lunes, 10 de junio de 2019

INICIOS


            En un momento de espera intemporal me encontré frente a un jardín infantil y me llamó la atención el grupo de niños presentes, al parecer equilibrado el número entre niños y niñas, aunque de pronto eran más ellas que ellos.

            Fueron llamados a formar frente a un muro y la orden impartida fue cumplida oportunamente por algunos, otros parecieran más renuentes a cumplirla, uno que otro indiferente y otros parecía borregos que seguían al rebaño.

            Paso siguiente, mientras se impartía la subsiguiente orden me encontré viendo a los inquietos, a los indiferentes, a los renuentes, mientras otros estaban pendientes de los demás, imponiéndose o luchando por imponerse frente a los otros alfas. Unos apacibles, otros repelentes, todo eso me hizo pensar en mis tiempos laborales.

            Nada más recordar comités, reuniones o el diario acaecer en la oficina, lo variopinta que era, me encontraba con los proactivos, los pasivos, los negativos, los indiferentes, los líderes, los machos alfa, los que querían predominar, los que se escondían en la multitud y naturalmente me veía yo mismo asumiendo cada uno de esos papeles según la época, la situación, la circunstancia.

            Y concluí que todo sigue igual, que desde pequeños aprendemos a amoldarnos a la situación, a adquirir cada careta, cada faceta según la oportunidad. Desde niños somos oportunistas, qué vaina, me dije, pero qué se puede hacer, me consolé. Nada cambia, todo sigue igual.

Amigos míos, nadie escapa a su destino…(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Oriana Fallaci. Un sombrero lleno de cerezas.

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