Hoy se ha impuesto un modo particular de hablar, aparte de los tales emoticones que suplantan palabras, y se trata de palabras que descrestan (o las que los oyentes calificarían de insoportables o petulantes) y que contienen un lenguaje rimbombante para aparentar la moderna cultura de quien las utiliza. (No hablo de los de la izquierda con su eterno lenguaje disociativo y pugnante).
Son
palabras que pretenden contener la sabiduría, oídas y repetidas infinitamente,
lo que las hace lucientes pero que muchos de esos repetidores no tienen idea
del concepto que pueden representar.
Son
palabras como:
-
Constructo
(que me suena a arquitecto, mas no de maestro de obra);
-
Concienciar
(cuando lo oigo me parece que es como concientizar, pero a la brava, a las
malas, con un palo);
-
Tejido
social (siempre la he visto como un cubrelechos multicolor que se extiende
sobre la sociedad, sin identidad, sin norte);
-
Proceso
democratizador (me parece como si contuviere un tinte dictatorial disfrazado);
-
Crédito
no reembolsable (algo así como gratis, pero así usada para que no se vea tan
evidente);
-
Pobreza
multidimensional (me huele a la pobreza y miseria que existe en el universo, en
los diversos planetas, y a una forma en que los ricos no hacen sentir tan mal a
los pobres).
Y
así podría uno seguir hasta el fin de los tiempos, en un eterno constructo que
busca concienciar al tejido social, en un proceso democratizador, especialmente
dirigido a aquellos que sufren la pobreza multidimensional y que no tienen
derecho ni siquiera a un crédito no reembolsable, a un crédito condonable.
Pobres de ellos!
Guácalas,
me digo!
… y se permitió el lujo de entonar una
elegía a la desaparición de las estaciones intermedias. ¿Qué había sido de
ellas? Puede que, arrastradas por el ritmo cada vez más rápido de la
existencia humana, también se hubieran acomodado a la nueva situación: habían
entendido que ellas significaban una pausa y por eso habían decidido
desaparecer, porque hoy en día no hay lugar para ninguna pausa en esta carrera
delirante que se alimenta de infinitivos: nacer, comer, estudiar, follar,
producir, zapear, comprar, vender, cagar y morir. Pero unos infinitivos que
duran un nanosegundo, un visto y no visto. ¿Acaso no hubo un tiempo en que
existían otros verbos? Pensar, meditar, escuchar y, ¿por qué no?, haraganear,
dormitar, divagar… [1]
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