Todos tienen derecho a pensar,
Pero no todos son capaces de hacerlo en voz
alta.
Yo
Hablar mal, con el dolor de la venganza, cuando las palabras exudan
veneno, cuando es la única forma de destilar ese peligroso veneno que invaden las
venas, confunde la mente, le hacen demente.
Despotricando de todo y de todos, por el despojo sufrido, injusto
que lleva a una inútil renuncia razonada, cuando ello es posible. Cuando no, el
comentario se hace igualmente venenoso, peligroso, odioso, hasta que se destila
su totalidad, sin obtener paz, porque no es posible obtenerla. Es el odio, el rencor,
la víscera biliosa, el veneno total.
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Los sueños son deshonestos. A pesar de ser sueños. No deberían
meter miedo, pero se introducen así como pesadilla, como incómodo sueño. Deberían
ser decentes con el ser que les mantiene, por qué han de ser traicioneros? Atacan
en la indefensión, luego de un día de estrés, generado por el simple corre corre.
No basta el estrés diurno, cuando el nocturno se cuela, entre ambos hacen estragos,
por eso los sueños son deshonestos.
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El grupo tribal es asesino. Político, religioso, en deportes o
cualquier inclusión en colectividad, es peligroso; por un lado unen, por otro desunen,
por las circunstancias. “El mundo está lleno
de odio y de intolerancia” (Morgan Freeman, Discovery Science) y la intolerancia
es un alimento. Ver dos amigos unidos por amistad que luego se separan, odiándose,
por cuestiones políticas, por religión o por un equipo de fútbol. Odiándose mutuamente
creyéndose superiores, sin serlo, en ningún caso. Hoy, también, gracias a las redes
sociales, por las intolerancias de las redes; el castigo, dependiendo de cómo se
vea, es el bloqueo en red, para obligar a un cambio de comportamiento en grupo,
sin fanatismo, pues de lo contrario, el aparente tolerante se vuelve fanático de
la intolerancia dictando bloqueo sin control.
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El contagio por exceso de palabrería. Gracias a la invasión gringa
de pensamiento (diferente al pensamiento) nos hemos venido llenando de eufemismos
–positivos, dirán los gringos para este caso que me ocupa- para hacer “líderes”,
según su propia versión. Nunca he entendido qué es dar el 200%, ni siquiera, siendo
menos exigentes, dando el 110%. Si uno da el 110%, en estos casos, es que nunca
dio el 100%, la cuestión fue de cálculo, fue mal calculado, pero diciéndolo a lo
gringo, se plantea la mentira exigente. Lo mismo cuando se trata de trabajar más
de 24 horas al día, dar lo más de lo que no se tiene. No todo en la vida es reglarlo,
porcentuarlo, volverlo estadística, creo que hay cosas más importantes que todas
esas estupideces.
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Las redes sociales se hicieron para dejar ver las contradicciones
humanas, las contradicciones de cada uno. Termina siéndose el más bajo y ruin, así
como el más altruista y sabio ser humano, al mismo tiempo. Se dan extremos de religión
y de antireligión. De odios por políticos y permisibilidades que es mejor mirar
a otro lado. Se conduele por el perro abandonado y se rechaza al niño mendigo. Dejan
ver esas redes toda nuestra miseria y toda nuestra contradicción, hasta que perdemos
el pudor de no negarlo.
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Nunca crean en mi testimonio. Soy un convencido de que no soy
buen testigo para nada. Por un lado, los olvidos; por otro, las creencias falseadas
por vista o mente; por otro más, la inexactitud complementada con el paso del tiempo,
el testigo que al repasar una y otra vez el hecho, lo falsea, sin saberlo en la
mayoría de casos –si se es medianamente honrado-, hasta dar una versión que sólo
servirá de diversión. Nada más ver un mismo hecho, varios testigos, un montón de
percepciones, puede que todos y ninguno tengan razón. Pasa lo mismo con la historia,
quien la escribe, escribe su apreciación, su versión. Por eso no me pidan que sea
testigo de algo que pude haber visto, ni que escriba su historia.
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Generación ala de pollo. Oí de su existencia, cuando me contaron
–no había tenido antes noticia alguna- sobre la tal generación. Resulta que en la
época en que nuestros padres, eran padres, al compartir un pollo, éste se repartía
según jerarquía; el papá la pechuga, la pierna para la mamá y así hasta que el ala
de pollo era para el último, el más bobito o el que se descuidaba. Y lo peor de
todo es que nos gustó ser esa generación, porque en el cuento que me contaron, agregaron
que nos sometimos a ella y con el pasar del tiempo, seguimos sometidos a esa leyenda,
pero a la inversa. Fuimos padres y entonces cuando repartíamos un pollo, la pechuga,
pierna y pernil para los hijos y para nosotros, el ala de pollo!
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Ser líder o jefe, generalmente resulta ser abusivo, cuando se
hace amague de democracia. Si sale bien, se comparte el crédito; si no… O también,
cuando éstos dicen: A usted le toca pagar la cuota de este mes, porque yo no tengo
plata (o póngala usted que yo se la devuelvo después, que es lo mismo). Y tantas
veces que a uno le tocó soportar al abusivo ese!
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Una propaganda de Claro, que si no se ha evidenciado, resulta
preocupante, porque en últimas es ejemplo que directa o indirectamente, consciente
o inconscientemente genera diferencias, intolerancias y malos entendidos. Salen
dos mujeres en la caja de un supermercado, una de ellas dice alardeando que tiene
televisor con ene canales. La que está delante se voltea y le dice, con dejo despectivo,
y no tienes Claro, que tiene no sé cuántos canales, velocidad de yonosecuánto. La
mujer inicial, con cara ácida le responde: Y a ti quién te pregunto? Sinceramente
es una propaganda grosera –y atentatoria dirían sicólogos o sociólogos si la analizan
bien-.
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Se está poniendo de moda el uso de palabrejas que sólo sirven
para descrestar ignorantes. A las pepas o pastillas que conocíamos ahora los laboratorios
las llaman “drogas de diseño” –sin comentarios-. Vivimos en un performance –sin
comentarios-. La entrante semana, el músculo financiero y no continúo, sólo quería
expresar la situación y dejar que los ridículos que las usan, mantengan su estatus
de ridiculez. (Claro que me molesta, porque esos son los que sin preparación alguna
pretenden… mejor me callo.)
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Hay lugares que no duermen, de los que uno no es consciente hasta
que los ve o se les mencionan. Una clínica. Todo el día en movimiento y uno cree
que nada más son las seis de la tarde, cuando uno sale, ya se apagó y hasta mañana.
Tienen vida y una vida constante de 24 horas permanentes. Cuando no hay visitantes,
se inicia otra rutina, los pisos y baños deben lavarse y asearse, hay que verificar
inventarios, repasar tareas, para que a la mañana siguiente, cuando vuelvan los
visitantes, reinicien actividades. Claro, no todo es gratis. Tiene que estar en
movimiento porque es un negocio, en el que se gana de día y de noche, como el ángel
de la guarda.
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