miércoles, 31 de enero de 2024

NI MIEDO NI SUMISIÓN

                 Si uno muestra miedo, se la montan. El miedo se huele, y el que olfatea lo sabe y se aprovecha. Igual cosa ocurre con la sumisión. Aunque también es cierto que ésta está acompañada de la primera. Cosas de la vida.

 

                Por eso no hay que demostrar miedo ni sumisión. Es como pasar por una calle y ver a un malencarado con intenciones, verdaderas o imaginarias, de hacer algún daño. Aprendí desde hace ya mucho tiempo que en estas circunstancias es mejor poner igual cara de pocos amigos, cara de que no le tengo miedo y cara de que no se meta conmigo porque también le arranco a la pelea, a pesar de estar uno cagado del susto. Pero funciona.

 

                Pero lo curioso es que con las computadoras y las impresoras no funciona el truco. Tienen un no sexto sino como un octavo sentido (por eso serán femeninas, las palabras, digo). Nada más saben que uno las necesita con urgencia, se ponen lentas para arrancar, se ralentizan automáticamente, es como si la cámara que tienen incluida informaran a la RAM que hay miedo de por medio (y entre miedo y medio hay trastoque de letras). La impresora igualmente queda notificada: se traba el papel, el papel no entra, traquea, se hace la boba, en una palabra.

 

                Y del afán solo queda el cansancio, porque ellas terminan haciendo su voluntad y uno con la piedra alborotada no sabe si cogerlas a golpes o tirarlas contra la pared, pero nos detiene no la razón sino el costo que representaría su reposición.

 

                Aunque inicialmente dije que el truco citado no funcionaba con éstas, pero en realidad como que sí hay truco. Es poner cara de indiferentes ante la ausencia de funcionamiento, es decir en voz alta: no tengo afán. Es mostrar impasibilidad, en una palabra. Y como que, en estos casos, la cosa cambia y todo vuelve a funcionar como es debido. No sé si sea cierto, pero me ha funcionado.

 

                Y todo esto para concluir como el titular: ni miedo ni sumisión, que se jodan!

 

Dícese vulgarmente con relación al individuo, que nadie escarmienta en cabeza ajena; debe añadirse que las colectividades políticas no experimentan ni en la suya propia.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Memorias. Aquileo Parra.

lunes, 29 de enero de 2024

CONFESIONARIO

                 La virtud del confesionario es que, al menos antaño, impedía que la conversación no se viera sonrojada en virtud de las confesiones y pesares allí arrojados. Y el cuento venía a cuento a que estando en alguna lectura leí que el confesionario realmente era el sitio donde se reunían los pecadores anónimos. De allí su misterio, el anonimato, aún a pesar de que el confesor lo conociera a uno, no por eso dejaba de ser anónimo, pues el cura de tantos pecadores confesando sus pecados (que en últimas se resumían a confesar sus pendejadas) estaba cansado de tanto blablablá.

 

                No recuerdo bien si dentro de la carrera sacerdotal a los curas los entrenaban en materia de confesionario a determinar el tipo de ofensa que oían y de esa manera, según la respectiva tipología, tenían un listado para la correspondiente penitencia y así ahorraban tiempo. No sé si sea cierto, es solo un recuerdo de algo que alguna vez leí u oí. En esa medida, los pecadores quedaríamos alienados, digo, alineados a ciertos estándares y bastaría con decir: Tema A, subtema c, primera entrada. Aunque pensándolo, ya debería haber confesionarios anónimos por redes sociales y automáticamente le saldría a uno la respectiva penitencia. Deben modernizarse, me digo y se sigue siendo anónimo y no se vería la sonrojada de la confesión.

