viernes, 31 de agosto de 2018

RECUERDOS QUE PERDURAN


Qué rara es la memoria: nos permite recordar lo que no hemos vivido.(1)

Un trazo emerge como una huella en el papel, a veces parece una palabra inconclusa o una silueta que anticipa múltiples posibilidades. Por eso, nombrar la ausencia es una contradicción, porque se habla de algo que no está, y nada está tan presente como aquello que puede ser nombrado. A través de las palabras el desaparecido regresa y su voz suena en todas partes. Su ausencia traza un poema sobre una hoja en blanco y nos basta con acercar el papel al fuego para que las letras se conviertan en una luz que contiene todos los colores.(2)

La columna de Charria me dio para pensar en el recuerdo de todas aquellas personas que, para bien o para mal, se han asentado en nuestro recuerdo.

Y ese recuerdo nos trae a aquellas personas que dejamos de ver, aún existiendo y de todas aquellas que se fueron pero aún persisten en su compañía. En particular me refiero a todos aquellos que partieron para otro mundo, esperanzado en que así haya sido.

El recuerdo de todos nuestros difuntos y de algunos en particular reviven en su ausencia, en ausencia de cuerpo presente, pero que retornan a nuestra mente de cualquier manera, sea con un recuerdo de olor, de vivencia, de caricia, de canción, de vainazo, porque hay que reconocer que no todo fue color de rosa con ese ser recordado, a pesar de que el recuerdo trate de acomodarlo a su antojo. Ese recuerdo también revive del ensueño y del sueño, ellos también los traen a estas realidades a pesar de que sean efímeras imágenes que transitan en sueño ajeno.

Y de igual manera se hacen presentes como presencias, inexistentes pero que solo se sienten y muchas veces se sientan a nuestro lado, sin dejar de ser eso, presencias, simples presencias que asustan o dan ánimo, que arrullan o que dejan la duda, de su propia existencia. 

A todos aquellos difuntos que prefirieron irse primero y que de alguna manera me han acompañado, a ellos un reconocimiento, sencillamente no los he olvidado, están en mi recuerdo y mientras no los acompañe a ellos, serán dulce compañía.

Los que asustan es mejor que se queden lejitos de ese, mi recuerdo.

Foto: JHB (D.R.A.)


(1) Juan Gabriel Vásquez. Las reputaciones.
(2) Arturo Charria. Trazos de la ausencia. El Espectador. 30 Agosto de 2018. Aclaro que la columna está referida a los desaparecidos de este país, otros ausentes que merecen el recuerdo.

miércoles, 29 de agosto de 2018

ESTAMOS COMO ESTAMOS




… sobre todo en esos momentos en que uno necesita quien le enseñe a leer la verdad de las cosas. La frase fue una joya encontrada en el barro.(1)

Bajaba en el ascensor y una señora venía en él. Hizo el comentario de que no habían arreglado los ascensores a pesar de la cuota extraordinaria que se había pagado. Le aclaré que estaban recogiendo la cuota y hasta no tener lo suficiente no lo harían. Siguió entonces su retahíla mencionando que las paredes interiores estaban feas a pesar de la cuota extraordinaria que se había pagado por la pintura de fachadas, ya realizada. Le aclaré que no estaba incluida la pintada de interiores. Entonces recalcó el hecho de que la pintada de fachadas había sido un brochazo, “mire nada más cómo están. Donde mi hijo que vive en los blancos pidieron una cuota más bajita y pintaron todo, hasta los ascensores”, terminó pontificando.

Respiré profundo y ya hice oídos sordos a ese diálogo impreciso y maldiciente. No había caso, la señora ya se había hecho su película y no tendría cambio. Casi le sugiero que se enterara en la administración cómo iba lo de los ascensores, por qué no habían pintado los interiores y que cuando estaban pintando fachadas por qué no había manifestado sus quejas. Pero era perdido y para mí, he de confesarlo, era una conversación que no llevaba a nada, insulsa, pero venenosa.

