lunes, 30 de septiembre de 2019

ELECCIONES


Próximas las elecciones y hablando de democracia, me pareció justa la definición que le diera Miquel Garau (quien no tengo ni idea de quién sea, aclaro pues lo recibí por Facebook) y vale la pena leerlo.

Supongamos que estás en una habitación con 4 personas más y deciden votar para pedir para cenar.
2 piden chino
2 piden italiano
1 pide mierda frita (perdón por la escatologia pero así lo entienden mejor)
Como no se ponen de acuerdo, deciden volver a votar.
Uno de los que pedía chino y uno de los que pedía italiano dicen que pasan de votar porque es un coñazo.
Así que la nueva votación queda:
1 china
1 italiana
1 mierda frita
2 abstenciones
Como no se ponen de acuerdo de nuevo, deciden volver a votar una vez más, pero esta vez los que piden China e italiana se cansan y tampoco va a votar, y la votación queda así:
4 abstenciones
1 mierda frita.
Con lo cual acaban comiendo los 5 mierda frita, no porque sea lo que quiere la mayoría sino porque es lo que quiere el único que fue a votar.
No es justo pero es lo que hay.
Así que si no quieres comer mierda frita durante los próximos 4 años igual deberías ir a votar.

            De allí que no queden los más capaces, si es que hay alguno; ni los más competentes, si los hay; ni los más honestos, que creo que son los más extraños en ese mundo político.

            Por eso seguiré votando en blanco –creo-, porque ninguno de los candidatos merece mi respeto y sí, seguiré comiendo mierda frita gracias a los que sí votaron, pero no por convicción. Mi abstención es por convicción, porque ya no creo en la democracia.

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


viernes, 27 de septiembre de 2019

SIMBOLISMOS



            Ya no creo en los simbolismos, porque hemos llegado al colmo de la estupidez. Pedirle públicamente perdón al planeta! A los indios (léase judíos, campesinos, líderes sociales) exterminados desde hace siglos!

            Hay pasados que se deben superar, sin necesidad de olvidar, es simplemente cosa de dejar pasar.

            No creo que en los simbolismos como tampoco en los estereotipos y las verdades colectivas, porque no siempre son ciertos o justos o reales o verdaderos. En el detalle está el diablo y por allí se mete todo tipo de estupidez humana, se contagian, se copian, como la bandera a media asta, como ahora hacen los pueblos españoles, cada vez que matan a una mujer (porque si se mata una mujer es una catástrofe, pero si es hombre, el olvido es total, no hay bandera ni asta), como si así la revivieran, como una forma de reivindicar su insuficiente deber de seguridad. La cuestión es que debería haber seguridad no solo para la mujer, sino para todo ser humano, por el solo hecho de serlo. Pero por simbolismo parece que es importante, para ellos, poner el asta a media vela, en vez de tomar medidas que eviten la inseguridad. Porque he de decirlo, los hombres (no la especie sino el género, aunque suene impropio), tenemos derechos, somos sometidos, vapuleados no solo por los feministas, por los homosexuales, por los izquierdosos, expertos en simbolismos vacíos. Pero no se puede decir, ni siquiera en voz alta, debemos callarlo para que el colectivo y redes sociales no nos abucheen, no nos dejen de lado, no nos olviden.  

            Y el problema es que estamos cargados ahora de simbolismos que jalan la masa pero que están vacíos, que son solo juegos de poder, mentiras alucinadas de verdades a medias, de juego de palabras, altisonantes pero poco profundas, por eso ya no creo en los simbolismos sociales, de colectivos ni de redes sociales, son tan etéreos como el pensamiento mismo de quien los crea.

Las palabras no son más que palabras.(1)


Tomado de Facebook
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(1) Milan Kundera. La broma.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

EXPERIMENTOS SOCIALES


              De antemano quedan autorizados para tildarme de lo que quieran, los comentarios no le quitan peso a lo que he de decir.

            Desde Petro con sus intenciones de hacer vivienda en donde cohabiten todos los estratos sociales, en que ni me imagino cómo sería la distribución de pisos y a quién le tocarían los más altos hasta la desafortunada decisión de ser pilo paga. Tales experimentos no conducen a nada, aunque sí, a hacer notar más las desigualdades sociales.

