sábado, 6 de enero de 2024

INCONSTANCIA

                 Sin darme cuenta, caí en la nota de que el mal que nos aqueja, o al menos a mí, es la inconstancia, la falta de constancia o la procrastinación, si se prefiere, que naturalmente lleva la una a la otra, o viceversa, como se quiera.

 

                Tenemos las herramientas, está claro, pero por olvido, pereza o cualquier otra razón que quiera argüirse para evadir la verdadera responsabilidad o solución, no recordamos o no queremos recordar que tenemos ese algo que nos sirve o ayuda a superar ese algo que queremos superar.

 

                Un ejemplo, tener el cuello estresado o soportando el peso del mundo que no nos corresponde, tenemos la herramienta que nos puede aliviar, así sea momentáneamente, que no es otra que la infaltable bolsa de agua caliente, pero no la usamos u olvidamos que la tenemos, a pesar de estar a la vista o por ahí en cualquier lugar, y a pesar de ellos no la usamos, sabiendo que esa es la solución para el alivio del mal que aqueja.

 

                Y aún usándola una vez, la pereza dominante nos limita mentalmente a continuar usándola hasta que el mal desaparezca o al menos aminore notoriamente.

 

                Eso demuestra lo inconstantes que somos, lo perezosos al que nos ha llevado la falta de constancia, pudiendo convertir en costumbre lo que necesitamos para aliviar las cargas del mundo.

 

                No hay de otra, somos inconstantes y nos escudamos en la procrastinación. Válgame Dios.

 

… cuando ya se había paseado entre las galerías blancas y verdes del recinto, durmiendo en una celda en la que otros presos habían dejado escrito en la pared que «lo mejor y lo peor del ser humano es que se acostumbra a casi todo».[1]

Tomado de Facebook
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[1] Puerto escondido. María Oruña.


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