Y recordé que el día anterior estaba en mantenimiento de ascensores y como el botón de apertura de la puerta no funcionaba colgué un aviso solicitando su reparación, ya que estaba en mantenimiento y se encuentra dentro de su función. Al otro día el papelito seguía en su lugar y el botón seguía sin funcionar.

Todo ésto me lleva a pensar que somos lo que somos y por eso estamos así, ya pareciera que es genético, del gen social, me explico a mí mismo. La eterna quejadera y lo que es peor, no hacen pero envenenan. Pontifican sobre todo el acontecer social, del barrio, de la ciudad, del país, del mundo, pero son de los que en la calle, sin rubor alguno, botan el papel que les estorba, critican la pavimentación que durante años no hubo pensando en voz alta de cuánto se robaron para esa licitación. Son los que tratan de colarse en la fila, los que le buscan la comba al palo y así cómo se puede pretender tener un buen país o al menos un mejor vivir con tranquilidad.

Iluso que soy yo, concluí.

—Se negó a contarme nada más, pero me abrazó—. Tu único pecado es haber nacido —dijo.(2)


Foto JHB (D.R.A.)


(1) Juan Gabriel Vásquez. La forma de las ruinas.
(2) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.


lunes, 27 de agosto de 2018

UN DÍA DESPUÉS



El sentimiento de humillación, el resentimiento, la insatisfacción sexual, el complejo de inferioridad: ahí tiene los motores de la historia(1)

No sé si mi voto está maldito. Siempre que me toca votar, pierde por el que voto o por lo que voto. Y digo me toca, porque lo tomo como obligación para llevar la contraria, por tratar de seleccionar lo que me parece correcto o porque así me lo dice mi lógica o simplemente como una forma de sentar mi protesta o inconformidad. Aunque después de esta experiencia creo que dejaré de pertenecer a la democracia y dejaré de hacer uso de mi sagrado derecho al voto porque lo que ya he visto es suficiente, para mi salud mental.

Pero no me desvío. El sino de mi vida de animal político es el de perdedor, qué le vamos a hacer, ya me hice a la idea y lo que fue, fue.

No estaba de acuerdo con la mayoría de las preguntas anticorrupción, así lo expliqué en otra oportunidad, leyes es lo que hay para combatirla, lo que hace falta es gente decente que las aplique y que el corrupto tenga penas ejemplares, no solo de cárcel sino sociales (lástima que no exista la pena de muerte).

El umbral era demasiado alto (tal vez por eso se hizo así la ley que regula la consulta). Creía que la decencia no se sometía a consulta. Pero como fuera, vote simplemente para dar mi voto de opinión, si es que de algo valía, aunque con mi sino, tampoco atino con ese tipo de voto.

La cuestión es que se perdió. Si somos honestos debemos aceptar la situación tal cual es, sin explicación de por qué se perdió, por qué no se ganó, el resultado es el que vale dentro de la democracia. El dejar de aceptar la pérdida con multitud de excusas es síntoma igualmente de deshonestidad (que porque no salieron los vagos esos; que porque los corruptos incitaron al no voto; que el departamento que menos votó es un lugar de corrupción y no iba a votar, por eso mismo; entre otras muchas disculpas que circulan en las redes sociales) y es deshonesto no aceptar la pérdida. Ahí nace uno de los primeros problemas del colombiano (por no involucrar al resto del mundo).

Si perdemos no aceptamos la derrota, pataleamos, nos volvemos intolerantes con cualquier discurso insulso que no lleva a nada. Y me pregunto, dentro de mi ser malpensante, acaso ganando al otro día este país se habría vuelto el paraíso?

La cuestión, insisto, no es de prohibiciones; es de personas, de personas que puedan aceptar la realidad tal como se presenta, que si hay que hacer cola, se hace la cola; si hay que esperar al cambio de semáforo, se espera; si hay que guardarse la basura en el bolsillo hasta que se consigue una caneca, pues se hace. Cuando cambiemos hábitos, mañas y la proclividad al facilismo, ese día estamos empezando a combatir la deshonestidad desde nosotros mismos y la corrupción tendrá que ceder, me digo a título de consuelo.

