viernes, 29 de octubre de 2021

SOPLADORES

            En un concurso de sopladores de vidrio, uno de los concursantes presentó su proyecto y explicó que lo había hecho pensando en lo que deseaba, en lo que realmente había hecho y en lo que le hubiera gustado que hubiera quedado.

 

A su obra la llamó: la idea de la ausencia del algo.

 

Y esa ausencia me llevó a pensar en ello, en la ausencia. Y la ausencia, por definición, es el no tener algo que se tuvo y que por cualquier circunstancia de la vida ya no se tiene, perdido o dejado, arrebatado o abandonado.

 

Pero la profundidad de la frase vino de la palabra misma. La ausencia del algo. Ausencia, tal vez en extremada acepción, de un algo que pareciera que nunca se tuvo, pero que siempre se deseó, pero que efectivamente no se tiene.

 

Esa es la ausencia del algo que en los entresijos del alma mantiene íntima correlación, de un anhelo insatisfecho, por el algo ausente de ese algo irreconocible.

 

Aborrezco la triste rutina de la vida.[1]

Tomado de Google
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[1] Elementary. Serie de Netflix.

miércoles, 27 de octubre de 2021

CORAZÓN

           Tal vez sea trivial pero una canción que gravitaba en mi mente desde hace unos días -de esas canciones que en silencio aparecen y se quedan como invitado que no se quiere ir y que se despide sin irse- se volvía recurrente, sin razón.

 

Una canción que hablaba del corazón, de mi propio corazón y de allí su nombre, cantado por Mirabai Ceiba[1], pero no cantando propiamente al órgano, sino al corazón de antaño, en donde pensaban que reposaban todos los sentimientos, los sentimientos del ayer, no como los de hoy, que dicen que reposan en el entresijo del cerebro.

 

Y decía: Corazón, de mi corazón/ Que me haces palpitar/ Se libra una batalla en mi alma/ Cada momento de despertar/ Y darme cuenta que no hay mas/ Que detenerme y respirar/ Y dar un paso a la vez/ Y nada más...

 

Sí, ese corazón que me hace palpitar, el que mantiene en tensión, supongo que al cerebro, de ese corazón lleno de sentimiento que no se detecta por electros ni holteres, que no descubre sus grietas, sus punzadas ni permite oír los engranajes íntimos de ese corazón, enamorado o abandonado, nostálgico o esperanzado. Ese que quisiera decir que lo mejor es detenerme y respirar/ Y dar un paso a la vez/ Y nada más... Como en la vida, detenerse, respirar, dar un solo paso y nada más, así de sencillo.

 

Corazón, de mi corazón
Que me haces palpitar
Me caigo, me rompo, me muero
Cada momento de despertar
Y darme cuenta que no hay más
Que detenerme y respirar
Y dar un paso a la vez
Y nada más.[2]

 

Ese y nada más con que concluye, tal vez sea respuesta a lo que un electro no puede explicar.




[2] Cantado suena más bonito, seguro, pero no en mi voz.

lunes, 25 de octubre de 2021

A PESAR DE LAS DECISIONES, LA VIDA SIGUE IGUAL

             Rubén Blades lo expresa en un párrafo:  ¡Tapate!/ (Cada día) - ¡Tú veras! / (Alguien pierde, alguien gana)/ (¡Ave María!)/ (Decisiones, todo cuesta)/ (Salgan y hagan sus apuestas)[1].

 

            Sí, tal vez lo mencioné en otra oportunidad, pero me reitero, todos los días son decisiones y así me vi cualquier día que pasó. Verme en una esquina pensando si tomo la derecha, para ir a casa o la izquierda, para ir al mercado. Mirar al cielo, para que me ayude a decidir, no por la influencia divina, sino por las nubes, señaladores que indican si, según su negritud, tomo hacia la derecha o hacia la izquierda, con posibilidades de equivocarme, teniendo en cuenta que en materia meteorológica no soy acertado, como no lo son quienes lo predicen. Y con posibilidades de equivocarme en la decisión, porque nadie asegura que las decisiones que se tomen resulten o no acertadas, solo después de ejecutadas es cuando uno puede vanagloriarse o maldecir, pero en eso radican las decisiones, en saber aceptar las consecuencias, porque todo ha de tener consecuencias, así sea en la nimiedad a la que me he referido.

