lunes, 30 de mayo de 2016

HABLEMOS DE SEXO PESADO!

Uno.

Hay cosas que a uno le dan duro, hasta que le dan y le hacen tomar conciencia o no sobre tal situación.

La vejez. Cuándo comienza? Si se le pregunta a un joven, viejo es todo aquél que tenga entre 15 y 20 años más que él, por lo tanto, todos rajados. Se habló en una época del cincuentón, para denominar a los viejos –así nos tocó percibirlo a nosotros, cuando éramos jóvenes-. Luego llegó la denominación de tercera edad. Ya creo que se está hablando ahora hasta de la cuarta. Con el eufemismo que nos caracteriza se habla del adulto mayor. Hasta recuerdo que en mi juventud al señalar al señor ese, o a la señora aquella, implícito estaba que se refería a una persona mayor, muy mayor o vieja, como quiera tomársele.

Y el punto anecdótico? Aquí va. Iba en un bus y faltando como dos paraderos al mío, se subió una tanda de 15 muchachitos –entre los 12 y los 16, según mis cálculos, que nunca son acertados, vale mencionar-. Uno de ellos, la más adulta, supongo, pagaba con la tarjeta respectiva. La mayoría pasó la registradora de a dos, otros cuantos más bajitos, por debajo de ella. Conclusión, así empieza la trampa y lo mejor, el conductor –ya me ando puliendo, en mi época era siempre el chofer-, hizo la vista gorda o sea, se hizo el pendejo y dejó que la mitad se colaran –en mi época el chofer hubiera generado un escándalo, como los de mi época, muy épicos por cierto, recordarán los contemporáneos míos-.

Mi primera intención, llamarle la atención al chofer. Pero pensando en el ‘no sea sapo’ evité comentario y 15 contra un viejito, perdería de todos modos. Los miré a los que me miraron con esa cara mía que dice ‘descarados’. Se fueron todos al fondo del vehículo –noto como ustedes mi pulido lenguaje- y comenzó la ‘guachafita’ que mencionaban los profesores de aquellas épocas lejanas o de bárbaras naciones. Sin embargo, supongo que por mí, como luego pude corroborar, la ‘guachafita’ fue moderada. Una vez timbré para anunciar mi bajada, estaba bajando el último escalón, cuando a mis espaldas oí un murmullo que decía: Espere que el viejito se baje.

Esa frase atentó contra todo mi ser. Era la primera vez que la oía refiriéndose a mí. La primera reacción fue que toda la bilirrubina se me subió a la cabeza. Ya iba a devolverme con el genio a mil, el gamín que hay en mí tratando de salir, cuando algo me dijo en mi propia cabeza: Pero es que tienen razón. Esa frase hizo que volviera a la normalidad, me sonriera y me dijera a mí mismo: Efectivamente, tengo ya 60 años, ya estoy viejito. Y feliz seguí mi camino, afortunadamente.

Dos

Por el asunto del homicidio de una mujer en el Parque Nacional, no recuerdo detalle, la abogada que defendía al Distrito contra la demanda de indemnización interpuesta, fue despedida, vapuleada y … ya se imaginan.

Me gustaría que oyeran mis argumentos de manera objetiva, como pretendo escribirlos, sin meterle nada de subjetividad, como he pedido en otra ocasión.

El oficio del defensor del Distrito era ese, defender –los intereses del Distrito, de todos los contribuyentes-. Dentro de mis funciones cuando fui empleado de confianza y me correspondió, al abogado que defendía a la entidad se le daban instrucciones precisas, cuando aún decía que el tema era perdido, que tenía que hacer hasta el último esfuerzo por defender los intereses de la entidad. Eso entendí hizo la abogada, lo  más natural, cualquier abogado en ese papel lo haría, es desplazar la responsabilidad del hecho en la víctima, para demostrar que la entidad no fue la generadora ni ocasionadora del mal. En este caso a la víctima, entendí, que la mataron en una zona despoblada del Parque Nacional, en horas de la noche, etc. En estas circunstancias cualquiera llega a la conclusión de que se lo buscó, desafortunadamente. Ese argumento utilizó la abogada que defendía los intereses de los bogotanos, para que termináramos pagando nosotros los platos rotos.

El alcalde salió como una loca gritando barbaridades, que naturalmente llenan votos y encuestas, sobre todo en momentos en que son tan necesarios. El alcalde no se dio cuenta que con ese proceder lo que estaba haciendo, en su calidad de representante del Distrito, era confesando el pecado. Si el defensor de la víctima es hábil, solicita que se tenga como confesión del Distrito lo dicho por el alcalde, solicita sentencia y se quedan con los $500 o no sé cuántos millones de indemnización que están pidiendo los familiares. Y quién va a pagar esa indemnización? Nosotros, los contribuyentes, aunque deberíamos repetir contra el alcalde, por apresurado, por no esperar las ‘resultas del proceso’ como dicen los que saben.

Y si he de ser objetivo, yo por qué debo asumir parte de esa indemnización? De pronto, si el alcalde no hubiera hecho esa alharaca, habría podido salir indemne el Distrito. Lamento la muerte ocurrida, pero por qué si efectivamente la muerte ocurrió por negligencia del Distrito, en su momento en cabeza de Petro, no hubo conciliación? Se concilia cuando se tiene la culpa y se ahorra un proceso y más plata, hasta donde tengo entendido que es la finalidad de la conciliación.

Tres.

Y continuando como lazo conector del anterior, no entiendo cómo es posible, en un país de leyes, que se legisle, se adopten medidas administrativas, se impartan órdenes a través de las redes sociales.

Debería prohibirse a todo funcionario público el uso de redes sociales, por todas las barbaridades que ocurren por su intermedio. Las vergüenzas que han pasado Santos, Petro y aún el rey del twiter, el señor Uribe.

Para demostrar la estupidez en su uso, hay que darle un aplauso a Actualidad Panamericana, los ha puesto en evidencia.

Cuarto.

Y qué tiene que ver el título con este blog, se preguntarán. Y el Juan se volvió loco o el desquicio es simplemente una locura que se coló por un resquicio de su mente?

