jueves, 30 de diciembre de 2021

FIN DE AÑO

            

Tomado de Facebook
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             Este año, si de he ser sincero, la carta al niños Dios me dio pereza escribirla, pues me porté como siempre, no hubo novedad, por lo que, cualquiera fuera el regalo por recibir, me lo merecía, si sigo con los cánones de lo que me enseñaron. Y si esperaba el regalo celestial, parece que no llegó, aunque la sutileza me dirá que otra cosa es que no lo viera. Cuestiones celestiales, que nunca se pronuncia de una manera clara, sino a través de símbolos, parábolas, esoterismos que ni el mismo Papa entiende.

 

            Y las palabras de fin de año, he de confesar que la pereza de escribir me estaba ganando, al ser el límite del año que pasó, el inicio de uno nuevo, tránsito que ni se siente, todo por convencionalismos, en cuya esclavitud estamos, naturalmente, sería de bobos negarlo.

 

            Como sea, parece que la tradición obliga a hacer un recuento de lo transcurrido, en el que, en mi caso, no paso nada raro, nada realmente extraordinario, fuera de haber seguido viviendo, cosa extraordinaria en estos tiempos y con tanto virus rondando alrededor.

 

            Ese volver la cabeza y repasar un año de vida cada cual sabrá cómo hacerlo, pero el común denominador será el de agradecimiento, porque, como sea, sobrevivimos el año.

 

            Y mirando hacia el frente, porque da la casualidad de que el fin de año es ver atrás pero a la vez hacia adelante, que es el tener la esperanza del que viene. A eso se reduce el año nuevo, a la esperanza. Esperanza que está llena de deseos, aspiraciones, anhelos, quereres, tal como está envuelto siempre el futuro, esquivo para tanto deseo, aspiración, anhelo y aún de promesas repetidas ese último día del año y como promesa, hermana del futuro, inevitablemente vaporosa, pero esperanza es esperanza. Si Ciorán dijo que el hombre sin angustias no es hombre, yo le complemento en cuanto el hombre sin esperanzas, no es hombre[1].

 

            A estas edades puedo concluir, para este fin de año, que me basta con agradecer el año que pasó y que afortunadamente ya pasó y con alguna esperanza de futuro, pues ya no estoy con fuerzas para tener todas las esperanzas de mi juventud que pudieron pasar a mi lado y se olvidaron de acompañarme, casi todas las veces.

 

            Me basta con agradecer el año pasado y ver con buenos ojos el año que viene, que ya tendremos un año más para evaluar, aún cuando esa otra próxima vez de reflexión, tenga el mismo resultado de la de este año (y la de los anteriores, me digo en mudo silencio).

 

            En fin, tratándose de fin de año, baste oír a adecuado volumen el ron de vinola, el ausente y falta cinco para las doce, con un fuerte guepajé, como recordatorio de los años pasados y los pesados años que se llevan encima.

           

Si alguien te dice que te ve bien, eso significa de modo implícito que esperaba verte peor. ¿Y por qué lo esperaba? Porque has llegado a una edad en que lo peor puede pasarte de la noche a la mañana. Solo por poner un ejemplo: hasta cierto día de tu vida, resbalas, caes, te levantas y no te has hecho nada, pero después llega un día en que resbalas, caes y ya no puedes levantarte porque te has roto el fémur. ¿Qué ha sucedido? Ha sucedido que has traspasado el confín invisible de una edad a otra.[2]

De Facebook 
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De Facebook
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[1] Nótese que el uso de este último se refiere a conjunto, a generalidad, así se ofendan los segregacionistas o los inclusivistas, los feministas, o como deseen llamarse todos esos estúpidos que ahora abundan, por mí pueden ofenderse, yo sí sé escribir. (En un arranque de final de año, a modo de liberación de la mala leche que tales fanáticos me producen).

