viernes, 28 de junio de 2019

CANCIONES DEL RECUERDO


            Escuchar una canción, de las viejas canciones oídas a lo largo de los años, desde la niñez a la juventud a la adultez a la vejez.

            Tantas canciones escuchadas, tantas tarareadas, tantas cantadas en silencio o con la emoción y cada una de ellas con un recuerdo. Canciones que llevan a la ensoñación, al desencanto, a la tristeza, a la desolación y al despecho, a la alegría, a la sonrisa de tiempos pasados, al recuerdo de los abuelos, de los padres y si se quiere a la tierrita.

            Emociones entrecruzadas que trasladan en el tiempo, en la sensación, en la añoración, en el recuerdo, en la nostalgia.

            Canciones que nublan la mente, empañan los ojos y que renacen con el recuerdo.

            Canciones que transportan con el sentimiento, que vienen acompañadas de él, de pura nostalgia y aún de rabia y si se quiere de abandono. Canciones que se cantaron a coro, a grito pleno o en el silencio, en ese silencioso momento de añoración.

            Y naturalmente están las canciones neutras, aquellas que cantamos por el placer de cantar una buena canción, sin recuerdo, sin añoro, simplemente una bonita canción, la de moda, la del artista favorito.

            Son tantas las canciones oídas, sentidas, amadas y sufridas como sentimientos puede haber en uno, pero las de añoranza son las que nos aguan los ojos y el corazón. Y uno con el corazoncito tan trajinado!

Pero las historias de desamor son banales. Idénticas todas, interesantes sólo para quien las sufre.(1)

Óleo sobre papel. JHB (D.R.A.)


(1)Santiago Gamboa, Perder es cuestión de método.

miércoles, 26 de junio de 2019

FACETAS O CARETAS


            Al bus subió una muchacha que me pareció caribonita, mirada de frente. En el transcurso del trayecto la miré nuevamente y vi una faceta que no le había visto, de frente, y ya no me pareció tan bonita. Inicié un juego mental tratando de mirarla desde todas las ópticas posibles, desde atrás y se veía una persona diferente: de perfil, derecho y vi otra cara, ya no tan bonita; de perfil izquierdo y se veía otra imagen. Intenté de reojo y vi otra faceta diferente a las otras.

            Me causó curiosidad que una sola cara, una misma cara pudiera tener diversas facetas con un mismo estado anímico. Concluí que cada ángulo de la persona es diferente a la unidad, vista de frente o por detrás, de perfil, de izquierda a derecha, de posición elevada a posición de sumisión y cada una de ellas solo reflejaba otra cara de la moneda, diferente a la globalidad.

            Y encontré varias en una y viéndolo con un solo estado anímico, el que llevaba en ese momento.

            Entonces pensé, si estando en un determinado momento se tienen tantas imágenes intenté ponerle a cada una de ellas un sentimiento diferente, el risueño, el indiferente, el deferente, el iracundo, el rabioso, el triste, el alegre y el resto de sentimientos posibles en el ser humano y me encuentro con que una misma cara usa mil caretas, con diferentes visiones, con diferentes divisiones. Y eso que no entro en el detalle de ver esa cara con dos ojos, con uno solo, el derecho, el izquierdo, de arriba, hacia abajo, y cada una de esas miradas me dará una visión bien distinta de ese ser mirado.

            Concluyo que no somos lo que somos sino lo que en el momento somos, juzgando con las caretas, juzgados por el instante, por la imprecisión de un instante, instante decisivo para la aceptación o el rechazo.

Y, al fin y al cabo, a lo largo de la vida, se aprende, se experimenta y se madura; pero cambiar, lo que se dice cambiar, no se cambia mucho porque uno es, en todo momento, el que siempre ha sido.(1)


Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Matilde Asensi. El origen perdido.

viernes, 21 de junio de 2019

Y QUÉ DE LA ESCRITURA?


            En estos días viendo una libreta en donde llevo anotadas las dudas e incertidumbres de mi vida, encuentro que había unos pasajes ininteligibles y me tocó darle mil vueltas para entender lo que había escrito, para que no se me olvidara, pero el jeroglífico resultante me llevó a pensar en cuán degenerada estaba ya mi letra manuscrita.

            Aprendí a escribir con letra Palmer, que con sangre entra, muy pulida, de rasgos legibles y líneas adornadas. Con el tiempo ese tipo de letra fue desplazado en las nuevas generaciones por la letra separada, creo que a lo gringo, como nos gusta(ba) copiar para ser modernos. Luego vino el computador y nos jodimos. Basta el teclado y ya no importa más, porque todo se imprime, nada se escribe, salvo la firma que, a propósito, con el tiempo se ha venido degenerando de la misma manera.

