viernes, 27 de mayo de 2022

ENTRE EL TINTERO

             A lo largo de mis lecturas, ganancia que favorece al pensionado que así lo quiere, me he encontrado con verdades que todo el mundo sabe pero que prefiere ignorar, tal vez porque ya se saben, verdades inmutables, aún al paso del tiempo, al perdurar en el tiempo o bien porque se prefiere no saberlas. Por eso me atrevo a transcribirlas, al ser palabras ajenas, escritas por personajes que han podido darlas a conocer, de diversas nacionalidades, aplicables a todos los países, sin distingo, pensando en lo grande que es el planeta, pero que en todos, sin excepción, se presentan como verdades variopintas y que reflejan lo peorcito de la raza humana. Sin más preámbulos transcribo: 

¿Has visto lo que les está ocurriendo a los jueces de Manos Limpias? Se les reprocha ser culpables de los suicidios y las muertes por infarto de algunos acusados. Se pasa por alto el hecho de que los acusados eran corruptos o corruptores y merecían la cárcel; según estas bondadosas almas, el verdadero culpable no es el culpable que, en un momento de vergüenza, se suicida, sino el juez que lo ha hecho avergonzarse. Y ahora ya basta de hablar de esta historia. Si la has entendido, la has entendido.[1]

*

—¿Cómo que no? ¿Un subsecretario comiendo con un mafioso del calibre de Franco Sinagra?
—¡Sí, figúrate, qué escándalo, qué vergüenza! ¡Hagan lo que hagan, ahora nuestros honorables diputados se pasan por el forro a la opinión pública! Se drogan, van de putas, roban, trapichean, se venden, cometen perjurio, hacen negocios con la mafia, ¿y qué les puede pasar? Como mucho, que se hable en los periódicos durante tres días. Luego todos se olvidan de ellos. Pero ellos de ti, que has levantado el escándalo, no se olvidan, de eso puedes estar seguro, y te lo hacen pagar.[2]

*

Trebonio no estaba seguro de cuándo había decidido que César debía morir, porque la idea había surgido de un modo inconsciente, y no tenía nada que ver con nobles intenciones. Se basaba en un odio puro: el odio del hombre que no tiene nada hacia el hombre que lo tiene todo.[3]

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Al oírla pronunciar el nombre del teniente, Brunetti se había acordado de una frase de Creonte: «El enemigo, aun muerto, no será nunca amigo».[4]

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Satisfecho, pensó que había evitado decir una sola verdad durante la entrevista. Eso también era una de las pocas cosas que todavía le interesaban: engañar sin ser descubierto. Hacer ver y divulgar ilusiones. Después de tantos años como político había comprendido que lo único que quedaba era la mentira. La verdad disfrazada de mentira o la mentira encubierta de verdad.[5]

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Un buen amigo mío me dijo cierta vez, en una de ellas: «Aquí todo el mundo es sargento, quiere ser general y no sirve ni para cabo».[6] 

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Y eso lo trajo el dinero, y el dinero lo trajo el algodón, y el algodón lo trajeron los políticos y la política, adorado escritor, la política es la peor pesadilla de la humanidad. La política es envidia, es saña, es pus, es basura. La política es cianuro, es talio, ¡es agua tofana! Es la sentina más grande que alguien pueda imaginar. Es el arte de cagarse en los demás. Y los políticos, mi querido escritor, los políticos no son más que la personificación de la mierda. Nunca los creas capaces de cambiar al mundo. Si acaso, estas sabandijas pueden cambiar las leyes. Y aumentar sus propias arcas. Pero el mundo lo cambian los creadores. Ellos son los reales encargados de la revolución. ¿Quién fue el que dijo que la política, como la religión, sólo sirve para hacer guerras?[7]

