lunes, 28 de octubre de 2019

EXCESO DE INFORMACIÓN



      El exceso de información nos está matando, lentamente, pero nos está matando, poniéndonos a dudar hasta de nuestro sexo –nótese el sarcasmo-.

      Tenemos acceso a toda la información y hasta a la desinformación, lo que nos lleva a creer como cierto lo leído, por ser seres que nos conformamos con la idea lanzada a priori, que es la que se guarda en nuestro cerebro. Y con la desinformación terminamos aceptándola, sin lograr saber en últimas, cuál es la verdad.

      Pero ese no es el tema. Decía que el exceso de información nos está matando, poco a poco, nos llega tanta, pero tanta, que ya el cerebro termina cansándose porque no va a saber en dónde guardarla, cuál desechar, cuál conservar. Se queda con la más llamativa y la alberga para que esté a mano y la que realmente es importante, parece que va al basurero, o a algún lugar temporal –en aquél donde el computador guarda los .temp- y de allí que la atención esté más dispersa que antes.

      Y toda esta reflexión es por algo que me pasó. Me surgió una idea que tenía que escribir de inmediato, antes de que se me olvidara. Al no tener a mano con qué escribir, fui a buscar un lápiz para anotarla y entre la búsqueda y encontrar el lápiz, lo tomé y olvidé para qué lo necesitaba. Eso termina asustando porque lo primero que uno relaciona con ese olvido es la posibilidad de un problema mental, a mala hora.

      Por eso es que el exceso de información nos está llevan a perder la atención, a no poder focalizarnos en un solo punto, en un asunto. Y de seguir así, efectivamente terminaremos con algún trastorno mental, aunque siguiendo la evolución quién quita que por convertirse en normal la falta de atención, el anormal será el que se concentra y pone atención.

      Supongo que es uno de los efectos colaterales del avance tecnológico.

Yo no diría eso. A mí me impresionan (refiriéndose a las nuevas generaciones). Me gustan precisamente porque son totalmente distintos. Aman sus cuerpos. Nosotros no les prestábamos atención. Les gusta viajar. Nosotros nos quedábamos anclados en un sitio. Aman la aventura. Nosotros nos hemos pasado la vida en reuniones. Les gusta el jazz. Nosotros tratábamos de imitar malamente el folklore. Se dedican egoístamente a sí mismos. Nosotros queríamos salvar el mundo. En realidad con nuestro mesianismo hemos estado a punto de destruir el mundo. A lo mejor ellos con su egoísmo lo salvan. (1)


Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Milan Kundera. La broma.

viernes, 25 de octubre de 2019

ESCLAVOS DE LA PALABRA


      Hoy debemos pensar las cosas más de una vez antes de poder verbalizarlas, por los riesgos que conlleva el hablar normal –o lo que se entendía por ello en mi época- o en momentos de irritación –a lo que estamos expuestos ahora tan frecuentemente-. En otras palabras debemos cuidar la lengua. Afortunadamente el pensamiento sigue con sus pensamientos propios y solo ellos son responsables ante ellos mismos.

      Ya no se pueden expresar con espontaneidad las ideas y las conversaciones deben cuidarse, más cuando uno no sabe si el interlocutor lo está grabando, pues en estos días ya no se puede confiar ni en la sombra, como decía mi mamá.

      Antes podíamos hacer chistes malos o imprudentes, pero eran eso, chistes. Hoy ya no porque la gente ya no está en capacidad de comprender ni la ironía y menos el sarcasmo y aún menos entender que se trata de un chiste.

      Por eso ya no podemos decir que uno está trabajando como negro, o que bien marica que es uno, o lo bueno que está la señora, porque puede ser objeto de denuncia por discriminación, a pesar de ser un decir, un dicho popular. Un mero comentario lo puede llevar a uno a la cárcel, porque los ofendidos pueden ser muchos, a pesar de que sean minoría, gracias a la democracia.

