lunes, 26 de diciembre de 2016

COLOMBIA, REALISMO MÁGICO.



Recordad siempre amigo que la vida no es como una pintura
que se construye a punta de brochazos suaves;
La vida es como una escultura
que se forja a punta de golpes de cincel y martillo.
Ivan Guirior


Una frase, invento de publicidad para turismo, nacida de labios del Nobel, del primero, que encierra toda la simbiosis de las diferentes regiones que le componen. De esa Colombia que resulta no es una sino múltiple, por las regiones, por los intereses, por la economía, por la gente, y que le hace en la misma medida diferente, totalmente diferente. De allí que sea mágico vivir en él.

Lo único común es el idioma aunque con diversidad de acentos: cantado, arrastrado, seco, folclórico, a media lengua, a la carrera completa. Es mejor no mencionar los modismos, que eso también es realismo mágico, sólo lo entienden quienes entre ellos conviven, vites? El lector que haya retenido de estas crónicas un cierto tono agridulce, que es ironía y negación de ella, pensar que estoy jugando con cosas serias o que por serias son tenidas. pues no estoy jugando, no señor[1].

Ser colombiano es cosa seria. Como somos tan realistas estamos convencidos que nos robaron el reinado de belleza y que la virreina es reina, a pesar de no serlo, pero en nuestros corazones siempre lo será! Probablemente la ironía es la única puerta de salida que me queda. La alternativa de la vehemencia con que tendría yo que interpelar a no se quién, no sé donde, por esta obstinación miope. Por esta falta de capacidad para criar piel nueva… Lo que son las cosas, me proponía hacer el elogio… y acabo por salir esto: un dolor en el corazón, una sensación de ser hoja pisada, una dura y pesada tristeza[2].

Campeones mundiales de peso gallo, liviano y… , claro hace más de treinta años, pero aún se le puede refregar a alguien, por aquello de la magia del tiempo. Porque nos encanta recordarlo, como si nosotros lo hubiéramos ganado, es decir, todos los colombianos, pero el único que se la jugó, que la sudó, fue el que ganó y por eso nos gustaría que Si ya es campeón del mundo en eso, de nada le servirán los títulos efímeros que apenas duran el tiempo de un suspiro, así que ha de exigir mucho más. Ha de pedir el título de campeón vitalicio, de campeón-jefe, de campeón para siempre jamás[3] -así seríamos verdaderos colombianos-. Por esa misma magia no olvidamos el 5-0 a pesar de que pasen los siglos, siempre se lo estaremos refregando a los argentinos, olvidando que en otras oportunidades la vergüenza fue nuestra –digo nuestra, por aquello que somos colombianos, cuando nos conviene, pero en tales casos, los buenos colombianos le echarán la culpa a la selección y al técnico de turno.- Y hablando de fútbol, que al parecer somos expertos los colombianos en echar pata, no entendido como sinónimo de caminar (entiéndase la ironía), somos colombianos por ese realismo mágico que hay en el deporte. Pierde la selección o cualquier equipo del que sea hincha y es culpa del técnico, del árbitro que nos robó el partido –y nótese que sigo hablando con el nosotros, del que mágicamente nos gusta paladear a los colombianos, cuando conviene-, culpa del mal tiempo o del presidente. Olvidan la magia que tienen –nótese que ahora uso el ellos- para quitarles el aire acondicionado a los contrincantes, cuando no mojan el pasto antes del inicio del partido, ah! Es que está tan seco… Fue Electricaribe! Sí señor... Somos –con ese plural de nosotros, nótese-, decía que somos expertos en escudarnos en excusas, en mentirnos –nótese que me incluyo- pues A diferencia de lo que afirman los ingenuos (todos lo somos una u otra vez), no basta decir la verdad. De poco servirá en el trato de la gente si no es creíble, y hasta debiera ser esa su primera cualidad. La verdad es sólo medio camino. La otra mitad se llama credibilidad. Por eso hay mentiras que pasan por verdades, y verdades que son tenidas por mentiras[4].

