En medio de la
tranquilidad viene un acosador, que sin piedad siembra la cizaña y hace que el
placer se evapore con la duda, con la inquietud, sembrando hasta miedo. Y es
una jugarreta de la mente, que si he de ser sincero, es una demente. Y es
cierto, yo lo afirmo, sin respaldo científico, sin conocimiento alguno, solo
por experiencia.
Tantas veces
en que me he sentido tranquilo, con la paz del alma y un algo, una neurona
inquieta invalida esa sensación de complacencia que se tenía. Cualquier cosa da
pie para que esos estados anímicos se vean perturbados por una fracción de
segundo que logra hacer estragos. Es un nada que se convierte en todo.
No se puede
estar tranquilo por esa loca de la casa que es el cerebro, la mente, el
pensamiento, la que distrae, la que influye, la que atormenta, es una envidiosa
completa. Es ese pensamiento depresivo, negativo, que todo mata, que ahuyenta
la paz. Es ese pensamiento envidioso que no admite que se pueda vivir sin ella.
Cuántas veces,
estando en placidez, una idea loca, negativa, como dije, envidiosa, nos
trastorna y desvía la complacencia en uno mismo. Es el cerebro culpable, como
lo es ese pensamiento, como es la neurona transmisora, que no nos puede ver en
paz y solo queda tranquila cuando ha desviado nuestra atención a su antojo. Es
como una tonada que se enquista y que no quiere irse.
¿Será por eso
que uno vive en permanente lucha con uno mismo? Así las cosas, es imposible la
paz, si uno no puede estar tranquilo ni con uno mismo, qué tal que se viviera
en sociedad de pensamiento?
Otra
disquisición de un viejito desocupado.
Para él el sueño no era otra cosa que la vida en clave. Soñar
era otra forma de estar alerta: “El perro es el animal más despierto y sin
embargo duerme todo el día”.(1)
Tomado de Facebook. 61902665_2205622479475664_2297088173647331328_n.jpg |
(1) Georg
Lichtenberg. Aforismos. Edición de Juan Villoro.
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