Tú concéntrate en lo tuyo, y si no puedes dormir tómate una agüita de hierbas, y si la cosa persiste vuélate un pajazo. Es lo mejor contra el insomnio.(2)



https://www.semana.com/nacion/articulo/memes-de-la-consulta-anticorrupcion/580903


(1) Juan Gabriel Vásquez. La forma de las ruinas.
(2) Santiago Gamboa. Perder es cuestión de método.

viernes, 24 de agosto de 2018

NADA


Nada. No sentía nada. No sintió nada.

Y ahora... nada.





«Al día siguiente uno sigue siendo el mismo —había escrito para su muñeca—, la misma cara bostezando frente al espejo, los mismos ojos aburridos de mirar
Aquel rostro parecía decir: aquí hay un hombre que ha sufrido, que ha sido abofeteado por la adversidad pero que, a pesar de todo, sigue creyendo en la bondad esencial del hombre; aquí hay un mártir que ha sonreído en medio de las llamas y que ha comprendido el profundo sentido del sacrificio y la entrega.(1)

Foto JHB (D.R.A.)

(1) Santiago Gamboa. Perder es cuestión de método.


miércoles, 22 de agosto de 2018

SEGUNDOS


Segundo que pasaste
desapercibido a nuestra conciencia,
segundo que no vimos
por estar viendo el minuto;
minuto que pasaste,
por estar pendiente de la hora.

Y hora que pasaste
pensando tan sólo en el hoy,
sin saber que el hoy
no es ese hoy que iniciamos hoy,
sino que hoy eres
ese segundo que estás pasando.

Ese hoy que tenemos en nuestra mente
es pasado, presente y futuro;
es pasado, porque ya pasó,
presente, porque estamos viviéndolo sin verlo
y es futuro, porque llegaste sin verte.

Presente que no vemos
por circunscribirlo a 24 horas,
por circunscribirlo a hoy,
por pensarlo como hoy,
sin saber que hoy no es hoy,
porque hoy es pasado,
por el segundo que se fue,
porque hoy es presente,
por el segundo que vivimos y no vemos,
porque hoy es futuro,
porque sin darnos cuenta se convirtió en nuestro hoy.

De repetir tanto hoy
ya hoy perdió su significado,
es una palabra vacía…

El tiempo,
limitación humana
que impide ver las profundidades del alma
por circunscribirlo a un concepto carente de significado;
si no hubiera tiempo
qué importancia tendría?

Simplemente viviríamos como se ha de vivir.

Miró a la muñeca, que parecía más pálida, le levantó el velo para verle los ojos y le dijo: «Ya sé, tú me lo habías dicho. Soy un huevón.»(1)

Foto JHB (D.R.A.)



(1) Santiago Gamboa. Perder es cuestión de método.

viernes, 17 de agosto de 2018

26 DE AGOSTO


Le di a cada funcionario la modesta propina que sólo las personas realmente honestas ofrecen.(1)

Ante tanta, no sé cómo decirlo –tanto para no ofender, como para amortiguar la sensación del bulin-, publicidad –será el término?- sobre la consulta anticorrupción, veo cómo hay rasgaduras de vestiduras, afirmaciones a priori, insultos –propios de las redes sociales, ya me han llamado hasta tibio, que no sé qué es ser tibio, pues solo conozco los huevos tibios y el clima tibio-.

Pero me atrevo a opinar, desde mi punto de vista y sinceramente me tiene sin cuidado lo que puedan pensar –con eufemismo incluido-.

