miércoles, 22 de junio de 2022

FRUSTRACIÓN

En nuestro oficio hay que aprender a convivir con la frustración. En el suyo y en el mío. Y en cualquiera. Como decía uno de mis maestros, en eso consiste la vida civilizada: en aprender a convivir de manera razonable con la frustración.[1] 

 

            En efecto, la vida está llena de frustración, en todas partes se encuentra y al encontrarnos con ella, sin poderla superar, entramos en depresión.

 

            Me preguntaba cómo era posible que no nos hubieran educado para convivir con ella, sin que quiera significar que nos debiéramos someter indefectiblemente, pues de hacerlo el suicidio sería la única salida.

 

            Se exige desde pequeños que seamos los mejores, aún a costa de los demás, aunque el plural utilizado no era propiamente mi caso, pues dentro de la liberalidad de pensamiento de mi papá, conociéndome, quería el mejor esfuerzo. De unas décadas para acá la lucha por ser el mejor, no mejor sino el mejor, es una exigencia de su tiempo y por ello se ven tantas zancadillas por ser el primero, a toda costa, pero hay que hacerlo, pues parecen entender que siéndolos son mejores personas. Allá ellos, pero cuando me los encuentro solo puedo pensar de ellos: pobres güevones.

 

            Y por eso hay tanta frustración, porque de lo que no se han dado cuenta es que solo uno puede ser primer y como decía un amigo, los demás son segundos. Pero qué hay de malo ser segundo, tercero y aún de último?

 

            El mundo no es un jardín de flores, constantemente se gana y se pierde, el bus, el puesto, el amor y lo único que se debe hacer es aprender a convivir de manera razonable con la frustración, sabiéndose que hay que saber levantarse, pues no todo el mundo puede ser el primero y que siendo el tercero, tampoco es tan dramático, pues forma parte de la vida y la vida hay que saberla llevar y saberla vivir.

 

Antes nos azotaban con látigos hechos con piel de hipopótamo. Actualmente sería imposible hacerlo. Los látigos son invisibles, solo dejan huella en el cerebro y en la delicada piel del corazón.[2] 

Tomado de Facebook
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[1] Terra Alta. Javier Cercas.

[2] Henning Mankell. El ojo del leopardo.

lunes, 13 de junio de 2022

ENTREVISTA

             No le conocía como escritor y luego de dos libros que llegaron a mis manos, me gustó la forma como escribía. Alonso Sánchez Baute. Líbranos del bien y al diablo la maldita primavera. La primera de personas que conoció y que a la vez estuvieron en mandos contrarios -un para y un guerrillero- y el segundo su confesión sobre sus propias inclinaciones. Libros interesantes, libros para recomendar.

 

            Y como escritor, en una entrevista[1] hizo unas precisiones que me llevaron a reflexionar sobre el arte de la escritura, recordando que el que escribe la historia es el que fija un derrotero, aun cuando no tenga la razón o la tergiverse o simplemente se las dé de historiador. Aunque bien pensado, pareciera que esa es parte de nuestra propia historia, cuando diariamente la escribimos, donde prima la subjetividad, pues no somos capaces de aceptar la realidad y verdad de nuestra propia vida. De allí que la tergiversemos para poder salir un poco indemnes de un ejercicio que a la larga es inútil.

 

               

—(…), la ficción es una mentira, que es lo que hacemos los escritores: mentir. Básicamente para eso nos pagan, para echar mentiras, ¿no?; de eso vivimos o tratamos de vivir, que es otra cosa. Sin embargo, lo que es claro es que la ficción es la que suele decir la verdad. Si bien lo que te estoy contando es mentira, lo que yo te estoy diciendo es una verdad. Y por eso la ficción molesta tanto, porque tú sabes que detrás de esa historia hay una verdad. Y es a esa verdad a la que le tienes miedo. Así como el resto del país le tiene miedo al miedo impuesto por el poder, el poder le tiene miedo a la verdad y esa verdad está contada en la ficción, en el arte, en la literatura, en el teatro, está contada en la fotografía de Jesús abad Colorado, por ejemplo. Y, por supuesto, eso le molesta al país, pero le está abriendo los ojos al ciudadano común. Hay un grado de lucidez y es llevar luz adonde ellos no quieren que haya luz, adonde se quiere que permanezca la ignorancia para poder seguir manipulando.

—Alonso, ¿al contar esta historia el escritor es responsable de algo?

—Bueno, primero que todo, yo no tengo ninguna responsabilidad como escritor, salvo el hecho de contar una historia, que es lo único a lo que estoy obligado a hacer. Contar la historia de forma honesta es realmente mi responsabilidad como escritor. Mi responsabilidad también va al hecho de escribir un libro sobre eso. El solo hecho de escribir la memoria, así sea en ficción, ya implica asumir una responsabilidad como escritor, ya estoy metiéndome en el papel al que inicialmente yo ni siquiera estaba llamado —inicialmente y todavía—.

                Una sola reflexión, eso quería plasmar.