 

            Y entonces en mi ayuda acude Julio Iglesias[2] y me consuela, con aquello de que: Al final las obras quedan las gentes se van/ Otras que vienen las continuarán/ La vida sigue igual.

 

Sí, al final la vida sigue igual, con una curiosidad notada a último momento, en ambas canciones, el título nada más es eso, un espacio simple, dentro de otro contexto, mucho más largo.

  

Napoleón esbozó una sonrisa forzada. Un consejo, Junot. Nunca interrumpa a su enemigo cuando está cometiendo un error.
—¿Señor?
—Mire. —Napoleón levantó el palo en dirección a los fuertes. Está abandonando el campo. No nos hace falta atacar. ¿Qué pasa si lo hacemos y deciden mandar refuerzos a los defensores? Entonces estaría todo perdido. En ocasiones, ganas más si no haces nada. (3)

Tomado de Facebook
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=GyhwmZAQB-Y

[2] https://www.youtube.com/watch?v=ULT_k5lvClY

(3) Sangre joven. Simon Scarrow.

viernes, 22 de octubre de 2021

CAÍN

             Una historia tal vez mal contada, de pronto una historia con mal final, un fallo judicial tal vez injusto, así fuera divino. Para este caso, me baso en la historia contada por dos libros, respetables, según dicen algunos. La Biblia[1] y el Libro de Urantia[2]. Ambos cuentan la historia, sin saber si realmente es historia y son respetables, porque así lo sostienen algunos. No estoy seguro de ninguna de las dos afirmaciones, pero así la leí.

             El cuento es que, en resumen, Caín mató a Abel y así hemos creído en la historia (o en el cuento), sin tener mayores antecedentes o sin contar con el contexto necesario, como se dice ahora.

             Caín, el mayor, agricultor. Abel, el menor, pastor. Al parecer Caín era el Caín de la familia y Abel, el de mostrar, el ejemplo de la familia, todo buenito él. Es decir, de entrada, la rivalidad nació en casa y no me aventuro a conjeturar más.

             Al parecer, cada tanto se debía rendir tributo a la divinidad. El uno llevaba lo mejor de su cosecha, el otro lo mejor de sus ovejas. (3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas).

            Y aquí comienza a moverse la historia. Al parecer Dios era proclive a la segregación y prefería al bonitico de la casa:  Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Sagrada palabra de la Biblia, no es invento mío. Por su parte Urantia lo reconoce claramente: 76:2.4 (848.4) Nunca se llevaron bien los dos jóvenes, y este asunto de los sacrificios contribuyó más al creciente odio que se tenían. Sabía Abel que era hijo de Adán así como de Eva y nunca dejó de recalcarle a Caín que Adán no era su padre. Caín no era de pura cepa violeta puesto que su padre era de la raza nodita que más tarde se había mezclado con el hombre azul y rojo y con la cepa andónica aborigen. Todo lo antedicho, sumado a la herencia belicosa natural de Caín, hizo que éste abrigara un odio hacia su hermano menor que aumentaba sin tregua. Ya ni se podían ver y con ese cuento de que usted no es hijo de mi papá, pues la cosa estaba clara. De lo que deduzco que Abel no era tan angelito como lo pintan. También se la buscó.

          Y es así como la rivalidad terminó en lo que terminó: 76:2.5 (848.5) Los muchachos tenían dieciocho y veinte años respectivamente cuando se resolvió finalmente la tensión entre ellos; un día, las mofas de Abel enfurecieron a su belicoso hermano hasta tal grado que Caín, sobrecogido por su ira, lo mató.[3] Así quién no se emputa? Me digo en silencio.

 

Y viene la famosa frase bíblica: 9 Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (sería que una respuesta en ese tono es pecado, mas tratándose de Dios?) Aunque ya vimos que Dios le tenía también su tirria a Caín. Y siendo Dios el juzgador, cómo recusarlo y ante quién, por aquello de la manifiesta enemistad entre juzgador y juzgado, tal como ha quedado escrito? Buena pregunta, me digo y la consecuencia, falta de imparcialidad del juzgador.