      Son lógicas que se están presentando con la edad, las veo más ilógicas y me hacen más retraído, más asocial –o antisocial, si se quiere-. Pero veo que con el tiempo he dejado de ser, tanto que prefiero no subirme a un ascensor si va un menor de edad solo, porque ya nos miran con desconfianza, como si uno fuera a hacer algo indebido y eso me molesta, porque me ofende que de entrada estemos estigmatizados sin razón alguna. Pero esos son los precios que hay que pagar en la modernidad, desafortunadamente.

Es cierto que eso no habla muy bien de su formación cultural. Pero es para ellos una liberación. No dejan que nuestro mundo penetre en su conciencia. Lo han rechazado por completo. Una ceguera ha reemplazado a la otra. (1)

Tomado de Facebook.(2)


(1) Milan Kundera. La broma.
(2) 71818349_10157658226647140_4322169179311439872_n.jpg

miércoles, 23 de octubre de 2019

¿SEGURIDAD O LIBERTAD?



      Una lectura de espías llamó mi atención al hacerse la pregunta de si a la gente le interesaba más tener libertad o seguridad. Una primera respuesta rápida, sin mayor reflexión me llevó a optar por la libertad.

      Sin embargo, la pregunta siguió flotando en mi mente durante algunos días y la opción de la libertad ya no me pareció tan prioritaria, pensando en mí. Sí, gozamos de libertad, así lo dice la Constitución si queremos ser legalistas, porque la libertad únicamente la concede la ley, que es la que determina lo que puede o no hacerse, así no queramos, a ella estamos sometidos. En otros países que legalmente no la tengan plena –si es que se puede predicar de libertad plena- aún a pesar de ella existe la libertad: para ir al trabajo, para hacer compras, para transportarse, pero tal vez no ya para gritar, para quejarse, pero hay algo de libertad. Creo que la única forma en que no se está libre es en medio de la esclavitud, porque no da derecho a pensar.

      Siguiendo mi misma línea de pensamiento, pensaba en esa libertad que me amparaba y me encontraba una limitante o una cortante, como se prefiera y era que podía tener esa libertad tan cacareada pero eso no me llevaba a sentirme más pleno, en la medida en que carecía de la seguridad –jurídica, financiera, social-. Podía caminar por donde quisiera, hacer lo que quisiera pero la inseguridad de la ciudad me impedía disfrutarlo, con tranquilidad, con confianza, porque en cualquier momento podía ocurrir un acto de inseguridad –y no me refiero a la propia del ser humano, que ese es otro cuento-.

      Y la pregunta cobró vida. En mi caso qué prefiero: la libertad o la seguridad? Lo he venido pensando y cada vez que lo pienso más me inclino hacia la seguridad, a esa tranquilidad de poder caminar por cualquier lado –aún a costa de la libertad- sin temer nada, sin estar prevenido ni asustado. Tener la seguridad de que tanto yo como mi círculo más cercano estén seguros en la ciudad, en su propia casa.

      Y si me lo vuelven a preguntar, con toda seguridad opto por la seguridad, porque así sé que puedo confiar en mí y en la gente que me rodea, me da tranquilidad y de esa forma tengo menos preocupaciones y un mayor disfrute de poder caminar a mi paso, por las calles oscuras y aún las lluviosas, porque la seguridad social a la que alude la pregunta no solo es la de ese tipo de seguridad sino también las otras, las financieras –que estoy protegido en ese aspecto-, la seguridad jurídica –que las leyes son las que son y se aplican independientemente de quien sea-, sí de todas esas seguridades que harían mejor el convivir en sociedad.

Los rusos siempre hemos querido renunciar a nuestra libertad por la seguridad.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Robert Ludlum. El engaño.

domingo, 20 de octubre de 2019

INGENIO



      El ingenio humano parece que no tiene límites. Y no me refiero a los grandes pensadores o científicos sino a la gente como uno. Y hoy es más notorio en la medida en que la información fluye a la velocidad de la luz, particularmente a través de los llamados memes.