Combatir la corrupción no es cuestión de leyes, pues las hay suficientes y de pronto, en exceso. A vuelo de pájaro se pueden citar las actuales, entre las que están: Ley 1474 de 2011 (estatuto anticorrupción), Ley 190 de 1995 (ibíd.), Ley 599 de 2000 y obviando la mención de las leyes aplicables a niveles departamentales y municipales. El código único disciplinario (Ley 734 de 2002, que no es tan único porque hay otro para militares, otro para rama judicial, otro para congresistas y no sigo). Y antes de esas leyes, había leyes similares, con penas diferentes, claro está y antes de esas otras, también estaba el tema regulado. El tema no es nuevo.

Entonces me atrevo a reflexionar sobre los puntos de la consulta:

1. Reducir el salario a los congresistas y altos funcionarios del Estado. Vuelvo y repito en lo que he venido insistiendo, desde un punto de vista jurídico, si se me permite. A ningún servidor público posesionado se le puede reducir el salario(2), así lo establecen leyes y tratados internacionales (ver OIT). Los actuales congresistas se posesionaron el 20 de julio por lo que a la fecha de la aprobación de la consulta ya son servidores durante los siguientes cuatro años, por lo tanto su salario es intocable, si se siguen las reglas generales del derecho. Entonces no se hagan ilusiones, será para los siguientes, si es que la reglamentan debidamente o si la reforma no pasa al olvido.
2. Cárcel para corruptos y se les prohibirá volver a contratar con el Estado. Baste ver el código penal, el estatuto anticorrupción, el régimen de incompatibilidades e inhabilidades citadas y ya se ve que está todo regulado, como atrás cité. Nada más una revisión al Código Penal (Peculado –por apropiación, por uso, por aplicación oficial diferente-. • Concusión. • Cohecho –por dar, por ofrecer, propio, impropio-. • Trafico de Influencias –del servidor o de un particular-. • Enriquecimiento ilícito. • Prevaricato –por acción u omisión-. • Utilización de asunto sometido a secreto o reserva. • Utilización indebida de información oficial privilegiada. Celebración indebida de contratos, sin cumplimiento de requisitos. Sin entrar a hablar de incompatibilidades e inhabilidades)
3. Contratación transparente obligatoria en todo el país. Véanse entre otras la Ley 134 de 1994 –Ley 741 de 2002-, Ley 80 de 1993, Ley 598 de 2000, Ley 1150 de 2007, Ley 816 de 2003, Ley 598 de 2000 y no sigo porque es interminable la relación de normas reglamentarias. Como curiosidad, desde la constitución de 1863 se establecía: Artículo 47. Los Senadores y Representantes no pueden, mientras conserven el carácter de tales, hacer por sí o por interpuesta persona ninguna clase de contratos con el Gobierno general. Tampoco podrán admitir de ningún Gobierno, compañía o individuo poder para gestionar negocios que tengan relación con el Gobierno de la Unión Colombiana. Hoy la contratación transparente es obligatoria, nada basta leer la ley si no se pierde entre sus vericuetos. Pero normas en contratación es lo que sobra y de transparencia ni hablar.
4. Presupuestos públicos con participación ciudadana. Desde que no se entienda como coadministración, lo que llevaría al caos práctico y jurídico. En cuanto a participación ciudadana, veedurías, transparencia y demás ya está regulado, pero si quieren pueden consultar al doctor Google que todo lo sabe.
5. Congresistas deben rendir cuentas de su asistencia, votación y gestión. Sin comentarios, siempre tienen la certificación médica y no sé, pero la válida es la de EPS pero… Y si mal no recuerdo la asistencia y votación ya están reguladas en el estatuto del congresista.
6. Hacer públicas las propiedades e ingresos injustificados de políticos y extinguirles dominio. Cómo es posible que se pida una relación de ingresos y propiedades adquiridos injustificadamente? Eso de por sí no quiere decir que son ilegales? Y si lo son, declararlos quiere decir que se lavan al declararlos, como la ventanilla siniestra de antaño? Hay algo en este punto que no logro comprender. Y si se trata de bienes y rentas, esa declaración deben hacerlas todos los servidores públicos o al menos eso dice la ley o me equivoco? Y a propósito, aquí entre nos qué se entiende por políticos?
7. No más atornillados en el poder: máximo 3 periodos en corporaciones pública. Otra curiosidad está en la Constitución de 1830, tenían un período de ocho años y se debía renovar por cuartas partes cada dos y la cámara era por cuatro años y se renovaba por mitad también cada dos. Hace más de dos siglos! Para este punto se requería la consulta? El problema no es del tiempo en que estén, es de la calidad de las personas que están allá. 

