… sobre todo en esos momentos en que uno
necesita quien le enseñe a leer la verdad de las cosas. La frase fue una joya
encontrada en el barro.(1)
Bajaba
en el ascensor y una señora venía en él. Hizo el comentario de que no habían
arreglado los ascensores a pesar de la cuota extraordinaria que se había
pagado. Le aclaré que estaban recogiendo la cuota y hasta no tener lo
suficiente no lo harían. Siguió entonces su retahíla mencionando que las
paredes interiores estaban feas a pesar de la cuota extraordinaria que se había
pagado por la pintura de fachadas, ya realizada. Le aclaré que no estaba
incluida la pintada de interiores. Entonces recalcó el hecho de que la pintada
de fachadas había sido un brochazo, “mire
nada más cómo están. Donde mi hijo que vive en los blancos pidieron una cuota
más bajita y pintaron todo, hasta los ascensores”, terminó pontificando.
Respiré
profundo y ya hice oídos sordos a ese diálogo impreciso y maldiciente. No había
caso, la señora ya se había hecho su película y no tendría cambio. Casi le
sugiero que se enterara en la administración cómo iba lo de los ascensores, por
qué no habían pintado los interiores y que cuando estaban pintando fachadas por
qué no había manifestado sus quejas. Pero era perdido y para mí, he de
confesarlo, era una conversación que no llevaba a nada, insulsa, pero venenosa.
Y recordé
que el día anterior estaba en mantenimiento de ascensores y como el botón de
apertura de la puerta no funcionaba colgué un aviso solicitando su reparación,
ya que estaba en mantenimiento y se encuentra dentro de su función. Al otro día
el papelito seguía en su lugar y el botón seguía sin funcionar.
Todo ésto
me lleva a pensar que somos lo que somos y por eso estamos así, ya pareciera
que es genético, del gen social, me explico a mí mismo. La eterna quejadera y
lo que es peor, no hacen pero envenenan. Pontifican sobre todo el acontecer
social, del barrio, de la ciudad, del país, del mundo, pero son de los que en
la calle, sin rubor alguno, botan el papel que les estorba, critican la
pavimentación que durante años no hubo pensando en voz alta de cuánto se
robaron para esa licitación. Son los que tratan de colarse en la fila, los que
le buscan la comba al palo y así cómo se puede pretender tener un buen país o
al menos un mejor vivir con tranquilidad.
Iluso
que soy yo, concluí.
—Se negó a contarme nada más, pero me
abrazó—. Tu único pecado es haber nacido —dijo.(2)
Foto JHB (D.R.A.)
(1) Juan Gabriel
Vásquez. La forma de las ruinas.
(2) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario