lunes, 13 de abril de 2020

UN ETERNO DOMINGO



      Estando en cuarentena –que ahora tiene significancia de aislamiento temporal y que literalmente ya no corresponde a cuarenta-, me he sentido cada día en domingo.

      No sé, pero siempre he sentido el domingo como un día muy particular, de no hacer nada, de solo seguir la rutina del domingo mismo.

      Cosa curiosa, domingo es domingo, mientras que la sensación de cualquier otro día es semejante a la de cualquier día, menos al domingo.

      Retomo la sensación. Ayer, viernes, según calendario, pero primer día de recogimiento obligatorio, por lo que parecía domingo e hice todo lo propio del domingo.
     
      Pasó el día y el calendario anunció sábado, segundo día de confinamiento, pero no pareció sábado, parecía otro domingo, después del domingo del día anterior.

      Y se comportó como domingo y yo me comporté como en domingo, recordando que ayer había sentido el domingo.

      La cuarentena me lo está dejando ver, los días serán eternos domingos, el de ayer, el de hoy, el de mañana y el de domingo, domingo hasta que se levante el veto y ese día tendré que preguntarle al calendario: al fin en qué día y fecha estamos? Para poder volver a sentirme en su respectivo día.

«Si no sucediera nada, si nada cambiase, el tiempo se detendría. Porque el tiempo no es más que cambio, y es precisamente el cambio lo que nosotros percibimos, no el tiempo. De hecho, el tiempo no existe». Julian Barbour, El final del tiempo. (1)

Tomado de Facebook
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(1) Citado en El secreto de Dante. Francesco Fioretti.  

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