En conclusión, las leyes anticorrupción existían desde el siglo pasado y un poco del antepasado y no pasó nada, porque no se aplicaron. Los delitos relacionados con la corrupción existen desde antaño y nada ha pasado, porque no se han aplicado. Los códigos disciplinarios corren igual suerte. El problema no es de leyes, así de simple. El problema es de gente, de personas que en vez de ser educadas en el medio de la decencia, la moral y la ética, en la honestidad, en una palabra, nos hemos involucrado con la corrupción y de la plata fácil, desde cuando tiramos el papel al piso, nos colamos en la fila, nos saltamos un semáforo, evitamos el parte, desde allí hemos fallado y nos hemos convertido en inquisidores sin ver la paja en el ojo propio.

La corrupción no se soluciona con leyes, recordando los adagios populares de que hecha la ley, hecha la trampa y de que la ley es sólo para los de ruana. Únicamente es cuestión de educación y de actitud, de que volvamos a ser gente decente, con eso bastaría.

A veces olvido que somos santanderistas, el país de las leyes en el que se cumplen si convienen, pues si se cumplieran, si tuviéramos funcionarios honestos otro sería el cantar.

Y a propósito, ya saben cuánto nos cuesta esa consulta, por no haberla hecho con las presidenciales o con las del congreso? Tampoco quiero pensar en la cacería de brujas que se aproxima.

La inevitable mordida, que de manera tan ubicua apuntalaba la economía de Nueva España, era universalmente tolerada como coste indispensable de hacer negocios. Y, de hecho, así era. El recaudador de impuestos le compraba su oficio al rey. Y era compensado, no por méritos, bonos, remuneraciones ni salarios, sino por extorsiones legalmente sancionadas. (…) Lo mismo podía aplicarse a la mayor parte de los cargos públicos. La mordida, el pago a un empleado público para que cumpliera con su deber —o para que no lo hiciera—, era una forma de vida en Nueva España.(3)

 http://www.crear-meme.com/meme/no-al-despilfarro



(1) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.
[2)Según la Constitución, artículo 123. Son servidores públicos los miembros de las corporaciones públicas, los empleados y trabajadores del Estado…  La Corte Constitucional, entre otras ha dicho: El principio de irrenunciabilidad de los beneficios laborales se apoya en el mejoramiento constante de los niveles de vida y en la dignificación del trabajador. Las disposiciones legales que regulan el trabajo humano son de orden público. Los derechos y prerrogativas en ellas reconocidos se sustraen a la autonomía de la voluntad privada, por lo que no son disponibles salvo los casos exceptuados por la ley. La imposibilidad constitucional de modificar las condiciones de trabajo en perjuicio del trabajador tiene sustento en el carácter esencial de estos beneficios para la conservación de la dignidad humana. (Sentencia T-149/95.). También se puede ver la Sentencia   C-1433 de 2000. Y para redundar: el Concepto 129321 de 2016 Departamento Administrativo de la Función Pública: … como quiera que los salarios de los empleados no pueden ser desmejorados, se considera que pueden conservar su remuneración mientras permanezcan en el cargo, situación que deriva en la creación fáctica de “salario personal”.
(3) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.

jueves, 16 de agosto de 2018

ILUSOS



Unas mesas comunes cubiertas con manteles blancos imitando mesas de banquete, llena de papeles sin importancia para darles sabor de imponencia. Un auditorio pendiente del aburrido susurro del orador distractor de sus pensamientos cotidianos, su futuro inmediato, en ese quehacer que les espera, en insulsidades de la vida.