Me disculpo por el título, pero atrae atención. Y a eso quería llegar, a que últimamente los titulares de prensa dicen una cosa y el contenido dice otra totalmente diferente o algo nada qué ver, como ocurrió hoy con este blog.

Y son tantos los titulares que inducen a error, que varios editorialistas ya lo están diciendo, hasta los más responsables periódicos se están volviendo amarillistas, para ciertos efectos; para otros, se están volviendo omisos, se entera uno de noticias por redes independientes sobre hechos que ni siquiera son mencionados. Ya no se puede confiar...

Por lo tanto, si querían saber de sexo, a mi edad… ya me entenderán. Si querían saber sobre experiencias, les tocará acudir a las propias, porque ya estoy retirado y nunca obtuve una maestría en esas artes. En otras palabras, ya no estoy para esos trotes.

Conclusión, quedan defraudados y todo por un título embaucador.


ERRATA
En el Blog FILOSOFAR Y VIVIR escribí:
“Así se denominaba, si no recuerdo mal, un librillo que por su pequeñez se encontraba oculto en la biblioteca de mi papá. Lo leí en los años mozos y recuerdo aún que lo escribió un jesuita de apellido de Vries. Como lo leí hace tanto tiempo, en el siglo pasado, me señala mi memoria, espero recordar al menos las conclusiones que traía o las que saqué en su momento.”

Sigo insistiéndome en que no puedo confiar en mi memoria, pero sigo cayendo. Efectivamente la obra era de un jesuita, pero era de Ismael Quiles S.J. Filosofar y vivir. Curiosamente encontré, dentro de mis notas, una anotación de él, que redunda a favor de mi blog, aunque en mi propia contra: “No debemos ser ni demasiado racionalistas, que todo lo queramos explicar, ni tan escépticos que nada queramos admitir.” 

viernes, 27 de mayo de 2016

CÓMO HACEN PARA DORMIR SIN TENER LA CONCIENCIA LIMPIA?

Ha sido una pregunta que siempre me he hecho. Cómo toda esa gente corrupta, desde policías rasos a altos ejecutivos –públicos, privados y mixtos por incluir a ONG y fundaciones disfrazadas de honorabilidad- pueden llegar a dormir con tranquilidad, a sabiendas de que la plata que tienen no ha sido honrada?

Entiendo a narcos y hampones que han decidido por esa vida, saben y reconocen lo que son y supongo que duermen con un ojo, porque saben en qué se metieron. Hasta uno puede llegar a pensar que al menos ellos tienen conciencia de lo que son, en la realidad y ese punto hay que reconocérselos a su favor.

Pero y los otros? Los he visto, conozco muchos, he sabido de otras tantas historias contadas por los directos responsables o implicados, sé que el mundo de la política se mueve en medio de corrupción, lo he vivido –aunque doy gracias a Dios porque nunca fui ni siquiera salpicado-.

A manera anecdótica, un jefe que tuve, en alguna oportunidad tratando de tantearme me presentó una situación hipotética, en que decía cómo la esposa a veces insinuaba ciertas cosas y que presionaba para buscar otras fuentes –hábil el hombre para decirlo e insinuarlo-, pero afortunadamente me acordé en ese momento una frase de mi papá: No hay mejor forma de dormir que con la conciencia tranquila. Nadie puede golpear a deshoras. El hombre de la anécdota, como siempre uno piensa, tuvo sus tropiezos y no le ha terminado de ir bien.

Uno de los pensamientos o de las esperanzas o de los consuelos de los honrados es que algún día esos ‘también caerán’, que algún día se les acaba la suerte y caen –el deseo de venganza de quienes no lo hacemos?-. Pero desafortunadamente he visto que la gran mayoría no cae. Es un consuelo que caigan tipos como los Nule, como los Moreno Rojas y otras joyas que mientras estuvieron en el curubito se creían amos y dueños del mundo. Hoy, doy personalmente gracias a Dios, por haberles hecho probar la cárcel, aunque no en toda su intensidad, daría un nuevo agradecimiento si así fuera (soy consciente de que peco por el deseo de la revancha justiciera celestial –ya que la mundana igualmente está contaminada-), lo que va contra las obras de caridad, pero ‘heme aquí’-. Y precisamente salieron estos artículos que por sus solos títulos ilustran el grado de corrupción a que hemos llegado, naturalmente a favor de los corruptos: “El 'quite' que los Nule le hicieron a la cárcel” (http://www.semana.com/nacion/articulo/guido-y-miguel-nule-consiguen-beneficio-de-casa-por-carcel/474975) y sobre la bondad que sólo se adquiere en la cárcel: “La espiritualidad de Juan Carlos Ortiz” (http://www.semana.com/confidenciales-semanacom/articulo/la-espiritualidad-de-juan-carlos-ortiz/474768#). Amén.

Es una verdad a voces silientes –si se me permite la palabra por silenciosas- que en política todo está nublado de corrupción. Un porcentaje del contrato por la palanca –en el caso de contratistas que deberían ser empleados-; un porcentaje por el contrato de obra –otro por la ampliación, otro por la adición, otro por el desequilibrio económico del contrato, etc.-; una selección de una empresa fachada de propiedad de un familiar –eufemismo dicho- naturalmente a dedo, como se dice; un puesto a cambio de un accionar poco cristiano; y así la lista puede ser larga, nada más ver el estatuto anticorrupción, el código disciplinario y todos esos saludos a la bandera para saber que a más ley, más corrupción y que fue diseñado precisamente para “los de ruana”.

Que he mirado para otro lado? Pues claro, ni pendejo que fuera. En este país no es posible encontrar tampoco funcionario recto y honesto que investigue, lo que suele acontecer es que el denunciante termina condenado y para colmo, de antemano. Hace mucho tiempo perdí la fe en la Procuraduría, en la Fiscalía y en cualquier autoridad de investigación, porque conocí de primera mano, de cuento, de comentario de involucrados, cómo esos corruptos que uno conoce o llega a conocer están también dentro de esas entidades y todo se arregla, por recomendación o por plata. Para ellos vale todo. En alguna oportunidad, por no decir varias, oí recomendaciones en el sentido de que si quería que le fuera bien en la investigación lo más sano era contratar como abogado a fulanito –que casualmente había trabajado en esa entidad investigadora o era pariente del investigador-.