            Un nuevo muchacho de humilde extracción, según cuentan las noticias, de tierra lejana como es Arauca, olvidada de Dios, igualmente, terminó suicidándose gracias a los experimentos gubernamentales. Es de simple lógica que una persona de escasos recursos no puede convivir con hijos de papi, en exceso ricos –habría que saber de dónde-, cuyos zapatos, por decir lo menos, corresponde al sueldo mensual del papá del muchacho de la historia. Nada más pienso en el día a día del pobre muchacho y el buling al que fue sometido por esos hijueputicas(1) que no saben lo que es ganarse el sustento diario, pero que lo tienen todo, de encumbradas universidades, que tienen actualmente más de nombre que de principios. (Nótese mi mala leche).

            Y sí, me dio piedra la noticia, porque ya el experimento ha producido suficientes muertes de muchachos que pensaban que podían compartir con sus no iguales y que tendrían buen recibimiento y trato, pero ni lo uno ni lo otro. Cómo competir un Chanel diario con el diario comprado en San Victorino. Con solo inteligencia no se puede competir, porque lo que tengo claro es que los muchachos muertos, gracias al cacareado experimento, intelectualmente eran muy superiores, porque iban a lo que iban, a estudiar, a tratar de progresar, a tratar de ser alguien, a demostrar su valía, frente a unos tontarrones que a lo único que iban era a demostrar quién vestía mejor, quién tenía mejores juguetes o mejores palancas que le permitieran pasar la universidad, sin pena ni gloria, pero con un título de acreditada universidad.

            Esa oportunidad debió dárseles en la Nacional, por ejemplo, allí podrían haber sobresalido y sobrevivido, mucho mejor. El problema es el arribismo al que todos pretendemos llegar.

            Esos experimentos a costa de la parte débil, no deberían hacerse a tan alto riesgo del propio débil y si desean continuarlo, deberían pensar en que se equilibrara la balanza, un curso con la mitad de hijos de papi contra la mitad de pobres que sí quieren superarse y ya vería yo quién termina suicidándose. Pero para las universidades de prestigio no sería negocio, porque todo se reduce a un negocio, desafortunadamente. Y la universidad? Con velitas en la plaza de la universidad no pagan el costo de esa vida (copia estúpida de las costumbres gringas, si se permite mi opinión).

            Esos experimentos, cualquiera que sea, no tienen futuro mientras la gente no cambie su forma de ser y eso no es nada fácil.

La humildad no es negar lo que uno tiene de bueno— eso es hipocresía, —sino reconocerlo y aceptarlo.(2)

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[1] https://www.las2orillas.co/el-infierno-de-ser-un-becado-en-la-javeriana/ “Sino fuera por esta gentuza, esta mierda no estaría tan llena”, me gritó al oído un joven al que nunca había visto en mi vida, mientras yo almorzaba en la cafetería de la universidad.
[2] Matilde Asensi. El origen perdido.

lunes, 23 de septiembre de 2019

¿CUÁL ES LA LABOR DE LOS MUSEOS?


Leyendo a Manuel Drezner en su columna(1) titulada como la de este blog me llamó la atención lo siguiente:

en 2007 se había aprobado una definición, que de puro lógica, parecía perogrullesca. Ella decía más o menos que el objeto de los museos era adquirir, coleccionar, conservar y comunicar al público la herencia cultural de la humanidad para que ese público pudiera educarse, estudiar y gozar las obras coleccionadas.
Pero hoy día como todo debe tener aplicación social, a algunos museólogos les pareció que esa no era la verdadera labor de un museo y que el énfasis debía cambiar. Decidieron entonces que un museo no debía ser para el que el público se educara y gozara del arte e iniciaron una agria discusión para que la nueva definición dijera que el objeto de esas instituciones debía ser principalmente fomentar valores democráticos, buscar la justicia social y la dignidad humana y defender a los pobres de la tierra. Además, agregan, un museo debe buscar el bienestar del planeta y una sociedad igualitaria. Claro que no dicen cómo mostrar una obra de Leonardo o de Picasso puede lograr eso, de manera que hay que sospechar, que ellos o Rubens o Velásquez son lo de menos y hasta se puede prescindir de los artistas si los museos logran justicia social.

El contagio de ahora de incluir en toda definición de objetivos de cualquier empresa todo lo que tiene que ver con ecosistema, economías limpias, paz social y demás discurso insulso llegó a los museos, como anota el autor de la columna. Y sí, tiene razón, una perogrullada(2) y un tiempo perdido en discusión.

