A lo largo de mis lecturas, ganancia que favorece al pensionado que así lo quiere, me he encontrado con verdades que todo el mundo sabe pero que prefiere ignorar, tal vez porque ya se saben, verdades inmutables, aún al paso del tiempo, al perdurar en el tiempo o bien porque se prefiere no saberlas. Por eso me atrevo a transcribirlas, al ser palabras ajenas, escritas por personajes que han podido darlas a conocer, de diversas nacionalidades, aplicables a todos los países, sin distingo, pensando en lo grande que es el planeta, pero que en todos, sin excepción, se presentan como verdades variopintas y que reflejan lo peorcito de la raza humana. Sin más preámbulos transcribo:
¿Has visto lo que
les está ocurriendo a los jueces de Manos Limpias? Se les reprocha ser
culpables de los suicidios y las muertes por infarto de algunos acusados. Se
pasa por alto el hecho de que los acusados eran corruptos o corruptores y
merecían la cárcel; según estas bondadosas almas, el verdadero culpable no es
el culpable que, en un momento de vergüenza, se suicida, sino el juez que lo ha
hecho avergonzarse. Y ahora ya basta de hablar de esta historia. Si la has
entendido, la has entendido.[1]
*
*
Trebonio no
estaba seguro de cuándo había decidido que César debía morir, porque la idea
había surgido de un modo inconsciente, y no tenía nada que ver con nobles
intenciones. Se basaba en un odio puro: el odio del hombre que no tiene nada
hacia el hombre que lo tiene todo.[3]
*
Al oírla
pronunciar el nombre del teniente, Brunetti se había acordado de una frase de
Creonte: «El enemigo, aun muerto, no será nunca amigo».[4]
*
Satisfecho, pensó que había evitado decir una sola
verdad durante la entrevista. Eso también era una de las pocas cosas que
todavía le interesaban: engañar sin ser descubierto. Hacer ver y divulgar
ilusiones. Después de tantos años como político había comprendido que lo único
que quedaba era la mentira. La verdad disfrazada de mentira o la mentira
encubierta de verdad.[5]
*
Un buen amigo mío me dijo cierta vez, en una de ellas:
«Aquí todo el mundo es sargento, quiere ser general y no sirve ni para cabo».[6]
*
Y eso lo trajo el dinero, y el dinero lo trajo
el algodón, y el algodón lo trajeron los políticos y la política, adorado
escritor, la política es la peor pesadilla de la humanidad. La política es
envidia, es saña, es pus, es basura. La política es cianuro, es talio, ¡es agua
tofana! Es la sentina más grande que alguien pueda imaginar. Es el arte de
cagarse en los demás. Y los políticos, mi querido escritor, los políticos no
son más que la personificación de la mierda. Nunca los creas capaces de cambiar
al mundo. Si acaso, estas sabandijas pueden cambiar las leyes. Y aumentar sus
propias arcas. Pero el mundo lo cambian los creadores. Ellos son los reales
encargados de la revolución. ¿Quién fue el que dijo que la política, como la
religión, sólo sirve para hacer guerras?[7]
*
Envidias han existido siempre. Sufrimos de eso
que llaman Complejo de Jaiba. ¿Sabes qué es? Sencillo. Mete varias jaibas vivas
en un caldero hirviente para que veas que cada vez que escapa alguna, justo
cuando intenta coronar al otro lado, otra la jala de las patas para que vuelva
a caer. Si alguien quiere triunfar en esta tierra, que se vaya bien lejos o que
se quede callado hasta que triunfe haciendo lo que mejor sabe hacer. Pero por
la boca muere el pez, y en este pueblo, tan pronto alguien confía en el éxito,
va y riega la bola en cualquier puerta de Carmen Montero o en los Billares de
La Bolsa, y hasta ahí fue Toño, porque es como si le echaran mal de ojo.[8]
*
Cuento estas varias versiones para informar la
cantidad de mitos y leyendas que nos gusta tejer a los humanos buscando
protagonismo en cada historia que no nos pertenece (La gente habla por hablar,
es frase mil veces coreada en mi pueblo. En realidad no habla por hablar: da
por sentado chismes que más adelante repite buscando presumir que sabe lo que
en realidad ignora). La verdad es bien diversa.[9]
*
*
"Petro no celebra como podría, no parece
saber cómo se hace, no sonríe, no llama simpatías ni penetra corazones. No, su
sonrisa se hace ver siempre como un sarcasmo, una respuesta herida e hiriente,
un rictus irritado."[11]
*
Hablas de canciones y de fantasmas que no
conoces. Hablas de revoluciones y de hostias dadas en plazas donde no pondrás
los pies nunca. Perfecto… Sueñas en banderas que sólo se encuentran en los
museos y sólo salen a la calle una vez al año, cuando se cumple el aniversario
de un mártir que a lo peor ni se enteró de que lo era. ¿Y por eso vas a dejar
que se pudra tu vida? Sí, ya sé: «Queda el pueblo», me dirás. Y me dirás
también que hablo como una mujer cargada de hijos por cuyos vientres temo, o