            Soy de la época en que en la universidad se debía tomar nota; en que cuando se iniciaba la época laboral tenía uno que escribir y entregarlo a la secretaria para que lo pasara en limpio, cuando casi todas las transacciones se hacía con papel y lápiz.

            Me tocó, como a todos, acoplarnos a los nuevos tiempos y pasamos de la hoja al computador y la letra escrita en papel y con esfero o estilógrafo se fue evaporando, pasó a segundo plano, como tantas cosas en la vida moderna. Ni qué decir de las cartas de amor, en donde uno debía lucir la mejor letra para que se entendiera el mensaje y si se quería copia, tocaba con papel carbón porque ni fotocopias existían.

            Hoy, viendo mi letra, deja mucho qué desear, con decirles que muchas veces por la rapidez de la idea que se debe dejar plasmada termina en garabato que aún siendo recién escrita no alcanzo a entenderla, ya parece letra de médico.

            Y pensaba entonces, con todo, cuándo desaparecerá la letra manuscrita?

            Bobadas de viejo, pienso para mí. (Si no quiere que su cerebro envejezca con usted, párele bolas a las tildes y a la forma de escribir, oigo que me recrimina la voz de mi hermano mayor, por algo es el mayor!)

Envejecer significa renunciar, renunciar a lo que fuimos.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Los invisibles, documental francés. https://www.filmin.es/pelicula/los-invisibles

miércoles, 19 de junio de 2019

DUDAS


            Parece ser genético adquirido, si se permite la expresión, el convivir con la duda y preciso, con la duda llamémosla familiar.

            Apagó la luz del cuarto? Cerró bien las ventanas? Verificó que la estufa estuviera apagada? Bajó el agua del inodoro? Desconectó la plancha? Apagó la velita? Y son dudas que se generan, se disparan sin consentimiento cuando uno ya se encuentra lejos, dentro de la flota, del avión, del carro, del Transmilenio.

            Y son dudas vergonzosas que a pesar de la certeza de la acción surgen incuestionablemente y producen el sinsabor y malestar de incertidumbre que le acompaña y que invariablemente hace que uno llame a fulanito para que revise, si es que lo hay. Que se devuelva, si no lo hay y todo con motivo de la duda generada. O, en último caso, de ser posible, haga que el retorno sea obligatorio.

            Y esa duda surge a pesar de la certeza de haber hecho lo que debía hacerse, pero puede surgir por la duda ajena, la implantada, del acompañante inseguro y se implanta como si fuera duda real de uno.

            Y digo que es genético-adquirida porque siempre que uno salía no faltaba la voz materna sembrándola: Apagaste la plancha? Dejaste encendida la estufa? Vergonzante y más cuando uno está seguro de no haber usado la plancha en días ni haber tocado la estufa o era que estaba trasladándose la responsabilidad en cuerpo ajeno?

            Fatal era la duda de la estufa, de la plancha, de la vela o de la llave del lavadero, porque conducían a catástrofes eventuales si seguían encendidas o abiertas. Naturalmente que existía la contra, igualmente materna, de encomendarse a las ánimas del purgatorio –nunca supe por qué a ellas si ya tenían bastante sufrimiento- y santo remedio, de esa manera se evaporaba la magia de la duda. Al menos la materna, pues la de uno seguía latente, allí latente a la espera de que no pasara nada.

            Dudas incómodas sin fundamento pero cómo se escabullían en los laberintos cerebrales, aquellos que desajustan y son dudas que nos acompañan hasta el final de los tiempos.

            Estos eran sólo recuerdos de un viejo desocupado!

El pasado nunca se queda donde uno lo deja.(1)

Óleo sobre papel, espatula. JHB (D.R.A.)


(1) Serie de Netflix. Sorjonen. https://www.netflix.com/co/title/80145143

lunes, 17 de junio de 2019

SUEÑOS, ENSUEÑOS


La quinta acepción de sueño según la Academia es Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse. A esta me referiré.

Nunca la había visto desde esa óptica porque los sueños son precisamente aquellas esperanzas que hacen que la vida valga. Quién no ha soñado? Quién no ha tenido sueños? Quién, en últimas, no ha tenido la necesidad de mantener los sueños como una forma de no ver la vida insípida, sin ilusión?

