lunes, 9 de septiembre de 2019

CUIDADORES


Viendo a diferentes cuidadores que uno se encuentra, de aquellos que pasean bebés o ancianos o discapacitados, me asaltó la duda de qué tan capacitadas están estas personas, que lo hacen por necesidad -aunque la palabra no es precisa, pues todo el que trabaja está necesitado y el que no trabaja no come-. Decía que muchas de estas personas adoptan este tipo de trabajo porque no tienen otra alternativa.

Ya la atención se ha centrado en la buena condición, física y mental, que deben tener los cuidadores, pues absorben mucha energía adicional a la de su propia vida que hace necesario que mentalmente estén bien dispuestos.

Pensaba en el cuidador de un bebé, con sus propios problemas y limitaciones –familiares, económicos-, con sus acciones provenientes de haber oído en algún lado que el agua de tal cosa es buena para tal síntoma, que para el dolor de barriga frotarles tal cremita y así pueden ir contaminando al ser cuidado. Y qué decir de las taras o limitaciones mentales que puedan tener y que comparten con ese ser a su cuidado. Sin saber en ningún caso si lo dicho o lo hecho es apropiado, si es bueno para su entenado, si no se presentan reacciones adversas precisamente por hacerse sin fundamento adecuado.

No es una profesión fácil, lo sé. Pero uno debería preguntarse en manos de quién queda una persona que requiera asistencia, qué tan preparada está, qué tanta experiencia tiene, cómo maneja su propia vida y si está preparada para compartir conocimiento. Digo esto último puesto que si una persona encargada de un menor le dice que la tierra es plana, que el mundo es malo, ese menor se quedará con ese conocimiento, como verdad rebelada, pues es un adulto quien lo dijo. De allí el cuidado que se debe tener con el cuidador, pues tiene una responsabilidad bastante grande.

Un hombre que va por la orilla del mar agitando enloquecidamente  con el brazo extendido un farol, puede ser un loco. Pero si es de noche y entre las olas hay una barca perdida, ese mismo hombre es un salvador. La tierra en la que vivimos es un territorio fronterizo entre el cielo y el infierno. No hay ningún comportamiento que sea en si mismo bueno o malo. Es su sitio dentro del orden de las cosas el que lo hace bueno o lo hace malo.(1)

Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)


[1] Milan Kundera. La broma.

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