viernes, 4 de octubre de 2019

SITUACIONES VERGONZANTES


                
Hay situaciones que resultan más que vergonzosas, vergonzantes (1), como cuando a uno lo cogen con las manos en la masa y por más explicación exculpatoria que  trate de dar, lo que uno hace es ahondar más el problema.

Pero la que más rubor, piedra, vergüenza y desesperación es entrar a baño ajeno y que esté tapado –o lo haya tapado uno, o por ser el que rebosó la copa o el inodoro, si se prefiere-. Y no me refiero a que al descargar la cisterna, después de orinar, el agua reverbere cual manantial sin control alguno. Esa es llevadera. La vergonzante es luego de que uno hace sus necesidades (dígalo claro -oigo decir-: después de una cagada, sin eufemismo!), el agua rebosa, el bollo flota sin deseos de irse y uno está de visita. Y para colmo es un inodoro de los que suministra agua en cuentagotas.

No, no, nooo, piensa uno, no se vaya a salir el agua y la deposición al piso, por favor… Pues de ocurrir, la vergüenza ya no tiene límite. Y ahora qué hago? Pero digamos, como me pasó, que afortunadamente el agua no se salió de la taza. Y ahora? El agua de la cisterna a cuentagotas, lo que hace la espera más eterna. Y habiendo bajado el agua, el bollo continúa en posición de flote. Volver a intentarlo, rogando que el agua no se reboce de la taza y la misma angustia se antepone. Mirar si hay chupa para desatorar la tubería y si la hay, hacerle con cuidado, pues al estar lleno de repositorio puede terminar salpicando el baño. Y luego, esperar a que esté llena la cisterna, para bombear nuevamente hasta que lo que flote se vaya al desagüe totalmente y ahí sí, respirar profundo, limpiar lo que hay que limpiar y dejar las cosas como si nunca se hubiera entrado a ese incómodo baño. Salir con cara de yonofuí y hacerse el pendejo, aunque alguien, entre ellos el dueño, pudo haber oído las tantas veces que se vació la cisterna sin explicación, desde el que está afuera. En mi caso, estaba en casa de un hermano y la cosa era de más confianza. No le dije que el baño estaba tapado, no por vergüenza ni por hacerme el pendejo, sino porque simplemente se me olvidó comentarlo por entrar en otra conversación que terminó desviando mi atención y la situación vergonzante pasó al plano de olvido, como acontece a nosotros los viejos. (Si me llega a leer que recuerde que el baño de visitantes puede tener problemas de atoros, para que le haga revisión y otro no pase por la misma situación).

Esas no son cosas para contar, diría mi mamá, pero son situaciones cotidianas que ahora en la distancia me causan risa, por la situación en sí misma, aunque he de confesar, no me preocupó lo que se pensaran, otra de las ventajas de ser viejo, aunque sí pensé en su momento: mire este mierdero que me tocó (literal y alegóricamente).

Son cosas que pasan y que al contarlas me hacen sonreír. Qué cagada!

No os preocupéis por el día de mañana, el día de mañana habrá de preocuparse de sus asuntos. Bastante tiene el día de hoy con sus padecimientos.(2)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


[2] Milan Kundera. La broma. Citando a Mateo 6:25.

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