lunes, 30 de mayo de 2016

HABLEMOS DE SEXO PESADO!

Uno.

Hay cosas que a uno le dan duro, hasta que le dan y le hacen tomar conciencia o no sobre tal situación.

La vejez. Cuándo comienza? Si se le pregunta a un joven, viejo es todo aquél que tenga entre 15 y 20 años más que él, por lo tanto, todos rajados. Se habló en una época del cincuentón, para denominar a los viejos –así nos tocó percibirlo a nosotros, cuando éramos jóvenes-. Luego llegó la denominación de tercera edad. Ya creo que se está hablando ahora hasta de la cuarta. Con el eufemismo que nos caracteriza se habla del adulto mayor. Hasta recuerdo que en mi juventud al señalar al señor ese, o a la señora aquella, implícito estaba que se refería a una persona mayor, muy mayor o vieja, como quiera tomársele.

Y el punto anecdótico? Aquí va. Iba en un bus y faltando como dos paraderos al mío, se subió una tanda de 15 muchachitos –entre los 12 y los 16, según mis cálculos, que nunca son acertados, vale mencionar-. Uno de ellos, la más adulta, supongo, pagaba con la tarjeta respectiva. La mayoría pasó la registradora de a dos, otros cuantos más bajitos, por debajo de ella. Conclusión, así empieza la trampa y lo mejor, el conductor –ya me ando puliendo, en mi época era siempre el chofer-, hizo la vista gorda o sea, se hizo el pendejo y dejó que la mitad se colaran –en mi época el chofer hubiera generado un escándalo, como los de mi época, muy épicos por cierto, recordarán los contemporáneos míos-.

Mi primera intención, llamarle la atención al chofer. Pero pensando en el ‘no sea sapo’ evité comentario y 15 contra un viejito, perdería de todos modos. Los miré a los que me miraron con esa cara mía que dice ‘descarados’. Se fueron todos al fondo del vehículo –noto como ustedes mi pulido lenguaje- y comenzó la ‘guachafita’ que mencionaban los profesores de aquellas épocas lejanas o de bárbaras naciones. Sin embargo, supongo que por mí, como luego pude corroborar, la ‘guachafita’ fue moderada. Una vez timbré para anunciar mi bajada, estaba bajando el último escalón, cuando a mis espaldas oí un murmullo que decía: Espere que el viejito se baje.

Esa frase atentó contra todo mi ser. Era la primera vez que la oía refiriéndose a mí. La primera reacción fue que toda la bilirrubina se me subió a la cabeza. Ya iba a devolverme con el genio a mil, el gamín que hay en mí tratando de salir, cuando algo me dijo en mi propia cabeza: Pero es que tienen razón. Esa frase hizo que volviera a la normalidad, me sonriera y me dijera a mí mismo: Efectivamente, tengo ya 60 años, ya estoy viejito. Y feliz seguí mi camino, afortunadamente.

Dos

Por el asunto del homicidio de una mujer en el Parque Nacional, no recuerdo detalle, la abogada que defendía al Distrito contra la demanda de indemnización interpuesta, fue despedida, vapuleada y … ya se imaginan.

Me gustaría que oyeran mis argumentos de manera objetiva, como pretendo escribirlos, sin meterle nada de subjetividad, como he pedido en otra ocasión.

El oficio del defensor del Distrito era ese, defender –los intereses del Distrito, de todos los contribuyentes-. Dentro de mis funciones cuando fui empleado de confianza y me correspondió, al abogado que defendía a la entidad se le daban instrucciones precisas, cuando aún decía que el tema era perdido, que tenía que hacer hasta el último esfuerzo por defender los intereses de la entidad. Eso entendí hizo la abogada, lo  más natural, cualquier abogado en ese papel lo haría, es desplazar la responsabilidad del hecho en la víctima, para demostrar que la entidad no fue la generadora ni ocasionadora del mal. En este caso a la víctima, entendí, que la mataron en una zona despoblada del Parque Nacional, en horas de la noche, etc. En estas circunstancias cualquiera llega a la conclusión de que se lo buscó, desafortunadamente. Ese argumento utilizó la abogada que defendía los intereses de los bogotanos, para que termináramos pagando nosotros los platos rotos.