Pero siendo prácticos y si se quiere, realistas, los sueños, en este sentido, se reducen a eso, a la esperanza de algo que no tiene mayor probabilidad de realizarse.

Sin embargo, estamos programados para vivir de sueños, sueños de tener, poseer, lograr, cambiar, lo que sea; de lo nimio a lo extravagante; por deseo, por poder, por envidia, por dar envidia.

Pero y qué de los sueños que no se cumplen, por más voluntad que se le ponga? Frustración es lo que llega a conducir, el sinsabor de la esperanza malograda y como soñar no cuesta nada, lo mejor es dejar de tener sueños inalcanzables y soñar con lo posible, para ver si se da o al menos es tener una esperanza fundada en deseo alcanzable, pues de lo contrario se muere como un iluso amargado.

Por su parte, el ensueño, en acepciones siguientes a la definición básica, la RAE lo señala como 2. m. Ilusión, fantasía. de ensueño: 1. loc. adj. Ideal, fantástico, maravilloso. Ya no es esperanzador, es simplemente imaginar lo maravilloso que podría ser, sin ilusiones de que se convierta en realidad.

Y culmino preguntándome, qué sería de uno sin tener sueños, sin al menos echar globos de ensoñación, pero siendo realista, nos tenemos que sujetar de la realidad, que es cruda, ocultándonos en la irrealidad de los sueños, así sea en medio de la ensoñación, que no le hace daño a nadie.

… estaba destinada a perderlo todo, para encontrarlo todo. Porque solamente alguien que se vacía puede ser llenado de nuevo. En el vacío está la luz del entendimiento, y el cuerpo de esa criatura era como un bello recipiente en el que se podían volcar las joyas más preciosas de la flor y el canto de sus antepasados, pero no para que se quedaran eternamente ahí sino para ser recicladas, transformadas y vaciadas de nuevo.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Laura Esquivel, Malinche.

viernes, 14 de junio de 2019

HAY DÍAS


Hay días que demuestran la intemporalidad del tiempo. Días que pasan sin darnos cuenta, que llenan el calendario dejando caer sus hojas despistando al cerebro y nos desubican en la fecha en que estamos.

Días que se acaban en un santiamén y que no permiten manifestar lo inconcluso que dejó a la actividad.

Pero también hay días, los más, que pasan con una pereza que hace que el tiempo sea infinito e inacabado, que no hay actividades que permitan complementarlo y ayudarlo a seguir su camino, al ritmo al que está programado.

            Días eternos por la angustia o días ágiles por el deseo, siendo los mismos días, con las mismas horas y segundos. Días en que somos fértiles y otros, los más, que se niegan a proseguir su camino, a la buena de Dios.

            Pero la virtud de la vejez está en que ágiles o lentos la diferencia radica en la sonrisa que cada uno de ellos nos trae o, los más, la indiferencia de su transcurrir que nos acerca al horizonte definido.

            De allí la Canción de la vida profunda, de Porfirio Barba Jacob:

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!

            Hay días y ay días! Según como se entone.


Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)

miércoles, 12 de junio de 2019

PERIODISTAS MAÑOSOS


Va a llegar el momento en que no lea noticias, ya que procuro no oírlas y huyo de los televisores a esas horas siniestras. Cada vez más los llamados periodistas ponen un título llamativo, mencionan algo de la noticia y terminan hablando de otra cosa, cuando no le dan la vuelta a la noticia y terminan hablando babosadas o mentiras a su amaño.

Y lo digo porque apareció en estos días como noticia que la valorización de Bogotá se había caído. Leyendo el contenido resulta que es falsa la afirmación; la verdad era que la procuraduría había emitido un concepto, como en todos los procesos en que interviene que debe emitir su concepto u opinión, y no obliga al juez, es decir, no se ha dictado sentencia. Además, la Procuraduría no podía dictar sentencia, como se deducía de lo escrito, pues sólo lo puede hacer un juez. Pero a raíz de titular y lectura rápida la gran mayoría entendió que efectivamente se había caído la valorización. Periodistas inescrupulosos.

Y en otra, una mujer pretendió suicidarse desde un puente ya común en un centro comercial, al parecer diseñado para eso. El periodista a duras penas menciona la noticia central y se centra en el número de suicidios, en las aparentes razones que llevan a ello. Otro periódico lo tituló como caída de una mujer desde el puente, pero ocupó dos renglones para tal noticia y el resto del artículo lo dedicó a hablar de otros suicidios. Periodistas manipuladores.

