En estos días de retiro ordenado, creyendo
que iba a ser más productivo en mis quehaceres, se ha apoderado de mí algún
tipo de abulia, sin querer significar que hayan sido aburridos ni de
aburrimiento, simplemente la rutina cambia una por otra. En mi caso,
pensionado, sin tener que preocuparme por ingresos, lo que a la gran mayoría
debe tenerles en vilo de preocupación, que de alguna manera genera estrés, que conduce
al temor. No puedo hacer por ellas nada más que decirles ánimo. En estos
momentos soy otro anónimo como lo son ellos, sin la presión económica.
Pero bueno, el cuento venía a que ante
tanta ociosidad me preguntaba cómo calculaban los catorce días que se suponen
dominantes para el virus que nos acompaña. Sé que el contagio es geométrico o
exponencial, según quien lo explique, lo que para mis pocos conocimientos de la
materia me dicen que es grave, pero nada más.
Y me confundió el término de cuarentena,
en este caso de catorce o quince días. Mi cerebro siempre procesó la cuarentena
según su origen y que a lo largo de la historia determinó que fueran cuarenta,
de aislamiento. Y ahora, tratando de compaginar una cuarentena de quince días,
mi cerebro se niega a aceptarlo, como noción, aclaro. Porque no entiendo esos cálculos
que hacen, factorizaciones que nunca comprendí y cuando salen expertos tratando
de explicarlo a los neófitos como yo, terminan confundiéndonos más, por aquello
de la jerga que usan. Y lo peor de todo es que cuando se concentran en curvas,
declinaciones, clímax, aparece otro genio que dice que la información no es
correcta precisamente porque no se tuvieron en cuenta otros factores, otras
situaciones, otras variantes. Y queda uno sintiéndose más ignorante de lo que
estaba inicialmente.
Y no ayudan para nada las noticias y menos
el ver a ciertos gobernantes vacilantes e indecisos, cuando uno esperaba
cojones y los encuentra donde menos los espera, la que no tiene cojones, pero
que sabe mandar, la alcaldesa.
Y si cuarentena son cuarenta por qué no
decirlo simple y llanamente, pero es que tenemos gobernantes vergonzantes,
aculillados, por no decir cobardes.
Y la otra inquietud que tenía era que
según la mayoría de estudiosos, no me consta que sea cierto porque ya desconfío
de todas las informaciones que aparecen, el ciclo de contagio –entendí- es de
catorce días, pero me preguntaba, cómo saben cuáles son los catorce días del
último contagiado? Y cómo saben quién es el último contagiado?
Ese es mi problema, el no haber podido
entender nunca los números, ni sus consecuencias.
Precisamente, en
realidad nadie sabe nada. Es el clásico rumor, en la línea «se dice», «he oído»
y «hay algo en el aire», sin nada sólido en qué basarse.(1)
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