wikipedia.

viernes, 26 de agosto de 2016

DIVAGACIONES CON MALA LECHE



“Duns Scoto llegó a decir que “la persona es la última soledad.”
F. Savater. El arte del ensayo


Hoy la cantidad de información es tal que uno termina desconcentrándose por estar tratando de abarcar el todo, lleno de constantes partes. Por estar pendiente, pierde cosas importantes; por concentrarse en otras, también pierde nimiedades de esas que pueden hacer feliz. Y en esa misma medida he venido acumulando artículos que para mí resultan o resultaban de interés y pueden venir a definir el estilo de vida, a tratar de ilustrar por qué las cosas son como son y no pueden ser de otra manera, en una palabra por qué los colombianos de ‘mágico realismo’ somos lo más contradictorios, los más contradictores, dejando ver lo peorcito que hay dentro de nosotros.

Unos usando la información para desinformar; otros, desinformando a la brava; otros más imponiendo ideas, otros falseándolas y muy pocos, poquísimos, tan cándidos, tan inocentes, tan buenos, que por obra y gracia de los demás, también se están contaminando. Llegará el día en que la inocencia y la bondad sean un lujo, que nadie se puede dar, aunque los ‘malos’ se vestirán de ellos, para guardar las apariencias.

En cada aparte que transcriba trataré de hacer el comentario que me merece, seguro que lleno de ironía, como ya está asentándose en mí; de aplausos, creo que muy pocos; de rabia, los muchos, al igual que otros que me dan ‘puta piedra’, es decir, sin eufemismo. Veré al final cómo me sale el ejercicio y ya ustedes juzgarán.

En cualquier momento pueden parar la lectura, por aburridora, por deprimente y saltarse al último párrafo, no pasa nada, porque en este país no pasa nada, todo sigue igual.

1. EXCUSAS Y MANIPULACION

“Con el paro camionero estamos viendo una película vieja. Y no es vieja sólo porque desde 1995 haya habido 25 de estos paros. Lo es porque la vemos varias veces al año en distintos sectores de la economía. Siempre salen los representantes del gremio en cuestión (a veces legítimos, otras veces de representatividad discutida) a decirnos que no conocemos a fondo su negocio, y que si tan sólo supiéramos los costos a los que se enfrentan, entenderíamos por qué es necesario que el gobierno les subsidie esto o lo otro, o que le impida a tal o cual competidor “desleal” o “injusto” participar en el mercado. (…) El problema de todas estas exigencias es que buscan beneficios para sectores económicos aislados y no para todo el país. Sus demandas son buenas únicamente para ellos pero nos cuestan a todos: resultan en mayores impuestos y en costos más altos de transporte, de alimentos, y de servicios financieros. (…)Está bien exigir, porque sólo exigiendo seremos una verdadera democracia. Está bien protestar, y de vez en cuando está bien paralizar el país, pero sólo sirve si se piden reformas sistémicas, de fondo. Si es para subsidiar un fertilizante, una chatarrización, o para impedir importaciones baratas de bienes y servicios que benefician sobre todo a los pobres, vamos a seguir hundidos en el subdesarrollo.”

Luis Carlos Reyes. Paros que valgan la pena. (http://www.elespectador.com/opinion/paros-valgan-pena)


En este país, en que los negocios son tan malos, siempre a pérdida, son los más invertidos. Un cupo de taxi ya cuesta casi $130 millones, pero el negocio es malo y hay sobrecupo. Los buses, a punto de quebrar porque no hay gente, pero pasajeros es lo que hay. Cuando conviene, el colombiano se ajusta a lo que conviene y llora, cuando no le conviene. Así somos.

2. LA VANAGLORIADA DEMOCRACIA Y ESTADO

“Democracia no solo es el gobierno de las mayorías, sino el respeto de los derechos de las minorías. El Estado de opinión se ha pronunciado mayoritariamente por Hitler, Stalin, Pinochet, Maduro, que no son ejemplos de demócratas.”

José Fernando Isaza. Democracia. (http://www.elespectador.com/opinion/democracia-0)


 

Para los autores, la democracia está enferma porque la gente ya no ve en el Estado esos mecanismos de protección y amparo que lo justificaron, sino un aparato burocrático encadenado por unas fronteras físicas y unas regulaciones que lo hacen cada vez más inútil. Porque el poder verdadero, localizado en un flujo global de capital, se ha separado de la política, que sigue operando a nivel nacional y local. En un pasaje Bauman habla de gobernantes reunidos un viernes para tomar decisiones económicas cruciales, solo para esperar el lunes, temblando, a ver si los mercados se comportaron como ellos esperaban.


Un gobierno equitativo es aquel que reparte las cargas entre todos, no castiga a quienes siempre pagan porque no es capaz de poner en cintura a quienes realmente toca por miedo a perder votos, compromisos políticos o, lo que es peor, incapacidad o ignorancia.
Por eso estas líneas son para ustedes. Son un llamado para que recuerde que la única manera de proteger su trabajo y su esfuerzo es haciendo uso de la democracia cuando corresponde. El voto, sobre todo en las regiones, debe estar alejado de los corruptos que nos roban sin cesar. El Congreso está lleno de representantes que han tomado sus curules como propias y las heredan o ceden porque saben que son herramientas poderosas que les permiten defender sus intereses económicos y personales. Por eso hoy, cuando más necesitaríamos un Legislativo realmente interesado en defender a sus constituyentes discutiendo una reforma tributaria de manera firme, comprometida y honesta, muy posiblemente veremos una a la que le colgarán prebendas que les permita continuar robando de nuestros bolsillos y defendiendo los suyos. No se le olvide que ahora falta plata no solamente porque el petróleo está generando menos ingresos nacionales, sino porque en momentos en que estaba caro se robaron toda la plata. Recuerde que a uno le suben los impuestos cuando hay déficit, pero nunca cuando hay excedentes. Tenemos que entender y repetirnos: no son dineros de la nación, son dineros de los contribuyentes, a ver si nos duele un poco la próxima vez que vayamos a votar. Entre tanto, nada que hacer, estamos jodidos.”
Luis Carlos Velez. Economía: Estamos jodidos. http://www.elespectador.com/opinion/economia-estamos-jodidos

Desde hace un tiempo para acá, los ciudadanos venimos asistiendo impávidos al ejercicio constante de la arbitrariedad como instrumento para la acción política, como medio para tramitar las demandas ciudadanas y como motivación para la toma de decisiones oficiales. Las vías de hecho, como se les dice, se están convirtiendo en el mecanismo predilecto y expedito para doblegar las instituciones y violar la ley con total impunidad. Así las cosas, nos embarcamos en una travesía que nos conduce irremediablemente al primitivo estado de naturaleza, en donde se impone la ley del más fuerte y no existe la posibilidad de réplica o el derecho de apelación.

19. ¿Cuándo saldrá Colombia del siglo 19? ¿Cuándo entrará al siglo 21? ¿Logrará llegar al siglo 22?
18. ¿Por qué los intolerantes siempre exigen tolerancia? ¿Por qué los fanáticos piden respeto? ¿Quieren de lo que no dan?
ESTEBAN CARLOS MEJÍA Pregunticas camanduleras http://www.elespectador.com/opinion/pregunticas-camanduleras

A propósito de la desobediencia: frente al poder, el periodismo muchas veces navega entre la superficialidad, la frivolidad, el amarillismo y el amiguismo. Así, los medios cumplen mal su deber frente a la opinión pública.”

