miércoles, 11 de mayo de 2022

COMO VIDRIOS ESMERILADOS

             Hay unas prácticas periodísticas que me han llamado la atención y que, de alguna forma, forma parte de la estupidez de los mismos.

 

            Van algunas:

 

            En los noticieros muestran las imágenes de una captura, las facciones de los hampones capturados se nublan a manera de vidrio esmerilado, mientras las caras de los policías se ven completicas, protegiendo a los primeros para que no los reconozcamos en la calle, me pregunto y dejando ver a los segundos para que pueda recaer la venganza, me pregunto adicionalmente.

 

            En los reportajes televisivos que se hacen, que más que reportajes son -no sé cómo titularlos, pero brochas si son-… Como sea, entonces entrevistan a alguien como testigo de algo, muestran la calle en donde viven, los corredores por donde entran, las ropas que porta, pero le cubren la cara o se la hacen borrosa para que no sea identificado, porque quiere mantener el anonimato, pero lo que tratan de ocultar, con la tecnología de hoy, hasta un lento como yo podría descubrir quién es. Y a veces le ponen la voz de robot, pero ni así se puede escapar el testigo, basta con tener un poquito de método deductivo, digo yo. Otra forma de opacar lo que puede ser descubierto fácilmente.

 

                La señora, cuyo nombre omitimos para protegerla, alegó un despido injustificado… Y la noticia trata de la señora del servicio que trabajaba como empleada de la esposa del senador[1]. Blanco es gallina lo pone… Pero la empleada, cuyo nombre se omite…

 

            Y mejor dejo así, porque por proteger desprotegen.

 

            Y si de protección se trata, baste ver los realitis de televisión. Dios me proteja. Allí se ve lo peor de la ralea humana, con esos jurados que no dejan de humillar, de someter a vejámenes, a insultar, a dejar salir lo peor del ser humano. Y hablando de realitis, la bajeza humana se ve representada en ellos, con locuras que solo le ocurren a ciertos personajes, como el uso de instrumentos de tortura de la edad media[2]. Me preguntaba si en eso no hay incitación a la violencia, lo cual recuerdo es un delito. Y una forma de dejar aparecer el sadismo de los imaginativos creadores del programa y lo que uno termina haciendo, todo por la plata o por la fama prometida, que en ningún caso llega.

 

            Pero la información es lo más importante, no hay que perderse de un capítulo, pues desde la comodidad de la casa, el sadismo ajeno hace fluir en tercera persona el propio.

 

            A eso nos estamos reduciendo.

… es algo que difícilmente puede soportar nuestra conciencia de hombres que viven en una sociedad civilizada. Pero ha prevalecido el derecho a la información. El público tiene el sagrado derecho de saber, y nosotros los periodistas tenemos el sagrado deber de respetar ese derecho. De lo contrario, no podríamos llamarnos periodistas al servicio público. (Qué ironía, me digo entre bendiciones!)[3]

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