Qué rara es la memoria: nos permite
recordar lo que no hemos vivido.(1)
Un trazo emerge como una huella en el papel, a veces
parece una palabra inconclusa o una silueta que anticipa múltiples
posibilidades. Por eso, nombrar la ausencia es una contradicción, porque se
habla de algo que no está, y nada está tan presente como aquello que puede ser
nombrado. A través de las palabras el desaparecido regresa y su voz suena en
todas partes. Su ausencia traza un poema sobre una hoja en blanco y nos basta
con acercar el papel al fuego para que las letras se conviertan en una luz que
contiene todos los colores.(2)
La columna de Charria me dio para pensar en el
recuerdo de todas aquellas personas que, para bien o para mal, se han asentado
en nuestro recuerdo.
Y ese recuerdo nos trae a aquellas personas que
dejamos de ver, aún existiendo y de todas aquellas que se fueron pero aún
persisten en su compañía. En particular me refiero a todos aquellos que
partieron para otro mundo, esperanzado en que así haya sido.
El recuerdo de todos nuestros difuntos y de algunos
en particular reviven en su ausencia, en ausencia de cuerpo presente, pero que
retornan a nuestra mente de cualquier manera, sea con un recuerdo de olor, de
vivencia, de caricia, de canción, de vainazo, porque hay que reconocer que no todo
fue color de rosa con ese ser recordado, a pesar de que el recuerdo trate de
acomodarlo a su antojo. Ese recuerdo también revive del ensueño y del sueño,
ellos también los traen a estas realidades a pesar de que sean efímeras
imágenes que transitan en sueño ajeno.
Y de igual manera se hacen presentes como
presencias, inexistentes pero que solo se sienten y muchas veces se sientan a
nuestro lado, sin dejar de ser eso, presencias, simples presencias que asustan
o dan ánimo, que arrullan o que dejan la duda, de su propia existencia.
A todos aquellos difuntos que prefirieron irse
primero y que de alguna manera me han acompañado, a ellos un reconocimiento,
sencillamente no los he olvidado, están en mi recuerdo y mientras no los
acompañe a ellos, serán dulce compañía.
Los que asustan es mejor que se queden lejitos de ese,
mi recuerdo.
Foto: JHB (D.R.A.)
(1) Juan Gabriel
Vásquez. Las reputaciones.
(2) Arturo Charria. Trazos de la
ausencia. El Espectador. 30 Agosto de 2018. Aclaro que la columna está
referida a los desaparecidos de este país, otros ausentes que merecen el recuerdo.
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