Juan Carlos Gómez. Un premio a la desobediencia. http://www.elespectador.com/opinion/un-premio-desobediencia

 

La paz que les destruyeron y las guerras que les impusieron esos europeos, impotentes y defensivos hoy frente a la migración masiva, consecuencia humana y económica de sus políticas imperiales. Están literalmente “comiendo de su cocinado”.
El mundo vive un reordenamiento salvaje del desvencijado orden mundial movido por una globalización adelantada sin legitimidad, sin reglas acordadas ni poder público para garantizarlas; nunca el sistema de Naciones Unidas había sido  tan irrelevante y los sistemas de integración regional tan en crisis. La actual es una realidad donde, como en los tiempos de los Bárbaros, reina y se impone la ley del más fuerte, que algunos denominan, de la selva.
Una globalización que no trae, como lo anuncian sus propagandistas de oficio, la ampliación de los ámbitos de vida y de posibilidades para “la gente” y las economías nacionales. Le sirve a unos pocos, al famoso 1% que aparece en todos los planteamientos de crítica al desorden existente: del Papa Francisco y Bernie Sanders a Los Indignados europeos y norteamericanos. Un desorden que aprovechan y acrecientan los exsocialistas, la China confuciana y la Rusia zarista.
Ese 1% convirtió a la economía mundial en un verdadero casino, como diría Keynes, en el cual la  dominación del capital financiero impuso como prácticas habituales la especulación y los enroques, que subyugan el trabajo y el esfuerzo de millones, con la ayuda de una tecnología sin reglas ni propósito distinto a crecer indefinidamente, que ha banalizado el trabajo, especialmente de los jóvenes, condenándolos  a medrar en los márgenes de sociedades cerradas, enfermas y egoístas, vulgar caricatura del ideal liberal del hombre autónomo y libre.
En el horizonte crece el vendaval del rechazo ciudadano a una política impotente o connivente con la situación; su  rabia y su frustración empiezan a explotar en medio del temor al futuro y  de desconfianza frente a los partidos y los dirigentes; es el terreno preciso para el populismo que  promueve la acción  directa  del pueblo o de éste arropado por un líder carismático que encarne y canalice esa rabia ciudadana.
Juan Manuel Ospina. Occidente: a comer de su cocinado http://www.elespectador.com/opinion/occidente-comer-de-su-cocinado

 

En efecto, estamos jodidos, ya no sentimos el estado, ya no nos sentimos parte de esta nación, ya no hay ante quien quejarse, no queda otro camino que el de rumiar la frustración, tomar la justicia en las manos o desahogarnos con linchamientos, porque ya no nos sentimos parte de nada y como no somos nada, como somos invisibles, solo esperamos la oportunidad para gritar nuestro descontento, como sea, generalmente dejándonos llevar por la mala leche de los colombianos, eso somos, en eso terminamos.

 

3. TOLERANCIA EN LA INTOLERANCIA, DE YO PARA MI, PERO NO PARA USTÉ!

 

 

Para informar sobre un tema hay que explicitar los puntos de vista que sean pertinentes. La pertinencia es lo que enmarca, no la oposición. Hay que ser muy cuidadoso al plantear un debate en términos que no existen pues se termina por crear una ficción que adquiere realidad y se multiplica como un mito. No se trata de censurar voces, sino de presentar una discusión por lo que es, y de establecer con criterio lo que es relevante contar.

Catalina Uribe. El “framing” y la convivencia en los colegios.  http://www.elespectador.com/opinion/el-framing-y-convivencia-los-colegios

 

Algunos xenófobos creen que pueden pasar de incógnito. No van por la vida afirmando abiertamente: “soy xenófobo” o “soy racista”. Aprendieron a seleccionar la máscara más apropiada para cada ocasión. Intentan ser sutiles. Pero no siempre funciona. Piensan que los inmigrantes somos “los otros”. Piensan que somos “ellos”. Y como escribió el filósofo Zygmunt Bauman, “ellos siempre son demasiados. «Ellos» son los tipos de los que debería haber menos o, mejor aún, absolutamente ninguno”… Umberto Eco habló sobre la necesidad ancestral de construir enemigos: “Tener un enemigo es importante no solo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor”. En su disertación, Eco habló de “enemigos” célebres: judíos, gitanos, brujas, negros, mujeres y, por supuesto, extranjeros.
Sorayda Peguero El coco. http://www.elespectador.com/opinion/el-coco-0

