La revancha. Ya había escrito sobre la primera temporada, pero salió la segunda, la revancha y no me pude contener y escribí este nuevo blog, tal vez lloviendo sobre mojado, pero hay cosas a las que no me puedo resistir.
Para
ser sincero, esta continuación bastante mala, los diez capítulos me los vi en
menos de una hora (y eso que cada uno es de una hora, pero todo gracias a que
Netflix permite adelantar las películas a gusto de consumidor, porque de lo
contrario hubiera sido una tortura verme todos los capítulos o haberlos
desechado de una) y así ahorré parte de mi tiempo, de por sí desperdiciado del
10 en 1, como dije.
Creo
que es tan malo como cualquier reality de los que están de moda, donde la
miseria humana, por lo general, se hace patente. La falsedad prevalece con la
mentira y la zancadilla. Donde se hacen promesas de amor, amistad y cooperación
que desaparecen nada más el interés personal aflora.
Y
es un reflejo del tipo de personas que componemos esta sociedad, no somos lo
que creemos ser, no somos lo que creen que somos, aunque somos capaces de todo,
dependiendo las circunstancias.
Por lo que veo, del reino
animal, el menos confiable, el más depredador es el hombre, sin duda, aunque a
veces nos sorprenden otros sentimientos. No debes olvidar que, dentro de
cada uno de nosotros, se perfila y duerme, siempre, una bestia.[1]
Creo que por ese lado, Dios se equivocó al momento de crearnos o fue su castigo al expulsarnos del Edén!
La pobreza, el hambre, las lágrimas no son
bellas, pero son humanas», concluía: «no hay por qué huir de la fealdad», e
ilustraba aquellas disquisiciones con el estudio de una «Predicación de
Cristo», dibujada sobre papel en la que el orador, cosa curiosa, carecía de un
rostro definido.[2]
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