lunes, 11 de octubre de 2021

PALABRAS QUE DESCRESTAN

            Hoy se ha impuesto un modo particular de hablar, aparte de los tales emoticones que suplantan palabras, y se trata de palabras que descrestan (o las que los oyentes calificarían de insoportables o petulantes) y que contienen un lenguaje rimbombante para aparentar la moderna cultura de quien las utiliza. (No hablo de los de la izquierda con su eterno lenguaje disociativo y pugnante).

 

Son palabras que pretenden contener la sabiduría, oídas y repetidas infinitamente, lo que las hace lucientes pero que muchos de esos repetidores no tienen idea del concepto que pueden representar.

 

Son palabras como:

 

-       Constructo (que me suena a arquitecto, mas no de maestro de obra);

-       Concienciar (cuando lo oigo me parece que es como concientizar, pero a la brava, a las malas, con un palo);

-       Tejido social (siempre la he visto como un cubrelechos multicolor que se extiende sobre la sociedad, sin identidad, sin norte);

-       Proceso democratizador (me parece como si contuviere un tinte dictatorial disfrazado);

-       Crédito no reembolsable (algo así como gratis, pero así usada para que no se vea tan evidente);

-       Pobreza multidimensional (me huele a la pobreza y miseria que existe en el universo, en los diversos planetas, y a una forma en que los ricos no hacen sentir tan mal a los pobres).

 

Y así podría uno seguir hasta el fin de los tiempos, en un eterno constructo que busca concienciar al tejido social, en un proceso democratizador, especialmente dirigido a aquellos que sufren la pobreza multidimensional y que no tienen derecho ni siquiera a un crédito no reembolsable, a un crédito condonable. Pobres de ellos!

 

Guácalas, me digo!

 

… y se permitió el lujo de entonar una elegía a la desaparición de las estaciones intermedias. ¿Qué había sido de ellas? Puede que, arrastradas por el ritmo cada vez más rápido de la existencia humana, también se hubieran acomodado a la nueva situación: habían entendido que ellas significaban una pausa y por eso habían decidido desaparecer, porque hoy en día no hay lugar para ninguna pausa en esta carrera delirante que se alimenta de infinitivos: nacer, comer, estudiar, follar, producir, zapear, comprar, vender, cagar y morir. Pero unos infinitivos que duran un nanosegundo, un visto y no visto. ¿Acaso no hubo un tiempo en que existían otros verbos? Pensar, meditar, escuchar y, ¿por qué no?, haraganear, dormitar, divagar… [1]


Tomado de Facebook
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[1] El olor de la noche. Andrea Camilleri.

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