 

Pero sigamos: 76:2.7 (849.1) De la muerte de Abel supieron sus padres cuando sus perros llevaron el rebaño a casa sin amo. Para Adán y Eva, Caín iba convirtiéndose rápidamente en el sombrío recuerdo del desatino de ellos, y le alentaron a decidirse a abandonar el jardín. 76:2.8 (849.2) La vida de Caín en Mesopotamia no había sido feliz que digamos, ya que, de manera tan particular, él era símbolo de la falta. Esto nos lleva a pensar que la discriminación contra Caín también provenía de los padres, al que consideraban que no era tan bonitico como el Abel. En Urantia[4] hay una interesante referencia al medio en que se educaron y a las condiciones ambientales que definieron el carácter de cada uno, que puede llevar a exculpación, modernamente hablando.

 

Y llegando al final de la historia, Dios (o Jehová, como se prefiera) sin fórmula de juicio lo expulsó de las tierras paternas: 11Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. Bonita sentencia, al menos en Urantia dice que fueron los padres (Adán y Eva) los que lo sacaron corriendo de la tierrita.

 

Y me sigo preguntando, en dónde quedaba la bondad del señor Dios? Sin juicio y maldiciéndolo sentenció. Ni siquiera le oyó en descargos, ni decretó pruebas, ni se tuvieron en cuenta los exculpantes ni atenuantes. Sentencia a rajatabla y sin apelación, ni recurso alguno adicional, no como ahora que se usa (y abusa). En términos actuales, Dios actuó de manera irresponsable administrando justicia, no respetó los derechos de Caín y éste, creo yo, hoy merecería una indemnización bien justificada, por falta de la aplicación de la debida justicia.

 

Eso se llama justicia divina. Y por último me pregunto si así será el juicio final; si así es, me jodí!

 

Dios no era amable ni misericordioso. Dios era un monstruo más perverso que el demonio, el cual, por lo menos, no hacía alardes de virtud.[5]


—¿Quiere que le diga una cosa, padre Barbera? Yo a veces me pregunto qué pruebas tenía Dios para acusar a Caín del homicidio de Abel. (6) 


Tomado de Google



[1] https://www.bible.com/es/bible/149/GEN.4.RVR1960

[2] https://www.urantia.org/es/el-libro-urantia/documento-76-el-segundo-jardin

[3] En este punto la Biblia es más bien parca e induce a pensar en premeditación de parte de Caín: 8Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Así no más. Una versión más bien endeble y parcializada, me digo.

[4] 76:2.6 (848.6) El análisis de la conducta de Abel establece el valor del medio ambiente y la educación como factores en el desarrollo del carácter. Abel tenía una herencia ideal, y la herencia forma los cimientos de todo carácter; pero la influencia de un ambiente inferior neutralizó virtualmente esta magnífica herencia. A Abel, mayormente en edad temprana, le afectó considerablemente su ambiente adverso. Habría llegado a ser una persona totalmente diferente, si hubiese vivido hasta los veinticinco o treinta años; su espléndida herencia, en este caso, se habría dejado ver. Aunque un buen ambiente no puede contribuir gran cosa a sobreponerse en rigor a los defectos del carácter de una herencia vil, un ambiente malo puede dar al traste de forma muy eficaz con una excelente herencia, a lo menos durante los primeros años de la vida. Un buen ambiente social y una educación adecuada son factores indispensables para hacer que se aproveche al máximo una buena herencia.

[5] La huida de Morgan. Colleen McCullough.

(6) El miedo de Montalbano. Andrea Camillieri.

miércoles, 20 de octubre de 2021

QUÉ PASARÍA SI NOS QUEDÁRAMOS SIN INTERNET?

             Me preguntaba qué pasaría si nos quedáramos sin internet unos cuantos días.

 -          Quééé eso es imposibleeee!

 Gritará la mayoría. Es imposible… como fue imposible que en el año 2020 azotara una pandemia a toda la humanidad. Un gran imposible, pero sucedió.

 Y veo que hace unos días no hubo ni Facebook, ni guasap, ni Instagram y creo que la mayoría hubiera gritado: Quééé eso es imposibleeee!

 Si quedara fuera de servicio el internet, ya me imagino a toda la humanidad mirando cada cinco minutos si ya había llegado señal, en eso se la pasarían, hasta que se aburrieran y empezaran a ver qué van a hacer sin la señal. Ver televisión? Lo dudo, puesto todos estamos conectados a esa señal.