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Envidias han existido siempre. Sufrimos de eso que llaman Complejo de Jaiba. ¿Sabes qué es? Sencillo. Mete varias jaibas vivas en un caldero hirviente para que veas que cada vez que escapa alguna, justo cuando intenta coronar al otro lado, otra la jala de las patas para que vuelva a caer. Si alguien quiere triunfar en esta tierra, que se vaya bien lejos o que se quede callado hasta que triunfe haciendo lo que mejor sabe hacer. Pero por la boca muere el pez, y en este pueblo, tan pronto alguien confía en el éxito, va y riega la bola en cualquier puerta de Carmen Montero o en los Billares de La Bolsa, y hasta ahí fue Toño, porque es como si le echaran mal de ojo.[8] 

*

Cuento estas varias versiones para informar la cantidad de mitos y leyendas que nos gusta tejer a los humanos buscando protagonismo en cada historia que no nos pertenece (La gente habla por hablar, es frase mil veces coreada en mi pueblo. En realidad no habla por hablar: da por sentado chismes que más adelante repite buscando presumir que sabe lo que en realidad ignora). La verdad es bien diversa.[9]

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… porque aquí no hay una lucha entre ejércitos sino unos odios personales en constante guerra. ¿Por qué se mata la gente de uno u otro bando? El odio llega al extremo de que no sólo se mata al que se odia sino también al que se cree que hace parte del otro bando…
—Como quien dice: ante la duda, lo mejor es matar.
—Exacto. Y esos odios, heredados o impuestos, aumentan la criminalidad entre una sociedad civil desprotegida, como somos nosotros los indígenas, que en esta guerra no tenemos ni arte ni parte, aunque hay quienes insisten en que nosotros tomemos parte en un conflicto del que desconocemos su arte.[10] 

*

"Petro no celebra como podría, no parece saber cómo se hace, no sonríe, no llama simpatías ni penetra corazones. No, su sonrisa se hace ver siempre como un sarcasmo, una respuesta herida e hiriente, un rictus irritado."[11]

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Hablas de canciones y de fantasmas que no conoces. Hablas de revoluciones y de hostias dadas en plazas donde no pondrás los pies nunca. Perfecto… Sueñas en banderas que sólo se encuentran en los museos y sólo salen a la calle una vez al año, cuando se cumple el aniversario de un mártir que a lo peor ni se enteró de que lo era. ¿Y por eso vas a dejar que se pudra tu vida? Sí, ya sé: «Queda el pueblo», me dirás. Y me dirás también que hablo como una mujer cargada de hijos por cuyos vientres temo, o como una gallina clueca. Muy bien. Pues el pueblo solo piensa en lo mismo que pienso yo: en ganar más dinero y en vivir en un piso que chinche bien a los amigos porque éstos no pueden tener tanto. ¿Y yo me voy a sacrificar para que lo tengan? ¡Narices! Y además, ¿qué es el pueblo? ¿No está lleno de gente que no ha querido luchar? ¿De tíos que sólo han pensado en acabar el servicio militar para meterse en cama con la novia? ¿De mujeres que sólo se menean de verdad el domingo en el baile, único día en que se cansan? ¿De tías que se corren cada sábado y paren como las conejas, para decir luego que a cada uno hay que pagarle según sus necesidades? ¿No está lleno de gente así? ¿Es que tú no te has fijado? Todos los que valen algo dejan enseguida de ser pueblo por la gracia de Dios. Es como en aquella frase, que algunos juzgan cínica, de la biografía de un gran hombre: «Salido del pueblo, se propuso firmemente no volver jamás a él». Éste es tu proletariado español, para que te empapes de una vez, de una condenada vez. Y no cuentes con él para obtener ninguna reivindicación, porque te dejará en la estacada, porque se moverá a la hora de reventar pisos, pero a ninguna otra. En fin… —hizo un gesto de cansancio—, ahora me doy cuenta de que no te he dicho lo que es una empresa.[12] 

*

Eso ocurre cada día. El Estado mima mucho a los delincuentes y les da toda clase de garantías, muchas más que a la víctima, hasta que los mete en la cárcel: entonces se olvida de ellos. Donde más controlados deberían estar por el Estado, resulta que no lo están: allí sólo dependen del Destino. ¿Tú sabes cuánta gente se suicida en la cárcel? Bueno, pues qué coño. Allí de verdad nadie se suicida. Los matan.[13] 