Un orador susurrante, con voz cansada, repitiendo un discurso tantas veces repetido, tantas veces aprendido, tantas veces modificado.

Se oyen susurros disimulados; toses agripadas y otras con un dejo de disimular la aparición de un bostezo; el constante movimiento corporal que lleva a impedir el caer en el sopor de la pereza y del sueño ocasionados por una charla aburrida; bostezos escondidos tras las manos; el sonido de las joyas que reposan en la muñeca de un brazo femenino al hacer el movimiento constantemente femenino de quitarse el pelo de la frente; uno que otro suspiro profundo; un carraspeo intermitente; tos que se quiere evitar que aflore a la vida; los sonidos de la calle: autos, vientos, uno que otro rumor de avión.

Y la voz del orador elevándose por momentos para llamar la atención para luego recaer en el monótono susurro.

Tímidas toses, joyas, movimientos corporales, susurros, suspiros, sonidos de ciudad...

La charla... intrascendente, monótona y aburridora invitando a la somnolencia. Por eso los movimientos corporales para evitar caer en brazos del cabeceo y del sueño.

El orador con su charla. Los oyentes sumidos en sus propios pensamientos, tratando de evadirse con ellos de esa charla, conviviendo alternativamente entre pensamiento y charla, charla y somnolencia, pensamientos y sueño, movimientos y tos.

Las miradas fijas en la pantalla de ayuda del orador; miradas que quieren mostrar interés en la charla; miradas somnolientas, miradas desinteresadas, miradas inexpresivas.

Susurros entre asistentes, sube y baja en el timbre de voz del orador, movimientos, sonidos y ruidos, todos tan diversos, como son diversos los pensamientos de los asistentes, como son diversos esos mundos reunidos en apariencia con un mismo objetivo.

El tiempo... pasa y precisamente pasa de la forma más lenta, como debe pasar, lenta porque también está cayendo en el sopor de la charla; pareciera que también tose y se mueve con lentitud para no dormirse... junto con el auditorio.

El orador vendiendo promesas, convencido de estar creando ilusiones al auditorio, ofreciéndoles realidades irreales, con sonsonete invitándolos a vivir una ilusión, sin notar que les está llevando de la mano a manos de Morfeo, sin que ellos a sabiendas lo sepan; conduciéndoles por el camino del sueño, haciendo cada vez de su charla una monotonía, un susurro que ayudado del calor del salón está induciéndolos al sopor, al cabeceo y al tímido cerrar de ojos y, poco a poco, a través de una disimulada hipnosis se ha apropiado de esas almas, conduciéndolas al mundo de la ilusión, inicialmente a las ilusiones que cada uno cree tener, pero en últimas a las ilusiones que el orador les está creando, dejándoles creer que son las de ellos, pero que en definitiva no son las de ellos.

Les está conduciendo por el mundo del sueño, en el que ya no importa el movimiento corporal, en que ya no importan los sonidos, los ruidos ni las toses; susurros ya no hay, es como si sólo existiera esa ilusión colectiva en que la voz del orador es el único sonido, ya no susurrante, ya no monótono, sólo la voz del orador que no es su voz, sino la voz interior de cada uno, es esa voz que se convirtió en mí voz interior, en que dejó de existir el vecino, el orador, en que sólo existe el pensamiento individual, sólo existe el yo, que les está conduciendo al mundo de las ilusiones que ese yo quiere vivir, sin saber que no son los deseos de ese yo, ni son sus ilusiones, ni las está viviendo... sin saber que esos deseos, esas ilusiones y esas vivencias son ajenas, que es el orador el que les está robando sus esperanzas, está sonsacándoles sueños e ilusiones, está robándoles el alma, está dejándolos en el vacío, está despojándolos de su ser...