      No demora en ocurrir una noticia cuando ya sale un meme, demeritando, burlándose del personaje, haciendo graciosa la situación, menospreciándola o despreciándola, criticándola, aunque por lo general, haciendo un apunte, oportuno y jocoso, que se difunde en cuestión de segundos. En la misma medida, al desaparecer la noticia, desaparece el meme y se convierte en olvido, cambiado por una noticia de más actualidad.

      En cada país se tiene su personaje preciso, por bruto, por ignorante –a pesar de ostentar una alta posición, a la que creo que no se llega por esa misma condición-. Y las preferidas están cuando se trata de altas figuras a las que se les deja por los suelos. Pero resultan tan acertados los comentarios que le originan, particularmente los que contienen sarcasmo, que todo el mundo saca su tajada bien comentándolos, elaborándolos o compartiéndolos.

      Tenemos una alta capacidad de burla, producto de ese ingenio tan innato, pareciera. Y lo mejor es que tales memes nacen de la gente común, de cualquier persona que termina en el anonimato, por lo general.

      Ese ingenio es el que nos hace más divertida esta vida.

… tengo dentro de mí un sistema de seguridad contra la vergüenza que funciona muy bien y me impide abrirme demasiado ante la gente, manifestar mis sentimientos delante de los demás…(1)

                                                                               Tomado de Google. http://memeschistosos.net/memes-de-burla/

[1] Milan Kundera. La broma.

viernes, 11 de octubre de 2019

FRASES MOTIVACIONALES


      Parece que para la subsistencia del ser humano es indispensable el moverse en un mundo de frases motivacionales que induzcan al positivismo ante situaciones indeseables o críticas. Pero en realidad qué contienen tales frases?

      Los memes que contienen todas esas frases abarcan lo inimaginable. Nada más ver, como ejemplo, las siguientes:

La única manera de cambiar al mundo es cambiando uno mismo.

La mejor manera de que nuestros sueños se hagan realidad es despertar y comenzar a luchar por ellos.

      Es cierto, son frases con alto contenido filosófico que a la larga son meras frases para evitar decaimiento, ansiedad, depresión. Pero nada más. Acaso el mundo cambia por uno? Y no me refiero a las grandes mentes ni a los grandes líderes, sino a la gente común, a la que va o regresa de su trabajo, a la que está pensando en su propia vida y cómo superar sus escollos. Todos quisiéramos ser más ricos, tener menos preocupaciones, pero del dicho al hecho uno está encadenado a su propia vida, que no es la del mundo ni la de los demás, tal vez sea la misma de muchos, pero no todos ellos hacen el mundo. Y sueños, todos tenemos sueños, pero el despertar sólo lleva a que se evaporen, porque como dijo Calderón de la Barco, los sueños, sueños son. Sí, hay que luchar, para eso vinimos a este mundo, a una permanente lucha, por el pan, por el trabajo, por la familia, aunque casi nunca por uno mismo. Los sueños se truecan en el camino y se distancian de la realidad.

      Nada más recordar cuando se pierde un trabajo, los amigos conmiserados y ante la fatalidad de no poder hacer nada, usan tales frases: Se te está abriendo otra oportunidad, se te abrirán nuevos caminos, no hay mal que por bien no venga, o en el peor de los casos: no hay mal que dure cien años. Pero visto objetivamente, son frases aparentemente saludables para quien soporta la carga, pero para el que está en la distancia, repito, son frases sin valor, sin carga emocional, indiferentes, que lo llevan a uno a pensar que lo que fue, fue.

      Naturalmente la vida sigue y toma los caminos que ha de tomar y mirado desde la distancia futura hacia el pasado termina pensando uno que la frase de ese pasado adquirió realidad, cuando lo que ocurrió simplemente fue que la vida continuó, como continua, con uno o sin uno.

