viernes, 23 de diciembre de 2016

DE PREGUNTAS RETÓRICAS Y DE OTRAS BOBADAS

El corazón humano es tan insensato que deposita su confianza en el porvenir y la esperanza, sin aprender nada de sus errores, e imaginando que el mañana será mejor que la víspera.
Oriana Fallaci. Un Hombre

En los últimos tiempos vengo haciéndome preguntas, la mayoría retóricas, cuya respuesta está implícita –de allí lo bobo de la pregunta- o sencillamente no hay respuesta posible –de allí que me sienta un bobo haciéndola-, o si la hay, la respuesta es válida tanto para sí, como para no –de allí que demuestro mi bobada, de la que no estoy exento-.

Igualmente vengo racionalizando –si es aceptable el calificativo-, tratando de comprender al prójimo, pensando que no puedo utilizar el mismo rasero con que veo las cosas, porque generalmente me equivoco, como tuve oportunidad de mencionar en otro momento.

De la misma manera, me veo realizando planes –los modernos dirán que proyectando pensamientos para que el universo se encargue de ellos; en mi caso, siempre se hace cargo, simplemente no pasa nada-, planes de aquellos en los que uno monta antes de enjalmar a la bestia y por bestia es que llegan las desilusiones -o la sordera del universo, en mi caso, si hay que excusar a la ensoñación-.

Y uno se acostumbra a vivir en medio de la retórica que ésta pasa a ser parte del diálogo que permanentemente se genera en los momentos en que uno se encuentra solo, a pesar de estar en medio de la multitud. Solo con mis pensamientos, en medio de la multitud, de la multitud titilante –según recuerdo de uno de mis primeros pensamientos escritos cuando no había llegado aún a la primera veintena de mi vida y aún perduran-, lo que son las cosas, cuando son del alma, dijo un poeta o una canción.

Eso me lleva a pensar en la necesidad de tener sueños, de tener ilusiones, de proyectarse en el universo como medio de sobrevivencia, o como ridiculez de estar haciendo planes imposibles de cumplir a estas horas de la vida. Nuevamente la relatividad y la posibilidad de que la pregunta retórica tenga varias posibles respuestas que pueden o no ser ciertas o ser inútiles porque no tienen respuesta posible.

Y la fundamental de las preguntas sin respuesta: Existe Dios? Con mayúscula o aunque sea en minúscula? En conclusión, esta pregunta sencillamente no debe hacerse, porque no tiene respuesta, ni para bien ni para mal, aunque sicológicamente es importante para no desquiciarse antes de tiempo, es decir, es mejor mantener la ilusión.

Pero el mundo de la retórica traspasa al mundo de la imaginación del propio cerebro y tanto es así que se ha trasplantado en el medio social, donde ya proliferan las preguntas retóricas que han dado lugar a tanto descontento, a tanta trifulca, a tanto odio. Un solo ejemplo: Quiere la paz? Ya hemos visto los resultados a esa pregunta que en principio es retórica, hecha con  ilusión y cuya respuesta fue montada antes que enjalmada, de ahí sus resultados.

El hombre es bueno? Otra pregunta retórica, que no tiene respuesta o me aventuro a decir que la respuesta es relativa. Y hasta podría tener respuesta malévola, como ésta: Ningún diablo, ningún demonio podrá igualar nunca al hombre en su maldad[1].
Y así podría continuar indefinidamente, como lo hago cuando no tengo ocupada mi mente en otra cosa.

Mi esperanza es poder lograr encontrarle una respuesta adecuada a cada pregunta retórica que tengo, que me surge, que emerge de mí, con la insaciable necesidad de respuesta, pero hasta el momento, nada!







[1] Eliette Abécassis. Qumrám

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