 Sí, qué pasaría. Cómo la pasarían… Sin plan B, porque el celular, el internet y todo lo correlacionado estarían sin señal. Ni en la oficina se salvarían, porque caída internet, caída la red.

 Qué angustia, se dirá la mayoría, porque ya no saben cómo perder el aburrimiento sin estar conectado.

 Pobrecitos, pienso yo, aunque sea parcialmente esclavo de ese internet, pero creo que no entraría ni en angustia ni en aburrimiento.

 Quééé eso es imposibleeee! Seguirán pensando muchos, pero es posible, la matriz de riesgos así lo indica. Recuerdo cuando esa misma frase se decía antaño respecto de empresas, públicas y privadas, emblemáticas, pero hoy ya no están, con decir que casi todas las entidades en donde trabajé ya no están y no creo que yo haya sido el causante de su desaparición.

 Quééé eso es imposibleeee! No, ya no hay imposibles, hoy todo es posible, aún en la dimensión desconocida. 

—Si sucedió algo, lo recordaré; desde que me jubilé paso los días sacando brillo a los recuerdos.[1]

Tomado de Google
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[1] Un mes con Montalbano. Andrea Camilleri.

lunes, 18 de octubre de 2021

NUEVAMENTE EL ESPEJO

             Tal vez todos los días nos miramos ante el espejo, lavándonos los dientes o las manos o echándonos la loción, pero son miradas ajenas, de esas que miran pero no ven, por no ser interesante o simplemente estar ocupado con sus pensamientos o estar hablándose a uno mismo.

 

            Pero llega un día en que algo le llama la atención y mira fijamente, pero tal vez con algo de sorpresa, al sorprenderse que no reconoce al reflejado. No se parece a la imagen que alguna vez tuvo años atrás y es precisamente eso lo llamativo. Se hace notoria la pérdida de pelo, las pronunciadas ojeras, el aumento de canas, el incremento de arrugas, qué sé yo lo que hizo fijar esa mirada en otra mirada que le parece ajena y que no es posible mantener, porque algo de vergüenza puede aflorar. Qué sé yo.

 

            Y vencida esa vergüenza entra el detalle reflejado. En efecto, las canas que no estaban el día anterior, una pata de gallina adicional, una arruga que hasta el momento había pasado desapercibida. Son detalles que nos cimbran, nos mueven la tierra porque nos hace pensar en el tiempo pasado, en cuándo aparecieron las canas, cuándo se fue el pelo, cuándo empecé a arrugarme. Preguntas sin respuesta, porque fueron cambios sutiles, tan sutiles que avizoran que la vejez ya empezó y que ya no hay retroceso, así se apliquen el botox, pues el tiempo no perdona, por más zancadillas que quieran ponérseles.

 

            Y es entonces cuando se decide mejor no verse reflejado en el espejo, es mejor que ese desconocido siga su camino, sin nada qué añadir, dándole la espalda, porque ese no soy yo, sigo siendo el de ayer y ese de hoy, ya no se parece a mí.

 

            Cosa tan jodida!

 

Montalvano se asustó, le dio miedo sufrir un ataque de dismorfofobia que, como le había explicado un amigo psicólogo, venía a ser el temor a no reconocerse en el espejo[1].

Tomado de Facebook
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[1] Andrea Camilleri. Un mes con Montalvano.

viernes, 15 de octubre de 2021

FRASES AMBIGUAS

             Resultan también peligrosas, como aquella que uno no sabe si es una amenaza o una autorización: tú verás…es cosa tuya…

 

            Por mí no le doy permiso, pero pregúntele a su papá… Sí pero no, pero en cualquier caso, implícita lleva la delegación de responsabilidad o, si se quiere, si algo sale mal, ya se sabe a quién echarle la culpa.

 

            Pues se atiene a las consecuencias… Fatal sentencia y peor, cuando se abstiene de las consecuencias, la cáscara que se viene: Y por qué no lo hizo?

 

            Ambiguo: Que puede entenderse o interpretarse de diversas maneras. Y la falta de capacidad de hacer una buena pregunta (no refutable, claro está) nos lleva a que también significa: Que actúa con poca decisión, seguridad o firmeza. Es decir, ambiguas tanto pregunta como respuesta, es decir, está jodido por lado y lado!