Cuando ya todos quedaron despojados, se oyó ese Muchas gracias. El auditorio al unísono aplaudió al orador, pusieron caras de satisfacción por haber sido invitados, se sintieron agradecidos, sin saber que fueron robados, sin saber que les robaron las ilusiones, sus esperanzas, sus deseos íntimos, estaban alegres sin saber que fueron despojados y que se quedaron sin alma!

Foto: JHB (D.R.A.)


martes, 14 de agosto de 2018

EN SU MOMENTO.

Sabía que había llegado su momento, intuitivamente sintió la presencia de la muerte y no le asustó, porque sabía que debía emprender este nuevo camino y nunca le había temido, siempre había creído estar preparado para tomar de la mano la nueva aventura que emprendería.

Supo de su cita cuando su brazo comenzó a ponerse azul, lo había notado cuando comenzó en un dedo y luego le fue creciendo como una ola que atravesaba la mano; más tarde subió al antebrazo y supo que el final se aproximaba cuando esa ola azul ya le cubría el brazo.

Es cierto, la primera vez que logró ver el cambio de su piel supo que se aproximaba el momento, por eso no quiso ser atendido médicamente, sabía que la ciencia no podía hacer nada por él, sólo le restaba esperar; un médico amigo le había visto al inicio de la enfermedad y le había dicho que se trataba del mal azul. Por la cara que puso supo que no había nada que impidiera su progreso, tal vez demorara el final, tal vez su morir fuera angustioso, por eso no quiso ningún tratamiento, prefería morir limpiamente en el momento en que tenía que suceder. No se angustió durante este tiempo, tan sólo se preparó solo y por eso no le comentó a nadie la proximidad de su viaje.

Y llegó el día, con buen ánimo se dispuso a despedirse de los seres queridos que le habían acompañado, despedidas sencillas, sin lágrimas, optimistas con el mismo optimismo con que había vivido. Nadie lo sabía pero todos lo presentían. Se notaba que quienes se despedían de él no podían tener ese optimismo, aunque sabían que se iba, supieron manejarlo y no expresaron la tristeza en su presencia; todos se despedían de él como si fuera una despedida de viaje, de nos veremos cuando regreses.

Pasaba por las calles y decía adiós a sus conocidos, muchos ignorantes de lo que le sucedía, pensando que les decía el adiós del saludo tradicional. De todos los que pudo se despidió, pasó por las calles que recorría diariamente y a todos saludó. A cada momento de su recorrido sabía que se aproximaba a su cita, sabía que le faltaba algo, pero no podía recordar de quién debía despedirse, sólo sentía que faltaba una persona con quien comunicarse.

Un teléfono público le hizo recordar que también tenía una cita con una voz, debía llamar a esa persona, pero recordó que no tenía monedas, no se explicaba por qué era la última de quien debía despedirse y sintió un momento de confusión, y más confuso quedó cuando vio que tenía celular y que no necesitaba de un teléfono público, ya no tenía por qué preocuparse de si en su cuenta de celular iba o no a quedar un saldo, era la última llamada, ya poco importaba todo lo demás.

Vencida su confusión marcó ese número inolvidable, la suave voz del otro lado de la línea le acabó de tranquilizar, a pesar de no haber podido oír todo lo que le dijo porque el ruido circundante acrecentado por el de los autos le impidieron oír toda lo que le decía esa misteriosa voz... sólo escuchó la parte en que esa voz le decía que estuviera tranquilo, que el momento se aproximaba; no logró escuchar nada más, a pesar de saber que la voz le decía algo más, pero bastaban esas pocas palabras que había oído, con eso quedó tranquilo, simplemente sintió la tranquilidad del apoyo.

Decidió volver a casa, pensaba que ya podría acostarse y esperar tranquilamente su muerte en cama, pero algo le obligó a entrar al baño, un deseo incontenible le obligó a bañarse, necesitaba sentirse limpio para acudir a la cita que tenía ese día, abrió el agua, sintió esa temperatura ideal a que estaba acostumbrado, se enjabonó y se sintió limpio y sintió... que ya estaba listo para su cita.

