lunes, 25 de noviembre de 2019

UNA NOCHE COMO CELADOR



            El vandalismo me lleva a la reflexión. Estando en toque de queda, una sensación no tenida desde hacía como cuarenta años afloró nuevamente. Estando en la noche, ya acostado en medio de un sopor lindante con el adormecimiento una alarma hizo que naciera la sensación aquella del qué pasará. Ver cómo de los apartamentos sale la gente alocadamente, reuniéndose en la plazoleta y se ve que van con palos, con armas improvisadas, con lo que se encontró en el camino, listos a la defensa. El contagio es automático y me incluí, porque pensaba que el miedo no podía imponerse, al menos en mí, no me había robado nada y nadie tenía derecho a quebrantar mi seguridad, es decir, andaba predispuesto a repartir palo sin importar las consecuencias, pues primero está lo de uno, literalmente.

            Los rumores de los sucedido son muchos, tantos como vecinos había. Y previamente contaminados por las redes sociales y noticieros que relataban vandalismo en todos lados y uno pensando que estaba lejos de la guerra sucia, iniciada por unos cuantos, no muchos pero que hacían por muchos. Por eso había que hacer uso de la valentía escondida y pensar que aquí valía todo, eran ellos o nosotros, sonaba en el ambiente. Sin dudar es necesario en esos momentos hacer acopio de valentía. Es cierto que sobresale cuando son varios los que pretendemos ser valientes, sin haberlo sido nunca.

            Bajo ese lema sólo queda pensar: matar o morir, así sea en el intento. El instinto asesino sobresale a pesar de que es claro, ellos son expertos y profesionales, mientras que uno, es un mero iniciado.

            En consecuencia, la noche será larga, defendiendo lo de uno. Y ese largo tiempo de espera, que no pase nada, lleva a pensar: Alguien vio a los vándalos? Parece que nadie, el uno dice que fue el otro que le contó, el otro que otro más parece que vio pero que no le consta, uno más allá dice que vio un video, pero no de acá y que todos en las redes sacan los videos que se subieron, pero pocos muestran vandalismo. Entonces, simplemente fue una muestra más de cómo infundiendo miedo se logra acobardar a los muchos. Y sigo pensando, será que un grupo de ladrones se van a hacer vandalismo por hacerlo, sin obtener nada? Lo dudo. Exponerse a una multitud con palos, no es negocio para ellos. Otros dicen que son ladrones o vándalos expertos pagados, con un solo interés, el de asustar, el de causar miedo. Pero siendo así, alguien debe estar detrás de todo ello, pero quién? El izquierdoso de Petro? El gobierno? Alguien que le gusta el poder a través del miedo? Son preguntas retóricas, lo sé, nadie podrá sacarme de la duda.

            Sí, son meditaciones en momentos que no se habían vivido, resultado de un paro que en últimas no se sabía ni porqué se convocó. Nada más ver entrevistas a huelguistas que demostraban que no tenían ni idea de cuál era el ideal que perseguían. Marcho por la madre tierra. Los perritos también tienen derecho. Marcho porque la juventud debe ser la que dirige este país. Por los indios del Cauca. Porque no maten más gente. Porque quiten los impuestos. Fueron algunos de los razonamientos que oí en noticieros. Falacias de lo inexplicable. Pero hay que protestar, no importa por qué, periódicamente hay que hacerlo, parece que dice la historia, para no pasar desapercibidos?

            Y he de mencionar los desmadres generados. La muchacha que aplaude a su bendición porque está pintando la pared con un aerosol (sin pensar que son los vándalos del futuro). La otra graciosa influencer que quería saber cómo era el vandalismo y grabó, en medio de risas, cómo con su martillo destruía las estaciones de Trasmilenio (Dios quiera que la cuelguen por eso. Después llorosa aparece diciendo que cualquier humano puede errar. Sí, me la creí, ojalá, como dije, la judicialicen, le hagan pagar todo lo que destruyó y sea ejemplo que no quede impune o por lo menos que le cueste, bien caro). La pobrecita que es golpeada por un policía al que había intentado acuchillar, pero ella es la víctima.

Todo es un sinrazón, ver muchachitos de estrato con la tapita y una cuchara de palo yendo de aquí para allá, para donde convoquen las amistades de estrato, sin saber por qué le dan a la cacerola porque la guerra para ellos es lejana, tienen buena educación (lo digo con la ironía propia de que por estudiar en buena universidad creen que son educados), no pagan impuestos, son los taitas los clavados (si es que no le buscan la comba al palo), no tienen empleo porque no lo necesitan, ellos lo tienen todo, pero es la experiencia de participar en una marcha, no importa de qué. Esos dan risa. Mientras que más atrás marchan los de barrios bajos aledaños. Esos si dan miedo, no por lo que dicen sino por la proclividad a terminar en desmanes, por el solo hecho de la rabia, nacida de la envidia, por los otros que sí tienen. Un círculo vicioso, eso es.

Si yo fuera el gobierno, me digo a modo de consuelo, chumbimba ventiada era lo que les daba, porque este país necesita es orden, qué derecho humanos ni qué carajadas, porque eso es lo que nos tiene jodidos, la falta de autoridad con calzones que imponga el orden que es debido.

Siendo las cuatro de la mañana, cuando todos los que salieron inicialmente ya están roncando porque saben que unos cuatro pendejos seguimos ahí pendientes de la nada, soportando el frío y una eventual gripa, les estamos velando su sueño, porque los vecinos sí tienen solidaridad! Pero ya el cansancio me agota y que sea lo que Dios quiera, que ya pasé por la experiencia de ser celador por una noche.

Amén (dicho con sarcasmo, tilde y una gota de emputamiento).

Lamentablemente, nunca nos hemos podido dar el lujo de escoger a nuestros enemigos.(1)

Tomado de Facebook. (2)

(1) Robert Ludlum, El engaño.
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