Y qué hablar de las regiones -Desahóguese el lector, y diga lo que piensa de toda esta comedia de engaños que va siendo nuestra vida[5]-. Pastusos y boyacenses con fama de pendejos y negociar con ellos, uno sale tumbado. Los paisas, por antonomasia considerados –por ellos mismos- como los vivos del paseo y mejores que el resto del mundo: Antioquia la más educada, dice el excluyente. Los costeños, el ajá los resume. Los del interior, nos consideran –nótese mi incluyente pero el excluyente correlativo de ellos- hipócritas, fríos. Y entonces uno se pregunta –uso el indeterminado- cómo puede ser el colombiano? Y en medio de mi ironía, con eufemismo incluido, propio de nosotros los colombianos –nótese el incluyente plural-, Sentí en mis ojos la conmoción emocionada, el saludable orgullo patriótico. Me di cuenta de que, pese a los desengaños, a las esperanzas frustradas, aún ardía en mí, como flamas votivas en el ara sagrada, insospechadas llamaradas de amor a la cuna natal. Claro que quedé muy contento, por eso pensé de inmediato que tenía que hacer partícipes a todos de mi alegría[6].

Y hablando de saludable orgullo patriótico, pensar en -Desahóguese el lector, y diga lo que piensa- los colombianos que no lo son, refiriéndome a todos aquellos hijos y nietos de inmigrantes –y aún el mismo emigrante- que con razón y a pesar de sus padres y abuelos no se consideran colombianos, porque ni conocen la tierrita ni hablan el idioma, pero resultan que los exaltan como tales porque fue el único colombiano que… gracias a él (o ella, ya ni supe el sexo de ese gringo-colombiano) la Nasa pudo llegar a Plutón (ja!) –hoy desposeído de su título, como tantos más y me refiero a Plutón…- porque fabricó la elipse que permitió el giro radial de la sonda transmisora… y solo aparece en nuestros periódicos –nótese el patriotismo- por falta de noticias, sinceramente. Y dígase lo que quiera, hay muchos colombianos que de corazón dejaron de serlo, porque fueron sinceros –o hipócritas, como quiera vérsele- y quieren a su país que le da de alimentar, el natal es otra historia que es mejor dejar en el olvido, a pesar de que a veces al oír el himno nacional derrame unas gotas de orina de la emoción del momento, que es transitorio y lavable. Muchos que no quieren volver. Al menos ellos son sinceros!

Y por eso, los extranjeros en este país, son más honestos cuando expresan libremente su amor por este país, más que al de ellos. Ellos no padecen de realismo mágico, se quedan con el realismo verdadero y sincero. Madre no es la que lo pare a uno sino la que lo alimenta! Y esto es una verdad desnuda. El que inventó la frase «la verdad desnuda» había percibido una importante relación. La desnudez escandaliza a la gente honrada y lo mismo sucede con la verdad. Cualesquiera que sean los intereses de uno, pronto se verá que la verdad es aleo que la gente bien no admite en su conciencia. Siempre que he tenido la desgracia de estar presente en un tribunal durante la audiencia de un caso del cual yo tenía algún conocimiento de primera mano, me ha sorprendido el hecho de que no hay una cruda verdad que pueda penetrar en esos augustos portales. La verdad que penetra en la sala de un tribunal no es la verdad desnuda sino la verdad con toga, tapadas sus partes menos decentes. En una palabra, la gente bien es la gente de mente sucia.

Y nos vanagloriamos de ser uno –uno, no el único, pero algo es algo- de los países más felices, no sé cómo lo miden, afortunadamente no me encuestaron a mí, porque el resultado habría sido otra cosa, de realismo mágico. Y que un Santodomingo se casó con la realeza europea, se imaginan? Un co lom bia no –que poco se la pasa por acá, que sólo es importante por la fortuna de dejó papi- se casó en las Europas… Quién te lo puede creer. –Nótese que para estos efectos el señor es co lom bia no, cos te ño, pero habla sin acento, porque ajá-. Como dijo García Márquez, si mal no estoy y con otras palabras, somos colombianos porque nos tocó nacer acá, todos hubiéramos querido ser gringos o europeos, pero la suerte fue otra. Pero eso sí, los que no se deben mencionar, no son colombianos, debemos olvidarlos, son una deshonra porque no ganaron. Pablo Escobar, Rodríguez Gacha, Rodríguez Orejuelas y tantos más. No mijito, esos sí que no son colombianos. Y ahora, al considerarnos con las manos limpias, nos molestamos supongo, porque ya no somos el primer exportador de mariguana y cocaína, nos dejaron atrás, todos reniegan y los primeros aquellos que se beneficiaron de ellos, incluidos los mejores policías del mundo –dice el grafiti, cuidado con la policía, es una familia muy grande!-.