Veo a la gente que uno conoce como simple empleada o con unos ingresos medios, pero ya hoy en día con total desfachatez, manejando carros de los que llaman de alta gama, les veo viviendo en mansiones de mil millones, sus hijos en colegios o universidades que no cualquiera puede pagar y me pregunto yo, cómo hacen para tener ese ritmo de vida, con el sueldo que al parecer ganan? Endeudándose? Ni pendejos que fueran.

En alguna oportunidad igualmente conocí a un mayor del ejército y en medio de tragos y con gran aspaviento narraba –no comentaba, narraba sacando pecho- cómo si se llegaba a mayor y no se hacía plata, estaba muerto. Y tenía estilo, según comentaba jocosamente, para pedir sin ‘dar papaya’ haciendo insinuaciones tales como ‘esa nevera se vería bonita en mi casa’, ‘no cree que ese piso se vería lo más de bien en la entrada de mi casa’ y así por el estilo. Esto con los proveedores. Con los contratos más grandes, cada rango que intervenía tenía su porcentaje ya definido. Porque hay que pasar por coronel y por general, naturalmente sin olvidar los mandos medios, porque igualmente el sargento come. Lo dejé de ver hace muchísimos años y no sé si ascendió o no y si sigue rico y haciendo de las suyas, o ya la vida le pasó la cuenta, porque sinceramente hasta olvidé su nombre.

Y veamos por donde se quiera. Ya saltaron los carteles privados del papel, del azúcar y demás. Y todo por la plata. El invento de las ONGs y fundaciones, todo sin ánimo de lucro! Y todo por la plata.

He visto llorar a contratistas-empleados que a veces no tenían cómo pagarle la comisión que le cobra el honorable senador, representante, diputado o concejal para mantenerlos en el puesto. Y no es invento mío. Recuerdo a una conocida que en un momento dado me pidió consejo sobre si debía continuar pagando la comisión a un concejal anónimo de Bogotá –porque nunca había oído ese nombre- y ella se contestó, haciendo alarde de confianza y valentía, que al carajo con aquél. Supe con el tiempo que afortunadamente le sonó la flauta y la dejaron tranquila. Y naturalmente miré hacia otro lado. Pero la piedra que me dio cuando me lo contó, sólo me llevó a pensar que Dios no podía ser tan indiferente permitiendo tanto hampón disfrazado.

No estoy descubriendo el agua. Tampoco pretendo darme golpes de pecho. Fue el tiempo el que me llevó a descubrir que más allá de mis narices estaba un mundo real, pero no deseable. Por eso confieso que he mirado hacia otro lado, en más de una ocasión, porque simplemente así lo preferí antes de meterme en problemas, nunca he sido aficionado a meterme en ellos, porque no me gusta morir crucificado.

Hoy lo escribo, porque gracias a Dios, viví de mi salario y tengo lo que con él obtuve, no le he quitado nada a nadie y puedo seguir durmiendo con mi conciencia tranquila.

Sin pretender ser juzgador, entre los posibles lectores de este blog, puede haber alguno que encaje dentro de los diferentes episodios narrados. Cómo me gustaría que me contara, cómo hacer para dormir tranquilo? Sin el temor de que alguien le cobre por las malas lo que ha hecho de forma poco honorable? Cómo le puede decir a un hijo que es honrado, a sabiendas que no lo es? Si la justicia existiera, si confiara en ella, diría que algún día le llegará el momento. Si en Dios confiara en estos temas, sabría que a cada cual le llegaría su momento.

E involucrando a Dios en esta disquisición, en la cual Él no tiene velas en este entierro, me pregunto, si existiera el cielo, naturalmente, con qué cara puede llegar uno a ese cielo a pedir asilo, sin tener la conciencia limpia? Qué puede decir uno, si se supone que Allá todo se sabe…

Sigo preguntándome, pero de pronto duermen tranquilos, porque, como anota Savater: 

 “Nadie quiere ser resumido simplemente en el catálogo de las malas acciones; a quien nos reprocha un atropello le respondemos ‘no pude evitarlo, quisiera haberte visto en mi lugar, yo no soy así, etcétera’, intentando a la vez trasladar la culpa a la sociedad en que vivimos o al sistema capitalista pero conservando abierta la posibilidad de ser limpios, desinteresados, valiente, mejores. (…) En nuestra época abundan las teorías que pretenden disculparnos del peso responsable de la libertad en cuanto se nos hace fastidioso: el mérito positivo de mis acciones es mío, pero mi culpabilidad puedo repartirla con mis padres, con la genética, con la educación recibida, con la situación histórica, con el sistema económico, con cualquiera de las circunstancias que no está en mi mano controlar. Todos somos culpables de todo, luego nadie es culpable principal de nada.”


Foto: JHB (D.R.A.)



miércoles, 25 de mayo de 2016

QUIÉN SOY

Soy asiduo asistente (oyente de) a los cursos gratuitos que Chopra imparte por Internet, los retos de los 21 días. Esta semana comenzó uno nuevo, cuyo objetivo es buscar conciencia, a través del destino extraordinario. El mantra del primer día: So ham, que traduce, según indicó: Yo soy, semilla para ser sembrada en la memoria, a través de la meditación. El título de la primera sesión era Quién soy.

Estando participando en la sesión y al preguntarme efectivamente quién soy, luego de oír a Chopra hacer dicha pregunta, sin eufemismos, me respondió mi yo interno: Ni puta idea! 60 años y aún sin saber, ni percibir una respuesta?

Me dije, será una pregunta retórica? Filosófica? Sicológica? Sociológica? Religiosa? Esotérica? Temperamental? O simplemente formulada para angustiarme ante la falta de posibles respuestas? (“El hombre sin angustias no es un hombre”, oí que recitaba Ciorán en mi cabeza, a manera de consuelo).

También pensé: esta es otra pregunta que uno no debería hacerse, porque corre el riesgo de perder la cabeza.

Y recordé que, según dicen los entendidos, soy un animal con alma, para diferenciarme de los otros animales ‘sintientes’, a pesar de que mi racionalidad pueda estar en entredicho. (Ya empezó la ironía, me oí decir a mí mismo!)

Todo es un problema de mente? (Sin jueguitos distractores, me reclamó de repente).