Me ha sorprendido en los últimos días escuchar en boca de quienes se dicen de pensamiento liberal y progresista epítetos cargados de odio, descalificadores, sin espacio para el diálogo.
Como si cuando alguien pide inclusión y respeto fuera una solicitud exclusiva “para mí y para los que piensan o son como yo”, pero que no aplica a los demás. 
… Se puede estar en desacuerdo con ella, pero lo que resulta grave es la ola de insultos que desató su intervención. Es claro que las opiniones tienen un límite marcado por el respeto al otro pues las sociedades, en buena hora, hoy no aceptan la homofobia, el racismo o el machismo. También hay leyes que establecen cuándo se cruza la línea de la injuria, la calumnia o la discriminación, pero agredir sin escuchar, como hicieron muchos, es una actitud tan grave como la que se intenta evitar con la ley de convivencia.
Algunas voces que se levantan en defensa del respeto a la diferencia se escucharon esta vez tildando a la diputada de loca, desquiciada, delirante y otro calificativos de grueso calibre que prefiero no repetir. El matoneo fue grave y pocos salieron en su defensa porque su posición es hoy políticamente incorrecta. Por eso vale recordar que la convivencia es para que quepamos todos, aunque el extremismo en el que estamos nos cierre los oídos frente a los demás. Estamos lejos como sociedad de tener en la práctica el país que consagra nuestra Constitución: un país incluyente que no discrimine ni por raza, ni por género ni por razones económicas, políticas o sociales. Eso dice la ley, pero no se ve en la calle, ni en los medios, ni en las redes.
… La diferencia nos enriquece y en el escenario de la opinión debería valer todo, excepto la agresión a los derechos de los demás y que alguien intente imponer por la fuerza su manera de ver el mundo. Lo grave es que de los debates pasamos a hechos extremos que van más allá de la palabra como un referendo que pretende crear un modelo de “familia óptima” que no existe en la vida real.
Tendríamos que construir un país en el que quepamos todos: los heterosexuales y los homosexuales, los creyentes y los ateos, las madres solteras y los abuelos que cuidan hijos, las familias con dos padres o dos madres, las parejas con hijos o sin hijos… No hay familias ideales, ni personas ideales, solamente personas y familias imperfectas que deberíamos esforzarnos un poco más en el respeto al otro.
De todos los insultos que me llovieron por recoger en un debate radial los planteamientos de la diputada, al lado de otros que la controvertían, me quedo con uno que los resume todos: “usted me da asco”. Tengo mis ideas y creencias, como todos, pero escucho y respeto a los que piensan distinto aunque crea que están equivocados. Si eso le da asco a algunos, lo lamento. Creo que el debate alimenta el cerebro, nos enseña y nos hace crecer. Escuché en la polémica de la diputada, además de insultos, planteamientos serios, honestas inquietudes de padres o profesionales que han investigado el tema, quienes sin ser homofóbicos tienen preguntas pertinentes sobre la implementación de la ley. Preguntas que quedaron sepultadas bajo el alud de insultos de aquellos que levantan la bandera del respeto y la inclusión.
Yolanda Ruiz Convivencia para que quepamos todos. http://www.elespectador.com/opinion/convivencia-quepamos-todos

La historia de Colombia está hecha de fechas cambiantes. Como los nombres: Bacatá, Santa Fé de Bogotá, Bogotá, otra vez Santa Fé, otra vez Bogotá. Ese mismo día Quesada le puso nombre al país: Nuevo Reino de Granada. También provisional, como habían sido los de Tierra Firme y Castilla de Oro y Nueva Andalucía; mucho más tarde vendrían otros: Colombia, Gran Colombia, Estados Unidos de Colombia… Hasta llegar a la actual “marca Colombia”, o a la recentísima “Colombia es pasión”. La búsqueda infructuosa de la identidad.
Antonio Caballero. Historia de Colombia. http://bibliotecanacional.gov.co/proyectos_digitales/historia_de_colombia