            Según la filosofía einsteniana, todo es relativo. Para unos efectos, somos colombianos, para otros, mejor no. Nos quejamos porque sí y porque no. Si estamos aquí: qué vaina ser colombiano. Si estamos allá: yo? Colombiano? Es que… salvo que se trate de otro asunto y desde la lejura orinan patriotismo! (Así sin eufemismo? Al menos le hubiera echado vaselina, pero no tenía ganas, hoy estoy mágico).

            Lástima que hoy no se pueda ser ciudadano del mundo o aún judío errante, pero lo que sí tengo claro es que uno debe ser agradecido con la tierra que habita, sea o no su tierra natal, uno no puede ser desagradecido con este mundo, decían las abuelas y a ellas hay que respetarlas! Y no debemos olvidar la frase de Jaime Garzón: Colombia, un país de mierda!

            Y Desahóguese el lector, y diga lo que piensa de toda esta comedia de engaños que va siendo nuestra vida.

Amén! (Ojalá se pudiera sin la tilde y sin hipocresía y hasta sin eufemismo, si tuviéramos calzones! –nótese que usé el primer pronombre del plural-)

Hay dos formas de hacer el mal,
la honesta, franca y directa
que es haciendo el mal;
y la solapada, soterrada e hipócrita,
que es haciendo el bien.
 Ivan Guirior

Foto: JHB (D.R.A.)




[1] Saramago. Elogio de la col portuguesa
[2] Saramago. Ob. Cit.
[3] Saramago. Los cohetes de lágrimas
[4] Saramago. No sabía que había que hacerlo.
[5] Saramago. El crimen de la pistola
[6] Saramago. Los cohetes de lágrimas

viernes, 23 de diciembre de 2016

DE PREGUNTAS RETÓRICAS Y DE OTRAS BOBADAS

El corazón humano es tan insensato que deposita su confianza en el porvenir y la esperanza, sin aprender nada de sus errores, e imaginando que el mañana será mejor que la víspera.
Oriana Fallaci. Un Hombre

En los últimos tiempos vengo haciéndome preguntas, la mayoría retóricas, cuya respuesta está implícita –de allí lo bobo de la pregunta- o sencillamente no hay respuesta posible –de allí que me sienta un bobo haciéndola-, o si la hay, la respuesta es válida tanto para sí, como para no –de allí que demuestro mi bobada, de la que no estoy exento-.

Igualmente vengo racionalizando –si es aceptable el calificativo-, tratando de comprender al prójimo, pensando que no puedo utilizar el mismo rasero con que veo las cosas, porque generalmente me equivoco, como tuve oportunidad de mencionar en otro momento.

De la misma manera, me veo realizando planes –los modernos dirán que proyectando pensamientos para que el universo se encargue de ellos; en mi caso, siempre se hace cargo, simplemente no pasa nada-, planes de aquellos en los que uno monta antes de enjalmar a la bestia y por bestia es que llegan las desilusiones -o la sordera del universo, en mi caso, si hay que excusar a la ensoñación-.

Y uno se acostumbra a vivir en medio de la retórica que ésta pasa a ser parte del diálogo que permanentemente se genera en los momentos en que uno se encuentra solo, a pesar de estar en medio de la multitud. Solo con mis pensamientos, en medio de la multitud, de la multitud titilante –según recuerdo de uno de mis primeros pensamientos escritos cuando no había llegado aún a la primera veintena de mi vida y aún perduran-, lo que son las cosas, cuando son del alma, dijo un poeta o una canción.