Y dónde estará ese ‘hombre sin cuerpo’, que es mi alma? O que al menos eso dicen, porque creo que científicamente no ha sido comprobado. (Es pregunta que no se debe hacer, -oí que me repetía-, y de pronto, también es pregunta que no quiere ser respondida o que no querrá saber cuál la respuesta, -reitera esa voz en mi mente).

Entonces, qué carajos será el alma? Estamos compuestos por cuerpo, alma y espíritu, aunque estos dos últimos generan confusión en cuanto pudieran llegar a ser el mismo, asunto que es mejor dejar que lo expliquen los expertos filósofos, en principio. La respuesta: vaya uno a saber! Al morir esa alma que despega es el mismo espíritu de energía que vagará por quién sabe dónde diablos? (Ya se está confundiendo, ya está confundiendo todo –se expresó ese ser interno que permanentemente entra en contacto, cuando no en conversación, conmigo mismo). Y efectivamente así era.

Decidí darle un poquito de respiro a mi mente, buscando en Wikipedia, algo más sobre el alma. Todo un vericueto en cuanto que hablan y uno siente que es blablablá pero que no concretan nada. Pero lo que más me gustó fue la categórica definición que decía: “En la serie de televisión los Simpson, en el final del Capítulo "Bart vende su alma", una de las protagonistas de esta serie, Lisa Simpson realiza la siguiente reflexión sobre el alma: "El alma va más allá de la religión que profeses, está formada por todo lo bueno que hay en ti.". (https://es.wikipedia.org/wiki/Alma). Ya es un respiro.

Mientras rumio un poco más sobre el asunto, me asaltó, así con sevicia y alevosía, la pregunta, y todo esto para qué?

Savater me respondió: “Al preguntar si la vida tiene sentido lo que queremos saber es si nuestros esfuerzos morales serán  recompensados, si vale la pena trabajar honradamente y respetar al prójimo o daría lo mismo entregarse a vicios criminales, en una palabra, si nos espera algo más allá y fuera de la vida o sólo la tumba, como parece evidente. (…) Al constatar este panorama tan escasamente alentador, la única defensa –según Kant- que le queda a la persona decente para salvaguardar su rectitud y no considerarla un empeño estéril es aceptar la existencia de un Dios que sea el creador moral del mundo, garantizando así un ‘sentido’ ultramundano feliz para la buena voluntad, aquí abajo tan tristemente retribuida.” (Las preguntas de la vida).

Para no terminar de deprimirme más, dejemos en que la respuesta de hoy a ese quién soy, esté dada con esta: soy, ese eterno desconocido.


 Ya habrá otras oportunidades para seguir preguntándome cosas que no debería estar preguntando.


lunes, 23 de mayo de 2016

HUMANIZACION DE LAS COSAS Y DESHUMANIZACION DEL HOMBRE

La vida actual está llena de dicotomías. Unas porque sí y otras, porque no. Desde niños nos han encarrilado a jugar dentro de esas dicotomías y nosotros las hemos trasplantado, de cualquier manera, en nuestros hijos y nietos, de ser el caso.

A una niña se le da una muñeca y esa es su compañera de fortunios y de infortunios, será su confidente, con ella tomará onces y podrá hablarle de su vida. Y lo que es mejor, se supone que la muñeca contesta. Y hasta esa muñeca puede hablar con los padres: “si mijita, dijo que te acuestes!” El ejemplo igualmente aplicable a los niños, para que no me tilden de sexista.

Los espejos también contestan, o no?

Ya en otro blog hablé de animales. Para culminar con el asunto animal, al menos por el momento, encontré unas citas precisas que incluyo al final, que dan contexto al asunto.


Este artículo requiere de una aclaración previa para evitar confusiones y fanatismos, malos entendidos y enojos. He tenido, directamente o por interpuesta persona –mi hijo, familiares, amistades- mascotas y las he adorado, he hablado con ellas, las he acariciado, las he llorado, las he sentido, las he consentido y, para tranquilizar mi yo superior, también me han amado y me han hablado.

Así como hemos humanizado las cosas, resumidas en los primeros párrafos- a los animales –seres sintientes y no cosas, según definición legal, pero muebles porque son semovientes (Deje la ironía, me oigo decir! Pero es que…- los hemos ido humanizando de tal manera que se han vuelto humanos, en virtud a nuestro deseo, mas no al de ellos).

No me opongo, cada cual en su vida e intimidad puede hacer lo que desee.

Y resulta entonces que, hablando de mascotas, para hacerlas más precisas, el espectro se amplía, porque ya uno  no sabe qué es una mascota. Nada más ver Animal Planet y ver programas específicos de mascotas exóticas (cerdos, culebras, cabras, terneros, arañas y ya más aceptable, digo yo, caballos, hámster, canarios).

Y, para quienes hemos sentido los sentimientos que se comparten con una mascota, les hemos encumbrado a unos niveles de humanidad nunca antes vistos.  En la antigüedad –podría afirmar que se debe entender por ésta de 1980 para atrás, como creen los actuales jóvenes- los animales eran animales y luego pasaron a ser mascotas, es decir, a compartir los sentimientos humanos de los humanos, a ser objetos de ellos –porque debe recordarse que a diferencia de los humanos, en ellos –particularmente perros y gatos- hay –o al menos creemos que la hay- afectividad sincera e ilimitada, mientras que nosotros nos creemos con derechos sobre ellos mas no con obligaciones –Ayyy se me olvidó ponerle comida, pero bueno, a la hora que llegue lo haré! Eufemísticamente, que se aguanten a que llegue yo-. Aunque siguiendo el símil, en muchas familias pasa lo mismo respecto de los hijos. (Oigo otro dejo de ironía!)

Pero también es cierto como señalara un filósofo de la antigüedad –literal-, entre más conozco a los hombres, más amo a mi perro. Y eso lo he confirmado más de una vez.

Y de la deshumanización del hombre qué? Habrá alguien que me pregunte, por aquello del título, no lo he olvidado.