“Es ilustrativo el caso de un cacique de las sabanas del Sinú que relata Fernández de Enciso en su Summa Geographica. Le leyeron, a él sí, el tal Requerimiento de sumisión y le tradujeron su sentido. Respondió que lo de Dios y la creación, que sí, que bueno. Pero que Y que fuese allá ese rey a tomar la tierra, si se sentía capaz, que ellos le pondrían la cabeza ensartada en un palo”.
Antonio Caballero. Historia de Colombia. http://bibliotecanacional.gov.co/proyectos_digitales/historia_de_colombia

Por vivir entre los mismos estamos acostumbrados a que el mundo exterior refleje lo que creemos privadamente, pero los tiempos hacen que esta costumbre ya no pueda sostenerse. Antes incluso de combatir la misoginia y homofobia, hay que empezar con el mínimo básico de aprender a tolerar al vecino. Aguantarse lo que uno no comparte es difícil. Sin embargo, la dificultad no elimina el deber de callarse y mantenerse lejos de la conciencia y de la vida de los otros. Por fuera de la casa, nuestra relación es de ciudadanos y sólo como ciudadanos se puede relacionar con nosotros el Estado. Pero dentro de la casa las cosas cambian, el Estado no puede entrar, pero nuestros valores privados tampoco pueden salir, así sin más.


Si te quedas callada, pierdes. Si te pones brava, pierdes. Si lloras, pierdes. Si le dices a tu papá o a la maestra, pierdes. Y si peleas, sobretodo si peleas, siempre pierdes.  Pierdes porque eres tú, porque eres gorda, eres ridícula, usas gafas, eres lesbiana, eres bajito, eres amanerado, eres negro, eres indio o eres pobre, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Frente al matón, en el patio del colegio, siempre pierdes porque existes, y el matón ya te vio, y no hay nada que puedas hacer salvo dejar de ir al colegio.

Esto nos sincera. Me refiero a la creciente polarización en la que está metido el país y que esta semana tuvo momentos realmente malucos, que vienen 'in crescendo' derivados de otros episodios anteriores similares.
El viernes, pasada la penúltima ola – porque la próxima semana habrá otra - más de uno se estaba haciendo preguntas y cuestionando si en esta explosión de juicios, alegatos y marchas hay realmente interés por el avance de toda la sociedad o si priman cuentas de cobro, cálculos políticos y beneficios personales.
Estamos pelando el cobre. Y eso está bien porque gracias a que el “debate” ha tenido un grado tan bajo o primario de reflexión y un nivel tan alto de intolerancia y zafiedad, cerramos la semana hastiados. Todos.
Los colombianos somos éticamente tibios; confundimos carácter con agresión y nos cuesta asumir la responsabilidad individual. Preferimos abrazar a un credo o a un caudillo, o desentendernos del asunto, en el clásico no sabe/no responde. Por eso hemos padecido tanta violencia y otros la han promovido con entusiasmo.
De ahí que lo bueno de la semana y de estos meses, sin desestimar el riesgo que contiene, es que la polarización nos ha sacado de la zona cómoda y llevado a tomar posiciones, cosa a la que no estamos acostumbrados como sociedad, a menos que sea en materia de fútbol. Ha sucedido, además, sin darnos tiros.
Pero nos faltan los matices. A muchos les conviene que sigamos pegados al blanco/negro, que el paso de la intransigencia al fanatismo se haga más corto, ágil e insospechado y por esa ruta llevarnos a otro escenario de confrontación y violencia. Los temas de la semana –sexo, derechos, laicismo - nos tocan a todos porque nos hablan del cuerpo; del respeto y garantías que queremos para nosotros - ¿y para los demás, qué? -; y de los acuerdos que tenemos, nos faltan o irrespetamos como sociedad.
Lo que queda, al final de cuentas y de tanta manipulación, es el reflejo de lo que de verdad somos. Si nos miramos en ese espejo se hace más evidente que necesitamos terapia. A punta de catarsis nada se construye.