Eso me lleva a pensar en la necesidad de tener sueños, de tener ilusiones, de proyectarse en el universo como medio de sobrevivencia, o como ridiculez de estar haciendo planes imposibles de cumplir a estas horas de la vida. Nuevamente la relatividad y la posibilidad de que la pregunta retórica tenga varias posibles respuestas que pueden o no ser ciertas o ser inútiles porque no tienen respuesta posible.

Y la fundamental de las preguntas sin respuesta: Existe Dios? Con mayúscula o aunque sea en minúscula? En conclusión, esta pregunta sencillamente no debe hacerse, porque no tiene respuesta, ni para bien ni para mal, aunque sicológicamente es importante para no desquiciarse antes de tiempo, es decir, es mejor mantener la ilusión.

Pero el mundo de la retórica traspasa al mundo de la imaginación del propio cerebro y tanto es así que se ha trasplantado en el medio social, donde ya proliferan las preguntas retóricas que han dado lugar a tanto descontento, a tanta trifulca, a tanto odio. Un solo ejemplo: Quiere la paz? Ya hemos visto los resultados a esa pregunta que en principio es retórica, hecha con  ilusión y cuya respuesta fue montada antes que enjalmada, de ahí sus resultados.

El hombre es bueno? Otra pregunta retórica, que no tiene respuesta o me aventuro a decir que la respuesta es relativa. Y hasta podría tener respuesta malévola, como ésta: Ningún diablo, ningún demonio podrá igualar nunca al hombre en su maldad[1].
Y así podría continuar indefinidamente, como lo hago cuando no tengo ocupada mi mente en otra cosa.

Mi esperanza es poder lograr encontrarle una respuesta adecuada a cada pregunta retórica que tengo, que me surge, que emerge de mí, con la insaciable necesidad de respuesta, pero hasta el momento, nada!







[1] Eliette Abécassis. Qumrám

miércoles, 21 de diciembre de 2016

EL ESCONDITE PERFECTO


Felicidad no es hacer lo que uno quiere
sino querer lo que uno hace.

 Jean Paul Sartre

Releí un cuento que hace mucho había copiado de los inicios del internet, por lo que excuso su autor, tenía por título El escondite perfecto y hablaba sobre la felicidad. Me llamó la atención y lo transcribo al final, luego de algunas reflexiones previas.

En efecto, nuestra vida es eso, una búsqueda permanente de la felicidad por la permanente insatisfacción, por la falta de algo, por tener el algo, por desear algo, pero nunca satisfecho con ese algo efectivamente tenido mas no disfrutado.

Y es curioso ver que todo aquello que buscamos vanamente se encuentra frente a nuestras narices, no las vemos y son, por lo regular, gratis o al menos, bastante baratas.

Y ante tal ceguera, producto de la insatisfacción, cuando no de la pereza y aún de la abulia, es que hemos perdido el placer de sorprendernos aún de nosotros mismos, de capacidades o cosas que no habíamos tenido la oportunidad de conocer, pero que estaban allí o que están allí, escondidas mas no perdidas y siempre existe la oportunidad de recuperar, de encontrar y aún de reencontrar.

Ser feliz no es difícil ni complicado, muchas veces basta con dejar el uso y abuso de calificativos que todo lo trastoca. Otras, es simple cuestión de dejar pasar, que las cosas pasen sin preaviso, sin arrogancia. Otras más es liberarse de falsos prejuicios y arriesgarse a tomar otros caminos. Y así, hay muchas más excusas para ser feliz, siempre que se tenga conciencia que ser feliz es estar tranquilo, en paz con uno mismo, sin pretensión alguna. Aceptarlo y asumirlo. Naturalmente, cómo cuesta! Muchos piensan que están leyendo un discurso al mejor estilo de Walter Rizo o de Paulo Coelho, puede ser, poco importa. Pero vale la pena intentarlo, recordando que muchas veces el no hacer es mucho más importante que el hacer que obstaculiza.

Ah! Lo olvidaba, el ser feliz no es lo que digan los parámetros de cualquier estudio por más importante sea la universidad que lo diga, ni del vecino, ni de los documentos Conpes; es todo aquello que lo hace a uno conforme con uno mismo, que lo hace sentir satisfecho, que le hace sonreír sin razón pero con el corazón. (Y aquí me contradigo) No importa lo que sea.