      No pretendo desmotivar, sino ver que estamos esclavizados en la necesidad de aceptación de los demás, de la necesidad de formarnos esas palabras para tomar valor para seguir viviendo y no morir en el intento. Simplemente son meras palabras, reconfortantes ante la fatalidad, sí, pero que si no fuera por la circunstancia podría pensar uno que se trata de frases vacías.

                                                                               Si todo tuviera explicación no habría misterios en la vida ni se darían tragedias.(1)


Tomado de Google. mensajes-sarcasticos


[1] Colleen McCullough - Favoritos de la Fortuna.

lunes, 7 de octubre de 2019

UN DIA MÁS


      Por vicisitudes de la vida tuve que hacer una diligencia ante autoridades que luego de culminadas me demandó seis horas de mi vida, incluida la hora y media de transporte.

      Qué decir de Transmilenio, como medio de transporte; de un extremo a otro de la ciudad no me llevó más de lo necesario, por lo que sigo insistiendo que para estos menesteres no hay como el Transmilenio, libre de trancones, aunque no tanto de espera mientras aparece el que uno necesita, pero con todo me doy por bien servido.

      En los trayectos no faltó el que vende dulces, el cantante, el de los esferos, estampitas y demás maricadas. Curioso que las monedas aguanten, pues no acababa de bajarse uno para que el otro empezara con su pedido e intervención. Aquí vale el cuento que el primero que conmueva gana, el resto, ni bolas se les para. Y naturalmente en cada intervención no faltan las frases para conmover, para hacer sentir culpa a la gente, tales como: el hoy por mí, mañana por ti; ojalá, Dios los libre, de que les toque a ustedes; uno nunca sabe el hambre ajeno; cualquier cosita que les sobre, sea una monedita, un pancito o algo de tomar; tengo veinte hijos muriendo de hambre y todos dependen de mí; no es que yo quiera pero es la necesidad que me trae hasta aquí, si alguien sabe de un empleo, yo estoy dispuesto…  Naturalmente ya estoy curado del complejo ajeno que me pueda generar el prójimo.

      Y de regreso, luego de cerca de cuatro horas haciendo colas, que por acá no es, que vaya al fondo a la izquierda, que sí un momento, que tome su turno, que la demora en la atención es de cuarenta minutos, etcétera, bajo sobrado cansancio me encontré los personajes de Transmilenio. El uno cantante con Serrat (Harto de estar harto, ya me cansé… letra que puede conmover), y sin que hubiera culminado el cantante, una mujer, obesa, manga corta para poder mostrar en sus brazos unas quemadas, con bastón, no muy mayor, hizo su cola para iniciar su pedido. Curioso discurso el que se echó. Fue una larga perorata, pero llamativa. Inició haciendo claridad de que no iba a cantar, como su vecino que aún no había terminado de recoger el fruto de la canción de Serrat. Prosiguió afirmando que no iba a hablar mentiras, que no le molestaba que no la miraran, pero que se emberracaba si le torcían la jeta por su presencia, que ella era frentera, que era una ladrona, que había pasado por la cárcel varias veces, que era ladrona desde hacía mucho tiempo, que la habían baleado –obviamente mostró las diferentes entradas de bala a lo largo de su cuerpo-, la habían apuñalado –y siguió mostrando las correspondientes cicatrices- y aclaró que solo robaba a los hombres, porque las mujeres nunca cargaban nada en las carteras, pura basura, peinillas y cepillos –en lo que concordé con ella-, que era más lucrativo robas a un hombre porque ellos al menos tenían plata y buenos celulares y máximo le hacían mala jeta por su presencia. Habló de las relaciones de pareja, que cuando el hombre es bueno la mujer es una basura y si la mujer es complaciente el hombre es un guache –con lo que también concordé-. Y se desvió a platicar sobre la necesidad de que cada uno lave su locita, que arregle su cuarto, que tienen tiempo para estudiar, para internetiar, darle al feis, pero no para actividades básicas de agradecimiento hacia los padres, una correspondencia mínima –también estuve de acuerdo con ella, al que le caiga el guante…-. Y tocó el tema de corrupción mencionando de los últimos escándalos, pero que como esos eran ricos las consecuencias no eran mayores, pero que si fuera uno de ellos, otro gallo cantaría. Y mencionó sobre la plata que el Distrito invierte en hogares de paso para gente necesitada, plata desperdiciada porque ahí sí lo pobres se creen de mejor familia y no aprovechan –que me hizo recordar el comentario del embolador que me comentaba que él no iba por allá porque era demasiado peligroso y de gente sin cultura (¡)-. Pero que ella estaba en un programa del Distrito en donde iba a hablar de lo mismo en colegios distritales y algunas universidades. Y culminó diciendo que lo único que le agradecía a Dios eran sus hijos, que eran lo único bueno que le había dado ese Dios.