Podemos empezar por los políticos y todo lo que la corrupción implica en ellos y desde ellos. Están deshumanizados per se, porque no pasan de ser rastreros, ratas, alimañas –con el perdón de estas especies, que no tienen la culpa de que algunos humanos se hayan apropiado de sus propiedades innatas, haciéndolas suyas-, pero a ellos los podemos deshumanizar con tranquilidad de conciencia. Son desechables que si es cierto que todo se paga, el cielo no es para ellos!

 A los ladrones de profesión reconocida, estafadores y demás ‘alimañas’ dedicadas con conciencia a esas artes –tengan o no cuello blanco-, de igual manera si es cierto que existe cielo, éste no es para ellos, de acuerdo a la promesa –humana- que nos han hecho. No merecen llevar el título de hombres, como tampoco los anteriores. Deberían ser considerados parias. (Que no se confundan con los parias de la Internacional que cantaban comunistas y comunistoides, según me acabo de enterar).

Y sin eufemismos. Vagos, indigentes, gamines, drogadictos por querencia o por profesión, todos ellos han sido deshumanizados, por sus congéneres, entre los cuales me encuentro. No sé si lo son porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír”, porque la vida no les dio oportunidad, porque kármicamente les correspondió, porque lo son y punto, pero por cualquier razón han sido deshumanizados –aún por mí-.

Y para la gente ‘decente’, entre los cuales me rotulo, además de haber sido deshumanizados, ellos (-Ese ellos me sonó despectivo? Oí decirme, pero en mi defensa señalo que es para evitar la exagerada repetición, me miento yo) son invisibles y, generalmente, padecen enfermedades de contagio automático, porque nada más van pasando, todo el mundo se aparta, cruza la calle, se aleja, les evita –aprendí a no quitarme de donde voy, salvo olor imposible de compartir y en lo posible, verlos a los ojos, al menos que sepan que los vi y que estoy en guardia por si tratan de atentar contra mí. Me ha ido bien, porque pareciera que al menos respetan eso, espero que el sortilegio no me falle nunca-. En alguna oportunidad ellos se quejaban, no sé si lo vi en un documental o en un artículo de prensa, que lo que más les molestaba era que la gente los hiciera invisibles, como si no existieran, que les dolía que no fueran ni siquiera vistos como seres humanos de baja extracción. Pero la sociedad nos ha conducido hasta allí y así los vemos, al menos yo he de confesarlo. Semejante situación sufren a quienes consideramos “los pobres”, los vemos menos que nosotros, inferiores en muchas condiciones, los deshumanizamos en su gran mayoría, pero somos tan contradictorios que, igualmente en la generalidad de casos, dejamos que eduquen a nuestros hijos, que les den el cariño y cobijo rentado que no podemos dar y que llamamos ‘muchachas’. Igualmente están las del ‘tinto’, aquellas que además de darnos ese tinto diario, se encargan de limpiar nuestras cagadas en los baños, porque ni siquiera allí sabemos comportarnos –al menos yo sí, pero el plural en primera persona, siempre resulta sonoramente papal y eso le da dignidad (¿) a lo hablado y al hablador-.

He de confesar que sí, prefiero a un perro que a la raza humana, porque, como con Fernando Vallejo, ésta me ha desilusionado grandemente –entiéndase como raza, quienes me conocen, habrán de entenderme, en el mejor sentido y digo esto para que no se sientan todos ofendidos-.


Y sigo sin explicarme, porque a una mujer se le conmueve cantándole al oído “cosas como tuuuu, son para adorarlas…”

16 de mayo de 2016

Luego de escrito este blog, me encontré en las columnas de El Tiempo (edición del 21 de mayo de 2016, de Adolfo Zableh Durán, un artículo titulado: Los dueños de mascotas. Los animales). Lo transcribo en las partes que me llaman la atención y me gustaría que se leyera con objetividad, lejos de cualquier sentimiento o subjetividad y sin sacar ninguna conclusión, para no influenciarse de malas energías, para unos, o de aplausos, para otros.

“Los dueños de mascotas no son mejores que los demás. Que le den su amor a un animal más que a una persona no es una virtud, es apenas una elección de vida. (…) Vestir sus mascotas, cargarlas en carteras que valen más que la mensualidad de un colegio, tratarlas como personas, llenarlas de comodidades, exigir que los dejen viajar con ellos en las cabinas del avión, decirles ‘mi hijo’ y hasta celebrarles el cumpleaños no los hace animalistas, los hace idiotas. (…) Y no digo que no haya quien ame a sus animales de manera responsable y les haga la vida más placentera, pero muchos se hacen con un animal para llevar sus propios vacíos emocionales. (…) Y no tienen punto medio esas personas que pasan del odio al amor en dos segundos. Son bondadosas, caritativas y hablan con la dulzura del Dalai Lama hasta que alguien las contradice. Ahí pasan a un discurso agresivo, carente de la bondad y la compasión de las que hacen alarde. Uno podría acusarlas de lo mismo que acusan a los demás, de insensibilidad. (…) Su discurso es tan agresivo y precario como aquello que critican. (…) Los animales no son personas, solo merecen respeto como cualquier ser vivo, y eso no tiene nada que ver con leyes divinas o humanas, es más una ley de la vida. Usted no tiene que malcriar a los animales, con  que no les joda la vida ya está haciendo un gran trabajo.”

Y ya para publicar este blog, me encontré lo siguiente, que debe ser leído tal como aconsejé en el párrafo anterior:

El amor por los animales hace que las personas los traten como seres humanos y por eso se pueden ver restaurantes de lujo para perros, escuelas, fiestas de cumpleaños, clubes, peluquerías, almacenes de ropa y otros establecimientos dedicados a someter a los animales a actividades propias de las personas. Cesar Millán explicó que si bien los dueños de los perros hacen esto porque quieren mucho a sus mascotas, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros. No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas”, aseguró Millán en una entrevista con la revista mexicana Contenido. Millán también dijo que hace 50 años los problemas psicológicos de los perros no eran tan frecuentes porque eran tratados como animales y estaban en espacios grandes. Ahora viven dentro de una casa, aburridos y sin actividad física. Un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de la casa. – Agregó Millán - Tiene ese reto de sobrevivir, de buscar alimento y desarrolla todas sus capacidades. El perro que vive en la casa no tiene trabajo, no camina más de 15 minutos, no tiene propósito”. (Revista Semana. 2016/05/22 21:27 http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/cesar-millan-dice-que-humanizar-a-los-perros-tambien-es-maltrato-animal/474746)


IN MEMORIAN. COQUI, OTRO QUE DECIDIÓ SEGUIR SU PROPIO CAMINO, AL HABER CULMINADO EL DE ESTA.



sábado, 21 de mayo de 2016

ANIMAL, ME GRITARON, NO SEA LEGULEYO!