Para culminar por hoy, a lo que vinimos fuimos:

En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo:
-          Debemos quitarles algo a los hombres, pero, ¿qué les quitamos?
Después de mucho pensar uno dijo:
-          ¡Ya sé, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar.
Propuso el primero:
-          Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que inmediatamente repuso otro:
-          No, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso otro:
-          Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.
Y otro contestó:
-          No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará.
Uno más dijo:
-          Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.
Y le dijeron:
-          No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad.
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo:
-          Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos voltearon asombrados y preguntaron al mismo tiempo:
-          ¿Dónde?
El demonio respondió:
-          La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.


Foto: JHB (D.R.A.)

lunes, 19 de diciembre de 2016

INCONGRUENCIAS SENILES


Creo que podría transformarme y vivir con los animales.
¡Son tan apacibles y dueños de sí mismos!
Me paro a contemplarlos durante tiempo y más tiempo.
No sudan ni se quejan de su suerte,
no se pasan la noche en vela, llorando por sus pecados,
no me fastidian hablando de sus deberes para con Dios.
Ninguno está insatisfecho, a ninguno le enloquece la manía de
poseer cosas.
Ninguno se arrodilla ante otro, ni ante los congéneres que
vivieron hace miles de años.
Ninguno es respetable ni desgraciado en todo el ancho mundo.

Walt Whitman

Nos hemos acostumbrado a medir todas las cosas con el mismo rasero, con el de uno. Porque hemos vivido algunas experiencias, hemos compartido con otros semejantes situaciones, el cerebro se ha acostumbrado a medir las cosas con su propio rasero, sin dar opción a la posible existencia de otra posibilidad, lo que me ha llevado a pensar cuán equivocado puedo estar y cuánta equivocación hace que mi visión sobre algo no sea tan certera, precisa u objetiva como pretendo creerlo.

Montar en avión, ir a la playa, conocer el mar son hechos que uno cree que todo el mundo ha vivido y que es lo más común, por lo que se da por supuesto, sin que queda duda alguna. Sin embargo, se encuentra uno con que está equivocado al oír conversaciones ajenas o confesiones de conocidos demostrando que lo que uno conoce por experiencia propia, puede que no sea tan generalizado como aparenta hacernos creer el cerebro. Aunque también es cierto que hace poco en una terminal de transporte una señora común y corriente entabló conversación con alguien y le oí decir: ve y el bus por dónde pasa? Es que acostumbro a viajar en avión y nunca he viajado en bus. Pensé de todo y no dije nada, por la prudencia que hace verdaderos sabios, para todo hay gente, de ese tipo de gente.

Y decía que las confusiones que se generan es por culpa de la generalización; culpo al mismo cerebro porque es, según creo, el que nos lleva a pensar o decir cosas que en últimas carecen de objetividad o tiene apreciación diferente entre lo visto, lo no reconocido y lo que quisiera que fuera. En estos días fue aún más notorio el hecho del autocorrector que tenemos, el sugerente de léxico que nos conduce en la vida con una autonomía indiscreta y que muchas veces nos hace jurar sobre falsedades no vistas, sobre realidades ignoradas o suposiciones inciertas.

Un ejemplo, leer un aviso que dice Helados, cuando en la realidad decía Regalos, el cerebro vio la e, la a, la o y la ese y decidió concretar la palabra no vista con atención y aparente descuido, lo que hace que el cerebro asuma la palabra más cercana que encuentra e informe, sin precisar que es a su parecer, la palabra que él mismo interpretó debido al descuido o la falta de atención de uno, es decir, la eterna dualidad entre uno mismo y su cerebro. Casi nunca concordante a medida que pasan los años.

Dos temas inconexos? Eso me lleva a pensar qué tan incoherente se vuelve uno con los años, aunque al generalizar estoy asumiendo la primera parte del escrito, al generalizar que todos los viejos somos incoherentes a medida que pasa la vida y lo que realmente es cierto, es que yo me estoy volviendo incoherente, síntoma de mi senilidad? Un aviso que debe tenerse en cuenta. Si termino loco basta con hacer una revisión de mi blog y allí aparecerán los antecedentes, consecuentes y el epílogo!