      Y nada más culminar su recogida puesto por puesto, aunque he de decir que el cuento me distrajo del largo viaje, se subió otro cristiano, cuyo discurso, que tenía como objetivo hacer reír, para conmoverlo a uno, claro está, comenzó a decir que caras vemos, pues el era muy feo y tenía cara de atracador, pero que corazones no sabemos. Que la policía lo vivía parando preguntándole que en donde llevaba las armas cortopunzantes y él siempre les respondía que con esa cara de hampón no necesitaba cargar nada de eso. Porque reconocía que era feo, bien feo. Y habló de corrupción, de los Nulle y de Samuelito, que como ellos si tienen cultura… No recuerdo el resto de perorata porque de tantos discursos a mi edad ya se confunde quién dijo qué.

      Este fue un día que me sacó de la rutina y vi que uno aprende de historias ajenas, algunas verdades escucha, pero también me ratificó que la profesión de limosnero, que dicen es muy lucrativa, es cuestión de locuacidad, de conmover a la gente, de generarles algún tipo de culpa para que desembolsen con timidez su ofrenda por estar en mejores condiciones que ellos. Y el discurso parece que lo han venido cambiando, pareciera que periódicamente cambian de discurso conmovedor, lo que es bueno, los hace inventivos, aunque ya para mis años, no me conmueven ni me generan culpa, porque qué culpa tengo yo de situación ajena? Y me llamó la atención que no se hubieran subido venezolanos. Algo estará pasando.

El odio se desmorona ante una sonrisa amorosa; ante un silencio comprensivo y ante una respuesta favorable, que no humille o lastime.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)




(1) Santiago Gamboa. Perder es cuestión de método.

viernes, 4 de octubre de 2019

SITUACIONES VERGONZANTES


                
Hay situaciones que resultan más que vergonzosas, vergonzantes (1), como cuando a uno lo cogen con las manos en la masa y por más explicación exculpatoria que  trate de dar, lo que uno hace es ahondar más el problema.

Pero la que más rubor, piedra, vergüenza y desesperación es entrar a baño ajeno y que esté tapado –o lo haya tapado uno, o por ser el que rebosó la copa o el inodoro, si se prefiere-. Y no me refiero a que al descargar la cisterna, después de orinar, el agua reverbere cual manantial sin control alguno. Esa es llevadera. La vergonzante es luego de que uno hace sus necesidades (dígalo claro -oigo decir-: después de una cagada, sin eufemismo!), el agua rebosa, el bollo flota sin deseos de irse y uno está de visita. Y para colmo es un inodoro de los que suministra agua en cuentagotas.