[2] Andrea Camillieri. La luna de papel.

viernes, 10 de diciembre de 2021

DATEADO

             Aunque en el habla decimos datiado, pero así estoy gracias al Google Maps. Ese me sigue. Según me informa he andado el 7% de la circunferencia de la tierra, 2823 kms. 131 lugares. Caminando 82 km en 21 horas; 123 kms. en 10 horas, en vehículos, solo en noviembre. Un país, siete ciudades, 131 lugares a lo largo de este año. Y hasta salen fotos de los lugares y establecimientos en los que he estado.

 

            Naturalmente todo con mi consentimiento, al adherirme a ese programa. Cosas a las que lleva mi natural curiosidad. Y seguí investigando y me encuentro que la opción del recorrido del día de hoy, aparece el kilómetro y medio que hice con los perros, lo cual me descrestó más. Queda uno asombrado con tanto detalle. Y viéndolo con otro poco de detalle me encuentro que mi rutina está allí plasmada en los mapas, en la información, en los mismos lugares que habitualmente visito, toda una vida llena de rutina, salvo los paseos que de vez en cuando se puede uno permitir. Punticos naranja dentro de un mapa.

 

            Datiado permanentemente y con esa información porque la he autorizado. Ahora, me pregunto, de toda la información que no he autorizado? De todas las cámaras que me han grabado, con mi consentimiento tácito o aún sin consentimiento? Qué información tendrán? Por lo visto hoy es muy fácil reconstruir la vida diaria de una persona, ya uno no tiene salida, ni exculpación, porque la prueba de inculpación queda clara, salvo que uno diga que prestó el celular, cosa que no se lo cree ni la mamá, porque parece que efectivamente es personal e intransferible, pareciendo que es lo único personal e intransferible en esta vida. Será que el día de mi funeral será guardado con el detalle de la ruta que seguirá ese cuerpo ya sin vida? Aunque seguro que el celular queda olvidado en algún lugar y ese día tan particular, queda sin ninguna anotación. Válgame Dios el esfuerzo seguido.

 

            Válgame Dios lo datiados que estamos!

 

Resulta útil (e inútil al mismo tiempo) repetir que lugares y nombres son pura imaginación. Y a quien pudiera quejarse de alguna coincidencia, le recuerdo que la vida misma (muy superior, en cuanto a imaginación, a la fantasía) no es más que una pura coincidencia.[1]

Mis rutas, según Google Maps



[1] Un mes con Montalbano. Andrea Camilleri.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

MÁS RELATIVIDAD

             La relatividad de las diferencias horarias me puso a pensar.  Y todo nació por una felicitación que por guasap se hiciera a alguien que estaba al otro lado del mundo y que para ella ya era el día de su cumpleaños, mientras el felicitante estaba en el día anterior.

 

Me dejó pensando. Todo producto de las telecomunicaciones tan modernas que tenemos.

 

El que estaba allende los mares ya estaba en su fecha de cumpleaños, mientras que el que estaba aquende los mares estaba un día antes, es decir, la felicitaba con anticipación, con un día de anticipación.

 

Y pensé yo, con esa manía de hacerme preguntas retóricas , en las que terminan llamándome tarado o pendejo, o tal vez digan otra vez ese con sus maricadas, pero bueno, me preguntaba, si yo era el ayer de esa persona que está en mi mañana. Y pensaba que yo estaba en mi presente, mientras que para esa otra yo estaba en su pasado, aunque fuera con un día de diferencia. Y concluía que los que estaban al otro lado me habían ganado un día, por lo que entonces…

 

Y seguí preguntándome si mi hoy era diferente al de ellos, pues estaban un día adelantados. Y respecto de los que estaban un día atrasados a mí, ellos serían mi pasado mientras yo era producto de su futuro. Es decir, yo era un mero ayer, para unos; para otros, un mero mañana, mientras que para mí era mi hoy. Y si cada uno pensara eso mismo a su modo, terminaríamos siendo pasado, presente y futuro y todo por un día de diferencia. Y pensando en el otro extremo, en China, por ejemplo, sería mi antier o mi pasado mañana?

