lunes, 26 de diciembre de 2016

COLOMBIA, REALISMO MÁGICO.



Recordad siempre amigo que la vida no es como una pintura
que se construye a punta de brochazos suaves;
La vida es como una escultura
que se forja a punta de golpes de cincel y martillo.
Ivan Guirior


Una frase, invento de publicidad para turismo, nacida de labios del Nobel, del primero, que encierra toda la simbiosis de las diferentes regiones que le componen. De esa Colombia que resulta no es una sino múltiple, por las regiones, por los intereses, por la economía, por la gente, y que le hace en la misma medida diferente, totalmente diferente. De allí que sea mágico vivir en él.

Lo único común es el idioma aunque con diversidad de acentos: cantado, arrastrado, seco, folclórico, a media lengua, a la carrera completa. Es mejor no mencionar los modismos, que eso también es realismo mágico, sólo lo entienden quienes entre ellos conviven, vites? El lector que haya retenido de estas crónicas un cierto tono agridulce, que es ironía y negación de ella, pensar que estoy jugando con cosas serias o que por serias son tenidas. pues no estoy jugando, no señor[1].

Ser colombiano es cosa seria. Como somos tan realistas estamos convencidos que nos robaron el reinado de belleza y que la virreina es reina, a pesar de no serlo, pero en nuestros corazones siempre lo será! Probablemente la ironía es la única puerta de salida que me queda. La alternativa de la vehemencia con que tendría yo que interpelar a no se quién, no sé donde, por esta obstinación miope. Por esta falta de capacidad para criar piel nueva… Lo que son las cosas, me proponía hacer el elogio… y acabo por salir esto: un dolor en el corazón, una sensación de ser hoja pisada, una dura y pesada tristeza[2].

Campeones mundiales de peso gallo, liviano y… , claro hace más de treinta años, pero aún se le puede refregar a alguien, por aquello de la magia del tiempo. Porque nos encanta recordarlo, como si nosotros lo hubiéramos ganado, es decir, todos los colombianos, pero el único que se la jugó, que la sudó, fue el que ganó y por eso nos gustaría que Si ya es campeón del mundo en eso, de nada le servirán los títulos efímeros que apenas duran el tiempo de un suspiro, así que ha de exigir mucho más. Ha de pedir el título de campeón vitalicio, de campeón-jefe, de campeón para siempre jamás[3] -así seríamos verdaderos colombianos-. Por esa misma magia no olvidamos el 5-0 a pesar de que pasen los siglos, siempre se lo estaremos refregando a los argentinos, olvidando que en otras oportunidades la vergüenza fue nuestra –digo nuestra, por aquello que somos colombianos, cuando nos conviene, pero en tales casos, los buenos colombianos le echarán la culpa a la selección y al técnico de turno.- Y hablando de fútbol, que al parecer somos expertos los colombianos en echar pata, no entendido como sinónimo de caminar (entiéndase la ironía), somos colombianos por ese realismo mágico que hay en el deporte. Pierde la selección o cualquier equipo del que sea hincha y es culpa del técnico, del árbitro que nos robó el partido –y nótese que sigo hablando con el nosotros, del que mágicamente nos gusta paladear a los colombianos, cuando conviene-, culpa del mal tiempo o del presidente. Olvidan la magia que tienen –nótese que ahora uso el ellos- para quitarles el aire acondicionado a los contrincantes, cuando no mojan el pasto antes del inicio del partido, ah! Es que está tan seco… Fue Electricaribe! Sí señor... Somos –con ese plural de nosotros, nótese-, decía que somos expertos en escudarnos en excusas, en mentirnos –nótese que me incluyo- pues A diferencia de lo que afirman los ingenuos (todos lo somos una u otra vez), no basta decir la verdad. De poco servirá en el trato de la gente si no es creíble, y hasta debiera ser esa su primera cualidad. La verdad es sólo medio camino. La otra mitad se llama credibilidad. Por eso hay mentiras que pasan por verdades, y verdades que son tenidas por mentiras[4].

Y qué hablar de las regiones -Desahóguese el lector, y diga lo que piensa de toda esta comedia de engaños que va siendo nuestra vida[5]-. Pastusos y boyacenses con fama de pendejos y negociar con ellos, uno sale tumbado. Los paisas, por antonomasia considerados –por ellos mismos- como los vivos del paseo y mejores que el resto del mundo: Antioquia la más educada, dice el excluyente. Los costeños, el ajá los resume. Los del interior, nos consideran –nótese mi incluyente pero el excluyente correlativo de ellos- hipócritas, fríos. Y entonces uno se pregunta –uso el indeterminado- cómo puede ser el colombiano? Y en medio de mi ironía, con eufemismo incluido, propio de nosotros los colombianos –nótese el incluyente plural-, Sentí en mis ojos la conmoción emocionada, el saludable orgullo patriótico. Me di cuenta de que, pese a los desengaños, a las esperanzas frustradas, aún ardía en mí, como flamas votivas en el ara sagrada, insospechadas llamaradas de amor a la cuna natal. Claro que quedé muy contento, por eso pensé de inmediato que tenía que hacer partícipes a todos de mi alegría[6].