*

… tenían una sola cosa en común: carecían de expectativas. Muchos llevaban varios años en el campamento. No había ningún país que quisiera acogerlos y toda su lucha se centraba en evitar ser enviados de nuevo a sus países. En una ocasión, cuando estaba esperando a que le dieran una de las tres raciones de comida diarias, había hablado con un hombre joven de Irán ¿o era tal vez de Irak? Nunca pudo precisar de dónde eran esas personas, ya que todas mentían, ocultando sus verdaderas identidades, con la esperanza de que les ayudaran a obtener asilo en algún país que les abriera de repente las puertas por motivos poco concretos o incluso caprichosos.[14] 

*

¿O bien porque en la Italia actual, gracias a la aprobación de leyes cada vez más permisivas en favor del culpable, faltaba por encima de todo la firme voluntad de enviar a la cárcel al autor de un delito?[15]

*

Tu televisión es una de las pocas excepciones, es realmente una voz libre. Pero ahora te pregunto una cosa: ¿cuántos espectadores tienes con respecto a Televigàta? ¿Una décima parte? ¿La mitad de eso? A los italianos no les gusta escuchar voces libres, las verdades son un estorbo para su cerebro en somnolencia perenne, prefieren las voces que no dan la tabarra, que les confirman la pertenencia al rebaño.[16]

*

Ni confío en la policía, ni confío en los jueces, ni confío en la ley, ni confío en los vecinos, que cada vez atrancan mejor la puerta.[17] 

*

Hijos de la gran puta… De modo que ésa es la augusta, la santa y la respetable justicia.[18] 

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… las dictaduras siempre patean los huevos a los inocentes, y las democracias nunca patean los huevos a los culpables.[19]

 

Como para reflexionar, si es que hay tiempo.

 

Ya sé que no tengo derecho a importunar a nadie, y menos a usted, con mis recuerdos, pero los recuerdos son lo único que me queda, (…), y si los perdiera sé que habría llegado silenciosamente a la última frontera de la nada. [20] 

Tomado de Facebook
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[1] Andrea Camillieri. La luna de papel.

[2] La danza de la gaviota. Andrea Camillieri.

[3] Colleen McCullough. El Caballo de César.

[4] Donna Leon. La tentación del perdón.

[5] La falsa pista. Henning Mankell.

[6] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.

[7] Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute

[8] Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute

[9] Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute

[10] Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute

[11] Gonzalo Castellanos. Petro disparándose a los pies. Las2orillas.

[12] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.

[13] Historia de Dios en una esquina. Francisco González Ledesma.

[14] Tae-Bag. Henning Mankell.

[15] Ardores de agosto. Andrea Camilleri.

[16] Una voz en la noche. Andrea Camilleri.

[17] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.

[18] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.

[19] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.

[20] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.

miércoles, 25 de mayo de 2022

APELATIVOS

             Hace poco nombraron a Ibagué la capital iberoamericana de la cultura[1] y la mencionan como la capital colombiana de la música. Eso me llevó a pensar en mi ciudad, antaño denominada la Atenas suramericana (que un sabio grafiti cambió por la tenaz suramericana). Y así todas las ciudades tienen su apelativo. Medellín la de la eterna primavera; Bucaramanga, la ciudad de los parques o ciudad bonita; Barranquilla la puerta de oro; Buga la ciudad señora; Armenia la ciudad milagro; Barrancabermeja la ciudad caliente; Cali la sultana del valle o la capital del cielo y así puedo seguir mencionando uno a uno los mil y pico de pueblos que tiene esta tierra[2].

             Esos apelativos fueron puestos cuando existían poetas, cuando perduraban los filósofos, todos ellos hoy perdidos, hasta sus nombres ya han sido olvidados, como todo se va olvidando con el transcurso de los tiempos. Hoy han nacido seudo poetas, seudo filósofos, llámense influensers o youtubers que lo único que hacen es sonrojar a quienes habíamos perdido la costumbre de sonrojarnos, por sus estupideces, por sus nimiedades.

