Escuchar una canción, de las viejas
canciones oídas a lo largo de los años, desde la niñez a la juventud a la
adultez a la vejez.
Tantas canciones escuchadas, tantas
tarareadas, tantas cantadas en silencio o con la emoción y cada una de ellas
con un recuerdo. Canciones que llevan a la ensoñación, al desencanto, a la
tristeza, a la desolación y al despecho, a la alegría, a la sonrisa de tiempos
pasados, al recuerdo de los abuelos, de los padres y si se quiere a la
tierrita.
Emociones entrecruzadas que
trasladan en el tiempo, en la sensación, en la añoración, en el recuerdo, en la
nostalgia.
Canciones que nublan la mente,
empañan los ojos y que renacen con el recuerdo.
Canciones que transportan con el
sentimiento, que vienen acompañadas de él, de pura nostalgia y aún de rabia y
si se quiere de abandono. Canciones que se cantaron a coro, a grito pleno o en
el silencio, en ese silencioso momento de añoración.
Y naturalmente están las canciones
neutras, aquellas que cantamos por el placer de cantar una buena canción, sin
recuerdo, sin añoro, simplemente una bonita canción, la de moda, la del artista
favorito.
Son tantas las canciones oídas,
sentidas, amadas y sufridas como sentimientos puede haber en uno, pero las de
añoranza son las que nos aguan los ojos y el corazón. Y uno con el corazoncito
tan trajinado!
Pero las historias de desamor son banales. Idénticas todas,
interesantes sólo para quien las sufre.(1)
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