Y hablando de saludable orgullo patriótico, pensar en -Desahóguese el lector, y diga lo que piensa- los colombianos que no lo son, refiriéndome a todos aquellos hijos y nietos de inmigrantes –y aún el mismo emigrante- que con razón y a pesar de sus padres y abuelos no se consideran colombianos, porque ni conocen la tierrita ni hablan el idioma, pero resultan que los exaltan como tales porque fue el único colombiano que… gracias a él (o ella, ya ni supe el sexo de ese gringo-colombiano) la Nasa pudo llegar a Plutón (ja!) –hoy desposeído de su título, como tantos más y me refiero a Plutón…- porque fabricó la elipse que permitió el giro radial de la sonda transmisora… y solo aparece en nuestros periódicos –nótese el patriotismo- por falta de noticias, sinceramente. Y dígase lo que quiera, hay muchos colombianos que de corazón dejaron de serlo, porque fueron sinceros –o hipócritas, como quiera vérsele- y quieren a su país que le da de alimentar, el natal es otra historia que es mejor dejar en el olvido, a pesar de que a veces al oír el himno nacional derrame unas gotas de orina de la emoción del momento, que es transitorio y lavable. Muchos que no quieren volver. Al menos ellos son sinceros!

Y por eso, los extranjeros en este país, son más honestos cuando expresan libremente su amor por este país, más que al de ellos. Ellos no padecen de realismo mágico, se quedan con el realismo verdadero y sincero. Madre no es la que lo pare a uno sino la que lo alimenta! Y esto es una verdad desnuda. El que inventó la frase «la verdad desnuda» había percibido una importante relación. La desnudez escandaliza a la gente honrada y lo mismo sucede con la verdad. Cualesquiera que sean los intereses de uno, pronto se verá que la verdad es aleo que la gente bien no admite en su conciencia. Siempre que he tenido la desgracia de estar presente en un tribunal durante la audiencia de un caso del cual yo tenía algún conocimiento de primera mano, me ha sorprendido el hecho de que no hay una cruda verdad que pueda penetrar en esos augustos portales. La verdad que penetra en la sala de un tribunal no es la verdad desnuda sino la verdad con toga, tapadas sus partes menos decentes. En una palabra, la gente bien es la gente de mente sucia.

Y nos vanagloriamos de ser uno –uno, no el único, pero algo es algo- de los países más felices, no sé cómo lo miden, afortunadamente no me encuestaron a mí, porque el resultado habría sido otra cosa, de realismo mágico. Y que un Santodomingo se casó con la realeza europea, se imaginan? Un co lom bia no –que poco se la pasa por acá, que sólo es importante por la fortuna de dejó papi- se casó en las Europas… Quién te lo puede creer. –Nótese que para estos efectos el señor es co lom bia no, cos te ño, pero habla sin acento, porque ajá-. Como dijo García Márquez, si mal no estoy y con otras palabras, somos colombianos porque nos tocó nacer acá, todos hubiéramos querido ser gringos o europeos, pero la suerte fue otra. Pero eso sí, los que no se deben mencionar, no son colombianos, debemos olvidarlos, son una deshonra porque no ganaron. Pablo Escobar, Rodríguez Gacha, Rodríguez Orejuelas y tantos más. No mijito, esos sí que no son colombianos. Y ahora, al considerarnos con las manos limpias, nos molestamos supongo, porque ya no somos el primer exportador de mariguana y cocaína, nos dejaron atrás, todos reniegan y los primeros aquellos que se beneficiaron de ellos, incluidos los mejores policías del mundo –dice el grafiti, cuidado con la policía, es una familia muy grande!-.

            Según la filosofía einsteniana, todo es relativo. Para unos efectos, somos colombianos, para otros, mejor no. Nos quejamos porque sí y porque no. Si estamos aquí: qué vaina ser colombiano. Si estamos allá: yo? Colombiano? Es que… salvo que se trate de otro asunto y desde la lejura orinan patriotismo! (Así sin eufemismo? Al menos le hubiera echado vaselina, pero no tenía ganas, hoy estoy mágico).

            Lástima que hoy no se pueda ser ciudadano del mundo o aún judío errante, pero lo que sí tengo claro es que uno debe ser agradecido con la tierra que habita, sea o no su tierra natal, uno no puede ser desagradecido con este mundo, decían las abuelas y a ellas hay que respetarlas! Y no debemos olvidar la frase de Jaime Garzón: Colombia, un país de mierda!

            Y Desahóguese el lector, y diga lo que piensa de toda esta comedia de engaños que va siendo nuestra vida.

Amén! (Ojalá se pudiera sin la tilde y sin hipocresía y hasta sin eufemismo, si tuviéramos calzones! –nótese que usé el primer pronombre del plural-)

Hay dos formas de hacer el mal,
la honesta, franca y directa
que es haciendo el mal;
y la solapada, soterrada e hipócrita,
que es haciendo el bien.
 Ivan Guirior

Foto: JHB (D.R.A.)




[1] Saramago. Elogio de la col portuguesa
[2] Saramago. Ob. Cit.
[3] Saramago. Los cohetes de lágrimas
[4] Saramago. No sabía que había que hacerlo.
[5] Saramago. El crimen de la pistola
[6] Saramago. Los cohetes de lágrimas

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