 

Bueno, ese enredo de pensamiento fue silenciado por alguien que se limitó a responderme: Tu presente es mi presente virtual y… real! Irreal, fue lo que concluí. Y todo por hacerme una nueva pregunta retórica.

 

Qué antiguo puede llegar a ser el futuro.[1]

 

Tomado de Facebook
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[1] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

lunes, 6 de diciembre de 2021

PENSAMIENTOS MACHISTAS (¿?)

             Me acordé de un pasaje bíblico, del Génesis, el origen de todo, hasta del caos. Y un buen ejemplo, ese pecado original del que cargamos, sin ton ni son, sin culpa ni razón. Y conste que ese génesis, ese origen, no puede atribuirse al pobre hombre, lo dice la Biblia, me escudo en lo escrito (como decían Les Lutiers!).

 

Adán y Eva desobedecen a Dios

La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y le preguntó a la mujer: —¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?

Y la mujer le contestó: —Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.

Pero la serpiente le dijo a la mujer: —No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.

La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas (…) 11 Entonces Dios le preguntó: —¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?

12 El hombre contestó: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.

13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: —¿Por qué lo hiciste?

Y ella respondió: —La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto.

14 Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente: —Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. 15 Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón.

16 A la mujer le dijo: —Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti.

17 Al hombre le dijo: —Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. 18 La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. 19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

 

Pues claro, Ese idiota, el hombre, era inocente, no tenía culpa alguna, exceptuando su estupidez. Había obedecido a la mujer, había cedido a sus incitaciones. No había decidido nada… Desde el principio las decisiones las había tomado la mujer…[1]

 

            Y el pobre Adán debió ver que Por poco no pisó una culebra que se había detenido en el sendero para tomar el sol, y la siguió con la mirada mientras se alejaba lentamente por las hojas marchitas. Parecía un animal inocuo… Aunque ¿no era en parte culpa suya que el hombre hubiese sido condenado al sufrimiento? Una serpiente, una manzana, una mujer…[2]

 

Y con quién discutir sobre su desgracia, si no tenía amigos, el pobre Adán estaba solo y preguntarle a Eva era arriesgado, desde esas ápocas. Claro que, en definitiva, (…) era una mujer. Y por tanto, muy capaz de negar cualquier cosa, incluso aturdida por el sueño. No; hacer eso sería un error garrafal por su parte. Lo mejor era armarse de paciencia y esperar para sacar el tema en el momento más adecuado. Pero ¿cuál era el momento más adecuado? Además, había que disponer de cierto tiempo, porque también sería un error afrontar la cuestión de forma directa. (Ella) se pondría a la defensiva. No; necesitaba sacarlo a colación dando un rodeo para que ella no sospechara nada.[3]

 

            Aunque viéndolo bien, ese primer problema dio lugar a encontrar exculpasiones por todos lados, a dejar en evidencia la estupidez del hombre y, naturalmente, someterse completamente a ellas, qué podemos hacer, fuera de seguir haciéndonos los pendejos.

 

Le habrían bastado una o dos palabras confusas, el mínimo indispensable para construir un castillo de acusaciones basadas en la nada, al estilo jesuita.[4]

Tomado de Google
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[1] Marco Vicchi. La fuerza del destino.

[2] Marco Vicchi. La fuerza del destino.

[3] La sonrisa de Angelica. Andrea Camilleri.

[4] La sonrisa de Angelica. Andrea Camilleri.

viernes, 3 de diciembre de 2021

SIN TAPUJOS

             La sociedad colombiana y el mundo entero, haciendo eco, se sintieron ofendidísimos por una representación que hizo la policía en Tuluá. Calificada como un evento pedagógico, representaba la segunda guerra mundial. Aliados y nazis, quienes más, me preguntaba. Y cómo representarla? Pues con los uniformes de la época. Pero todo el mundo se escandalizó (menos yo). Es como representar a Caperucita Roja sin el lobo, me pregunto en qué quedaría la representación?