Pero bueno, dejemos que los sabios sigan con sus bobadas. La cuestión que pensaba es que visitar un museo en plan de turista, para mí, aclaro de antemano, resulta realmente una pérdida de tiempo. Lo digo porque ese sacrificio de hacer una cola para solo entrar de más de una hora es agotador y una vez dentro es seguir como borrego a los grupos y tratar de abrirse paso para poder ver en cuestión de segundos alguna obra y si es posible fotografiar, aunque resulta imposible una buena toma dado que se atraviesan en el paso o es tal la cantidad de espectadores tomando fotos que ni siquiera se pueden tomar ni alzando los brazos. Algún conocido me contaba de su experiencia en la Capilla Sixtina, que fue un tránsito de empujón en empujón porque la fila no se puede parar y naturalmente la cúpula es difícil de apreciar por lo lejos que está del espectador. Por eso creo que de turismo entrar a museos es perder plata y tiempo. Lo viví entrando a Notre Dame (que no es museo, aclaro, pero valen los comentarios) y realmente no me sentí a gusto, a pesar de que la espera no llegó a la hora, porque la oscuridad misma de la iglesia y el gentío impidió que pudiera disfrutar fotografiando todo lo que habría podido gozar. Desde allí y todo lo que sea cola de más de una hora para entrar queda desechado de mi camino y así lo apliqué en Santiago de Compostela, que quería conocer el botafumeiro tan famoso, pero al saber que eran dos horas de cola, hasta allí quedó mi ánimo, me contento con haberlo visto en un documental y por el contrario, disfruté caminando por Santiago y sus alrededores, fue más fructífero y barato. (Ya oigo voces críticas por esta crítica, pero así es).

Retomando los museos, viene mi crítica nacional. He ido varias veces al Museo Nacional. Que recuerde, en todas ellas era lo mismo; pasaban los años y todas las salas eran iguales, hasta la tumba del indígena de la entrada seguía allí enterrado, sin movimiento, sin vida, como toda tumba. No sé si haya cambiado algo –al menos la posición del pobre indígena-, pero creo que todo sigue igual, los mismos cuadros, los mismos próceres. Son visitas que se hacen una sola vez y pare de contar. Y… sí, es bueno confesarlo, bastante aburridor. Y qué decir de los museos modernos, con sus artistas modernos. Un bollo en una esquina y el título de la obra: el mierdero colombiano. Artista aclamado, Dios mío! Esa es la labor de los museos modernos, digo para mis adentros.

Y cambiando un poco el tema, recuerdo el comentario que oí a algún joven recordando sus tiempos de estudiante que todos los años los llevaban a los mismos museos, una tras otra vez, a ver lo mismo, porque nada cambiaba y terminaban saciados (incluyendo el museo de los niños, si mal no recuerdo que se llamaba o Maloka que me resultó lo más decepcionante del mundo y otra pérdida de tiempo y de platica).

Espero no se tome a mal mi mala leche, pero son experiencias de mi vida, aunque aclaro que me encanta el arte, el buen arte, en el mejor sentido del concepto, tomándose el tiempo que uno quiera admirando la obra de arte que uno quiera, sentado, sin apretujones, en cordial silencio, con pleno disfrute, pero ésta es la vida, qué le vamos a hacer. Que no quede como selfie tomada ante un cuadro que nunca se vio.

Y ya sé, el título quedó en eso, en sólo título.

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


[2] Afirmación que resulta superflua o simple por encerrar una verdad muy evidente. (Diccionario de Google). O mejor esta otra: Afirmación de veracidad y certeza tan evidente que resulta boba. (https://www.wordreference.com/definicion/perogrullada).


viernes, 20 de septiembre de 2019

LA FRAGILIDAD DE LAS DEMOCRACIAS


Me han llamado la atención las democracias, en principio, europeas. Iniciemos por las monárquicas, como España e Inglaterra o Reino Unido si se quiere ser más purista. La figura real es hoy por hoy decorativa y costosa, según veo en las revistas de chismes; es decir, innecesario el rey. En cuanto al gobierno, puede ganar democráticamente un partido pero si no tiene la mayoría parlamentaria no puede gobernar totalmente, sino temporalmente mientras consigue alianzas (mangualas, diría yo) que le permita obtener la mayoría mediante negociaciones de puestos, naturalmente. Así está hoy España, los socialistas llegaron al poder tumbando a los godos de allá, pero no ha podido gobernar de pleno porque no tiene mayorías y el Sánchez, un zorro completo, busca a sus coetáneos izquierdosos de Iglesias, una joyita que le delata su cara y pinta, se echan vainazos de alto calibre pero aún así siguen coqueteándose. A pesar de todo, la maquinaria burocrática sigue funcionando por inercia, simplemente por eso y mientras, en esa indecisa transición, nadie tiene claro hacia dónde va el país, pero la inercia hace que todo siga igual.

En América, casi en toda, el que gana, gana independientemente de si su partido tiene o no mayorías en el congreso. Aunque la curiosidad gringa es que se puede perder ganando, es decir que en elecciones directas –en primarias, si mal no recuerdo- se puede ganar, pero puede perderse en lo que llaman colegio de electores, como pasó recientemente.

Pensaba en Colombia en que normalmente gana un partido la presidencia pero su apoyo en el congreso puede no resultar ser mayoritario, pero aún así gana el que ganó. Naturalmente luego vienen las triquiñuelas para la aprobación de leyes, que se logra con aquello que han denominado mermelada, es decir, el voto se vende según postor.

Y en síntesis, el poder está para la compra y la venta de favores, para repartirse la torta y el votante, como el ternero, porque las promesas son efímeras y el elector sigue votando a sabiendas que no va a obtener nada bueno. Pero eso son las democracias, qué le hacemos, pues de todos modos la inercia burocrática sigue, sin importar quién ganó.

«Estábamos mejor cuando estábamos peor».(1)
Tomada de Semana


(1) Oriana Fallaci. Un sombrero lleno de cerezas.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿POR ÓSMOSIS?

Desde niños hemos estado en contacto con la violencia a través de al parecer inocentes cuentos infantiles. En alguna oportunidad leí un libro sobre el análisis sicológico de los cuentos de Perrault y hermanos Grimm, es decir de vieja literatura, en donde nos contaban alegremente las peripecias de Rapunzel, la Bella Durmiente, Pinocho, por mencionar algunos. En ellos se esconden muchas miserias humanas. Nada qué decir de las caricaturas que veíamos y leíamos, tomando partido por aquellos a los que nos inducía la temática: el Correcaminos (que pintado de bueno escondía lo malo que era con el pobre Coyote), el viejo Bugs (que siempre ganaba aunque tampoco era tan bueno como lo pintaban en medio de sus graciosas acciones).

Ya con la modernidad de la tecnología aparecieron los juegos por computador, inicialmente inocentes como el telebolito, el tetris. Atari terminó revolucionando los juegos y después Nintendo nos trajo los juegos tridimensionales y con ello llegó una nueva era, la de la violencia ya no camuflada sino evidente. He de confesar que fui de la lejana juventud que se inició en tales juegos, pero con los avances, tanto de mi edad como de tecnología, ya tanto botón que había que espichar me impidió adentrarme en ellos y los dejé. Proliferaron y aún siguen adelante, todos los que implican bala, bombas y destrucción. Y todos esos, escogiendo el supuesto bando de los buenos, la idea es acabar el mal, con el mal mismo –aparentemente con la debida autorización moral, al ser de los buenos, creen ellos-.

Todo eso trajo una serie de dilemas de decisión moral: se hace o no, se toma o no, se destruye o no se gana, cada cual decide, aunque la meta es ganar, a cualquier precio. Y se aplica a todos los video juegos. No me digan que hasta en el Fifa, en cualquiera de sus versiones, no hay violencia; se incita a la violencia, como cualquier partido en la realidad, bajarse al contrincante, hacerse el herido, buscar la trampa para lograr el objetivo que no es solo el gol, es ganar.

Y en todos ellos surge la competencia, el lema actual, ganar a como dé lugar, no es el de distraerse, el de competir para matar el tiempo, sino el de ganar, con todos los componentes de adrenalina, de envidia, de ansias de someter al otro, de gritar gané y someter al otro a la vergüenza de perder.

Y la pregunta que me hacía era cómo esos juegos cambian tanto a la gente y a la juventud la educan en esos valores? A través de ellos se puede matar o robar sin consecuencias –siempre que se gane- y eso se va enquistando en las mentes, porque se puede hacer trampa –usar trucos, dirán algunos-, porque se busca ganar sin importar nada, porque todo vale. La consecuencia, digo yo, se está viendo en aquellos niños que están pasando a la juventud, a la adultez y se refleja, según vi en televisión, en las masacres gringas, no recuerdo cuál de tantas, en que unos muchachitos pensaban que andaban jugando un video juego y lo pasaron a la realidad, con armas acabaron con no sé cuantas personas.

Esas son las consecuencias que se ven en la realidad y prefiero dejar acá estas reflexiones, porque el toma da para tomos, pero eso lo dejo a los expertos, mientras las casas productoras se hacen ricas sin calcular tampoco los efectos, pues lo importante es posicionarse y ganar.

