lunes, 4 de octubre de 2021

Y HABLANDO DE PALABRAS

             Cuando las palabras faltan, el pensamiento se agita. Cuando las palabras sobran, el pensamiento se acalla.

 

            Pensar que todo se reduce a la palabra, es la expresión de la vida. Están en el recuerdo, cuando se quiere expresar; están en la intimidad, cuando se quieren reflejar. Pero en los sueños no están, porque en ese mundo, las palabras sobran, se truecan por imágenes, aunque digan lo mismo, porque la una no requiere de la otra, porque, sin saberlo, la una es la otra, son lo mismo y vuelven a lo mismo. Es el mundo sin palabras, aunque se crea que el mundo sin palabras es el silencio, es silencio absoluto, el aterrador, el insoportable, aquel que nunca hemos sentido efectivamente, porque aún en silencio, palabras o imágenes dicen mucho, dicen poco, pero dicen algo. Pero el silencio absoluto lo niega todo, por ello, tal vez por ello, sea un medio efectivo de tortura.

 

            Por eso, cuando las palabras faltan, lo mejor es callar y si las palabras sobran, igualmente es mejor callar. Para qué exponerse.

 

—¿Por qué no dejaste que te viera antes?

—Porque me gusta observarte cuando existes sin mí. [1]

Tomado de Facebook
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[1] El perro de terracota. Andrea Camilleri.


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