Tomado de Google
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viernes, 10 de junio de 2022

NO SABEMOS SER FELICES

                 En efecto, pareciera que no sabemos ser felices, al no saber ser seres humanos, al no saber vivir, solo sabemos continuar la vida a través de la rutina.

 

                Sí, es cierto que suena a filosofía barata de autoayuda y de esto se da cuenta uno cuando ya se es muy viejo, cuando ya es tarde, aunque al menos, sabiéndolo tarde, se tome conciencia de ello.

 

                Pero siguen siendo frases de autoayuda, de las de Facebook y viéndolo así, qué más se puede esperar.

 

                Y si se fuera más realista y menos de autoayuda, qué podría decirse? Ver la vida dentro de su misma simpleza y poder gritar a la mierda la vida, viva la rutina, no tenemos otra o no? O sí?

               

                Será por eso que no podemos ser felices?

 

La vida es sencilla para el corazón: late mientras puede. Luego se para.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] La muerte del padre. Karl Ove Knausgård.


miércoles, 8 de junio de 2022

¿QUÉ TAN BUENOS SOMOS?

                 Si nos hacemos esta pregunta a mansalva y a mano alzada, creyendo en nuestra propia objetiva subjetividad y para no ofender a nadie, ni a nosotros mismos, la respuesta inmediata es: somos buenos, haciendo con la boca un rictus de humildad, para acompañar la situación y hacerla presentable ante los demás y ante uno mismo, sabiendo de antemano que no somos para nada objetivos en nuestra respuesta. Y no lo somos por la sencilla razón de que no podemos permitirnos otra respuesta diferente, pues de lo contrario, la vergüenza nos avergonzaría.

                 Todos creemos, o al menos aparentamos, que somos buenos, naturalmente mientras no se pruebe lo contrario y aún probado argumentaremos alguna simplicidad, así sea la de siempre cuando uno es cogido en flagrancia: no es lo que te imaginas…

                 Pero bueno, si pudiéramos ser objetivos (aunque fuera en silencio y solo para nuestro fuero interno) y sin provincialismos, con cero subjetividad y pudiéramos cualificar la bondad que predicamos y exigimos de los demás, tal vez, solo tal vez, nos llevemos una sorpresa.

                 Claro que uno tiene una parte buena, eso está lejos de la duda, llena de bondad y serenidad y eso hay que reconocerlo -en esos términos para no decaer en depresión- y esa parte tendría un buen porcentaje para ser asignado dentro del ejercicio. Pero tampoco somos ángeles, también hay que reconocerlo pues el cuento no se lo come nadie, salvo un perfecto narcisista.

                 Pero también está claro que somos envidiosos, en algún porcentaje que ya se sabrá señalar. Somos odiosos, en algún otro porcentaje. Celosos, otro tanto. Malos y vengativos, venga esa mano que también lo somos y su peso tendrá dentro de la ponderación total. Miedosos y rencorosos, otro tanto tendrá que asignarse a la puntuación final (cada cual sabrá sobre la repartición asignada, porque cada cual es responsable de sus actos y de su consiguiente ponderación). Y de tramposos y zancadilleros? Y de pugilistas, cuando el asunto se debe resolver a punta de puñetazos -porque también hay que reconocer que hay circunstancias en que se desea matar al otro-. Y ya que lo digo en voz alta, tenemos algo de asesinos, a sangre fría y con alevosía, si se quiere. O no? En casos extremos no seríamos capaces de matar, por defender algo muy nuestro, así sea en defensa propia?

                 Entonces, si sumamos el porcentaje dado a cada punto mencionado para obtener el cien por ciento de lo que somos, qué tan bien terminamos en el ejercicio? Qué tanta bondad tenemos a nuestro favor o en nuestra contra?

                 Y seguimos creyéndonos ángeles…

A los enfermos hay que mentirles, pensaba Miralles, hay que mentir también a los enamorados, a los votantes, a todos los electores, a los que empiezan a moverse en la vida, a los que han dejado de moverse en ella. La mentira es el mayor invento social, porque de ella nacen el consuelo y la esperanza.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] Una novela de barrio. Francisco González Ledesma.

lunes, 6 de junio de 2022

A MI YO ADOLESCENTE

                 El nombre de una serie española documental que por curiosidad terminé viendo[1]. Un interesante programa con muchachos inteligentes, aunque me llamó la atención al no poder identificar el sexo de muchos de los protagonistas, cuestión que últimamente me ha llevado a pensar en qué momento se terminó esa diferencia que uno a simple vista notaba, en los tiempos ya idos. Es solo un comentario de cómo la juventud se ha venido desexualizando (si se permite el término), pero ya en mi vejez me voy acomodando y aceptando la situación, supongo porque ya no es mi problema y cada época es su propia época, como pudo haber sido la mía.

 

                Pero bueno, me voy distrayendo, cuando el tema era mi época, mi adolescencia. He de confesar que ya no recuerdo mi adolescencia, como si nunca la hubiera tenido, como si no la hubiera retenido, por ser retraído. Nada fiestero, nada bailarín, nunca lo aprendí y terminaba borracho de tanta vuelta innecesaria, las pocas veces que lo hice, me parecía una inactividad improductiva, sin sentido. Así era yo, qué le vamos a hacer.

