lunes, 1 de agosto de 2016

OPINIONES DISPERSAS



Todos tienen derecho a pensar,
Pero no todos son capaces de hacerlo en voz alta.
Yo

Hablar mal, con el dolor de la venganza, cuando las palabras exudan veneno, cuando es la única forma de destilar ese peligroso veneno que invaden las venas, confunde la mente, le hacen demente.

Despotricando de todo y de todos, por el despojo sufrido, injusto que lleva a una inútil renuncia razonada, cuando ello es posible. Cuando no, el comentario se hace igualmente venenoso, peligroso, odioso, hasta que se destila su totalidad, sin obtener paz, porque no es posible obtenerla. Es el odio, el rencor, la víscera biliosa, el veneno total.
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Los sueños son deshonestos. A pesar de ser sueños. No deberían meter miedo, pero se introducen así como pesadilla, como incómodo sueño. Deberían ser decentes con el ser que les mantiene, por qué han de ser traicioneros? Atacan en la indefensión, luego de un día de estrés, generado por el simple corre corre. No basta el estrés diurno, cuando el nocturno se cuela, entre ambos hacen estragos, por eso los sueños son deshonestos.
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El grupo tribal es asesino. Político, religioso, en deportes o cualquier inclusión en colectividad, es peligroso; por un lado unen, por otro desunen, por las circunstancias. “El mundo está lleno de odio y de intolerancia” (Morgan Freeman, Discovery Science) y la intolerancia es un alimento. Ver dos amigos unidos por amistad que luego se separan, odiándose, por cuestiones políticas, por religión o por un equipo de fútbol. Odiándose mutuamente creyéndose superiores, sin serlo, en ningún caso. Hoy, también, gracias a las redes sociales, por las intolerancias de las redes; el castigo, dependiendo de cómo se vea, es el bloqueo en red, para obligar a un cambio de comportamiento en grupo, sin fanatismo, pues de lo contrario, el aparente tolerante se vuelve fanático de la intolerancia dictando bloqueo sin control.
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El contagio por exceso de palabrería. Gracias a la invasión gringa de pensamiento (diferente al pensamiento) nos hemos venido llenando de eufemismos –positivos, dirán los gringos para este caso que me ocupa- para hacer “líderes”, según su propia versión. Nunca he entendido qué es dar el 200%, ni siquiera, siendo menos exigentes, dando el 110%. Si uno da el 110%, en estos casos, es que nunca dio el 100%, la cuestión fue de cálculo, fue mal calculado, pero diciéndolo a lo gringo, se plantea la mentira exigente. Lo mismo cuando se trata de trabajar más de 24 horas al día, dar lo más de lo que no se tiene. No todo en la vida es reglarlo, porcentuarlo, volverlo estadística, creo que hay cosas más importantes que todas esas estupideces.
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Las redes sociales se hicieron para dejar ver las contradicciones humanas, las contradicciones de cada uno. Termina siéndose el más bajo y ruin, así como el más altruista y sabio ser humano, al mismo tiempo. Se dan extremos de religión y de antireligión. De odios por políticos y permisibilidades que es mejor mirar a otro lado. Se conduele por el perro abandonado y se rechaza al niño mendigo. Dejan ver esas redes toda nuestra miseria y toda nuestra contradicción, hasta que perdemos el pudor de no negarlo.
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Nunca crean en mi testimonio. Soy un convencido de que no soy buen testigo para nada. Por un lado, los olvidos; por otro, las creencias falseadas por vista o mente; por otro más, la inexactitud complementada con el paso del tiempo, el testigo que al repasar una y otra vez el hecho, lo falsea, sin saberlo en la mayoría de casos –si se es medianamente honrado-, hasta dar una versión que sólo servirá de diversión. Nada más ver un mismo hecho, varios testigos, un montón de percepciones, puede que todos y ninguno tengan razón. Pasa lo mismo con la historia, quien la escribe, escribe su apreciación, su versión. Por eso no me pidan que sea testigo de algo que pude haber visto, ni que escriba su historia.
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Generación ala de pollo. Oí de su existencia, cuando me contaron –no había tenido antes noticia alguna- sobre la tal generación. Resulta que en la época en que nuestros padres, eran padres, al compartir un pollo, éste se repartía según jerarquía; el papá la pechuga, la pierna para la mamá y así hasta que el ala de pollo era para el último, el más bobito o el que se descuidaba. Y lo peor de todo es que nos gustó ser esa generación, porque en el cuento que me contaron, agregaron que nos sometimos a ella y con el pasar del tiempo, seguimos sometidos a esa leyenda, pero a la inversa. Fuimos padres y entonces cuando repartíamos un pollo, la pechuga, pierna y pernil para los hijos y para nosotros, el ala de pollo!
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Ser líder o jefe, generalmente resulta ser abusivo, cuando se hace amague de democracia. Si sale bien, se comparte el crédito; si no… O también, cuando éstos dicen: A usted le toca pagar la cuota de este mes, porque yo no tengo plata (o póngala usted que yo se la devuelvo después, que es lo mismo). Y tantas veces que a uno le tocó soportar al abusivo ese!
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Una propaganda de Claro, que si no se ha evidenciado, resulta preocupante, porque en últimas es ejemplo que directa o indirectamente, consciente o inconscientemente genera diferencias, intolerancias y malos entendidos. Salen dos mujeres en la caja de un supermercado, una de ellas dice alardeando que tiene televisor con ene canales. La que está delante se voltea y le dice, con dejo despectivo, y no tienes Claro, que tiene no sé cuántos canales, velocidad de yonosecuánto. La mujer inicial, con cara ácida le responde: Y a ti quién te pregunto? Sinceramente es una propaganda grosera –y atentatoria dirían sicólogos o sociólogos si la analizan bien-.
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Se está poniendo de moda el uso de palabrejas que sólo sirven para descrestar ignorantes. A las pepas o pastillas que conocíamos ahora los laboratorios las llaman “drogas de diseño” –sin comentarios-. Vivimos en un performance –sin comentarios-. La entrante semana, el músculo financiero y no continúo, sólo quería expresar la situación y dejar que los ridículos que las usan, mantengan su estatus de ridiculez. (Claro que me molesta, porque esos son los que sin preparación alguna pretenden… mejor me callo.)
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Hay lugares que no duermen, de los que uno no es consciente hasta que los ve o se les mencionan. Una clínica. Todo el día en movimiento y uno cree que nada más son las seis de la tarde, cuando uno sale, ya se apagó y hasta mañana. Tienen vida y una vida constante de 24 horas permanentes. Cuando no hay visitantes, se inicia otra rutina, los pisos y baños deben lavarse y asearse, hay que verificar inventarios, repasar tareas, para que a la mañana siguiente, cuando vuelvan los visitantes, reinicien actividades. Claro, no todo es gratis. Tiene que estar en movimiento porque es un negocio, en el que se gana de día y de noche, como el ángel de la guarda.
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Todo lo que a mí se me ocurre y antes de que lo digan: Ahí estoy pintado!


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