como una gallina clueca. Muy bien. Pues el pueblo solo piensa en lo mismo que
pienso yo: en ganar más dinero y en vivir en un piso que chinche bien a los
amigos porque éstos no pueden tener tanto. ¿Y yo me voy a sacrificar para que
lo tengan? ¡Narices! Y además, ¿qué es el pueblo? ¿No está lleno de gente que
no ha querido luchar? ¿De tíos que sólo han pensado en acabar el servicio
militar para meterse en cama con la novia? ¿De mujeres que sólo se menean de
verdad el domingo en el baile, único día en que se cansan? ¿De tías que se
corren cada sábado y paren como las conejas, para decir luego que a cada uno
hay que pagarle según sus necesidades? ¿No está lleno de gente así? ¿Es que tú
no te has fijado? Todos los que valen algo dejan enseguida de ser pueblo por la
gracia de Dios. Es como en aquella frase, que algunos juzgan cínica, de la
biografía de un gran hombre: «Salido del pueblo, se propuso firmemente no
volver jamás a él». Éste es tu proletariado español, para que te empapes de una
vez, de una condenada vez. Y no cuentes con él para obtener ninguna
reivindicación, porque te dejará en la estacada, porque se moverá a la hora de
reventar pisos, pero a ninguna otra. En fin… —hizo un gesto de cansancio—,
ahora me doy cuenta de que no te he dicho lo que es una empresa.[12]
*
Eso ocurre cada
día. El Estado mima mucho a los delincuentes y les da toda clase de garantías,
muchas más que a la víctima, hasta que los mete en la cárcel: entonces se
olvida de ellos. Donde más controlados deberían estar por el Estado, resulta
que no lo están: allí sólo dependen del Destino. ¿Tú sabes cuánta gente se
suicida en la cárcel? Bueno, pues qué coño. Allí de verdad nadie se suicida.
Los matan.[13]
*
… tenían una sola cosa en común: carecían de
expectativas. Muchos llevaban varios años en el campamento. No había ningún
país que quisiera acogerlos y toda su lucha se centraba en evitar ser enviados
de nuevo a sus países. En una ocasión, cuando estaba esperando a que le dieran
una de las tres raciones de comida diarias, había hablado con un hombre joven
de Irán ¿o era tal vez de Irak? Nunca pudo precisar de dónde eran esas
personas, ya que todas mentían, ocultando sus verdaderas identidades, con la
esperanza de que les ayudaran a obtener asilo en algún país que les abriera de
repente las puertas por motivos poco concretos o incluso caprichosos.[14]
*
¿O bien porque en la Italia actual, gracias a la
aprobación de leyes cada vez más permisivas en favor del culpable, faltaba por
encima de todo la firme voluntad de enviar a la cárcel al autor de un delito?[15]
*
Tu
televisión es una de las pocas excepciones, es realmente una voz libre. Pero
ahora te pregunto una cosa: ¿cuántos espectadores tienes con respecto a
Televigàta? ¿Una décima parte? ¿La mitad de eso? A los italianos no les gusta
escuchar voces libres, las verdades son un estorbo para su cerebro en
somnolencia perenne, prefieren las voces que no dan la tabarra, que les
confirman la pertenencia al rebaño.[16]
*
Ni confío en la policía, ni confío en los
jueces, ni confío en la ley, ni confío en los vecinos, que cada vez atrancan
mejor la puerta.[17]
*
Hijos de la gran puta… De modo que ésa es la
augusta, la santa y la respetable justicia.[18]
*
… las dictaduras siempre patean los huevos a
los inocentes, y las democracias nunca patean los huevos a los culpables.[19]
Como
para reflexionar, si es que hay
tiempo.
Ya sé que no tengo derecho a importunar a
nadie, y menos a usted, con mis recuerdos, pero los recuerdos son lo único que
me queda, (…), y si los perdiera sé que habría llegado silenciosamente a la
última frontera de la nada. [20]
[1] Andrea
Camillieri. La luna de papel.
[2] La danza
de la gaviota. Andrea Camillieri.
[3] Colleen
McCullough. El Caballo de César.
[4] Donna
Leon. La tentación del perdón.
[5] La falsa pista. Henning
Mankell.
[6] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.
[7] Líbranos del bien. Alonso
Sánchez Baute
[8] Líbranos del bien. Alonso
Sánchez Baute
[9] Líbranos del bien. Alonso
Sánchez Baute
[10] Líbranos del bien. Alonso
Sánchez Baute
[11] Gonzalo Castellanos. Petro
disparándose a los pies. Las2orillas.
[12] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.
[13] Historia de Dios en una esquina.
Francisco González Ledesma.
[14] Tae-Bag. Henning
Mankell.
[15] Ardores
de agosto. Andrea Camilleri.
[16] Una voz
en la noche. Andrea Camilleri.
[17] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.
[18] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.
[19] Cinco mujeres y media. Ricardo González Ledesma.
[20] Ricardo González Ledesma. Expediente Barcelona.
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