No, no, nooo, piensa uno, no se vaya a salir el agua y la deposición al piso, por favor… Pues de ocurrir, la vergüenza ya no tiene límite. Y ahora qué hago? Pero digamos, como me pasó, que afortunadamente el agua no se salió de la taza. Y ahora? El agua de la cisterna a cuentagotas, lo que hace la espera más eterna. Y habiendo bajado el agua, el bollo continúa en posición de flote. Volver a intentarlo, rogando que el agua no se reboce de la taza y la misma angustia se antepone. Mirar si hay chupa para desatorar la tubería y si la hay, hacerle con cuidado, pues al estar lleno de repositorio puede terminar salpicando el baño. Y luego, esperar a que esté llena la cisterna, para bombear nuevamente hasta que lo que flote se vaya al desagüe totalmente y ahí sí, respirar profundo, limpiar lo que hay que limpiar y dejar las cosas como si nunca se hubiera entrado a ese incómodo baño. Salir con cara de yonofuí y hacerse el pendejo, aunque alguien, entre ellos el dueño, pudo haber oído las tantas veces que se vació la cisterna sin explicación, desde el que está afuera. En mi caso, estaba en casa de un hermano y la cosa era de más confianza. No le dije que el baño estaba tapado, no por vergüenza ni por hacerme el pendejo, sino porque simplemente se me olvidó comentarlo por entrar en otra conversación que terminó desviando mi atención y la situación vergonzante pasó al plano de olvido, como acontece a nosotros los viejos. (Si me llega a leer que recuerde que el baño de visitantes puede tener problemas de atoros, para que le haga revisión y otro no pase por la misma situación).

Esas no son cosas para contar, diría mi mamá, pero son situaciones cotidianas que ahora en la distancia me causan risa, por la situación en sí misma, aunque he de confesar, no me preocupó lo que se pensaran, otra de las ventajas de ser viejo, aunque sí pensé en su momento: mire este mierdero que me tocó (literal y alegóricamente).

Son cosas que pasan y que al contarlas me hacen sonreír. Qué cagada!

No os preocupéis por el día de mañana, el día de mañana habrá de preocuparse de sus asuntos. Bastante tiene el día de hoy con sus padecimientos.(2)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


[2] Milan Kundera. La broma. Citando a Mateo 6:25.

miércoles, 2 de octubre de 2019

REIVINDICACIÓN



      Ya es hora de ir reivindicando muchas cosas que se han venido perdiendo con el tiempo, gracias a la modernidad y a la tecnología. Lo digo molesto porque ya ser hombre (entendido como varón, masculino, macho, si se quiere) está resultando ser un pecado, se está estigmatizando tanto el concepto, que el ser hombre, en tal sentido, está convirtiéndose en una noción reprochable, en algo que debe ocultarse. Se nos está criminalizando, sin sentido, gracias a la generalización que se hacen en redes sociales.

      Hombre y mujeres son iguales, física y mentalmente, lo tengo claro. En ambos bandos, porque así se ha replanteado ahora, hay más inteligentes y más brutos, he de decirlo; unos más aptos que otros, dentro de su propia especie y unos inadaptados e ignorantes más que otros, la minoría éstos. Fisiológicamente diferentes, creados con esas diferencias necesarias para que cada especie adquiera su rol, a pesar de que ahora ya es difícil definir con claridad cuándo él es ella y viceversa.
           
      En ciertos aspectos hay diferencias y hay que aceptarlas, sin llegar a la generalización; cada loro en su estaca, indica la naturaleza.

      En mi caso, hasta donde recuerdo, soy hombre, entendido en la noción indicada inicialmente, aunque el colectivo –que no sé qué es- ha minimizado ese pensamiento y ya ha generado un resquemor que lo mejor, para sobrevivir, es hacerse el pendejo o tomar las cosas como que no son con uno. Pasar desapercibido, en una palabra y de esa manera se evita terminar siendo catalogado de machista, gritado y vapuleado.

      Soy machista? A lo mejor, soy producto de mi época, aunque tratando de evolucionar de acuerdo a las épocas. No me hace mejor ni peor que nadie. Tengo mi papel y lo asumo, ya de viejo. Hoy todo el que lo pide es un acosador, antes teníamos una frase: pedirlo no es ofender. Decían sí o no, y punto –y ellas siempre esperaban que uno lo pidiera, pues no era dable que lo hicieran ellas, entonces?-. Hoy es acoso sexual, estigmación y repudio. Ya no se puede decir lo bonita que es una mujer, porque cae en peligro de todo ello. Tal vez por eso se perdió la caballerosidad –claro, había mucho gamín, pero también es que hoy hay más gamines y las mujeres se propusieron igualarnos, pero en eso, perdiendo su feminidad, desafortunadamente-.