Sintió luego que se desgonzaba y que apoyaba su cuerpo, sin golpearse, contra la pared del baño, como si estuviera recostado contra la pared en actitud pensativa, no sintió ningún dolor agudo, ninguna punzada, sólo sintió que se iba...

Su perro ladró una sola vez...

Despertó y vio que eran las 3:24 de la madrugada, miró a su perro y vio que éste estaba despierto mirando hacia un lugar indeterminado a un ser indeterminado, como si estuviera viendo a alguien que sólo sus ojos podían ver, pero no le gruñía como acostumbraba a hacerlo con los extraños; sin embargo, el hombre le dio unos golpecitos de tranquilidad y le dijo: Tranquilo, es un viejo amigo... Se volvió a acostar y continuó con su sueño, con la esperanza de ver cómo terminaba su sueño... con la esperanza de que ese sueño fuera realidad... con la esperanza de no despertar más...

Lo que nunca pudo llegar a saber era si en el momento en que se desgonzaba, en el momento en que sentía que se iba, el cuerpo retenía al alma o era el alma la que no quería partir...

Foto JHB (D.R.A)

viernes, 10 de agosto de 2018

HUELLAS...

Ay… Lástima que todo sea tan efímero. (1)



Huellas... En el camino de la vida dejaba huellas, sin saberlo. Caminaba sin saberlo y en ese camino dejaba huellas de zapatos, de tenis, descalzos, de tantas manera como dejaba huellas... Las dejaba visibles e invisibles, pero las dejaba en el momento y en el lugar adecuados, sin saberlo.

Así como dejaba huellas en el andar cotidiano de su vida cotidiana de igual manera dejaba huellas, aún sin saberlo. Recordaba su infancia, cuando lavando el piso miraba las baldosas que aún permanecían sin mojar, y con gesto infantil saltaba de aquí para allá viendo cómo las huellas de esos pequeños pies quedaban marcadas en la baldosa; recordaba también cómo dejaba las marcas de sus zapatos recién estrenados en un piso al pasar luego de lluvia por un lugar seco; recordaba las marcas que dejaban sus zapatos ya viejos en ese recorrer de infancia. Las recordaba como juegos que realizaba; cómo orgulloso veía las figuras de esos sus zapatos nuevos que en ese corto recorrer de suela semejaba la llanta de un tractor y cómo con el paso de los días esa llanta se mostraba desgastada, por el recorrer del camino.

Sólo eso recordaba...

Nunca había tenido conciencia de las tantas huellas que había dejado en la vida, huellas que visible o invisiblemente dejaba desde su nacimiento, nunca había sabido de las muchas huellas que había dejado. Huellas invisibles que había dejado desde el médico que atendió el parto, porque el médico en algún momento debió recordar, al dictar su cátedra de ejemplo de parto difícil y de cómo marcó a la enfermera que le alzó recién llegado a este mundo con el fluido de su pequeña y primera orina, cayéndole precisamente en la boca al momento de estar alabando a ese pequeño que luego de un difícil venir al mundo logró sobrevivir; invisible recuerdo dejó en los vecinos con los que de alguna manera compartió su vida, de los tenderos a los que les hacía alguna jugada y tal vez de algún chofer con el que se encontraba constantemente en su largo devenir. También dejó el recuerdo en sus maestras, porque su inquietud era inolvidable y en tantas otras personas...

Huellas visibles dejó en su familia, en los amigos, en los compañeros de infortunio, en el colegio, la universidad o el trabajo, en las mujeres que amó, en las personas con las que peleó, a las que odió y las que le odiaron, todos a su manera recordaban esa huella dejada en el eterno recorrer de la vida. Que cómo lo recordaban? Poco importaba, simplemente había dejado la huella del recuerdo en alguien.

Huellas invisibles también dejó... pero ellas allí permanecerán. (2)


Foto JHB (D.R.A.)


(1) Santiago Gamboa. Perder es cuestión de método.
(2) Escrito el 23 de marzo de 2004