En alguna interacción (¿) de Facebook, a raíz de la expedición de la nueva ley de protección de animales (que creo nadie habrá leído, yo acabo de hacerlo –Ley 1774 de 2016- y aclaro que no es nueva, simplemente le hicieron modificaciones a la Ley 84 de 1989 –sí del siglo pasado!-), se generaron tal cantidad de avisos contra el maltrato animal, que algún furioso corresponsal, de manera agresiva y fanática, hacía comentarios sobre el maltrato, algo así como que era un criminal el que matara cualquier animal. La bilirrubina en mi caso es bastante inestable. Por el grado de fanatismo que sentí y la agresividad que me chocó, logré –controlarme?- contestar: Pobres moscas y ratones. Me tocaría confesarme asesino de moscas, zancudos –de esos que no dejan dormir-, de culebras y ratones y de muchos bichos que no soporto.

Pero bueno, vuelvo al tema.

Los animales son animales, una verdad que creo no requiere comprobación alguna. (Algunos sostienen que somos animales! Creo que sí, muchas veces hasta bestias somos!). Y son sintientes (nueva palabreja1), pero lo son en virtud de la ley, que antes no decía que los animales fueran sintientes, pero para ser sintientes tuvieron que decirlo en la ley (y no me meto en la discusión de si son muebles, por el momento). Así es: “Los animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican como punibles algunas conductas relacionadas con el maltrato a los animales”. (subrayo).

La dicotomía. Los “animales” sin más calificativo. “No son cosas”, claro, son animales. Y adelante, siguiendo con una buena leguleyada de leguleyo rastrero, señala que se debe asegurar al menos lo siguiente: “1. Que no sufran hambre ni sed, 2. Que no sufran injustificadamente malestar físico ni dolor; 3. Que no les sean provocadas enfermedades por negligencia o descuido: 4. Que no sean sometidos a condiciones de miedo ni estrés; 5. Que puedan manifestar su comportamiento natural” y entro yo y vuelvo a pensar en el zancudo y la rata. Debo velar porque no tengan hambre ni sed! (Pero qué leguleyo tan grande, dirán! Efectivamente, en este país, según convenga, la ley da para aquí o para allá, sin apartarse de ella!). Y como el bienestar general prima: “Solidaridad social. El Estado, la sociedad y sus miembros tienen la obligación de asistir y proteger a los animales con acciones diligentes ante situaciones que pongan en peligro su vida, su salud o su integridad física.” (Casita para los zancuditos, para los raticos! Digo, raticas! O ellas pueden albergarse con sus congéneres en el Congreso y en el Concejo?). –Siento ironía en tus palabras, me dice la loca que habita en mi cabeza! Así es!, respondo, porque los eufemismos matan-.

“La expresión "animal" utilizada genéricamente en este Estatuto (en la Ley 84 de 1989, preciso), comprende los silvestres, bravíos o salvajes y los domésticos o domesticados, cualquiera sea el medio físico en que se encuentren o vivan, en libertad o en cautividad.” (Pareciera que esta definición es aplicable a conductores, a quienes se cuelan en las filas, a quienes no respetan el derecho ajeno, en general.)

Aunque me esté desviando, el siguiente desvío vale la pena hacerlo. No lo podía creer, hasta que veo la relación de presunciones de maltrato que trae la Ley 84, y va de la ‘a’ a la ‘z’, literalmente (Se pueden saltar la lectura, pero la recomiendo, yo tampoco sabía hasta dónde puede llegar la miseria humana):

“a) Herir o lesionar a un animal por golpe, quemadura, cortada o punzada o con arma de fuego;
b) Causar la muerte innecesaria o daño grave a un animal obrando por motivo abyecto o fútil;
c) Remover, destruir, mutilar o alterar cualquier miembro, órgano o apéndice de un animal vivo, sin que medie razón técnica, científica, zooprofiláctica, estética o se ejecute por piedad para con el mismo;
d)  Causar la muerte inevitable o necesaria a un animal con procedimientos que originen sufrimiento o que prolonguen su agonía. Es muerte inevitable o necesaria la descrita en los artículos 17 y 18 del capítulo quinto de esta Ley;
e) Enfrentar animales para que se acometan y hacer de las peleas así provocadas un espectáculo público o privado;
f)  Convertir en espectáculo público o privado, el maltrato, la tortura o la muerte de animales adiestrados o sin adiestrar;
g)  Usar animales vivos para entrenamiento o para probar o incrementar la agresividad o la pericia de otros animales;
h) Utilizar para el servicio de carga, tracción, monta o espectáculo, animales ciegos, heridos, deformes, o enfermos gravemente o desherrados en vía asfaltada, pavimentada o empedrada o emplearlos para el trabajo cuando por cualquier otro motivo no se hallen en estado físico adecuado;
i) Usar animales cautivos como blanco de tiro, con objetos susceptibles de causarles daño o muerte o con armas de cualquier clase;
j) Toda privación de aire, luz, alimento, movimiento, espacio suficiente, abrigo, higiene o aseo, tratándose de animal cautivo, confinado, doméstico o no, que le cause daño grave o muerte;
k) Pelar o desplumar animales vivos o entregarlos a la alimentación de otros;
l) Abandonar substancias venenosas o perjudiciales en lugares accesibles a animales diferentes de aquellos a los cuales específicamente se trata de combatir;
m) Recargar de trabajo a un animal a tal punto que como consecuencia del exceso o esfuerzo superior a su capacidad o resistencia se le cause agotamiento, extenuación manifiesta o muerte;
n) Usar mallas camufladas para la captura de aves y emplear explosivos o venenos para la de peces. La utilización de mallas camufladas para la captura de aves será permitida únicamente con fines científicos, zooprofilácticos o veterinarios y con previa autorización de la entidad administradora de los recursos naturales;
o) Envenenar o intoxicar a un animal, usando para ello cualquier sustancia venenosa, tóxica, de carácter líquido, sólido, o gaseoso, volátil, mineral u orgánico;
p) Sepultar vivo a un animal;
q) Confinar uno o más animales en condiciones tales que le produzca la asfixia;
r) Ahogar a un animal;
s) Hacer con bisturí, aguja o cualquier otro medio susceptible de causar daño o sufrimiento prácticas de destreza manual con animales vivos o practicar la vivisección con fines que no sean científicamente demostrables y en lugares o por personas que no estén debidamente autorizadas para ello;
t) Estimular o entumecer a un animal con medios químicos, físicos o quirúrgicos, para fines competitivos, de exhibición o utilización en espectáculo público o privado y en general aplicarles drogas sin perseguir fines terapéuticos;
u) Utilizar animales vivos o muertos en la elaboración de escenas cinematográficas o audiovisuales destinadas a la exhibición pública o privada, en las que se cause daño o muerte a un animal con procedimientos crueles o susceptibles de promover la crueldad contra los mismos;
v) Dejar expósito o abandonar a su suerte a un animal doméstico o domesticado en estado de vejez, enfermedad, invalidez o incapacidad de procurarse la subsistencia;
w) Realizar experimentos con animales vivos de grado superior en la escala zoológica al indispensable, según la naturaleza de la experiencia
x) Abandonar a sus propios medios animales utilizados en experimentos;
y. Causar la muerte de animales grávidos, cuando tal estado sea patente en el animal, salvo que se trate de industrias legalmente establecidas que se funden en la explotación del nonato;
z) Lastimar o arrollar un animal intencionalmente o matarlo por simple perversidad.”