      Por eso creo que debo reivindicar mi posición masculina, la que se ha ido perdiendo y eso no me hace ni machista ni feminista ni fanático –Dios me libre! Tanto de mí como de todos esos locos y locas que ahora abundan-. Ya sé que no puedo coquetear, ni expresarme ante la belleza, ni dirigir miradas de admiración, me expongo a demasiado y hasta la cárcel si algún loco o loca le da por denunciarme o tildarme, a mi edad, de viejo verde, lo que me haría más peligroso. Por eso me he vuelto indiferente, poco sociable  y hasta la caballerosidad de antaño va desvaneciéndose con la edad y todo por ser hombre.

            En mi defensa, días después de escrito este blog, salió Aura Lucía Mera[1] y mi consuelo es que no estoy solo, dice ella:

El Machismo, así con mayúscula, siempre ha existido en todas las religiones y culturas, y los logros obtenidos por las mujeres son el fruto de años de lucha y confrontaciones. Todavía falta camino por recorrer, pero se avanza en todos los campos.
Pero de allí a que nos hayamos convertido todas de repente en víctimas y puras, acosadas miserablemente por las hordas de machos, hay mucha tela para cortar.
¿Se nos ha olvidado acaso el poder de manipulación que siempre hemos ejercido? ¿El juego de la “mosquita muerta” para lograr lo que nos proponemos? ¿La capacidad de daño que tenemos y ejercemos sutilmente para aniquilar y moverle el andamio a la pareja? ¿Las provocaciones con “carita de yo-no-fui” para seducir y volver trizas al ingenuo que cayó en las redes? ¿Cuántas mujeres no han aprovechado el “apostolado horizontal” con su jefe o su amante de turno para alcanzar sus metas? ¿Incluso con sus propios maridos para obtener ese regalito o viajecito?
Si hacemos una introspección seria y objetiva, tenemos que reconocer que no somos ninguna pera en dulce. Podemos ser sinuosas, perversas, calculadoras y frías como témpanos a pesar de la máscara de fogosidad y seducción. Sobre todo, me refiero a muchas de las mujeres que han logrado llegar y mandar en el mundo de las finanzas, el poder, la política o el espectáculo. No a aquellas que todavía ni siquiera figuran en el mapa del “Me Too” y siguen siendo las víctimas mudas del machismo primario ancestral.
Personalmente, así me lluevan rayos y centellas y todos los adjetivos denigrantes, me parece mucho más difícil el rol del hombre, que tiene prohibido mostrar sus sentimientos, tiene la obligación de mantener el hogar, de satisfacer sexualmente a su linda mujercita, ser muy machito desde chiquito, no comprar camisas rosaditas, entrenarse con las putas antes de casarse, no llorar... Estos roles ahora están peor. Ya un piropo es un acoso. Una llamada telefónica es un acoso, una mano mal puesta es un acoso.
Las mujeres pasaron de un instante a otro de víctimas a victimarias-víctimas, y esta situación se está saliendo de las manos. Ya una serenata podría ser acoso, o un ramo de rosas.
Posdata. Me habría fascinado que Plácido Domingo me hubiera lanzado un piropo o picado el ojo. Como decía alguien sabio: “A toda mujer hay que proponerle. La que no acepta, agradece”. Curioso que todas las del “Me Too” ya están “jechonas”, nunca protestaron a tiempo y tienen tufillo de amargura. De la generación de mis hijos, ya casados y con hijos, no hay “Me Too”. Son parejas fenomenales, respetuosas, regios padres y madres, compañeros y amigos. No sé si fui víctima o victimaria. En todo caso, “je ne regrette rien”.
Tomado de Facebook
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