 

            Son frases amenazantes, son traidoras, son, en una palabra, frases dominadoras, a cuyo yugo es difícil de obtener la liberación, porque siempre dejan ese dejo… ese dejo de culpabilidad, de culpabilidad de haber obedecido o de haber desobedecido.

 

            Qué ambigüedad tan berraca, me digo.

 

Cuando Dios te ficha, lo hace con autoridad.[1]


Tomado de Facebook


[1] A cualquier precio. David Baldacci.

miércoles, 13 de octubre de 2021

ENCUESTA DEL DANE. SAINETE EN TRES ACTOS

 PRIMER ACTO. PREPARATIVOS

 

            A mediados de septiembre timbran a mi puerta y me encuentro con unos encuestadores del Dane informando que en los próximos días van a hacer una encuesta de hogares. Naturalmente el nombre de la encuesta es tan largo que me pierdo en entresijos pensando de qué se trata.

             Pasan los días y no aparecen, al menos mientras yo estaba en casa. Pensé en que me había librado. En 8 de octubre, en horas de la noche, llaman nuevamente a mi puerta y me entregan un papel en que dicen que me van a encuestar el sábado 9, a cualquier hora del día, cosa de por sí ya usual, tratándose de citas programadas, que significan: no se mueva de la casa en todo el día. Así nada más.

             Pasó el sábado y aparentemente no hubo visita, aunque, naturalmente tampoco estaba dispuesto a quedarme encerrando, teniendo ya programado el sábado, por lo que no supe si vinieron o no.

 

            Salí de la duda, cuando el 11 llamaron a mi puerta y era una muchacha encuestadora. Ni modo había que recibirla. Luego supe que el artículo no se cual, del decreto ni idea cual, imponía multa al que no atendiera la encuesta. En conclusión, me salvé de taquito.

 SEGUNDO ACTO. LA ENCUESTA

             Gracias a la tecnología la encuesta venía en Tablet, aunque intuyendo las preguntas me permití sugerir que me diera la Tablet y yo la llenaría, pues tenía lectura rápida. Pura paja, lo que quería era impedir que se prolongara el tiempo con la lectura directa de la encuestadora, preguntarme las opciones, anotarlas y así ver cómo pasaba el infinito tiempo que suponía duraría. Mi idea era acortarla lo más posible. Afortunadamente me lo permitió, lo que hizo más ágil, si se puede decir, llenar el formulario electrónico. La que terminó aburriéndose, más que yo, fue la encuestadora al verme contestar directamente en la Tablet.

             Uno empieza impulsado a contestar preguntas, con entre dos y diez o más alternativas, como la primera: en qué tipo de vivienda vive. Opciones: a) en piso de tierra, sí o no; b) en piso encementado, sí o no; c) en piso de madera, sí o no; d) en piso de mármol, sí o no; e) en piso de tableta o cerámica, sí o no; ya no me acuerdo de la f), g) o h) que le seguían. Esa pregunta ya empezó mi indisposición, si vivo en un edificio… Eran como veinte preguntas por cada capítulo y había un sinnúmero de capítulos, por lo que pude ver a lo largo del cuestionario, dedicadas al tema de vivienda, salud, ingresos, estudios, embarazos. A los veinte minutos ya estaba cansado y solo estaba empezando porque cada uno de los habitantes debían responderlas, aunque no lo sabía hasta que terminé yo, luego de otros quince minutos, me imagino. Sentí que no era una encuesta, era una confesión, una larga confesión de un penitente habitante de esta ciudad que no tenía la culpa de vivir allí. La encuestadora tampoco tenía la culpa, simplemente se ganaba su sustento haciendo eso, aburriéndose con el entrevistado, con las mismas preguntas que tendría que hacerle a ene número de otros entrevistados. Vaya trabajo tan jarto!

             Facilito contesté como más de cien preguntas con cerca de diez alternativas en promedio. Fue casi una hora de tiempo perdido que hubiera aprovechado perdiendo el tiempo en otras cosas, más fructíferas, supongo, como procrastinando.

 TERCER ACTO. CONCLUSION

             No supe si reír o llorar con las últimas preguntas.

             Se considera usted rico? En voz alta me dije, depende, si es frente a Luis Carlos Sarmiento…

             Se considera usted feliz? En silencio me respondí… o mejor, no me respondí, quedé mudo con la pregunta.