Las cosas no se ven venir hasta que llegan —previno el anciano.(1)

Tomado de Facebook (2)




(1) Mario Escobar - El Papa Ario.
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lunes, 16 de septiembre de 2019

CARAS VEMOS



            Viendo las vallas políticas, me basta con verlos para saber que se trata de personas que tienen una cara de honradez (nótese la ironía de la frase y el consabido sarcasmo, al estar en cursiva). Pareciera que todo político resulta reconocible de lejos, la cara los delata, con su sonrisa en falsete y vestidos que a leguas se ve que son prestados o que nunca usarán, fuera de la foto, naturalmente.

            Y hablando de sonrisa en falsete, desde que se inventaron los selfies y la sonrisa hipócrita, obligada y falsa que les acompaña, todas esas fotos quedan en lo que son, una hipócrita situación de felicidad no sentida. Será que la gente no se da cuenta de lo falsas que son esas sonrisas, de lo incongruentes con la vida real, de la mal copia que hacen porque los demás lo hacen? Acaso no se ven reflejados en una mentira y además, quedan más feos de lo que son. Si fueran conscientes nunca más se harían una. Pero bueno, la presión social lleva a extremos como ese!

            Pero continúo, no sé pero por regla general los políticos tienen una cara de poco honrados, de poco honorables, de gente en la que no se puede fiar ni confiar y cuando usan la sonrisa selfie (en mi época era la sonrisa Colgate o la sonrisal, pero era más elegante, no tan falsa) lo que hacen es enfatizarse en una sonrisa burlona, retadora, de esas que dicen los voy a robar, gracias a ustedes. Pareciera que la cara concuerda con la profesión, de ellos, aclaro. Si se la vieran en el espejo con objetividad deberían cambiar de profesión.

            Dicen que la imagen lo es todo y se corrobora en las de los políticos: lo es todo, una farsante imagen que dice lo que no se escribe, que nos van a robar, que no son tan honrados como pregonan. Por eso no voto por ninguno de esos vagabundos, que roben gracias al voto de otro, no del mío.
La culpabilidad es intransferible. (1)

Tomado de Facebook
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[1] Palabra en boca de Sila a Julio Cesar. Colleen McCullough - Favoritos de la Fortuna.

viernes, 13 de septiembre de 2019

FILOSOFANDO EN LA INTIMIDAD



            Respondemos a preguntas que otros hicieron, a respuestas que otros dieron. Repetimos simplemente preguntas y respuestas de otros, algunas que nos ayudan a no descubrirlas por nuestra cuenta, al necesitar la pregunta o la respuesta ajena, tal vez más docta, tal vez menos vergonzante. O porque desobstaculizan (si la palabra es dable) nuestro camino, como por ejemplo disquisiciones en torno a la aparición y sobrevivencia del fuego o de la rueda.

            Mientras otras, muchas más, nos fueron impuestas, las aceptamos como dogma, como verdad revelada o simplemente a regañadientas, para no ser un problema más, para no ser considerados un problema. Existe Dios? Por ejemplo.

            Naturalmente hay otras preguntas sin una respuesta, a veces con múltiples posibilidades, muchas veces contradictorias entre sí, pero sin respuesta final. Otras, respuestas sin preguntas, por ser obvias, por no ser incómodas. Y también preguntas, hay preguntas que no nos hemos hecho, por respuestas que no queremos oír, que nos incomoda oír o que simplemente no deben hacerse.

            Otras, preguntas o respuestas, que deberían hacerse pero que es mejor dejar inconclusas, pues no hay nada mejor que dejarlas en puntos suspensivos.

Hay relatos de tamaño convencional y otros que ocupan un solo párrafo; uno está escrito como un esquema y otro como una entrada de diccionario; hay transcripciones de entrevistas cuyas preguntas jamás leemos, pero imaginamos; hay notas a pie de página que puntúan (y a veces desmienten) lo que dice el texto. (1)



Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)

[1] David Foster Wallas. Entrevistas con seres desagradables.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

PALABRAS DISFRAZADAS



Sigo pensando en tanta palabra disfrazada, algunas con buenas intenciones, otra, las más, con intenciones poco santas, que entrañan su veneno, su mala leche, por lo que precisamente hay que disfrazar.

En el lenguaje moderno el eufemismo se ha impuesto para evitar el matoneo, la presión social, las redes sociales que le señalen, pues no hay cosa mejor en este mundo que pasar anónimamente para evitar cualquier señalamiento malsano.