             Pero a lo que íbamos, me dije. Me preguntaba qué importancia o bien qué realidad hay hoy en esos apelativos. Al parecer nada, la capital colombiana de la música ya dejó de serlo, como el bambuco, el pasillo, la danza que quedaron olvidados con el tiple, el requinto y la bandola. Y me ofende pensar en la música por la cual fue reemplazada. Pero dejémonos de provincialismos, el pasado es mejor dejarlo enterrado esperando el juicio final, si es que lo hay.

             Y la ciudad de los parques? Ahora que todo es ecológico, hasta la política, ya todas las ciudades han de llamarse la ciudad de los parques porque al menos han florecido en este aspecto. Y la puerta de oro? Qué hay con ella? Esa ciudad no es que sea de las más honorables, aunque bella sí está, aunque también me explico si hay tanto oro por eso será que no es de las más honorables. Y la sucursal del cielo? En los últimos años no se ha caracterizado por su seguridad o será que la sucursal del cielo es el purgatorio y no se han dado cuenta? Y no sigo porque se me notará la mala leche y los paisas me condenarán por antipatriota, aunque ellos sigan creyendo que todo lo paisa es exclusivo.

             Creo que la época de los apelativos citadinos ha quedado en el pasado, ya no reflejan lo que pudieron ser y lo mejor es dejar el asunto enterrado hasta el juicio final, si es que lo hay.i 

«Somos demasiado tacaños con las alabanzas entre nosotros», se lamentó Wallander. «Y, sin embargo, solemos mostrarnos más que generosos con críticas y rumores»[3]

Foto JHB (D.R.A.)



[1] Capital Iberoamericana de la Cultura es un título conferido por el comité sectorial de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas a una ciudad iberoamericana, que durante un año tiene la posibilidad de mostrar su desarrollo y vida culturales.​​ Wikipedia.

[2] Para quienes estén interesados en cada uno de los nombres pueden consultar: https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Ciudades_de_Colombia:_sobrenombres

[3] El hombre sonriente. Henning Mankell.

lunes, 23 de mayo de 2022

¿EN QUIÉN SE CONFÍA SIN CONOCERLO?

             Una pregunta que se hizo Sherlock Holmes, en una de las versiones de las series modernas que se producen.

            Y, en efecto, la pregunta parece clara y su respuesta inmediata, pero viéndolo desde otra perspectiva, la real, pero que pasa desapercibida, resulta que no es la que nos da la respuesta inmediata.

            Y el ejemplo más sencillo está en aquél en el que menos pensamos como para confiar pero que, por lo general, confiamos en ellos, sin conocerlos, sin tener ninguna referencia, sin saber. Es el taxista. (A Sherlock se le ocurrió primero, pero estamos de acuerdo).

            En efecto, paramos un taxi, nos subimos, decimos a dónde vamos y se da por sentado de que confiamos en el que lo va conduciendo, sin mayores preguntas, hasta sin preguntar. Y nos sentamos con plena confianza, confiando en alguien a quien no conocemos.

            Y así, sin saberlo, confiamos en una serie de personajes que no conocemos, como el que nos vende la empanada, el celador o el policía, el que maneja un bus, son seres desconocidos pero, por obra y gracia de no sé qué, confiamos en ellos y en el servicio que puede estar prestándonos, sin cuestionarlos, sin preguntarnos, simplemente confiados.

            Solo me preguntaba.

¿Es posible llorar a una persona a la que no conocemos? [1]

Tomado de Facebook
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[1] Pisando los talones. Henning Mankell.

viernes, 20 de mayo de 2022

¿HISTORIA?

             Me preguntaba cómo se escribirá actualmente la historia. Y lo pensaba como un escrito de texto para los colegios, como lo aprendí en mi niñez, en el siglo pasado, hacia el inicio de la segunda mitad para ser más precisos y así se pueda calcular lo viejo que soy.

 

            Y pensaba solo en la historia de Colombia en sus diferentes épocas -precolombina, conquista, colonia, independencia y república (para que se note que sí las aprendí)-. Cómo resumir cerca de ocho siglos en un texto.