Y eso fueron dos noticias en un solo día y no entro a hablar sobre el fallo de la Corte Constitucional sobre el uso de drogas en los parques, porque fijo en el contenido de la sentencia debe decir otra cosa diferente. Pero así son los periodistas actuales, al menos uno sabía que en los periódicos de antaño, llamados amarillistas y que exudaban sangre, la noticia tenía un contenido que se leía con beneficio de inventario, es decir, de antemano se sabía que todo era protagonismo del periodista, que se dejaba llevar de la emoción. Fuera de las noticias orales, con las consabidas preguntas estúpidas de qué sintió cuando el edificio se la cayó encima? Qué dijo su mamá cuando veía que se estaba muriendo? Y la mayor piedra que me da, de aquellos periodistas sublimemente estúpidos que argumentan que tienen derecho a la noticia y se creen autorizados para entrar en la intimidad de una persona. Ojalá se hicieran la pregunta cuando es la mamá de ellos la que resultó muerta en el accidente, ojalá!

Como pueden ver, es otra profesión que no me soporto cuando va acompañada del abuso de su derecho a la supuesta noticia. Y no me entretengo más en el tema porque termino haciendo un tratado completo y bien documentado sobre la estupidez que ronda a los periodistas. (Los pocos que conozco me perdonarán pero es que el exceso de limitación mental me exaspera.)

Nada como los prejuicios para afectar la convivencia, contribuir a las divisiones y generar odios absurdos que han llevado a la humanidad a persecuciones irracionales e injustas contra grupos de personas, por su raza, orientación sexual o creencias. Por nuestros prejuicios, estigmatizamos y emitimos juicios de valor poco sustentados. Repetimos sin pensar frases para descalificar, como que los costeños son perezosos, los paisas son mafiosos, los cachacos son antipáticos; o nos describimos como una nación violenta, machista, mestiza, católica y conservadora. Sin embargo, somos mucho más y mucho menos. (1)



lunes, 10 de junio de 2019

INICIOS


            En un momento de espera intemporal me encontré frente a un jardín infantil y me llamó la atención el grupo de niños presentes, al parecer equilibrado el número entre niños y niñas, aunque de pronto eran más ellas que ellos.

            Fueron llamados a formar frente a un muro y la orden impartida fue cumplida oportunamente por algunos, otros parecieran más renuentes a cumplirla, uno que otro indiferente y otros parecía borregos que seguían al rebaño.

            Paso siguiente, mientras se impartía la subsiguiente orden me encontré viendo a los inquietos, a los indiferentes, a los renuentes, mientras otros estaban pendientes de los demás, imponiéndose o luchando por imponerse frente a los otros alfas. Unos apacibles, otros repelentes, todo eso me hizo pensar en mis tiempos laborales.

            Nada más recordar comités, reuniones o el diario acaecer en la oficina, lo variopinta que era, me encontraba con los proactivos, los pasivos, los negativos, los indiferentes, los líderes, los machos alfa, los que querían predominar, los que se escondían en la multitud y naturalmente me veía yo mismo asumiendo cada uno de esos papeles según la época, la situación, la circunstancia.

            Y concluí que todo sigue igual, que desde pequeños aprendemos a amoldarnos a la situación, a adquirir cada careta, cada faceta según la oportunidad. Desde niños somos oportunistas, qué vaina, me dije, pero qué se puede hacer, me consolé. Nada cambia, todo sigue igual.

Amigos míos, nadie escapa a su destino…(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Oriana Fallaci. Un sombrero lleno de cerezas.

viernes, 7 de junio de 2019

EL RECUERDO


Hablé de la memoria y ahora del recuerdo, a pesar de que al parecer tienen cierto parentesco que los confunde o que son lo mismo, no lo sé, pues parto de mi percepción.

Decía que la memoria es el disco duro que guarda información simplemente, sin que entre subjetividad, pareceres, sentimientos o sensaciones. Por su parte, el recuerdo lo entiendo como la transformación de esa información, naturalmente en nueva información que genera un acaecer y rememora situaciones que en conjunto producen una historia. Naturalmente debe ser un proceso muy complejo de la química cerebral, de conexiones neuronales, de destellos imperceptibles a velocidad de crucero interestelar, eso lo sé, pero que por ser neófito e ignorante en el tema lo veo desde la perspectiva de un ser cualquiera, como lo soy yo.

