Sin meterme demasiado en política, como igualmente procuro con la religión, he notado que en las últimas décadas -curiosamente después de la aparición del internet y las redes sociales- se nota una mayor agresividad en las campañas políticas, especialmente en las presidenciales (tal vez porque en las otras son demasiadas personas, si se les puede llamar así y todo lo que hacen se da por supuesto, ya que son políticos y a esa palabra van aparejadas una serie de conductas y epítetos poco dignos).
Como sea, la cuestión está en el
manejo, manipulación y creación gratuita de mentiras, verdades a medias y
medias mentiras, tratando de dar visos de legalidad aunque se trata de
demostrar al menos la inmoralidad del vecino atacado.
Y no se perdona nada y se ataca
todo, no hay duda.
Todos se dicen honorables y lo
gritan a voz de cuello, tal vez porque la decencia y la honorabilidad son
difíciles de probar y ni aún gritándose se está seguro de que los demás lo
crean.
Es cierto que un cierto candidato
no me gusta para nada, por su mirada, por sentirse el mesías, por creer que soy
pendejo y que no veo el dictadorzuelo que lleva dentro, y por eso mismo no me
inspira la más mínima seguridad, he de confesar, sin rubor alguno, que
replicaba todo aquello que lo dejaba en evidencia, independiente de la verdad
del mensaje, porque sé que ese hace otro tanto, aunque supongo que peor.
Pero decidí refrenarme y dejar
de compartir, en lo posible y hasta donde aguantan mis nervios, todas esas
notas de odio. Porque sé que definitivamente a la gente cuando se cierra, no
hay nada que logre convencerlos de lo contrario, así no sea la verdad, pues esa
es demasiado fácil de manipular.
Esto me llevó a pensar en el
manejo de la política a través de todo lo relacionado con internet (noticias,
imágenes, memes, etc., todo manipulable y manipulador a la vez). Y pensé entonces
que el candidato que utilizaba o autorizaba su utilización, con mentiras, con medias
verdades, con medias mentiras, es un corrupto, a pesar de que grite que es el
único honorable. Y a su vez, el atacado tratando de defenderse, si utiliza esos
mismos medios difundiendo algo similar, lo hace honesto en legítima defensa o
es tan corrupto como el incendiario.
Son solo preguntas, retóricas lo
sé, pero que no quería dejar en el solo pensamiento. Y como quedaron las cosas, mejor echarse la
bendición.
Quizá era una mentira, pero la mentira siempre
ha sido un arte. La política, la religión, el amor, la fidelidad, el mismo
concepto de nuestra vida se basan en una mentira inicial de la que hemos hecho
una mentira persistente.[1]
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