El alcalde salió como una loca gritando barbaridades, que naturalmente llenan votos y encuestas, sobre todo en momentos en que son tan necesarios. El alcalde no se dio cuenta que con ese proceder lo que estaba haciendo, en su calidad de representante del Distrito, era confesando el pecado. Si el defensor de la víctima es hábil, solicita que se tenga como confesión del Distrito lo dicho por el alcalde, solicita sentencia y se quedan con los $500 o no sé cuántos millones de indemnización que están pidiendo los familiares. Y quién va a pagar esa indemnización? Nosotros, los contribuyentes, aunque deberíamos repetir contra el alcalde, por apresurado, por no esperar las ‘resultas del proceso’ como dicen los que saben.

Y si he de ser objetivo, yo por qué debo asumir parte de esa indemnización? De pronto, si el alcalde no hubiera hecho esa alharaca, habría podido salir indemne el Distrito. Lamento la muerte ocurrida, pero por qué si efectivamente la muerte ocurrió por negligencia del Distrito, en su momento en cabeza de Petro, no hubo conciliación? Se concilia cuando se tiene la culpa y se ahorra un proceso y más plata, hasta donde tengo entendido que es la finalidad de la conciliación.

Tres.

Y continuando como lazo conector del anterior, no entiendo cómo es posible, en un país de leyes, que se legisle, se adopten medidas administrativas, se impartan órdenes a través de las redes sociales.

Debería prohibirse a todo funcionario público el uso de redes sociales, por todas las barbaridades que ocurren por su intermedio. Las vergüenzas que han pasado Santos, Petro y aún el rey del twiter, el señor Uribe.

Para demostrar la estupidez en su uso, hay que darle un aplauso a Actualidad Panamericana, los ha puesto en evidencia.

Cuarto.

Y qué tiene que ver el título con este blog, se preguntarán. Y el Juan se volvió loco o el desquicio es simplemente una locura que se coló por un resquicio de su mente?

Me disculpo por el título, pero atrae atención. Y a eso quería llegar, a que últimamente los titulares de prensa dicen una cosa y el contenido dice otra totalmente diferente o algo nada qué ver, como ocurrió hoy con este blog.

Y son tantos los titulares que inducen a error, que varios editorialistas ya lo están diciendo, hasta los más responsables periódicos se están volviendo amarillistas, para ciertos efectos; para otros, se están volviendo omisos, se entera uno de noticias por redes independientes sobre hechos que ni siquiera son mencionados. Ya no se puede confiar...

Por lo tanto, si querían saber de sexo, a mi edad… ya me entenderán. Si querían saber sobre experiencias, les tocará acudir a las propias, porque ya estoy retirado y nunca obtuve una maestría en esas artes. En otras palabras, ya no estoy para esos trotes.

Conclusión, quedan defraudados y todo por un título embaucador.


ERRATA
En el Blog FILOSOFAR Y VIVIR escribí:
“Así se denominaba, si no recuerdo mal, un librillo que por su pequeñez se encontraba oculto en la biblioteca de mi papá. Lo leí en los años mozos y recuerdo aún que lo escribió un jesuita de apellido de Vries. Como lo leí hace tanto tiempo, en el siglo pasado, me señala mi memoria, espero recordar al menos las conclusiones que traía o las que saqué en su momento.”

Sigo insistiéndome en que no puedo confiar en mi memoria, pero sigo cayendo. Efectivamente la obra era de un jesuita, pero era de Ismael Quiles S.J. Filosofar y vivir. Curiosamente encontré, dentro de mis notas, una anotación de él, que redunda a favor de mi blog, aunque en mi propia contra: “No debemos ser ni demasiado racionalistas, que todo lo queramos explicar, ni tan escépticos que nada queramos admitir.” 

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