Al traer la memoria a un presente, esa información básica comienza su proceso de transformación para crear una historia en la cual se confunden diversos elementos que modifican la información inicial y aún la trastocan tergiversándola y acomodándola. Y me explico: Existe una información pura y limpia, la que fue guardada originalmente en lo que llamo disco duro o simplemente memoria. Como no hay nada más traidor que el cerebro en plena producción, intervienen en su construcción los elementos adicionales que dan vida a esa narrativa y surge el recuerdo sensorial, de lo visto, de lo sentido, de lo notado y de lo subjetivo que acomoda la situación para que uno se vea o no notoriamente afectado en cualquiera de sus polos, negativo o positivo. Y de esa manera surge el recuerdo, de la apreciación que le suministra el cerebro y que uno hace como suya que, como he anotado, es la que proporciona el cerebro, esa loca de la casa que hace con uno lo que ella quiere.

Y por qué lo digo? Sencillamente porque el recuerdo, al igual que el cerebro no son confiables. Nada más ver la narración de un hecho presentado por varios testigos. Cada uno da su propia versión, de lo que vio, de lo que oyó, de lo que sintió y eso que todos ellos estaban presentes en el mismo momento. El uno dirá que la camisa era roja, el otro corregirá y dirá que era rosada y el tercero contradirá y dirá que era negra clara, si eso es posible, pues hasta ya hay verde soacha. Y si se profundiza cada uno empezará a amañar la historia y si entre ellos se hablan todos construirán una nueva historia que tal vez no se asemeje a la verdadera. Eso mismo ocurre con el recuerdo, cualquiera que sea y, entre más lejano sea, más ingredientes se le añaden o se le quitan a gusto del cerebro, a conveniencia del relator. No han notado que cuando rememoran algo varias veces en diferentes oportunidades el mismo relato tiene sus variaciones así sean sutiles?

Y todo porque el recuerdo renace cada vez que se recupera y es así, porque re-nace, es decir vuelve a traer lo construido y reconstruye y es allí donde la imaginación y el falso recuerdo se confunden, se difunden y hacen que el recuerdo pueda no ser el original, pues la memoria es un narrador poco fiable, oí en los hackers de la memoria.

En el mismo documental supe de la técnica de crear falsos recuerdos, de la que tanto abusan los investigadores y abogados con sus planteamientos torticeros. Pero ese es otro cuento. Pero me dio pie a pensar que olvidar también es importante para el cerebro, además de liberar espacio, aunque también me pregunto si el recuerdo falseado sea un mecanismo de defensa del mismo cerebro? Y hasta me llamó la atención la mención al deja vu, que dizque se trata de un mecanismo de la parte frontal del cerebro –no me pregunten qué es eso, porque no lo sé- que trata de corregir los recuerdos imprecisos.

Con todas estas cuestiones cada día desconfío de mí mismo y de mis percepciones porque todo resulta engañoso a mi edad. Muchas veces el reojo me hace imaginar cosas que realmente no son, como una sombra vista que el cerebro identifica como un gato negro agazapado y solo es una sombra. O del olor surgido en un espacio en donde no tenía cabida o de un recuerdo triste que no tenía razón de ser en ese momento, al estar eufórico.

Por todo eso insisto en que no sirvo de testigo para nada, porque cada día desconfío más de lo que veo, oigo y siento, sin saber si es inicio de locura.

La demencia es como ese momento de duda en que no sabría si debo confiar en los ojos o en la memoria porque ambas cosas parecen capaces de cometer los mismos errores insidiosos.(1)


Tomada de Google. (2)


(1) John Katzenbach. Historia del loco.

miércoles, 5 de junio de 2019

DE LA MEMORIA



            Este nuevo tema surge de Netflix: Hackers de la memoria, NOVA. Interesante documental que presenta entre otras cosas cómo tratando el hipocampo(1) se borran los recuerdos, experimento que hicieron en los años 50, aunque la consecuencia, al tratar la epilepsia del paciente, es que le borraron todos los recuerdos y así el pobre hombre sólo vivía en el presente eterno. Otro, buscando eliminar las fobias y en otro estudiaban también a las personas con memoria fotográfica y un muchachito investigado contaba lo bueno que era eso pero que tenía su contrapartida, también retornaban los malos momentos vividos.

            Pero surgió la pregunta clave. Qué es la memoria. La perfección del cerebro es incuestionable, pero su funcionamiento cotidiano parece que no lo es, porque está sujeto a interpretaciones y lo que guarda la memoria pareciera que pudiera distorsionar el recuerdo, que es otro asunto que procuraré tratar adelante, a pesar de la posible sinonimia que hay entre los conceptos. Por ello basaré la memoria, alegóricamente comparado, con el disco duro, como la zona de almacenamiento de información sin que medien sentimientos ni sensaciones ni subjetividad.