             Por último, servirá para algo? Y por qué no hacen las encuestas por estratos, me pregunto también, pero estamos en este país, Ay país, país, país, cantaba Piero.

             Así finalizó este sainete[1]. 

Si los gobiernos no desperdiciasen el dinero que los ciudadanos han ganado con tanto esfuerzo, entonces «¿cuál sería la función de los gobiernos?», pensó.[2]

Tomado de Facebook


[1] Pieza teatral breve de tema jocoso y normalmente de carácter popular. Google.

[2] A cualquier precio. David Baldacci.

lunes, 11 de octubre de 2021

PALABRAS QUE DESCRESTAN

            Hoy se ha impuesto un modo particular de hablar, aparte de los tales emoticones que suplantan palabras, y se trata de palabras que descrestan (o las que los oyentes calificarían de insoportables o petulantes) y que contienen un lenguaje rimbombante para aparentar la moderna cultura de quien las utiliza. (No hablo de los de la izquierda con su eterno lenguaje disociativo y pugnante).

 

Son palabras que pretenden contener la sabiduría, oídas y repetidas infinitamente, lo que las hace lucientes pero que muchos de esos repetidores no tienen idea del concepto que pueden representar.

 

Son palabras como:

 

-       Constructo (que me suena a arquitecto, mas no de maestro de obra);

-       Concienciar (cuando lo oigo me parece que es como concientizar, pero a la brava, a las malas, con un palo);

-       Tejido social (siempre la he visto como un cubrelechos multicolor que se extiende sobre la sociedad, sin identidad, sin norte);

-       Proceso democratizador (me parece como si contuviere un tinte dictatorial disfrazado);

-       Crédito no reembolsable (algo así como gratis, pero así usada para que no se vea tan evidente);

-       Pobreza multidimensional (me huele a la pobreza y miseria que existe en el universo, en los diversos planetas, y a una forma en que los ricos no hacen sentir tan mal a los pobres).

 

Y así podría uno seguir hasta el fin de los tiempos, en un eterno constructo que busca concienciar al tejido social, en un proceso democratizador, especialmente dirigido a aquellos que sufren la pobreza multidimensional y que no tienen derecho ni siquiera a un crédito no reembolsable, a un crédito condonable. Pobres de ellos!

 

Guácalas, me digo!

 

… y se permitió el lujo de entonar una elegía a la desaparición de las estaciones intermedias. ¿Qué había sido de ellas? Puede que, arrastradas por el ritmo cada vez más rápido de la existencia humana, también se hubieran acomodado a la nueva situación: habían entendido que ellas significaban una pausa y por eso habían decidido desaparecer, porque hoy en día no hay lugar para ninguna pausa en esta carrera delirante que se alimenta de infinitivos: nacer, comer, estudiar, follar, producir, zapear, comprar, vender, cagar y morir. Pero unos infinitivos que duran un nanosegundo, un visto y no visto. ¿Acaso no hubo un tiempo en que existían otros verbos? Pensar, meditar, escuchar y, ¿por qué no?, haraganear, dormitar, divagar… [1]


Tomado de Facebook
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[1] El olor de la noche. Andrea Camilleri.

viernes, 8 de octubre de 2021

FRASES AJENAS

             En lista de espera tengo unas frases ajenas, que muchas veces siento que pudieran haber sido dichas por mí, pero desafortunadamente son otros los que las escriben, con mayor lucidez. Son pensamientos que dichos al aire o escritos en su momento, dan qué pensar. Y mucho.

 *

 

Los recuerdos no se esfuman y desaparecen. Están todos ahí, escondidos bajo la delgada costra de la consciencia. Incluso los que creíamos perdidos para siempre. A veces se quedan allí debajo toda una vida. Otras, en cambio, ocurre algo que hace que reaparezcan[1].

 

Son intimidades que no valen la pena que resurjan, creo.

 

**

 

Me parecía un inquietante presagio del deterioro de mis facultades mentales. Una chorrada, naturalmente, porque yo los nombres jamás los había recordado y tenía el mismo problema a los veinte años. Pero pasados los cuarenta los pensamientos estúpidos se multiplican y los fenómenos insignificantes se convierten en síntomas de la vejez inminente[2].