No puedo creer lo miserables a lo que podemos llegar a ser. Apoyo a Vallejo en este sentido (al escritor, naturalmente. Recuerden que cuando recibió un premio –el Rómulo Gallegos-, dedicó sus recursos a los perros, porque los humanos no se lo merecían! Cuánta razón tiene). Nunca hubiera creído tal variedad de posibilidades de maldad. Y es bueno que cada uno lea todas las porquerías a las que puede llegar el ser humano.

Y a dónde conduce todo ésto? En un principio a una claridad de ignorancia. Desde 1989 la ley protege la vida animal –policiva y penalmente- y sólo ahora, desde que se presentó el proyecto que se convirtió en ley -1774- y por virtud de las campañas de las redes sociales, los animales fueron centro de atención acalorada y convirtió en fanáticos a quienes no deben serlo, pero en redes sociales, todo fanatismo es válido, aún el de quienes dicen no ser fanáticos (como yo y para ciertos efectos) y terminan gritando a lo Uribe, porque hoy ya es la única forma de dialogar, gritando cuando uno ya no puede convencer o dejarse oír (qué desgraciados somos!). La ley existía desde el siglo pasado, lo que pasa es que: “Qué animales somos”, no lo sabíamos, ni tampoco lo investigamos. Sólo creemos las verdades que se ven en las redes sociales. Esas sí son verdades.

Y naturalmente, para evitar excesivas leguleyadas, se hicieron las excepciones. No aplica a caza y pesca, industria y comercio. Tampoco a toros y peleas de gallos (sobre los que no me voy a meter, por el momento) y, gracias a Dios, evita que me persigan por asesino de plagas domésticas o agropecuarias mediante el empleo de plaguicidas o productos químicos o similares”, aunque podría decir que yo las controlo –plagas de zancudos- con aplausos y a escobazos y corriendo, si se tratan de ratas. La cobardía en estos aspectos de ratas y animales rastreros y ciertos voladores, en mí son bastante notorias –aunque no grite ni haga alharaca como una loca-. Dentro de los citados se encuentran, naturalmente, los animales de consumo humano (o que consume el humano, para mayor precisión) y así se evita pelea con veganos. Y a propósito de éstos, vuelve la dicotomía. El apoyar una causa con exceso de celo genera los fanáticos, acaso no es posible vivir en armonía? El que es vegano que lo sea y lo practique, no hay problema. El que no lo es, igualmente. (Y lo mejor de todo es que según antropólogos, al hombre le comenzó a crecer el cerebro desde que consumió carne animal y eso que no soy fanático!).

“Para efectos de esta Ley se denominan animales silvestres, bravíos o salvajes aquellos que viven libres e independientes del hombre.” Cuánto me gustaría ser silvestre, porque bravío y salvaje, de eso me sobra!

De esta manera ya no nos podrán gritar: Animal! La protección de su reino viene desde el siglo pasado! Eso le pasa por no leer ni investigar. Siga enriqueciéndose en las redes sociales! (Y ahí sigo!)


IN MEMORIAM (TOMÁS DEBIDAMENTE INMORTALIZADO)





1 Efectivamente nueva palabreja admitida por la Real Academia desde 1990 (según entendí: http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=80GKS49gMD6Yseo975) Sintiente “(…):  4. Pertenece a la familia de este verbo el adjetivo sentiente (‘que siente’), forma que deriva directamente del latín sentiens, -entis (participio de presente de sentire) y es la preferida en el uso culto: «La energía estimular solo es potencialmente estimulante; para que de hecho estimule precisa del otro término de la relación, el organismo sentiente» (Pinillos Psicología [Esp. 1975]). No obstante, la variación vocálica que el verbo sentir presenta en su raíz —sentimos, sintió— ha favorecido la creación de la variante sintiente, también válida: «Ponen especial énfasis en no dañar a ningún ser sintiente»(Calle Yoga [Esp. 1990]).

miércoles, 18 de mayo de 2016

FILOSOFAR Y VIVIR

Así se denominaba, si no recuerdo mal, un librillo que por su pequeñez se encontraba oculto en la biblioteca de mi papá. Lo leí en los años mozos y recuerdo aún que lo escribió un jesuita de apellido de Vries. Como lo leí hace tanto tiempo, en el siglo pasado, me señala mi memoria, espero recordar al menos las conclusiones que traía o las que saqué en su momento.

Filosofar es preguntarse a cada momento, desde las cosas trascendentales, hasta las nimiedades de la vida. Y, en este momento me surge la inquietud, qué es vivir? Por el momento dejemos la pregunta rondando como ronda cualquier pensamiento que se desecha, que por ser desechado en su momento volverá a aparecer –o simplemente se diluirá en el olvido-, poco importa.