 

            Esa es parte de la estupidez de estos tiempos, hay que ocultar lo que no gusta, para que no se ofendan unos cuantos, que de todos modos se ofenden, porque llevan esa carga desde tiempos inmemoriales. O es que cuando enseñan la historia ocultan todo lo que sabe a esvástica y nazis? A propósito, no es hora ya de olvidar y centrarnos en estos tiempos modernos? Lo curioso es que Hitler quedó estigmatizado hasta el fin de los tiempos. Y se olvidan que Stalin y demás camaradas no fueron más malos que aquél innombrable pero con el tiempo han sido santificados? O que Mao también es responsable de muchas matanzas? O que las dictaduras latinoamericanas de moda no tuvieron también su parte? Y los fascistas se pondrán bravos por no haber mencionado al Duce. Y si la historia es para repetir, entonces cómo olvidamos a Nerón y a Calígula y al imperio romano? A los prusianos o a la invasión española o inglesa por estas Américas? Hay mucha tela para cortar, pero el colectivo social tiene un recuerdo selectivo, según convenga. Muchos güevones, me digo y todos ellos, al tiempo me gritarán, fascista, nazi, comunista, ultra godo, pero qué le vamos a hacer, hoy todo eso me tiene sin cuidado. Nada cambiará, aunque todo cambie.

 

            Y por casualidades, Saramago vino en mi ayuda. Los judíos tratan a los palestinos como los nazis a ellos[1]. Lo ancho para mí, lo angosto para los demás. Y como hay tantos ofendidos (sin saberse por qué, si lo pasado pasó y ya no puede hacerse nada), respondo con Saramago al tratar el tema: Al serme preguntado, en una entrevista de la televisión israelí, si sería capaz de pedir perdón a las personas que se sintieron heridas por la palabra Auschwitz, respondí que sí, pero solo por haberlas herido, no por haber pronunciado la palabra. Si la palabra maldita les ofende, que la sustituyan por éstas: «Israel comete todos los días contra los palestinos crímenes que entran en la definición de crímenes contra la humanidad».

            Y para no entrar en más vericuetos, hoy nos escandalizamos por un montón de cosas que sucedieron antes que naciéramos, pero que aprovechamos según conveniencia y ocasión. Y a la larga, ese pasado ya ni nos interesa, ya no hace parte de nosotros y no me vengan que el que desconoce la historia está condenado a repetirla, porque que es una frase que demuestra su propio vacío, pues de haber sido así, Europa no habría estado en constante guerra durante más de dos mil años, por decir algo. No es hora, como insiste Mónica en decir, de dejar que el pasado se evapore, que nos centremos en el ser actual y así dejamos un poco de odiarnos por culpa de un pasado, que ya no es nuestro, porque ya no lo es. Ya no estamos para matarnos por ser godos o liberales, católicos o protestantes. Es hora de cambiar el chip, aunque, como dije, siempre habrá alguien que se ofenda por algo, aún cuando no tenga velas en el entierro.

            Tal vez por eso es que estamos jodidos, nos encanta odiarnos, con razón o sin ella, ya es parte del folclor nacional.

Tanto es así que cuando el féretro salió de la iglesia, todo el mundo se puso a aplaudir. ¿Podría usted explicarme por qué aplauden a los muertos?
—Quizá porque han hecho bien en morirse.[2] 

Tomado de Facebook
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[1] Un buen artículo para leer en https://revistadiners.com.co/cultura/archivo/46123_los-judios-tratan-a-los-palestinos-como-los-nazis-a-ellos/. Quise decir exactamente lo que dije: cercadas por el Ejército israelí, rodeadas por más de 200 asentamientos de colonos, las ciudades y las aldeas palestinas, incomunicadas por carretera, están transformadas en auténticos guetos, donde no se puede entrar y de donde no se puede salir sin la autorización de las fuerzas militares israelíes. El comportamiento de esas fuerzas y, sobre todo, el espíritu que las impulsa se parece perturbadoramente a la acción y al espíritu nazi. Simplemente, la palabra Auschwitz, en Israel, es una palabra «prohibida». Se les puede decir todo (incluso llamarles fascistas) siempre que no se pronuncie esa expresión.

