lunes, 6 de diciembre de 2021

PENSAMIENTOS MACHISTAS (¿?)

             Me acordé de un pasaje bíblico, del Génesis, el origen de todo, hasta del caos. Y un buen ejemplo, ese pecado original del que cargamos, sin ton ni son, sin culpa ni razón. Y conste que ese génesis, ese origen, no puede atribuirse al pobre hombre, lo dice la Biblia, me escudo en lo escrito (como decían Les Lutiers!).

 

Adán y Eva desobedecen a Dios

La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y le preguntó a la mujer: —¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?

Y la mujer le contestó: —Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.

Pero la serpiente le dijo a la mujer: —No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.

La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas (…) 11 Entonces Dios le preguntó: —¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?

12 El hombre contestó: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.

13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: —¿Por qué lo hiciste?

Y ella respondió: —La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto.

14 Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente: —Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. 15 Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón.

16 A la mujer le dijo: —Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti.

17 Al hombre le dijo: —Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. 18 La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. 19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

 

Pues claro, Ese idiota, el hombre, era inocente, no tenía culpa alguna, exceptuando su estupidez. Había obedecido a la mujer, había cedido a sus incitaciones. No había decidido nada… Desde el principio las decisiones las había tomado la mujer…[1]

 

            Y el pobre Adán debió ver que Por poco no pisó una culebra que se había detenido en el sendero para tomar el sol, y la siguió con la mirada mientras se alejaba lentamente por las hojas marchitas. Parecía un animal inocuo… Aunque ¿no era en parte culpa suya que el hombre hubiese sido condenado al sufrimiento? Una serpiente, una manzana, una mujer…[2]

 

Y con quién discutir sobre su desgracia, si no tenía amigos, el pobre Adán estaba solo y preguntarle a Eva era arriesgado, desde esas ápocas. Claro que, en definitiva, (…) era una mujer. Y por tanto, muy capaz de negar cualquier cosa, incluso aturdida por el sueño. No; hacer eso sería un error garrafal por su parte. Lo mejor era armarse de paciencia y esperar para sacar el tema en el momento más adecuado. Pero ¿cuál era el momento más adecuado? Además, había que disponer de cierto tiempo, porque también sería un error afrontar la cuestión de forma directa. (Ella) se pondría a la defensiva. No; necesitaba sacarlo a colación dando un rodeo para que ella no sospechara nada.[3]

 

            Aunque viéndolo bien, ese primer problema dio lugar a encontrar exculpasiones por todos lados, a dejar en evidencia la estupidez del hombre y, naturalmente, someterse completamente a ellas, qué podemos hacer, fuera de seguir haciéndonos los pendejos.

 

Le habrían bastado una o dos palabras confusas, el mínimo indispensable para construir un castillo de acusaciones basadas en la nada, al estilo jesuita.[4]

Tomado de Google
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[1] Marco Vicchi. La fuerza del destino.

[2] Marco Vicchi. La fuerza del destino.

[3] La sonrisa de Angelica. Andrea Camilleri.

[4] La sonrisa de Angelica. Andrea Camilleri.

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