Cada día voy aceptando que el idioma va evolucionando, según cultura y estratificación, también es cierto, aunque sea difícil resistirse a aceptar esos cambios que uno ve con no muy buenos ojos la mayoría de casos, pues siente que se resiente su lenguaje adquirido a través de la cultura. Hay otras que son demasiado difíciles de aceptar como el lenguaje de mensajes de redes en donde abundan las consonantes y se nota la ausencia de las vocales, supongo que como método de abreviar lo que se quiere decir, abreviando la vida porque están corriendo contra el tiempo a todo momento, a pesar de que no se han dado cuenta que corren contra el tiempo por cosas insignificantes, por cosas no significativas, pero he de aceptar que el problema será de ellos cuando escriban las leyes con ese mismo método y se hablen según sus propios tiempos.

Y todo este preámbulo para ver cómo con el manejo del idioma se logran ocultar mentiras dándole el viso de realidades y verdades, siendo lo peor que ya nos acostumbramos a ellas y muchas veces las utilizamos como argumento último. Son palabras disfrazadas de buenas expresiones.

Nada más aquello del diálogo abierto con colectivos. Por colectivos uno entiende muchedumbre, montones de gente, pero se aplica a más de uno. Por ejemplo, ahora en campaña electoral, los candidatos hablando con los colectivos que son dos o tres desocupados que fueron a oírle, o parientes o necesitados de puestos, que naturalmente se venden al mejor postor, de acuerdo a sus necesidades. Antes se hablaba de la gente, hoy son colectivos, que no se me olvide a qué se refieren cuando vuelva a oírlos.

Odebrech no ofrecía sobornos, daba compensaciones o comisiones de éxito y así no se recaía en delito alguno, suponían.

O las investigaciones hasta las últimas consecuencias y caiga el que caiga. El solo uso de estas palabras indican que todo quedará impune y en el olvido.

Y qué decir lo tan de moda: si algo me llega a pasar… O la de salida intermedia, porque hay que ceder, sacrificar una parte para llegar a un acuerdo, como lo están jugando en España negociando la legalidad de un gobierno que tumbó a otro. Sigo pensando que si tengo un derecho, yo no tengo por qué ceder, ni sacrificar parte de él, pues el derecho no puede ser objeto de rebajas, aunque hoy es lo más común. Nada más ver los centros de conciliación, aunque uno tenga todo el derecho, debe ceder algo para poder llegar a un acuerdo! Dios mío, hasta dónde hemos llegado, me digo en mi intimidad.

Y el uso y abuso de aquello de #todossomos… apoyando cualquier causa, generalmente lo más alejado a los intereses de uno y se apoya simplemente para hacer un favor, para no verse separado del colectivo, del conglomerado (iba a decir del rebaño); tal vez me sume a ese #todossomos cuando sea #todossomosunasgüevas.

Mientras me voy haciendo a la idea de que cuando emita mi último suspiro nadie lo entienda porque será el postrer respiro de un anciano de otra época.

En su opinión el esprit tenía una función más bien teatral: palabras ingeniosas capaces de impresionar sin decir nada(1).

Tomada de Facebook.


(1) Georg Lichtenberg. Aforismos. Edición de Juan Villoro.

lunes, 9 de septiembre de 2019

CUIDADORES


Viendo a diferentes cuidadores que uno se encuentra, de aquellos que pasean bebés o ancianos o discapacitados, me asaltó la duda de qué tan capacitadas están estas personas, que lo hacen por necesidad -aunque la palabra no es precisa, pues todo el que trabaja está necesitado y el que no trabaja no come-. Decía que muchas de estas personas adoptan este tipo de trabajo porque no tienen otra alternativa.

Ya la atención se ha centrado en la buena condición, física y mental, que deben tener los cuidadores, pues absorben mucha energía adicional a la de su propia vida que hace necesario que mentalmente estén bien dispuestos.

Pensaba en el cuidador de un bebé, con sus propios problemas y limitaciones –familiares, económicos-, con sus acciones provenientes de haber oído en algún lado que el agua de tal cosa es buena para tal síntoma, que para el dolor de barriga frotarles tal cremita y así pueden ir contaminando al ser cuidado. Y qué decir de las taras o limitaciones mentales que puedan tener y que comparten con ese ser a su cuidado. Sin saber en ningún caso si lo dicho o lo hecho es apropiado, si es bueno para su entenado, si no se presentan reacciones adversas precisamente por hacerse sin fundamento adecuado.

