El corazón humano es tan insensato que deposita su confianza en el porvenir y la esperanza, sin aprender nada de sus errores, e imaginando que el mañana será mejor que la víspera.
Oriana Fallaci. Un Hombre
En los últimos tiempos vengo haciéndome preguntas,
la mayoría retóricas, cuya respuesta está implícita –de allí lo bobo de la pregunta-
o sencillamente no hay respuesta posible –de allí que me sienta un bobo haciéndola-,
o si la hay, la respuesta es válida tanto para sí, como para no –de allí que demuestro
mi bobada, de la que no estoy exento-.
Igualmente vengo racionalizando –si es aceptable
el calificativo-, tratando de comprender al prójimo, pensando que no puedo utilizar
el mismo rasero con que veo las cosas, porque generalmente me equivoco, como tuve
oportunidad de mencionar en otro momento.
De la misma manera, me veo realizando planes –los
modernos dirán que proyectando pensamientos para que el universo se encargue de
ellos; en mi caso, siempre se hace cargo, simplemente no pasa nada-, planes de aquellos
en los que uno monta antes de enjalmar a la bestia y por bestia es que llegan las
desilusiones -o la sordera del universo, en mi caso, si hay que excusar a la ensoñación-.
Y uno se acostumbra a vivir en medio de la retórica
que ésta pasa a ser parte del diálogo que permanentemente se genera en los momentos
en que uno se encuentra solo, a pesar de estar en medio de la multitud. Solo con
mis pensamientos, en medio de la multitud, de la multitud titilante –según recuerdo
de uno de mis primeros pensamientos escritos cuando no había llegado aún a la primera
veintena de mi vida y aún perduran-, lo que son las cosas, cuando son del alma,
dijo un poeta o una canción.
Eso me lleva a pensar en la necesidad de tener sueños,
de tener ilusiones, de proyectarse en el universo como medio de sobrevivencia, o
como ridiculez de estar haciendo planes imposibles de cumplir a estas horas de la
vida. Nuevamente la relatividad y la posibilidad de que la pregunta retórica tenga
varias posibles respuestas que pueden o no ser ciertas o ser inútiles porque no
tienen respuesta posible.
Y la fundamental de las preguntas sin respuesta:
Existe Dios? Con mayúscula o aunque sea en minúscula? En conclusión, esta pregunta
sencillamente no debe hacerse, porque no tiene respuesta, ni para bien ni para mal,
aunque sicológicamente es importante para no desquiciarse antes de tiempo, es decir,
es mejor mantener la ilusión.
Pero el mundo de la retórica traspasa al mundo de
la imaginación del propio cerebro y tanto es así que se ha trasplantado en el medio
social, donde ya proliferan las preguntas retóricas que han dado lugar a tanto descontento,
a tanta trifulca, a tanto odio. Un solo ejemplo: Quiere la paz? Ya hemos visto los
resultados a esa pregunta que en principio es retórica, hecha con ilusión y cuya respuesta fue montada antes que
enjalmada, de ahí sus resultados.
El hombre es bueno? Otra pregunta retórica, que
no tiene respuesta o me aventuro a decir que la respuesta es relativa. Y hasta podría
tener respuesta malévola, como ésta: Ningún diablo, ningún demonio podrá igualar
nunca al hombre en su maldad[1].
Y así podría continuar indefinidamente, como lo
hago cuando no tengo ocupada mi mente en otra cosa.
Mi esperanza es poder lograr encontrarle una respuesta
adecuada a cada pregunta retórica que tengo, que me surge, que emerge de mí, con
la insaciable necesidad de respuesta, pero hasta el momento, nada!
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