Pequeño manual de supervivencia
1. Buscar el silencio: todos debemos dejar por unos días – al menos por unos pocos, retomando lo dicho por Juan Carlos Henao en Voces RCN - a Santos, Uribe, al procurador, al fiscal , partidos y el consumo de política barriobajera. Por salud propia, como quien deja la comida rápida: dieta de política chatarra.
2. Encontrar los matices: el miedo nubla la capacidad de entender y valorar las diferencias. El mundo, la vida, la mente y las relaciones son complejas, variadas. Durante esta semana trate de no preguntarle a nadie qué piensa, cómo la ve, qué nos espera. Descanso mental.
3. Dejar de reproducir la estupidez: absténgase de retuitear las imágenes ofensivas, que denigren a las personas, independientemente de cualquier condición, de su filiación política, de su credo religioso (si lo tiene), de su condición económica, social, o su equipo de fútbol.
4. Hacer deporte: celebre los Olímpicos, a sus deportistas favoritos y a los que ha descubierto. Cada cuatro años tienen la capacidad de unir a un país que durante ese mismo tiempo los políticos han tratado de desbaratar.
5. Leer ayuda: ubíquese en el terreno de la realidad, no en el de los supuestos, los dogmas, los chismes. Busque la información, contrástela y valórela. Hágase cargo de resolver sus dudas, de enfrentar sus miedos.

Poly Martínez Manual de supervivencia

 

Un motivo más de orgullo para ser colombianos. No nos soportamos los unos a los otros, pero nos mentimos mutuamente, Bertrand Roussell dijo: Todo esto ocurriría muy rápidamente si los hombres desearan su propia felicidad tan ardientemente como desean la miseria de sus vecinos”, pareciera que conocía algún vecino colombiano. Y sí, me da piedra y pareciera que empiezo a sentir odio hacia el prójimo, a ese que tiene por regla de vida la de ser ‘el vivo’, la de joderse al otro, antes que él lo haga, qué desgracia la mía! 

 

No diré que todo eso produce dolor de patria, porque ya ni patria tengo, ni patria siento, me tocó ser colombiano, como dijera en alguna oportunidad García Márquez, pero si por mi fuera, ojalá pudiera haber sido ciudadano del mundo y hasta judío errante, para que nadie me jodiera la vida y pudiera vivir si no en paz, al menos en la tranquilidad de cuatro paredes invisibles.

 

“De los hombres solo sabemos que mueren y no son felices:
merece la pena sin embargo intentar que sigan siendo hombres.” (¿)

F. Savater. El arte del ensayo

Foto: JHB (D.R.A.)

miércoles, 24 de agosto de 2016

CICLOS VITALES


“Según Lukács, el ensayista tiene la suficiente audacia como para plantearse los problemas de su época, 
pero carece de los instrumentos científicos convincentes para resolverlos adecuadamente.”
 F. Savater. El arte de ensayar.

La vida son ciclos. Cada momento es un ciclo, cada ciclo un momento, si se ve desde una mirada simplista, como debe ser.

Para ilustrar mi pensamiento me valdré del ejemplo.

Una conversación una vez terminada es un ciclo, aunque haya promesas de futuros reencuentros, aunque los haya, aunque nunca los hay, por lo general.

Una relación, mientras duró fue un ciclo y aún dentro de ella misma, estuvo llena de ciclos: la declaración, el noviazgo, la ruptura, el reencuentro, el compromiso, el matrimonio, las rupturas, los reencuentros, los momentos felices, los infelices, la separación, la muerte, el olvido.

Como un acto que se va convirtiendo en pasado y dicen los que saben, aunque no sé cómo lo saben, que los ciclos hay que cerrarlos para tener una vida asertiva. Normalmente se refieren al cierre de ciclos malos, de malas experiencias, de malos sinsabores.

Aunque creo, sin saber nada del tema, que los ciclos buenos también deben cerrarse, en algún momento. Por decir algo, un buen vino tomado, un tabaco fumado, un buen polvo echado. No todos los vinos, tabacos o polvos son siempre buenos, por eso hay que cerrarlos, buenos o malos.