No es una profesión fácil, lo sé. Pero uno debería preguntarse en manos de quién queda una persona que requiera asistencia, qué tan preparada está, qué tanta experiencia tiene, cómo maneja su propia vida y si está preparada para compartir conocimiento. Digo esto último puesto que si una persona encargada de un menor le dice que la tierra es plana, que el mundo es malo, ese menor se quedará con ese conocimiento, como verdad rebelada, pues es un adulto quien lo dijo. De allí el cuidado que se debe tener con el cuidador, pues tiene una responsabilidad bastante grande.

Un hombre que va por la orilla del mar agitando enloquecidamente  con el brazo extendido un farol, puede ser un loco. Pero si es de noche y entre las olas hay una barca perdida, ese mismo hombre es un salvador. La tierra en la que vivimos es un territorio fronterizo entre el cielo y el infierno. No hay ningún comportamiento que sea en si mismo bueno o malo. Es su sitio dentro del orden de las cosas el que lo hace bueno o lo hace malo.(1)

Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)


[1] Milan Kundera. La broma.

viernes, 6 de septiembre de 2019

PENSAMIENTOS TRAIDORES


En medio de la tranquilidad viene un acosador, que sin piedad siembra la cizaña y hace que el placer se evapore con la duda, con la inquietud, sembrando hasta miedo. Y es una jugarreta de la mente, que si he de ser sincero, es una demente. Y es cierto, yo lo afirmo, sin respaldo científico, sin conocimiento alguno, solo por experiencia.

Tantas veces en que me he sentido tranquilo, con la paz del alma y un algo, una neurona inquieta invalida esa sensación de complacencia que se tenía. Cualquier cosa da pie para que esos estados anímicos se vean perturbados por una fracción de segundo que logra hacer estragos. Es un nada que se convierte en todo.

No se puede estar tranquilo por esa loca de la casa que es el cerebro, la mente, el pensamiento, la que distrae, la que influye, la que atormenta, es una envidiosa completa. Es ese pensamiento depresivo, negativo, que todo mata, que ahuyenta la paz. Es ese pensamiento envidioso que no admite que se pueda vivir sin ella.

Cuántas veces, estando en placidez, una idea loca, negativa, como dije, envidiosa, nos trastorna y desvía la complacencia en uno mismo. Es el cerebro culpable, como lo es ese pensamiento, como es la neurona transmisora, que no nos puede ver en paz y solo queda tranquila cuando ha desviado nuestra atención a su antojo. Es como una tonada que se enquista y que no quiere irse.

¿Será por eso que uno vive en permanente lucha con uno mismo? Así las cosas, es imposible la paz, si uno no puede estar tranquilo ni con uno mismo, qué tal que se viviera en sociedad de pensamiento?

Otra disquisición de un viejito desocupado.

Para él el sueño no era otra cosa que la vida en clave. Soñar era otra forma de estar alerta: “El perro es el animal más despierto y sin embargo duerme todo el día”.(1)

Tomado de Facebook.
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(1) Georg Lichtenberg. Aforismos. Edición de Juan Villoro.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

UN REFLEJO DE LO QUE SOMOS



            Una escena que refleja parte de lo que somos. Caminaba por la calle, de un momento a otro un loco, de esos que viven amenazando y mantienen una piedra en la mano y que naturalmente van caminando renegando por todo, le vi atravesar la calle a toda carrera. Inicialmente pensé que había hecho una fechoría y estaba en huída, pues al voltear vi a una mujer enzarzada en discusión. Sin embargo, no había tal, efectivamente el loco corría como tal, alejándose del centro de discusión. Cuando mi atención se fijó en la mujer que alegaba me di cuenta que lo estaba haciendo con un reciclador que carga sus fardos en una carretilla grande de madera. Malencarado el reciclador, facha que dejaba mucho qué desear, de esos a los que uno les huye cuando los ve en la distancia. Curiosamente la mujer, que parecía ser la mujer de él con un poco más de presencia, le increpaba por haberle pegado al loco que no le estaba haciendo nada. El otro a grito herido respondía: A mí si me pega la policía, pues yo tengo que pegarle a alguien. Y la otra le reviraba por la mala acción y el otro le respondía diciéndole: Es que yo soy así y qué? Me cansé de la pelea y seguí mi camino.

            Por la falta de educación y cultura uno podrá decir que qué más se podría esperar del personaje –más atacando a un congénere de su misma equivalencia social-, aunque debe tenerse en cuenta que la misma falta de educación y cultura la tenía su mujer en debido reproche. Me llamó la atención fue la argumentación, esa de que como a mí me lo hacen yo tengo que desquitarme con el tercero, argumentación muy de moda en toda clase social. Y para completar, el que yo soy así, discurso igualmente popularizado y explicación última para esconder la vergüenza de no tener más argumento y cerrando la discusión.