[2] Ardores de agosto. Andrea Camilleri.

viernes, 26 de noviembre de 2021

SEÑORITA

             Las barbaridades que ahora vemos y todo por lo quisquillosos que se han vuelto los señoritos y las señoritas. Dios nos libre de esos especímenes.

 

            Por señorita, palabra amable y de deferencia que en mi época, ya lejana por lo que veo, se usaba en señal de respeto.

 

Y me encuentro con un artículo que informa que la ONU (no sé por qué se mete en estos temas) decidió que ahora la palabra es discriminatoria. Válgame Dios y pide que se retire del habla común. Tarados habemus en la ONU (mano de burócratas, ineptos e innecesarios. Nótese la opinión que tengo de ese espectro luctuoso).

 

“De lo que hablamos es de utilizar el lenguaje de manera que no se perpetúen los estereotipos relacionados con el género; género entendido como constructo social que atribuye una serie de características a alguien por haber nacido como hombre o como mujer”, explica Naciones Unidas al respecto.[1] (los calificativos sobre ese constructo me remueven la hiel, como se habrán dado cuenta).

 

Esta sería la causa por la cual se dejaría de utilizar, o se recomendaría no usar la palabra “señorita” en el idioma español, todo se debe al uso del lenguaje inclusivo (sic). Actualmente, señorita se usa para referirse a una mujer que no se ha casado o no tiene hijos a su cargo. Según el Diccionario de la Lengua Española, se usa “como tratamiento de cortesía aplicado a la mujer soltera”, entre otras definiciones como: “tratamiento de cortesía que se da a maestras de escuela, profesoras, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio”. Agrega el articulista.

 

Y pensar que entre ellas, como idioma inclusivo y deferente, se llaman entre sí como perras, zorras y no sé qué más apelativos, cuando no se tutean con vulgaridades. Y aún así, la ONU[2], metida en lo que no le importa, repito, mete candela para que haya más cosas que nos distancien, que nos dividan.

 

Recordé el refrán: zapatero, a tus zapatos y el mundo sería más feliz. Y tan bonito que era decir: Buenos días, señorita!

 

Y aquí paz y después gloria: acto seguido dieron paso a un programa de música rock. Montalbano no dejaba de asombrarse de los criterios que regían en la televisión. Por ejemplo, te mostraban las imágenes de un terremoto con millares de muertos, pueblos enteros desaparecidos, niños heridos y llorando, cadáveres despedazados, e inmediatamente después anunciaban: «¡Y ahora tenemos aquí unas preciosas secuencias del carnaval de Río!». Carrozas multicolores, alegría, samba, culos.
—¡Maldito hijo de puta! —exclamó Zito con el rostro enrojecido de rabia, y le soltó una patada a una silla[3].

Tomado de Google
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[1] https://www.semana.com/cultura/libros/articulo/por-que-recomiendan-dejar-de-usar-la-palabra-senorita/202140/

[2] Sería interesan leerse un libro: ONU Una historia de la corrupción. Eric Frattini. Interesante conocer otra visión de la realidad y de las mentiras alrededor de entidad tan reputada (inclusión incluída).

[3] Andrea Camilleri. La paciencia de la araña.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

REBAJAS

             Al guasap me llegó el siguiente mensaje:

 

Hace algunos días leí el llamado angustioso de un emprendedor local pidiendo consideración sobre el vicio exagerado que tenemos de pedirle rebajas inclementes a quienes están empezando con sus productos y servicios. Otro empresario nuestro recordó su viacrucis cada que alguien conocido va a su empresa y al final le pregunta “Y qué precio me das para los amigos?”. El empresario se preguntaba ¿No debería ser al contrario? Un buen amigo apoya a los emprendedores conocidos y no abusa de la etapa naciente o critica de los negocios de sus allegados.