 

                A mi memoria vino la última confesión que pude haber tenido, creo que hace más de cincuenta años y creo recordar que me confesaba porque tenía que confesarme, es decir, tenía que demostrar con mis actos que estaba allí arrodillado ante un confesor inventando algún pecado para poder obtener la absolución que me permitiría que un profesor me dejara en paz. Siendo así, creo que nunca me he confesado como Dios manda y eso que he tenido pecados (o pendejadas, como se quiera) de pensamiento, palabra y obra y por mi culpa, por mi grandísima culpa, si sigo con los rituales religiosos correspondientes.

 

                Como acto religioso definitivamente una pérdida de tiempo, debería ser más un acto siquiátrico, ahí sí se divertirían los curas, me digo.

 

                En fin, pendejadas mías, como mis pecados.

 

¿Eres creyente?

—No puedo no creer.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Ian Rankin. El libro negro.

miércoles, 24 de enero de 2024

DAMOS TODO POR HECHO

                 Hoy, como ayer y tal vez como siempre, lo cotidiano lo damos por hecho. Con tanto avance ya ni nos preguntamos cómo funciona algo, ya no nos extrañamos por las novedades, ya hemos perdido la capacidad de admiración y, por el contrario, estamos pendientes de qué más novedades entrarán en este universo de continuo cambio.

 

                Pero, con todo, sigo extrañándome de lo intangible que hay detrás de todos estos inventos. Me admiro al ver cómo un aparato funciona sin conexión eléctrica (si para el efecto excluimos las pilas). Antes sin saber demasiado veíamos cómo el teléfono conectado a un cable que se conectaba a otro más allá transportaba el sonido y viajaba a través de ellos. Hoy, ni cable hay. Viaja por el espacio, entrecruzándose con otras llamadas, igualmente invisibles, más todas las conexiones con el internet que si se hicieran evidentes solo veríamos líneas, tipo láser, atravesando el espacio de aquí para allá, llevando información (sonidos, imágenes y secretos).

 

                Es cosa para admirarse, si uno pudiera entender un poco el cómo lo hacen. Así como pudiera expresar mi admiración a quien hizo el cuerpo humano, perfección de perfecciones, no hay pieza que no encaje, que no sirva, todos conectados con todos generando una máquina y, si voy al extremo de la admiración, cómo toda esa máquina obedece a otro algo que resulta más intangible que el mismo Dios, es decir el cerebro y, por ende, el pensamiento. Y no solo el ser humano, todas las cosas, especialmente las vivientes, que no deberíamos dar por hecho sino, tal vez, expresando agradecimiento por tanta perfección a la vista.

 

                Cosas cotidianas que damos por sentado y por eso hemos perdido la capacidad de admirarnos.

 

Si no lo sabes, no lo ves.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Jack al desnudo. Ian Rankin.

lunes, 22 de enero de 2024

IA

                 No nos podemos oponer a los avances tecnológicos, suceden porque suceden, así uno no lo quiera. En algún momento pensé que cuando no tenga tema para escribir, simplemente le digo a la inteligencia artificial que se encargue de hacerlo por mí, ya que la pereza me pudo.

                 Para el efecto basta con señalarle los parámetros que debe tener en cuenta para escribir lo que sea. En mi caso, los parámetros serían: blog, no más de una hoja tamaño carta, un tema determinado, incluir sarcasmo e ironía, un poco de mala leche y un chiste malo. Y como por arte de magia saldrá el respectivo escrito y como es inteligencia artificial, a más escritos que encargue más va conociéndome y supongo que irá mejorando la redacción. Algún día lo intentaré, quien quita que me quite la maña de estar escribiendo bobadas y me vuelva inteligente gracias a un escritor fantasma.

                 Esto me llevó a pensar que los escritores, los verdaderos escritores, se irán desvaneciendo en el tiempo pues ya para escribir un tratado o una novela bastaría con darle parámetros a la inteligencia artificial y ella se encargaría de darle vida a una historia que no pudo ser escrita por algún ser humano. De lo que se perderá la humanidad, inteligente, claro está.

                 Y ahora, en aspectos de arte, una máquina puede reproducir fielmente un cuadro famoso, basta con la computadora y la impresora, eso es todo. Y la creatividad será dada a la inteligencia artificial que, tal vez, logre superar al ser humano artista y de lo que se perderá la humanidad, inteligente, claro está.

                 En otros aspectos, esa inteligencia sería interesante. Como por ejemplo, que desaparezcan los jueces y sea un computador el que decida, porque será objetivo (dadme los hechos y os daré el derecho, dijo alguna vez Ulpiano, si mal no recuerdo). A menos, claro está, que se deje sobornar con una reprogramación adulterada, que es otro cantar. Pero sería más interesante la justicia, de eso estoy seguro. Y oportuna, para más piedra.

                 Así que, aunque ya lo están haciendo algunos, vale la pena pensar lo que harán las próximas generaciones cuando se vean invadidas de inteligencia artificial, pero con lo perezoso que es el ser humano, ni le parará bolas; aunque también, con lo tramposo que es, le meterá la mano para hacer de las suyas. Vaya uno a saber.

                 Claro, todo son disquisiciones vacías de un anciano desocupado. 

Cada libro, cualquiera, es insustituible, cada uno tiene una palabra, una frase, una idea que espera por su lector.[1]

Tomado de Facebook
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[1] La neblina del ayer. Leonardo Padura.


viernes, 19 de enero de 2024

MIS SUEÑOS Y YO


            Ante todo, quiero decir, que antes de pensionarme recuerdo que tenía sueños, claro que los tenía, quién no los ha tenido. Sí, ese tipo de sueños los tuve en mi juventud, hoy ya acelerando el paso de los años, ya creo que no, con que pasen buenamente los días es más que suficiente, para qué soñar ahora si los sueños de antaño no se cumplieron, por lo general y ahora, en lo particular, con mayor (o será con menor?) razón, tampoco.

                 Pero no aludo a esos sueños, pues las palabras escritas tomaron otro camino que no era el inicialmente pensado.

                 Vuelvo entonces. Antes soñaba, supongo, pero no era, según mis recuerdos y perspectiva, algo cotidiano y si lo era, muy poco recordaba al despertar, si era que recordaba algo de los sueños recientemente tenidos. Pesadillas, supongo que también, pero más bien escasas.

                 Ahora, desde que estoy pensionado sueño todos los días o esa es al menos la sensación que tengo al despertar. Lo curioso es que sueño todos los días y recuerdo que soñé, no en el detalle, sino más bien como si fuera una sinopsis planteada, no de todo el elenco pero sí de determinados personajes; no del lugar, pero sí de las señas aproximadas de la ubicación. Pesadillas? No y si las he tenido me las he gozado por lo que se transforma la pesadilla en mero sueño. Personajes, lugares, acciones son objeto de sueño. Aunque siempre me he preguntado si la gente que me conoció, así fuera de vista mas no de trato, me han tenido como personaje de sus propios sueños, como tantos han sido partícipes de los míos. Pero claro, nunca lo sabré, como tampoco sabré su opinión al respecto.

                 Y con esa desviación de tema, me olvidé de lo que quería expresar y ya no tengo otra alternativa que recitar con Calderón de la Barca: los sueños, sueños son.

 

De vez en cuando vale la pena salirse del camino, sumergirse en un bosque. Encontrarás cosas que nunca habías visto.
ALEXANDER GRAHAM BELL (1847-1922). [1]

Tomado de Facebook
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[1] Citado en Puerto escondido. María Oruña.

miércoles, 17 de enero de 2024

BÍBLICO

             Estuve viendo una versión moderna de Moisés. Pensé en el pueblo judío que es un pueblo errabundo, de aquí para allá, invasores unas veces, otras desalojados, lo que llaman la diáspora judía, invadidos por otomanos, romanos, egipcios, bizantinos y árabes. Por eso es que debían ser errantes, los echaban y cuando volvían venían a decir esto es mío, a pesar de cualquier concepto de prescripción de tierras y supongo que así aprendieron que a la brava lo mío, que dejó de ser, puede llegar a volver a ser mío. Se pregunta uno entonces de quién es realmente la tierra prometida?

 

            Y esa palabra me llevó a averiguar cuál era la tierra prometida: Canaán, hoy un pedazo de la franja de Gaza, otro de Israel, otro tanto del Líbano, de Palestina, es decir un embrollo que no arregla ni el mejor abogado, así sea del diablo.

 

            Y volviendo a Moisés, en algún lugar leí que Jehová se mostró misericordioso con su pueblo luego de enviar las diez plagas a Egipto y luego la muerte de los primogénitos. El hecho de que el Señor haya enviado plagas a Egipto tantas veces demuestra cuán misericordioso es[1]. Vaya Dios misericordioso, arrasó con los egipcios, lo que hoy diría cualquiera que lo que hizo fue un genocidio, pero dejemos las cosas como están.

 

            Pero lo que me llevó a dudar una vez más sobre la verdad bíblica fue que Moisés se gastó cuarenta años para llevar a su pueblo de Egipto a la tierra prometida. Cuarenta años? Eso me hizo pensar en cuánto se gasta uno a pie de una a otra distancia. Y el doctor Google me sacó de la duda. Del Cairo a Jerusalén son entre seis y siete días de viaje a pie. Entonces Moisés estaba borracho, vivió perdido o simplemente estaba en un círculo vicioso, lo que en todo caso demuestra un estado mental no muy recomendable, pues lo que se hace en una semana les gastó cuarenta años, válgame Dios. O era una venganza del anciano porque el tal Jehová lo castigó con no dejarle entrar a la tierra prometida, muy buena pregunta. Y lo que es peor, es que los que le seguían no se dieron cuenta? Aunque a los rebeldes que sí vieron el asunto mi diosito los silenció y también les fue vedada la entrada, por aquello de la adoración del falso ídolo de que habla la Biblia. Como sea, un viaje de no te lo puedo creer ni por más escrito que esté en la Biblia. Y también me preguntaba, por qué Ramsés no murió la noche fatal que decidió la liberación, si Ramsés también era primogénito?

 

            Muchos cuentos chinos, mucha historia enredada, como todo lo sacro, por lo que es mejor dejarlo así, quién soy yo para ser intérprete de cosas absurdas?

 

—Si los secretos se cuentan, dejan de ser secretos.[2]

Tomado de Google



[1] Éxodo, 7-10. https://www.churchofjesuschrist.org/manual/old-testament-seminary-student-study-guide/the-book-of-exodus/exodus-7-10-the-plagues?lang=spa#:~:text=El%20hecho%20de%20que%20el,hijos%20se%20vuelvan%20a%20%C3%89l.

[2] Puerto escondido. María Oruña.

lunes, 15 de enero de 2024

CABAÑUELAS

                 De las cosas y de cómo funcionan, son un misterio indescifrable. En todos los eneros, como costumbre inveterada mas sin posibilidad de corroborar, por poder tratarse de mitos urbanos, miraba cada día cómo amanecía y cómo transcurría el día, para hacer las predicciones de los meses siguientes, tal como aprendí en la niñez y como todo en la niñez, se aprende porque alguien lo dijo, sin fundamento, supongo, pero los niños éramos muy creyentes a las habladurías de los grandes.

                 Hacia el 8 de enero subí a un taxi y en medio de conversaciones que no acostumbró a tener, el chofer me preguntó el día y le dije que era 8 de enero y él mencionó agosto, lo que me hizo sentir fuera de lugar hasta que mencionó algo de cabañetas y luego corrigió a cabañuelas, al haberlas pronunciado al unísono. Y me contaba que el ejercicio lo había hecho con un pasajero joven y que ese pasajero no tenía ni idea de lo que hablaba y tuvo que explicarle el mito. Yo, a su vez, le aseguré que el tema no lo sabían los menores de cuarenta, estaba solo reservado para los viejos, aunque sabía que esa leyenda se aplicaba en lo rural; los agricultores lo hacían como previendo lo que se les venía.

                 Y curiosamente en esos días me encontré un artículo que titulaba: Qué son las cabañuelas y cómo se interpretan para el pronóstico del clima[1] y en él se daba la explicación correspondiente: En Colombia se conoce con el término de cabañuelas a la creencia de que los primeros días de enero pueden predecir cómo será el clima de los doce meses del año, por lo que es común que se preste atención a la salida del sol o a la presencia de lluvia. (…) Alexis Puerta comenzó explicando que, como no existen registros escritos, se estima que la creencia de que los primeros días de enero reflejan el clima de los doce meses del año se expandió en América Latina con la llegada de los españoles en 1492. “El conocimiento que tengo yo es que es una creencia heredada de los españoles, por eso se puede ver en casi toda Latinoamérica. Por ejemplo, en México no las llaman cabañuelas allá, y en parte de Centroamérica, las llaman pintas y repintas, pero para el resto de Suramérica tengo entendido que las llaman cabañuelas” (…) La forma más común es tomarlas como el clima del día, es decir, si el primero de enero está lluvioso, entonces indicará que en el mes de enero van a haber lluvias, si el día dos de enero, que correspondería al mes de febrero, hay mucho sol, quiere decir que en febrero va a haber verano. Ahora, si en la mañana del día hay lluvia, pero en la tarde hay sol, entonces dicen que significa que la primera mitad del mes va a haber lluvia y en la segunda mitad va a estar soleado” (…) Pero, en algunos lugares no solo se cree que los primeros doce días reflejan el clima de los meses del año, sino que a partir del día trece las cabañuelas de vuelta también cuentan, incluso, hay quienes afirman que son más precisas y que se les debe creer más. “También están las cabañuelas de ida y las cabañuelas de vuelta, que dependiendo la región se llaman pintas o repintas, entonces las de ida o las pintas comienzan el primero de enero y terminan el 12 cuando se acaban los meses del año, las de devuelta o las repinta comienzan el día 13 empezaría otra vez diciembre, el 14 sería noviembre, el 15 octubre y así hacia atrás. Hay quienes creen que las cabañuelas de devuelta o las repintas son las más efectivas en las que más hay que creer”

                 Así efectivamente lo hacía hasta hace algunos años, siempre y cuando el recuerdo me refrescara la tarea, pero siempre llegaba a la conclusión de que era tiempo perdido, porque a los dos días de iniciar el ejercicio ya había olvidado lo que había pasado con el clima en los días anteriores y qué decir cuando pasaban los meses, las predicciones ya estaban más que olvidadas.

 

                Vanos ejercicios, me digo ahora, que ya no recuerdo cómo estuvo el clima el 2 o el 3 de enero pasados, pero son mitos urbanos, qué vamos a hacer.

 

Aquello era un país dentro y a la vez fuera del país.[2]

Tomado de Google
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[1] https://www.infobae.com/colombia/2024/01/13/que-son-las-cabanuelas-y-como-se-interpretan-para-el-pronostico-del-clima/

[2] La transparencia del tiempo. Leonardo Padura.


viernes, 12 de enero de 2024

Y SI TU NO EXISTES?

                 Y si yo no existo? Y si tu fuiste mi invención o si yo fuera la tuya?

                 Y si no fuéramos y si no somos?

                 Pero existes, pero también existo, aunque hoy solo sea un recuerdo, un mero recuerdo.

                 Ese recuerdo hace que existas, que aún existas, que yo exista, aunque tu solo seas un recuerdo, como espero que yo exista en el tuyo, así sea un solo recuerdo.

                 Hoy solo recuerdos, ayer solo vivencias.

                 Y si realmente exististe, cómo mi imaginación también te pudo crear?

                 O fuiste tu la que me creó y yo solo soy un recuerdo tuyo.

                 Solo sé que te mantengo en mi recuerdo, en un imborrable recuerdo que tal vez nunca existió.

                 Quisiera ser solo un recuerdo? O el solo recuerdo dentro de Matrix.

 

Mientras el hombre tenga preguntas que hacerse, tiene todavía salvación.[1] 

 

Foto JHB (D.R.A.)


[1] Biografía del silencio. Pablo D’Ors.


miércoles, 10 de enero de 2024

ENCONTRÉ MI OBJETIVO

                Si alguien lo afirmara con contundencia, creo que lo hace porque no es objetivo, se está dejando llevar por lo subjetivo y de ser así, vale la pena que me lo explique.

                 Qué objetivo? Cuál objetivo? En la vida cuál es el objetivo, me sigo preguntando, si el final, como el comienzo, siempre es igual, aunque uno siempre está aspirando a algo mejor, a lo mejor de la vida, pero el azar o el destino tienen su camino definido, a pesar de nuestras intentos o insistencias y siendo así siempre está oculto a nuestros ojos.

                 Filosofar es vivir, leí. Filosofar no cuesta nada, me digo y por eso me puedo dar el lujo de divagar.

                 Objetivo? Es que la vida tiene un objetivo? El único que podría ver es que el objetivo es simple, es vivir, como buenamente se pueda, con las promesas de la fe, de la esperanza, de que sea una buena vida, a pesar de que el camino esté lleno de sorpresas, porque sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas, predica Rubén Blades.

                 Claro que me puedo fijar una meta, un objetivo, alcanzable o no, aunque generalmente no lo es. Quisiéramos ser felices siempre, pero no siempre lo logramos y cuando lo somos, es demasiado efímero, se evapora en cualquier momento y surge la añoranza, como si fuera un objetivo, perdiéndose el objetivo.

                 Sé que ya empiezo a divagar y por eso termino pensando: Y si no hay objetivo?

                 Mejor dejarse llevar del destino, previamente escrito y delimitado milimétricamente, para qué luchar en tal caso, pudiéndose dejar llevar por él, sin deprimirse, si se quiere ser objetivo, si ello es posible.

 

—Cotidie morimur, cotidie conmutamur, et tamen aeternos esse nos credimus —dijo lentamente, para traducirse pocos segundos después a sí misma—. «Cada día morimos, cada día cambiamos, y sin embargo nos creemos eternos».[1]

Tomado de Facebook
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[1] Puerto escondido. María Oruña.

lunes, 8 de enero de 2024

EL JUEGO DEL CALAMAR

                 La revancha. Ya había escrito sobre la primera temporada, pero salió la segunda, la revancha y no me pude contener y escribí este nuevo blog, tal vez lloviendo sobre mojado, pero hay cosas a las que no me puedo resistir.

 

                Para ser sincero, esta continuación bastante mala, los diez capítulos me los vi en menos de una hora (y eso que cada uno es de una hora, pero todo gracias a que Netflix permite adelantar las películas a gusto de consumidor, porque de lo contrario hubiera sido una tortura verme todos los capítulos o haberlos desechado de una) y así ahorré parte de mi tiempo, de por sí desperdiciado del 10 en 1, como dije.

 

                Creo que es tan malo como cualquier reality de los que están de moda, donde la miseria humana, por lo general, se hace patente. La falsedad prevalece con la mentira y la zancadilla. Donde se hacen promesas de amor, amistad y cooperación que desaparecen nada más el interés personal aflora.

 

                Y es un reflejo del tipo de personas que componemos esta sociedad, no somos lo que creemos ser, no somos lo que creen que somos, aunque somos capaces de todo, dependiendo las circunstancias.

 

                Por lo que veo, del reino animal, el menos confiable, el más depredador es el hombre, sin duda, aunque a veces nos sorprenden otros sentimientos. No debes olvidar que, dentro de cada uno de nosotros, se perfila y duerme, siempre, una bestia.[1]

  

                Creo que por ese lado, Dios se equivocó al momento de crearnos o fue su castigo al expulsarnos del Edén! 

La pobreza, el hambre, las lágrimas no son bellas, pero son humanas», concluía: «no hay por qué huir de la fealdad», e ilustraba aquellas disquisiciones con el estudio de una «Predicación de Cristo», dibujada sobre papel en la que el orador, cosa curiosa, carecía de un rostro definido.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Puerto escondido. María Oruña.

[2] (Palabras atribuidas a Rembrandt). Herejes. Leonardo Padura.

sábado, 6 de enero de 2024

INCONSTANCIA

                 Sin darme cuenta, caí en la nota de que el mal que nos aqueja, o al menos a mí, es la inconstancia, la falta de constancia o la procrastinación, si se prefiere, que naturalmente lleva la una a la otra, o viceversa, como se quiera.

 

                Tenemos las herramientas, está claro, pero por olvido, pereza o cualquier otra razón que quiera argüirse para evadir la verdadera responsabilidad o solución, no recordamos o no queremos recordar que tenemos ese algo que nos sirve o ayuda a superar ese algo que queremos superar.

 

                Un ejemplo, tener el cuello estresado o soportando el peso del mundo que no nos corresponde, tenemos la herramienta que nos puede aliviar, así sea momentáneamente, que no es otra que la infaltable bolsa de agua caliente, pero no la usamos u olvidamos que la tenemos, a pesar de estar a la vista o por ahí en cualquier lugar, y a pesar de ellos no la usamos, sabiendo que esa es la solución para el alivio del mal que aqueja.

 

                Y aún usándola una vez, la pereza dominante nos limita mentalmente a continuar usándola hasta que el mal desaparezca o al menos aminore notoriamente.

 

                Eso demuestra lo inconstantes que somos, lo perezosos al que nos ha llevado la falta de constancia, pudiendo convertir en costumbre lo que necesitamos para aliviar las cargas del mundo.

 

                No hay de otra, somos inconstantes y nos escudamos en la procrastinación. Válgame Dios.

 

… cuando ya se había paseado entre las galerías blancas y verdes del recinto, durmiendo en una celda en la que otros presos habían dejado escrito en la pared que «lo mejor y lo peor del ser humano es que se acostumbra a casi todo».[1]

Tomado de Facebook
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[1] Puerto escondido. María Oruña.


miércoles, 3 de enero de 2024

INTANGIBLES

                 Pensaba en la bolsa de valores. Solo manejan intangibles, cosas inexistentes que existen.

                 Juegan con valores que a pesar de poder ser reales no lo son a la vez. Por ejemplo, negociar con futuros, ahora no existen pero pueden llegar a existir y cuando existan ya son de otro.

                 Y lo mejor de todo es que con ello se arruinan o se enriquecen unos cuantos, aunque son más los primeros, los segundos saben dónde ponen las garzas -porque pueden manipular el mercado, de antemano, sobra decir-.

                 Pueden evaporar una empresa, que sí es real, con empleados, con productos con una sola llamada, es decir lo real lo vuelven intangible, lo vuelven invisible.

                 Pero bueno, resulta que lo irreal de los papeles es que tienen una realidad, vaporosa, evaporable, pero son papeles que pueden dar poder.

                 Es una manera de manipulación de la realidad, cual magos, con cara gano yo, con sello pierde usted, parece ser el lema de los corredores de bolsa.

                 Es decir, todo un galimatías (partiendo de la base de que no sabía de qué otra cosa escribir). Aunque eso me llevó a pensar en otro intangible, el pasar de un año a otro, sin el calendario el 31 de diciembre sería lo mismo que el primero de enero, un día más, un día cualquiera, pero el imaginario hizo de esas fechas algo especial que se quedó atávicamente y resultan ser días especiales, sin serlo. Cosas de la vida, me repito.                                            

Y se repitió la interrogación que se hacía con inquisidora insistencia: ¿quién coño trabaja en este país? Como siempre, se quedó sin respuesta.[1]

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[1] La transparencia del tiempo. Leonardo Padura.