            Allí vi reflejada a la sociedad colombiana, tal cual, un espejo en lo que nos hemos convertido.

            Aunque en la historia quedó, en segundo plano, la mujer del reciclador, que energúmena le hacía el reclamo por ese abuso, innecesario y sin razón, contra el loco, fue una voz que se levantó haciendo reclamo, una voz que siempre queda en segundo plano.

De modo que el mundo estaba como en el quinto día de la creación, cuando quizás Dios dudaba de si entregárselo al hombre.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Milan Kundera. La broma.

lunes, 2 de septiembre de 2019

¿ADIÓS PAZ?



Durante el proceso de paz me abstuve de escribir sobre el tema, para no caer en aquello de ser ave de mal augurio. No soy politólogo –aunque el diploma creo que dice que sí?-, ni entiendo de esos temas y a la larga me ha tenido sin cuidado, en la medida en que por naturaleza desconfío de políticos y otros seres semejantes, como los guerrilleros.

No creía en que se hubieran entregado armas, despejado todas las zonas y rutas cocaleras de guerrilleros. Soy mal pensante por naturaleza. Lo único que se logró fue un respiro para esa guerrilla, aprovecharse de unos beneficios –no muy cristianamente- y deshacerse de un armamento que ya estaba viejo, que para lo único que sirve es para la tal escultura de la paz, como fue cacareado. El Nobel se ganó de carambola y de forma precipitada fue decidido, en este caso, lo que fue, fue.

Estamos en la era de los negociadores, expertos de todo tipo y hasta sicólogos de comportamiento, es decir, se tienen todas las herramientas, pero el proceso dejó mucho qué desear y a pesar de ello me dije: algo es algo. Menciono a los sicólogos de comportamiento pues, al menos en películas, ellos pueden determinar el tipo de persona con la que se negocia y la sinceridad de sus actos. Sin serlo, desde el principio vi al tal Sandrich como un espécimen del que no se podía confiar, nada más ver su sonrisita socarrona y el abuso de su propia enfermedad en beneficio propio. Al Márquez se le veía medio honrado, pero, siguiendo mi misma línea de desconfianza, cómo creerle a unos guerrilleros que no daban puntada sin dedal? Y el gobierno se abrió de patas, porque quería la paz a toda costa y los militares… son militares y es otro tema del cual desahogarse, en otra oportunidad, si me atrevo.

En su momento pensé como guerrillero: entregar las armas más dañadas e inútiles, mantener una reserva de armamento, plata y laboratorios, ni más pendejo que fuera. Pero el gobierno como que no lo hizo, no fue exigente, no tuvo los pantalones bien puestos cuando se empezó a resquebrajar esa paz tan anhelada. Y ahora, los resultados se ven. No había tal paz sincera, sólo un respiro que necesitaba la guerrilla.

Y hoy, la indecisión del gobierno que sí pero no. Los militares haciéndose los pendejos y la guerrilla: cagada de la risa. Y hoy pienso como gobierno. Con tanto adelanto tecnológico desde hace décadas las guerrillas están bien localizadas y así me lo han comentado algunos que lo conocen (alguno de ellos me contaba que con los recursos del Agustín Codazzi se podía ver desde el satélite a una persona orinando y qué decir de los que pueden tener los servicios de espionaje y contraespionaje del ejército). Pero no, tenemos un ejército sin ganas, dedicado a expoliar sus propios recursos en beneficio propio, un gobierno que no tiene un norte definido y un horizonte aún más indefinido.

Como digo, si fuera gobierno no lo pensaba mucho. El ejército a trabajar, como decía en mi juventud: a echar chumbimba ventiada. Saben en dónde están y cuántos son, pues como ellos renegaron del proceso de paz, pues que lleven las consecuencias de sus propios actos. Ya es hora de dejarse de pendejadas y de someterlos, ya que no fue a las buenas, pues a la brava. Sigo opinando que ante situaciones críticas, la solución es la más extrema, pues no valen pañitos de agua tibia, porque el enano se crece y volvemos a los problemas de antes. No hay como la paz, pero al parecer tiene un precio, bastante alto.  

Lo que más se desea es lo que (más) se aleja de uno. [1]

Tomado de Facebook.


[1] Milan Kundera. La broma.