miércoles, 19 de junio de 2019

DUDAS


            Parece ser genético adquirido, si se permite la expresión, el convivir con la duda y preciso, con la duda llamémosla familiar.

            Apagó la luz del cuarto? Cerró bien las ventanas? Verificó que la estufa estuviera apagada? Bajó el agua del inodoro? Desconectó la plancha? Apagó la velita? Y son dudas que se generan, se disparan sin consentimiento cuando uno ya se encuentra lejos, dentro de la flota, del avión, del carro, del Transmilenio.

            Y son dudas vergonzosas que a pesar de la certeza de la acción surgen incuestionablemente y producen el sinsabor y malestar de incertidumbre que le acompaña y que invariablemente hace que uno llame a fulanito para que revise, si es que lo hay. Que se devuelva, si no lo hay y todo con motivo de la duda generada. O, en último caso, de ser posible, haga que el retorno sea obligatorio.

            Y esa duda surge a pesar de la certeza de haber hecho lo que debía hacerse, pero puede surgir por la duda ajena, la implantada, del acompañante inseguro y se implanta como si fuera duda real de uno.

            Y digo que es genético-adquirida porque siempre que uno salía no faltaba la voz materna sembrándola: Apagaste la plancha? Dejaste encendida la estufa? Vergonzante y más cuando uno está seguro de no haber usado la plancha en días ni haber tocado la estufa o era que estaba trasladándose la responsabilidad en cuerpo ajeno?

            Fatal era la duda de la estufa, de la plancha, de la vela o de la llave del lavadero, porque conducían a catástrofes eventuales si seguían encendidas o abiertas. Naturalmente que existía la contra, igualmente materna, de encomendarse a las ánimas del purgatorio –nunca supe por qué a ellas si ya tenían bastante sufrimiento- y santo remedio, de esa manera se evaporaba la magia de la duda. Al menos la materna, pues la de uno seguía latente, allí latente a la espera de que no pasara nada.

            Dudas incómodas sin fundamento pero cómo se escabullían en los laberintos cerebrales, aquellos que desajustan y son dudas que nos acompañan hasta el final de los tiempos.

            Estos eran sólo recuerdos de un viejo desocupado!

El pasado nunca se queda donde uno lo deja.(1)

Óleo sobre papel, espatula. JHB (D.R.A.)


(1) Serie de Netflix. Sorjonen. https://www.netflix.com/co/title/80145143

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