Ay… Lástima que todo sea tan efímero. (1)
Huellas...
En el camino de la vida dejaba huellas, sin saberlo. Caminaba sin saberlo y en
ese camino dejaba huellas de zapatos, de tenis, descalzos, de tantas manera
como dejaba huellas... Las dejaba visibles e invisibles, pero las dejaba en el
momento y en el lugar adecuados, sin saberlo.
Así
como dejaba huellas en el andar cotidiano de su vida cotidiana de igual manera
dejaba huellas, aún sin saberlo. Recordaba su infancia, cuando lavando el piso miraba
las baldosas que aún permanecían sin mojar, y con gesto infantil saltaba de
aquí para allá viendo cómo las huellas de esos pequeños pies quedaban marcadas
en la baldosa; recordaba también cómo dejaba las marcas de sus zapatos recién
estrenados en un piso al pasar luego de lluvia por un lugar seco; recordaba las
marcas que dejaban sus zapatos ya viejos en ese recorrer de infancia. Las
recordaba como juegos que realizaba; cómo orgulloso veía las figuras de esos sus
zapatos nuevos que en ese corto recorrer de suela semejaba la llanta de un
tractor y cómo con el paso de los días esa llanta se mostraba desgastada, por
el recorrer del camino.
Sólo
eso recordaba...
Nunca
había tenido conciencia de las tantas huellas que había dejado en la vida,
huellas que visible o invisiblemente dejaba desde su nacimiento, nunca había
sabido de las muchas huellas que había dejado. Huellas invisibles que había
dejado desde el médico que atendió el parto, porque el médico en algún momento debió
recordar, al dictar su cátedra de ejemplo de parto difícil y de cómo marcó a la
enfermera que le alzó recién llegado a este mundo con el fluido de su pequeña y
primera orina, cayéndole precisamente en la boca al momento de estar alabando a
ese pequeño que luego de un difícil venir al mundo logró sobrevivir; invisible
recuerdo dejó en los vecinos con los que de alguna manera compartió su vida, de
los tenderos a los que les hacía alguna jugada y tal vez de algún chofer con el
que se encontraba constantemente en su largo devenir. También dejó el recuerdo
en sus maestras, porque su inquietud era inolvidable y en tantas otras
personas...
Huellas
visibles dejó en su familia, en los amigos, en los compañeros de infortunio, en
el colegio, la universidad o el trabajo, en las mujeres que amó, en las
personas con las que peleó, a las que odió y las que le odiaron, todos a su
manera recordaban esa huella dejada en el eterno recorrer de la vida. Que cómo
lo recordaban? Poco importaba, simplemente había dejado la huella del recuerdo
en alguien.
Huellas
invisibles también dejó... pero ellas allí permanecerán. (2)
Foto JHB (D.R.A.)
(2) Escrito el 23 de marzo de 2004
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