            Pues bien, a lo largo de nuestra vida guardamos detalles de lo vivido, del entorno y del contorno, de lo que leemos, de lo que aprendemos y también, de lo que aprehendemos. Es decir, demasiada información. Al parecer el cerebro se encarga de borrar lo que no quiere guardar; reafirma lo que quiere conservar; olvida lo que a su acomodo considera innecesario. En consecuencia, tiene una caneca que borra automáticamente lo que se le antoja y conserva lo que también quiere conservar según su deseo. Eso me lleva a pensar que nosotros no tenemos dominio sobre el cerebro, él se encarga de hacer lo que se le dé la gana, desafortunadamente. De allí que quede con la duda de si la memoria tiene límites de capacidad, pues ha de tenerla y de allí que se le haya incorporado una caneca para mantener el equilibrio.

            Entonces me sigo preguntando: qué es la memoria si es tan frágil, como frágil es el ser humano? Otra pregunta que me queda sin solución a pesar de que los científicos sepan lo que es y tratan de adivinar lo que no es.

Mi memoria es lo que yo quiero que sea y nadie puede discutirlo.(2)

Tomado de Google. memoria-700x525.jpg

(3) Prominencia encefálica situada en la pared externa de los ventrículos laterales del cerebro. Siendo neófito no entendí nada de la definición, he de confesar. Viendo la foto correspondiente encuentro que es como una larva que se ubica dentro del cerebro en la zona que une la columna con la cabeza, si se me permite esta explicación.
(2) John Grisham. El testamento.

lunes, 3 de junio de 2019

DE LA CULPA


            Hoy me ocupo de la culpa, no del sentimiento generado por una acción sino, todo lo contrario, de la que nace de la omisión. De aquella culpa que surge de no haberme despedido a tiempo, de no haberme expresado antes de que alguien muriera, sin haberle dicho muchas cosas. En una palabra, de la culpa que se acomoda en el ser al no saber qué iba a pasar, de no haber tenido la oportunidad de expresarla en un momento que era imposible de saber lo que iba a acontecer.

            Y es un sentimiento que, si se le ve adecuadamente, es irracional. Simplemente porque no nació de un querer pero sí de una oportunidad que fue perdida, sin darse cuenta de su propia ocurrencia.

            Pensando en eso se me ocurre como explicación del arraigo que ese sentimiento viene adquirido no de la persona misma sino de la religión, cualquiera que ella sea, al menos de las de occidente. La culpa nacida de dioses que quieren someter, de cualquier manera, su voluntad sobre sus sometidos, aunque aclarando que esa voz celestial no es que devenga de los mismos cielos, sino es la traducción que hacen sus voceros terrenales para el sometimiento de la grey.

            La religión, entre otras cosas, subyugó el pensamiento ancestral, por la importancia que para ellos tenía el sometimiento a su voluntad que traducían como celestial, sintiéndose autorizados para ser voceros, sin habérseles delegado esa tarea por mandato de los cielos.

Pero bueno, la idea esencial no es irse contra la religión, cualquiera occidental que sea. La cuestión es la implementación en el hombre de una deuda que no se contrajo, de arrepentimiento por lo no hecho. Y eso nos hace, cada vez que acontece, con bastante frecuencia agrego, más propensos a tener ese sentimiento negativo de culpa, que día a día se promociona como parte integral del ser. Pues no, no lo creo, uno debería erradicar completamente esa sensación de culpabilidad por un hecho ni generado ni propugnado por uno mismo. El que se fue sin despedirse, se fue; el que murió sin esperar a la despedida, ya se fue, no hay nada qué hacer. Que qué vaina que ese día hayamos peleado, que me hubiera ido sin despedirme, pues sí, así es la vida y para qué cargar con esa extenuante sensación que deprime?

Por eso se debe evitar la sensación de arrepentimiento de algo que pudo ser pero que no fue, debido a las circunstancias, a los destinos, a los futuros malogrados. Pasados los hechos ya de qué carajos sirve el arrepentimiento de no haber hecho o dicho? El arrepentimiento en estos casos no conduce a nada, salvo a la depresión y al flagelarse por demasiado tiempo que puede ser ocupado con ideas más sanas, no con las malsanas consecuencias de la culpa que no fue de uno.

…(era) repetir las mismas conversaciones, que iban perdiendo sentido a medida que se gastaban las palabras.(1)



[1] Isabel Allende. El amante japonés.