Para que vean cómo son las cosas. El tema inicial iba orientado a pensar que en medio de un retiro de la vida citadina, en donde carezco eventual aunque voluntariamente de redes sociales, internet y demás –salvo de computador para escribir mis cuitas y de celular al que nadie llama y del que a nadie llamo, supongo que sólo para no perder la costumbre de saber que por ahí anda o como reproductor de música, que es para lo que me sirve en los momentos de mi soledad- me hacía pensar en el placer de salir a caminar por una carretera rural, a paso de no tener afán en la vida, rodeado de unos perros que ni siquiera son de uno, paso a paso disfrutando el paisaje, el momento sin futuro porque poco importa el paso siguiente ni el próximo paisaje al estar centrado en ver nimiedades que para la generalidad pueden carecer de sentido, pero que iluminan el paso. Donde no importa a dónde ir ni cuándo llegar ni siquiera para qué llegar.

Y eso me hizo pensar en que iba a empezar a generalizar pero me di cuenta que en este caso, la excepción era yo y recordé todos los fines de semana o puentes pasados con otras personas que no se desprendían del celular, que las redes sociales eran su consuelo al estar en un pueblo, aparentemente de descanso, replicando a sus conocidos que estaba de descanso, sacándose fotos insulsas para demostrar que lo que decía era cierto, que comimos en tal restaurante, que pasamos por tal lugar histórico o turístico, con foto obligatoria, falsa sonrisa de diversión. Muchos de viaje obligado, porque toca, pero aparentando disfrute, es decir muchachitos que en casa viven desprogramados y cuando salen a viajar con los papás, qué mamera, pero toca y replican situaciones no deseadas pero que comunicando a sus semejantes creen desplazar la felicidad que no ha sido lograda. O de aquellos que ven el paseo en la oportunidad de sentarse a beber, con las consabidas fotos en la red… y así puedo seguir con la descripción con los más mayores y aún con los de mi edad y de lo que actualmente hacen, pero oí una voz que decía: y a usté que le importa?

Y en efecto, parezco viejito mala leche, a mí qué me importa, siga disfrutando de su paisaje, de su vida, que cada cual haga con su vida lo que quiera, desde que no se metan con usté.
           
Entonces me centro en mi experiencia, en la tranquilidad de un rincón alejado, sin excesos de comodidad, pero de paz de campo, irremplazable en todo caso, alejado, como decía, de todo ruido de ciudad, de pueblo, de turismo, en medio de una montaña que permite ver un paisaje variante a cada hora, reflejante de montañas desconocidas en el más lejano horizonte, con variaciones de luz propicias para un pintor, de música de campo que incluye además de pájaros, sonrisas de vientos, rumor de silbantes árboles, aunado a los lejanos radios que vecinos comparten, conversaciones que llegan de la carretera y fotografías captadas en su momento, para que llegado el momento traigan a la memoria unos buenos momentos de un pasado disfrutado.

Por eso me alegro de ser como soy y me entristece ver cómo los demás perdieron la facultad de sorprenderse.

Pues ocurre, amigos míos, que la habilidad para concentrarse y dedicarse a una única tarea, la capacidad para estar en silencio, consigo mismo, en una labor solitaria y a veces tenaz, el potencial de centrarse en el objetivo que tenemos entre manos, hace mucho que se fue al traste. Esa facultad hermosa y admirable que había sido un logro de la civilización (uno de los mayores), vino a ser reemplazada por un ajetreo incesante, lleno, en ocasiones, de ocupaciones infinitas pero estériles: vemos a personas atareadas en faenas sin sentido, gestionando su nada, organizando su vacío; vemos enfrascados en tareas minúsculas a seres que desarrollan de mala manera, o de cualquier manera, la labor que les ha sido encomendada, mientras revisan las conversaciones que tienen en el celular, hablan por teléfono, conversan con el vecino del puesto de la oficina y piensan en lo que ayer les dijo su tía. A tal dispersión de quehaceres, a aquella desorganización del día a día, a la desconcentración que impera, a esa disgregación del yo es a lo que los gerentes y dirigentes del mundo contemporáneo llaman multitareas (omultitasking, que hay que decirlo en inglés para que esa impostura ridícula y esa imposición nefasta suene más creíble y más importante).



Foto: JHB. (D.R.A)

viernes, 16 de diciembre de 2016

EL ESPEJO, MI ALTER EGO (III)

Sólo podemos mostrar coraje en la cara del miedo.

Dan Millman. Inteligencia Espiritual. 

Y hablaba del miedo y hasta del morboso.

Y, a propósito, susto, miedo, temor, incluyendo culillo –palabra semejante a miedo?-, hasta dónde, por su significancia me estaré desviando. Sustos he pasado muchos, con vivos y difuntos. Temores, he tenido y aún conservo muchos. Temor de cosas desconocidas, de novedades que se aproximan, de suspicacia y desconfianza. Y miedos? Quién dijo miedo?

En aras a confundirme, a veces me gustan los ejercicios intelectuales y por ello haré un desvío hacia el significado y sinonimia de palabras, que para el efecto dice, según RAE:

susto.
1. m. Impresión repentina causada por miedo, espanto o pavor.
2. m. Preocupación por alguna adversidad o daño que se teme.
miedo.
1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
temor.
1. m. Pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
2. m. Presunción o sospecha.
3. m. Recelo de un daño futuro.

Miedo y son sinónimos: pavor, pánico, terror, horror, susto, temor, angustia, canguelo [col.], cague [col.]

Susto, sinónimos: sobresalto, miedo, patatús, alarma


Y de susto, miedo y temor comparten como sinónimos: sobresalto, alarma, julepe, pavor, espanto, pánico, aspaviento, terror, respingo, rebato, horror, pusilanimidad, preocupación, zozobra, angustia, duda, sospecha, turbación, perturbación, pesadilla, angustia, agobio, impresión, entre otros más, si se va a hilar delgado.

En conclusión, el grado de afectación hace que cambie la denominación e igualmente depende de la persona, para los arriesgados a las alturas es simple culillo, para otros menos arriesgados es como miedito y para los nada arriesgados es un pánico irracional. En todos los casos, adrenalina pura.

Hablando de pánicos irracionales, dos experiencias de viejo me han marcado. Con todo lo que uno carga ya y viene a inventarse más cargas innecesarias. Pero ya que estamos hablando, no pueden pasar desapercibidas, pues si algo recóndito queda de ellas, deben ser superadas. Aunque a propósito, en uno de los libros de Coelho existe un ejercicio de la muerte, creo que se llama y sintetizando consiste en que la persona debe acostarse en el suelo y cerrados los ojos concentrarse pensando en su propio funeral, desde que es metido al cajón, el velorio, la noche, la mañana siguiente, misa de réquiem, entrada al cementerio y su posterior entierro bajo tierra, escuchando palada a palada, hasta que queda el silencio absoluto. Naturalmente hice el ejercicio y la liberación consiste en que luego de todo uno como difunto debe resucitar, como si estuviera saliendo del ataúd. Dejo el resto a la imaginación.

Soy proclive a los experimentos raros. No sé cuál fue la causa que me llevó a éste. En medio de la oscuridad y el silencio de la noche, empecé a pensar en fantasmas, en ánimas en pena y no supe si la concentración fue tan efectiva que comencé a sentir en el corredor, no fantasmas ni ánimas, sino energías, pero nada buenas, eran como energías que hacían más negra la noche y quién dijo susto. Siendo tan machito, como sostenía mi madre, me empecé a aculillar y sentí cómo sombras negras ingresaban al cuarto y me sentía impotente y el miedo miedo empezó a apoderarse de mí y el machito que había se convirtió en el cobarde del pueblo. La única solución para ese momento fue levantarme a toda velocidad y prender la luz. Tranquilizarme, volver a la lógica, repitiéndome: los fantasmas no existen, los fantasmas no existen, quién me mandó a meterme en lo que no debía… Efectivamente aprendí a no meterme en temas en que no debo hacerlo. Producto de la imaginación? Invocación efectiva? No lo sé, nunca lo sabré, pero tampoco importa. Olvidaba mencionar que durante una semana, aproximadamente, fue miedosa la oscuridad de la noche al momento de dormir. No recuerdo bien cuál fue el exorcismo que me tocó hacer, pero que lo hice lo hice. Tal vez fue volver a los fueros de la niñez: Ángel de mi guarda, mi dulce compañía… Un miedo adquirido voluntariamente, o por lambón, diría cualquiera.

