Una
escena que refleja parte de lo que somos. Caminaba por la calle, de un momento
a otro un loco, de esos que viven amenazando y mantienen una piedra en la mano
y que naturalmente van caminando renegando por todo, le vi atravesar la calle a
toda carrera. Inicialmente pensé que había hecho una fechoría y estaba en
huída, pues al voltear vi a una mujer enzarzada en discusión. Sin embargo, no
había tal, efectivamente el loco corría como tal, alejándose del centro de
discusión. Cuando mi atención se fijó en la mujer que alegaba me di cuenta que
lo estaba haciendo con un reciclador que carga sus fardos en una carretilla
grande de madera. Malencarado el reciclador, facha que dejaba mucho qué desear,
de esos a los que uno les huye cuando los ve en la distancia. Curiosamente la
mujer, que parecía ser la mujer de él con un poco más de presencia, le
increpaba por haberle pegado al loco que no le estaba haciendo nada. El otro a
grito herido respondía: A mí si me pega
la policía, pues yo tengo que pegarle a alguien. Y la otra le reviraba por
la mala acción y el otro le respondía diciéndole: Es que yo soy así y qué? Me cansé de la pelea y seguí mi camino.
Por
la falta de educación y cultura uno podrá decir que qué más se podría esperar
del personaje –más atacando a un congénere de su misma equivalencia social-,
aunque debe tenerse en cuenta que la misma falta de educación y cultura la
tenía su mujer en debido reproche. Me llamó la atención fue la argumentación,
esa de que como a mí me lo hacen yo tengo que desquitarme con el tercero,
argumentación muy de moda en toda clase social. Y para completar, el que yo soy así, discurso igualmente
popularizado y explicación última para esconder la vergüenza de no tener más
argumento y cerrando la discusión.
Allí
vi reflejada a la sociedad colombiana, tal cual, un espejo en lo que nos hemos
convertido.
Aunque
en la historia quedó, en segundo plano, la mujer del reciclador, que energúmena
le hacía el reclamo por ese abuso, innecesario y sin razón, contra el loco, fue
una voz que se levantó haciendo reclamo, una voz que siempre queda en segundo
plano.
De
modo que el mundo estaba como en el quinto día de la creación, cuando quizás
Dios dudaba de si entregárselo al hombre.(1)
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