Me preguntaba entonces, vale la pena la preguntadera? Y Savater viene a mi memoria, leído hace no mucho (Las preguntas de la vida), en que en algún lado mencionó que hay preguntas que no deberían hacerse, porque complican la vida, porque no hay respuesta, porque no queremos tenerla por miedo o simplemente porque no valen la pena, agrego yo. Entre ellas estarían: cuál es el sentido de la vida? Existe Dios? Y sin embargo resultan fundamentales, si no para todos, al menos para mí. Pero razón ha de tener Savater y lo mejor es no hacer las preguntas que no deben hacerse, por lo menos por el momento.

Y entonces la memoria me trae –a colación?- una frase, no recuerdo en dónde la leí, si la leí; en dónde la oí, si la oí, que decía que uno cambia todos los días, uno no es el mismo hombre de ayer. En principio no le paré mayores bolas, pero como suele suceder con los pensamientos que se desechan o ignoran, en su momento afloran, como atrás mencioné. Y a ese pensamiento se aunó otro que me decía que todos los días se envejece, desde el día de la concepción –momento en el cual tampoco tenía nuestra aceptación para ocupar un lugar en el nuevo mundo- y se sigue envejeciendo hasta el momento de nuestra propia expiración, del primer aliento al último estertor. Pero curiosamente me asaltó una contradicción1, particularmente pensada por los viejos, repetida especialmente por mi mamá, que dice que no hay vejez porque la juventud se lleva en el corazón –confieso que de joven no la entendía ni la compartía; hoy, ya de viejo, la entiendo y la comparto-. O será por eso mismo? Nos vemos envejecer cada día, según nos indica el espejo –una cana más, un pelo menos- y pensamos –para consolarnos?- que el corazón –entendido como alma, si lo hay2- se mantiene vital, por él escalaríamos el Everest, pero el viejo cuerpo no nos lo permitirá, porque pondrá sus propias limitaciones y nos las hará saber.

En otras palabras, no somos el de ayer. Y en efecto, pensándolo muy bien, nunca somos el mismo, estamos en constante cambio, bien de pensamiento, bien de cuerpo físico, bien de mente –léase bien, para evitar confusiones, o por la misma razón-. Hice el ejercicio mental del constante cambio y para no ir demasiado lejos, pensé en quien era hace unos dos años. Tenía mis preocupaciones, mis planes, mis proyectos que trayéndolos a hoy, son otras mis preocupaciones, mis planes y mis proyectos y haciendo el ejercicio por décadas, debo decir que efectivamente en cada momento si bien fui Juan, han sido tantos Juanes como la vida me ha procurado. Fui el Juan niño, el adolescente, el estudiante, el universitario, el hombre laboral, el casado, el padre, y cada uno fue diferente, muchas diferencias entre ellos, nada más la notoria de la edad, nada más en las amistades, en las situaciones y en las mismas épocas que le tocó vivir a ese Juan, según la época en que se quiera concentrar. Y con certeza puedo decir que ninguno ha sido igual al antecesor y, por lo mismo, al sucesor. Aunque también hay que reconocer que hay pedazos de Juan que pueden perdurar entre épocas o durante ellas y supongo genéticas, y por decir algo, para sustentar mi afirmación, en casi todos esos tiempos me ha preocupado el poder saber cuál es la razón de mi vida y también la existencia de Dios.

Pero igualmente aprendí que uno vive en una permanente incertidumbre –interesante la teoría de Heisenberg, aunque no desde el punto de la física, en donde no entendí ni jota- en donde estamos sometidos al juego de dados por parte de Dios, mencionado por Einstein, para claridad de que no fue ocurrencia mía. Y precisamente por estar en medio de la incertidumbre de la vida misma, es mejor no plantearse la pregunta, para no preocuparse, porque es una de aquellos planteamientos que es mejor no formular.

Y la incertidumbre me lleva al tiempo. Pasado, presente y futuro. Curiosamente es Savater quien brinca en mi ayuda y a su vez: “De nuevo es San Agustín el que plantea de forma más competente el asunto: ‘Tampoco se puede decir con exactitud que sean tres los tiempos: pasado, presente y futuro. Habría que decir con más propiedad que hay tres tiempos: un presente de las cosas pasadas, un presente de las cosas presentes y un presente de las cosas futuras. Estas tres cosas existen de algún modo en el alma, pero no veo que existan fuera de ella. El presente de las cosas idas es la memoria. El de las cosas presentes es la percepción o la visión. Y el presente de las cosas futuras la espera.’ Tanto el pasado o el futuro tienen efectos presente porque están presentes en nuestro presente. Mutilar el presente del recuerdo del pasado y de la expectativa del futuro es dejarlo sin espesor, sin sustancia.

Y todo esto es angustioso, si se hacen las preguntas, que no deben hacerse, aunque para Ciorán: “El hombre sin angustia no es hombre”; todo conduce a una condena anticipada.
Pero la mejor forma de superarlo es precisamente, no hacerse las preguntas que no deben hacerse. (En algún momento volverán a aparecer, esperemos ese día sin angustia que Dios proveerá, como decía mi papá).




1 Curiosamente me enteré hoy, en un artículo de prensa, y sin pretender pasar por demasiado cultivado, que ese tipo de contradicciones se llaman oximorón, “El oxímoron (del griego ξύμωρον, oxymoron, en latín contradictio in terminis), dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto. Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto, ‘absurdo’ (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector o al interlocutor a comprender el sentido metafórico (en este caso: un instante que, por la intensidad de lo vivido durante su transcurso, hace perder la noción del tiempo).” (https://es.wikipedia.org/wiki/Ox%C3%ADmoron)

2  En Savater: “Marcel Conche: ‘La noción de espíritu puro o de alma, como sustancia incorporal, indivisible, etcétera, parece fruto del Miedo. El hombre tiene un miedo tan profundo ante la muerte que se ha forjado una idea de sí mismo como hombre-sin-cuerpo = alma, para escapar a su destino, a la muerte.” Preveo que el tema quedará en archivo provisional, para otro blog en particular.