 

            Y es allí en donde nos planteamos, desde cuándo empezamos a olvidar.

 

***

 

—¿Ah, no? Y eso, ¿por qué?
—Porque tú no olvidas, desplazas. Lo cual es otra cosa[3].

 

            Lo selectivo que es el recuerdo, cuando nos conviene.

 

****

 

La escritura se oía. Pocos imaginaban que fuera posible leer de otra manera.
Hablemos por un momento de ti, que lees estas líneas. Ahora mismo, con el libro abierto entre las manos, te dedicas a una actividad misteriosa e inquietante, aunque la costumbre te impide asombrarte por lo que haces. Piénsalo bien. Estás en silencio, recorriendo con la vista hileras de letras que tienen sentido para ti y te comunican ideas independientes del mundo que te rodea ahora mismo. Te has retirado, por decirlo así, a una habitación interior donde te hablan personas ausentes, es decir, fantasmas visibles solo para ti (en este caso, mi yo espectral) y donde el tiempo pasa al compás de tu interés o tu aburrimiento. Has creado una realidad paralela parecida a la ilusión cinematográfica, una realidad que depende solo de ti. Tú puedes, en cualquier momento, apartar los ojos de estos párrafos y volver volver a participar en la acción y el movimiento del mundo exterior. Pero mientras tanto permaneces al margen, donde tú has elegido estar. Hay un aura casi mágica en todo esto[4].

 

            Y tal vez por eso prefiero no hablar de mí.

 

*****

 

Más allá de ciertos límites, la única posibilidad de expandir nuestra memoria depende de la tecnología. Esas transformaciones son a la vez peligrosas y fascinantes. La línea que separa nuestras mentes de internet se está volviendo cada vez más borrosa. Se ha instalado entre nosotros la impresión de que sabemos todo aquello que podemos localizar gracias a Google. Cuando se reúne un grupo de gente, suele haber alguien que se lanza a comprobar los datos de la conversación con su teléfono inteligente. Se zambulle en la pantalla como un ave acuática y, tras una consulta rápida, emerge con el pez en el pico, aclarando todas las dudas sobre el nombre de aquel actor o cuáles son los días perfectos para pescar el pez plátano[5].

 

******

 

—¿Cómo eras cuando tenías mi edad?
—No lo sé. Nunca se me ha dado bien hablar de mí, quiero decir, hablar de mí de forma creíble. Creo que es un fenómeno bastante frecuente. Pídele a alguien que conoces bien que se describa y comprobarás que casi nadie sabe hacerlo. En el mejor de los casos sueltan algún estereotipo más o menos elaborado. En otros, te cuentan las fantasías en las que ellos mismos tienen necesidad de creer.
—Vale, pero ¿había algo que te gustaba de verdad? [6]

 

            Y sigo pensando que es mejor no hablar de mí.

 

*******

 

 

Un verdadero imbécil, muy difícil de encontrar en estos tiempos en que los imbéciles se disfrazan de inteligentes[7].

 

            Y la gran variedad que hay.

 

********

 

—¿Y cree que puedo serle útil?
—Ciertamente. Pero antes una pregunta: ¿un cura que miente comete pecado?
—Si la mentira es para un buen fin, no creo.[8]

 

            Me pregunto si fue la iglesia también la que nos enseñó a buscar la exculpación, para sentirnos mejor.

 

*********

 

Como escritor de ficción, tengo plena libertad para hacerlo. Se trata de una licencia que me permite la Declaración de Derechos del Novelista, bajo el apartado «¿Para qué molestarse con la verdad cuando te la puedes inventar?». Fue debidamente promulgada por el Congreso, organismo augusto que goza de una experiencia envidiable al respecto[9].

 

            Eso me autoriza a escribir todas las barbaridades que vengo haciendo.

Tomado de Facebook
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[1] Las perfecciones provisionales. Gianrico Carofiglio.

[2] Dudas razonables. Gianrico Carofiglio.

[3] El olor de la noche. Andrea Camilleri.

[4] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

[5] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

[6] Las tres de la mañana. Gianrico Carofiglio.

[7] El ladrón de meriendas. Andrea Camilleri.

[8] . Un mes con Montalbano. Andrea Camilleri.

 [9] David Baldacci.