El servicio de mensajería gratuito de las redes sociales ha llevado a la despersonalización del ser humano. Antes cuando se recordaban cumpleaños, festividades y aún el pésame, se recurría a una llamada telefónica, para dar la felicitación o el pésame de viva voz, como una forma de intercambio emocional cuando no se podía hacer de manera presencial.
Hoy basta con enviar un mensaje y se
sale rápidamente del compromiso en cuestión de segundos, ya no es necesaria la
llamadita que antaño se hacía, para compartir con alguien al menos una vez al
año ese sentimiento que se quería expresar en la determinada fecha.
Ya es una forma fácil de salir del paso, porque hoy ya no tenemos
tiempo para esas nimiedades, el tiempo no alcanza para nada, ni siquiera para
una llamadita, como las de antaño.
Tiempos modernos, me digo.
[1] Historia de Dios en una esquina.
Francisco González Ledesma.
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