 

Pasan por mi mente, los infelices que regatean con la pobre vendedora de chontaduros o de aguacates y peor aún, se jactan de como lograron recibir tres por el precio de dos. ¡Que sagaz negociante! Le quitó tres mil pesos a la tumaqueña, a esa misma señora que hace parte del segmento de los más pobres, aquellos que tienen ingresos inferiores a $400 mil mensuales, cifra que no cabe en nuestra mente como logran sostener una familia con esa plata. Ese mismo habilidoso empresario pide descuento al lustrabotas por volumen al pedirle que “embole” varios pares y goza cuando el cuidador de carros no alcanza a llegar porque está cobrando a otro de los conductores. Y prefiero no detenerme en los pintores, músicos, artistas en general, quienes ven afectado no solo su mínimo de supervivencia sino que tienen que soportar las opiniones  indolentes de quienes ponen en tela de juicio su obra, lastimando su autoestima, solo para ganar unos pesos. 

 

Pero lo más triste es que ese astuto vampiro de los necesitados no se intimida cuando en sus vacaciones en Miami paga en el restaurante 100 dólares por cabeza y la propina para el mesero es del 20%. Cada vez que uno de nuestros pobres o de nuestros emprendedores  accede forzosamente a la negociación de la rebaja, no hay felicidad por la venta, realmente siente dolor por la explotación. Él sabe, así sea en otros términos, que tiene que generar caja de subsistencia así su estado de pérdidas y ganancias esté en retroceso por culpa de los malos negocios a los que lo lleva la angustia de vender. 

 

El campante comprador, feliz de ser candidato al programa de los inversionistas tiburones de la televisión, se pasea “inteligente” por la vida sin pensar en que sus negociaciones multiplican la pobreza y el resentimiento, que podrán hacer que sus hijos no disfruten de su mismo bienestar, porque las naciones exitosas se construyen es sobre la solidaridad y el crecimiento colectivo de las sociedades. Las otras, las del individualismo y el egoísmo, no garantizan la estabilidad ni la paz.[1]

 

            En parte comparto la idea, al artesano se le debe pagar por su producto, se le debe pagar el precio justo, no hay duda. Pero… y viene el pero de siempre.

 

            Mi mamá me enseñó a pedir rebaja, ofrecer no es ofender, puede que a uno le suene la flauta. Pero, el pero, es que el comerciante, para no precisar al artesano, por naturaleza, supongo que de oferta y demanda, infla su producto tanto como ya sabe que le van a regatear y si no le regatean se gana la diferencia.

 

            Ya hace parte de nuestra idiosincrasia el saber pedir rebaja y en dónde, porque es parte del negocio, el regateo, en mi sangre lo tengo. Y como sabe que va a haber regateo, al valor real de venta se le incrementa un tanto adicional. El problema es que el vendedor sabe de antemano que le van a pedir descuento y entonces sabiamente sube el producto en un 50%, y el comprador también lo sabe, ambos entran en el juego de: allí me lo dejan más barato, o rebájeme para hacer un nuevo cliente, etc. etc. Y al final llegan a un acuerdo y ambos se van felices, naturalmente el vendedor ganó al menos el 10% adicional si no hubiera hecho el ejercicio. El comprador, por su parte, sale sonriente porque logró una rebaja, imaginaria o no. Es parte del tire y el afloje, conocido por cada una de las partes y a sabiendas ambas partes entran en el juego.

            Por lo tanto, lo afirmado por el columnista no resulta tan cierto, pues olvida el espíritu del regateo que hace (o hizo) parte del espíritu comerciante de los colombianos.

 

—¿A qué verdad se refiere, comisario? Espero que a la absoluta no, porque no existe. La verdad es como un prisma; debemos contentarnos con la cara que se nos permite ver[2].

Tomado de Google
https://www.cuantocabron.com/busqueda/0/rebajas/p/8


[1] Eduardo José Victoria Ruiz. El País – Noviembre 6 de 2021

[2] Un mes con Montalbano. Andrea Camilleri.