 

                Por ese mismo retraimiento me llevó la vida a centrarme en los libros y a través de la lectura a ser iluso y soñador.

 

                Tenía muchos hermanos pero cada cual estaba en lo suyo, por lo tanto, reinos independientes, aunque creo, mirando hacia el pasado, muy semejantes. Para la época, los padres eran los padres, no los amigos, frase que ahora se ha impuesto.

 

                Fuera de mis libros y de la máquina de escribir no conocía nada. No recuerdo mayor cosa, con solo ver la biblioteca de mi papá, con eso tenía, ver que había mucho qué explorar a través de la imaginación. La vida real, cuando salía a hacer mandados, cuando mi mamá me llevaba a alguna visita o las caminatas de fin de semana con mi papá. El resto era más rutinario, ir al colegio, cumplir buenamente las obligaciones escolares y seguir con mi propia rutina. No es mayor cosa lo que recuerdo; ahora parece que soy un viejito sin juventud o con una juventud olvidada al no ser mayores los recuerdos o sea que mi vida de esa época no puede ser contada, simplemente por lo aburrida que pueda sonar.

 

                Una vida corriente y pensar que a eso se reduce la vida, a una vida corriente, sin mayor cosa qué contar, sin nada qué añadir, sin nada qué agregar.

 

Y tú, (preguntaban en el programa) si pudieras hablar con el adolescente que fuiste, ¿qué le dirías?

 

En fin, que la lectura, más que un hábito, se me convirtió en la mejor compañía… [2]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.rtve.es/rtve/20200521/yo-adolescente-voz-jovenes-temas-universales/2014563.shtml ‘A mi yo adolescente’ muestra la visión generacional de los jóvenes sobre grandes temas universales como el amor, la libertad, la amistad, los miedos... En cada una de las siete entregas, un grupo diferente de adolescentes se reúne con un presentador para compartir reflexiones y dilemas. Un espacio para el diálogo que se aleja de los estereotipos para escucharles en primera persona y descubrir qué piensan, cómo sienten y qué les preocupa. Y tú, si pudieras hablar con el adolescente que fuiste, ¿qué le dirías? El primer episodio plantea si los adolescentes de hoy se parecen a sus padres o madres, si comparten miedos, ilusiones y anhelos y si se sienten escuchados.

[2] Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute.

miércoles, 1 de junio de 2022

CAMPAÑAS

                 Sin meterme demasiado en política, como igualmente procuro con la religión, he notado que en las últimas décadas -curiosamente después de la aparición del internet y las redes sociales- se nota una mayor agresividad en las campañas políticas, especialmente en las presidenciales (tal vez porque en las otras son demasiadas personas, si se les puede llamar así y todo lo que hacen se da por supuesto, ya que son políticos y a esa palabra van aparejadas una serie de conductas y epítetos poco dignos).

 

                Como sea, la cuestión está en el manejo, manipulación y creación gratuita de mentiras, verdades a medias y medias mentiras, tratando de dar visos de legalidad aunque se trata de demostrar al menos la inmoralidad del vecino atacado.

 

                Y no se perdona nada y se ataca todo, no hay duda.

 

                Todos se dicen honorables y lo gritan a voz de cuello, tal vez porque la decencia y la honorabilidad son difíciles de probar y ni aún gritándose se está seguro de que los demás lo crean.

 

                Es cierto que un cierto candidato no me gusta para nada, por su mirada, por sentirse el mesías, por creer que soy pendejo y que no veo el dictadorzuelo que lleva dentro, y por eso mismo no me inspira la más mínima seguridad, he de confesar, sin rubor alguno, que replicaba todo aquello que lo dejaba en evidencia, independiente de la verdad del mensaje, porque sé que ese hace otro tanto, aunque supongo que peor.

 

                Pero decidí refrenarme y dejar de compartir, en lo posible y hasta donde aguantan mis nervios, todas esas notas de odio. Porque sé que definitivamente a la gente cuando se cierra, no hay nada que logre convencerlos de lo contrario, así no sea la verdad, pues esa es demasiado fácil de manipular.

 

                Esto me llevó a pensar en el manejo de la política a través de todo lo relacionado con internet (noticias, imágenes, memes, etc., todo manipulable y manipulador a la vez). Y pensé entonces que el candidato que utilizaba o autorizaba su utilización, con mentiras, con medias verdades, con medias mentiras, es un corrupto, a pesar de que grite que es el único honorable. Y a su vez, el atacado tratando de defenderse, si utiliza esos mismos medios difundiendo algo similar, lo hace honesto en legítima defensa o es tan corrupto como el incendiario.

 

                Son solo preguntas, retóricas lo sé, pero que no quería dejar en el solo pensamiento. Y  como quedaron las cosas, mejor echarse la bendición.

 

Quizá era una mentira, pero la mentira siempre ha sido un arte. La política, la religión, el amor, la fidelidad, el mismo concepto de nuestra vida se basan en una mentira inicial de la que hemos hecho una mentira persistente.[1]

Foto JHB (DR.A.)



[1] Méndez. Francisco González Ledesma.