 

            Para la época posterior a la colonia, recuerdo también que se pasaba de gobernante en gobernante y los cuatros años que le correspondían se resumían, por mucho, en una hoja, cuatro años resumidos en un párrafo. Unas pocas frases la resumían, aunque visto desde lejana perspectiva, nada nuevo sucedía entre uno y otro, siempre igual, con sutiles variaciones que se iban introduciendo gracias a la modernidad.

 

            Y eso me lleva a pensar cómo se hace para hacer un texto histórico con la actual tecnología, desde la aparición del internet y las redes sociales, dada la abundante información que a diario se produce, solo en una ciudad, por decir algo, o de un país, por decir algo y por decir algo, cómo se escribirá la historia universal, con noticias diarias, minuto a minuto, los siete días de la semana, los doce meses del año, sin descanso.

 

            Me pregunto cómo y quién podría escribirla, solo como un texto de referencia para alumnos de colegios, aún recordando que todo cambia, sin cambiar nada. 

Pero, por otro lado, vivimos en una época en que la diferencia entre la locura y la normalidad es cada vez más difícil de apreciar.[1]


tomado de Facebook
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[1] La quinta mujer. Henning Mankell.

miércoles, 18 de mayo de 2022

CREENCIAS

  

(Ella) era en cambio goda de ultraderecha, una conservadora de racamandaca: ferviente, ardorosa y apasionada seguidora de Laureano Gómez.[1]                                 

 De la lectura de ese libro, bastante bueno por demás, me hizo recordar el odio heredado, particularmente en materia de religión y política, que fueron principios adquiridos por abuelos y padres, casi por ósmosis, como se solía hacer en aquellas épocas anteriores a este siglo (hoy siguen lo mismo pero más sutiles, sutilmente involucradas en las redes sociales).

 Muchos de ellos sin tener idea de la significancia ideológica que cada una de ellas podía representar en materia política. Naturalmente me califiqué como godo, pero en últimas sin tener conciencia ideológica o práctica para serlo, simplemente uno debía estar en alguna de las dos tendencias dominantes, y nunca de las rojas de comunistas, socialistas o anapistas, líbrenos el señor, por ser inaceptable.

 Decía que era herencia propia de la época y que venía a su vez del siglo anterior, dónde se era más provinciano que un provinciano. Se tenía que estar en algún partido, así de simple y hasta recuerdo haber visto, en una época bien lejana, algún recibo en el que se descontaba un porcentaje del sueldo de mi papá a favor del partido. Era godo, de los de su época, aunque moderado, supongo que ahora pensando a modo de hijo, aunque el tema político nunca se tocó en la casa y eso que mi mamá se decía liberal, no sé si por llevar la contraria, sinceramente no lo sé.

 Lo que sí sé es que a mí generación le tocó la transición de pensamiento político, tal como se había heredado. Dejamos de pensar en ello con el tiempo, supongo; dejamos diluir la amistad sin ser factor importante o necesario el vínculo político. Y poco a poco dejó de interesarnos la política, como conversatorio diario, vivíamos nuestro propio afán.

 Y los partidos de igual manera dejaron diluir sus propios ideales, como ocurrió en todo el mundo, pues perdieron su filosofía, por irse tras el poder, cuando ganaban, o contra el poder, cuando perdían, todo se centró como vocación, en todos ellos, en repartir el botín y cobrar sus cuotas. Ya hoy no se vota por partidos sino por caras, si nos caen o no bien. A eso se ha reducido todo, pues los idearios ya no existen, a pesar de estar escritos en sus estatutos, que no son otra cosa que un viejo saludo a la bandera que nadie acata, que nadie recuerda.

Quiero romper con toda mi vida anterior, que hasta ahora ha sido una inutilidad y una mentira. Te confieso que aún no sé cómo se rompen las mentiras.[2] 

Tomado de Facebook
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[1]  Líbranos del bien. Alonso Sánchez Baute

[2] Crónica sentimental en rojo. Francisco González Ledesma.