El otro miedo, ni siquiera sé cómo lo adquirí. Me habían escaneado el cuerpo varias veces, pero las últimas experiencias metido en esa máquina me obligaron a un tranquilizante. Pero no sé si fue producto de la máquina misma, de la sensación que impide salir corriendo, el sentir una pared a dos centímetros de la nariz, lo que pareciera que impide la respiración o que sólo ese espacio contiene el último aliento posible o cuál fue la causa real. El caso es que en los últimos años montar en flota o aviones, en donde el pasajero de adelante echa para atrás su silla, haciendo quedar ésta a escasos centímetros de mi cara me hace sentir la sensación horrible de ahogo y la necesidad de salir corriendo a un lugar donde haya más aire, donde pueda respirar mi propio aire. Ese miedo a ahogarme, si no lo controlo me llevará en la vejez a ser un anciano mañoso y malhumorado, porque la sensación de falta de oxígeno es demasiado tenebrosa y angustiante a la vez. Miedo sin sentido! Por eso he investigado el asunto. Recomendaciones: tranquilícese, mantenga la calma, piense positivo, trate de pensar en cosas bonitas, en la playa, en un grato día. Debo superarlo.

Y hay miedos que pueden ser más temores, sospechas o recelos, pero que por su propia apariencia de miedo, o al menos aparentemente camuflados en éste, generan y no por su proximidad, el permanente estado de desasosiego. Me refiero a todas esas tendencias, genéticas digo yo, relacionadas con el mundo de lo negativo, educadora de tiempos inmemoriables y que trascienden a través de la repetición adquirida por los mayores. El temor que surge de “por qué se está retrasando…”, “le habrá pasado algo…”, “será que…”, etc. y lo mejor de todas esas suposiciones es que cuando ya están arraigadas en ese momento en la cabeza, se pretende sacudirlas con frases afirmativas que conducen a mayor temor y que culminan con las oraciones de espanto o de exorcismo. Es una especie de sadomasoquismo mental.

Otras suposiciones, parte genéticas y parte adquiridas, los temores de “me voy a quedar sin empleo”, “esta vez sí me echan”, “hasta cuándo estaré”, “y después qué voy a hacer” con el consabido “Ay Dios mío!”. Éstas son cambiantes de acuerdo con la edad, pues se iniciaron con el “Ojalá no me pidan la tarea”, “fue que…”, pasan por la adolescencia, la edad universitaria, etc. etc.

                Ser hombres, en el sentido amplio de la palabra, requiere de una buena dosis de normalidad mental, porque entre la genética y el aprendizaje es cosa de volverse locos. Camuflarse, desresponsabilizarse parecieran que son parte de los mecanismos de defensa adquiridos necesarios para sobrevivir? O es simple excusa para exorcizarme?

                Conclusión del ejercicio, mi vida ha pasado por simples culillos –alguien debe probar la definición de esta palabreja, la mía, sería impublicable-. Fuera de la claustrofobia con ganas de ser exorcizada, aún podemos convivir espejo y yo, sin temor a recriminaciones mutuas, porque, creo, soy normal, demasiado normal y espero que los miedos y fantasmas, que hasta el momento son soportables, no se me alboroten a medida que la edad avance y que de adulto mayor o de tercera edad, no llegue a ser llamado viejo cacreco, lleno de vicios y temores inexistentes.

Y por último se preguntarán y este capítulo qué tiene que ver con el alter ego? Mi respuesta: no tengo ni idea. Será que mi alter ego también es un miedoso?

 “Deja que tu fe sea más grande que tu miedo”

Hebreos 13:6??

Foto: JHB (D.R.A.)