Entonces, los ciclos, buenos o malos, afortunados o desafortunados, agradables o desagradables, deben cerrarse en el momento oportuno, ni antes ni después. Unos para disfrutarlos un rato más, otros, los desgraciados, para hacerles el duelo como debe ser. No soy de los expertos que lo saben, aunque no sé cómo lo saben, pero a mí me late.

Naturalmente nunca supe cuál era el momento dispuesto adecuado, oportuno, preciso, y más cuando nunca me identifiqué con el sentido de oportunidad, por el contrario, creo que pequé de inoportuno. Por eso sigo preguntándome, cómo hacen los que saben para saber lo que saben y cómo han de saber cuál el momento oportuno para cerrar el ciclo si uno ni siquiera se da cuenta si la oportunidad ya pasó, ni siquiera se da cuenta que el ciclo terminó.

A veces también el cierre de ciclo parece que ocurre automáticamente, como el respirar, que se hace en piloto automático, autónomo, libre, proveniente de una herencia atávica de primeros tiempos. En otros, el ciclo es forzado, proviene de la voluntad ajena, como cuando a uno lo echan! O le dicen no!

Y así hay multitud de ciclos, como por ejemplo, para distraer un rato la mente!

El ciclo de la concepción. Nada que ver. Los responsables son otros, con motivos accidentales, de desliz, deseándolo o violentándolo. Algunos sostendrán que fue decisión nuestra tomada en el más allá, para estar en el más acá. Vaya uno a saber. Como sea pues! El ciclo se cierra al nacer y si lo pensamos hilando fino, -como diría mi papá-, ese ciclo cerrado estuvo lleno de semiciclos: unión esperma-óvulo (que no fue nuestro, disfrutados por extraños, hasta ese momento!), el mes a mes de evolución de célula a feto hasta el momento de alumbramiento, sabiendo que de los ciclos buenos, si así lo fue el embarazo, a uno lo tienen que echar, para cerrar el ciclo, como debe ser. El inicio, un ciclo decidido por terceros, posteriormente, el ciclo de automático, evolución, crecimiento, blablablá!

Y prosigue con el ciclo de aprendizaje: a comer, a hacerse entender, del arrastre, es decir del chupar al tragar, del balbuceo al parloteo, del gateo al correr y así sucesivamente para no alargar el cuento.  

Cada etapa de vida, un ciclo, como es debido. Y cada etapa de educación también un ciclo, lleno de semiciclos, que queriéndolo o no, se cerró automáticamente en la mayoría de casos: primaria a secundaria (como yo escribo no me tocó areneras, ni preparque, nada por el estilo, por eso los salto. En mi época era válido que a lo que vinimos fuimos!). De secundaria a universidad y de universidad en universidad tratando de conquistar una universalidad, inexistente. 

Cada trabajo un ciclo. Un momento…! Se cierran acá los ciclos automáticos? Se diría que se inician los no automáticos, los voluntarios, los queridos, los que tocan? Cualquiera sea el nombre, son ciclos de ciclos, ciclos con semiciclos, semiciclos… Y no mencionemos las experiencias personales que también fueron cíclicas (Otro momento! Cíclicas? “Que se repite regularmente cada cierto tiempo”? No, esas no, porque entonces no se cerrarían nunca, aunque hay algunos ciclos que nunca se cierran y no me extiendo, porque nunca acabo. Ahh! Entonces “que está organizado en ciclos”? Pues sí, pero más bien que está subdividido en ciclos, diría yo y no me distraiga que termino donde no es). Decía de las experiencias personales –filosóficas, religiosas, sexuales, políticas, si sucedieron, claro está-, fueron ciclos que han debido cerrarse en su momento, unas más marcadas que otras…. Ah! Bellas épocas!


Creo que esbocé la idea y extenderme es repetir la repetidera, pero para eso están los expertos. Los neófitos debemos aprender a cerrar ciclos, calculando bien la oportunidad, no vaya y sea que nos coja la muerte en ese dilema! Aunque el mejor ciclo para cerrar es cerrar los ojos para irse a otro mundo, a iniciar un nuevo ciclo, espero que diferente.
JHB (D.R.A.)