miércoles, 29 de septiembre de 2021

PRÉSTAME TU VOZ

 En las inscripciones funerarias tempranas, los muertos rogaban al paseante: «préstame tu voz», para revivir y anunciar quién yacía en el sepulcro. Los griegos y romanos creían que todo texto escrito necesita apropiarse de una voz viva con el fin de completarse y alcanzar su plenitud. Por eso, el lector que paseaba su mirada por las palabras y empezaba a leerlas sufría una especie de posesión espiritual y vocal: su laringe era invadida por el aliento del escritor. La voz del lector se sometía, se unía a lo escrito. El escritor, aun después de su muerte, utilizaba a otros individuos como instrumento vocal, es decir, los ponía a su servicio. Ser leído en voz alta significaba ejercer un poder sobre el lector…[1]

 

            A los lugares que voy, en la medida de las posibilidades, me gusta recorrer los cementerios, los viejos cementerios claro está, leer los nombres, verificar las fechas que en sus lápidas se han incrustado, así como las fotografías y otros recuerdos inútiles que les incluyen, tales como los escudos de Santafé o Millonarios, entre otros o el carrito con el que jugaba, tratándose de niños y en alguna oportunidad, hasta la foto de la moto que tenía.

 

            En los cementerios, en los viejos cementerios se ven muchas cosas, algunas ridículas, para quienes somos meros visitantes curiosos, tal como he anotado. Y naturalmente se leen en el mármol cuánto fueron amados, sin certeza de si fue escrito como una mera solemnidad o si realmente fue sentido, el mármol aguanta todo, como el papel. A veces, al observar el entorno, de ser buen observador, se nota y hasta se acaricia el cariño o el desapego con que fueron escritas las palabras dictadas.

 

            Y hay cementerios de cementerios, refiriéndome a los viejos cementerios, pues los de hoy, ya no son lo que fueron y supongo que asustan menos que los viejos cementerios. Ya no tienen curiosidades. Y hablando de curiosidades, recuerdo un cementerio en España, el de la Coruña, con vistas a la playa, así desearía uno ser enterrado, quitándole lo lúgubre que de por sí es un cementerio. Un cementerio con buenas vistas.

 

            Préstame tu voz, sigo recordando. Es la súplica del olvidado, que no quiere ser olvidado. Préstame tu voz, me sigo diciendo, préstame tu voz para no ser olvidado, repite mi nombre en voz alta, para saber que una vez viví. Préstame tu voz, para no ser borrado en el recuerdo de los que también me siguieron.

 

La memoria de los viejos, cuanto más tiempo pasa, más nítida es. Y más despiadada[2].

Foto JHB (D.R.A.)


[1] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

[2] El perro de terracota. Andrea Camilleri.

lunes, 27 de septiembre de 2021

QUÉ PASA SI… (IV) EL RE-NACIMIENTO

             Ya pontifiqué sobre las alternativas después de la muerte, si no hay nada en el más allá o si efectivamente hay cielo (si me han seguido en blogs precedentes).

             Ahora queda la última posibilidad que es la reencarnación, en cuya palabra pretendo abarcar lo que se considera la reencarnación en sí misma considerada, pero que involucra el resto de formas posibles, tales como la transmigración del alma, renacimiento, metempsicosis, vida kármica, el alma como energía, etcétera.

             Si se me permite resumir la idea, el asunto consiste en que el ser, el espíritu, la energía; si se quiere, el alma, contiene dos estados a la vez, que coexisten en algún momento (cuando se es espíritu y cuando se vive como ser humano, por ejemplo).

 El de energía propiamente dicho, es decir aquel estado que se genera luego de la muerte (y antes de la vida) y el que comparte con la vida como cuerpo real, según nuestra visión humana. Advirtiendo naturalmente que ese estadio de alma o energía, es vida también, si se observa con cuidado.

 El principio, para este caso, me atrevo a acudir a las palabras científicas sobre la energía, no se crea ni se destruye, se transforma. Y de esta manera el que es eterno es el espíritu. No voy a encauzarme en que cada espíritu es una partícula que forma parte de un todo que es el Hacedor, o el Dios, o la partícula primaria, pues sería entrarme en asuntos que no domino y que sinceramente, por el momento, no tengo ganas de pontificar (ya habrá tiempo, si me alcanza esta vida!).

 Enfocándome y evitando irme por las ramas, en esta alternativa explican los que saben, y si no les malinterpreto, uno viene a la vida corporal humana (al desconocer otras formas que pueda tomar el alma) a experimentar, a vivir, en nuestros términos humanos, y una vez experimentada esa vida (larga o corta, buena o mala) se muere el cuerpo, se retorna a un más allá y en búsqueda de la perfección (el nirvana?) se retorna una y otra vez hasta la plena satisfacción. Son estadios por los que hay que pasar, hasta lograr el último de perfección total; otros señalan que cada vida es una escuela, en la cual se vienen a pagar karmas (deudas no saldadas en búsqueda de la perfección), en las que se viene a vivir situaciones que el espíritu necesita conocer (de bondad o maldad, a experimentar el goce de los placeres -para bien o para mal-, por eso hay madres teresas y hitleres), de donde el espíritu es uno y los cuerpos en los que se integra son múltiples, como variadas son las épocas en las que vive (de cuerpo presente, para ser más explícito).

 

Y ante todo y ahí está el misterio, es que todo lo relacionado con el espíritu hay que separarlo de todas las nociones humanas que tenemos, particularmente hay que tener claro que en ese mundo no existe tiempo ni espacio, debe haber otras nociones que escapan a nuestro entendimiento, y pudiendo comprender eso, tal vez se podrá tener una noción sobre lo que es la eternidad.

 Siempre he pensado que en esto hay una infinita injusticia que está en la imposibilidad de que, como seres humanos, conozcamos la verdadera intención de ese espíritu, pues haciendo una evaluación de nuestra vida, como hombres de carne y hueso, la vida no es fácil, nada fácil y si hemos de pasar por infinidad de vidas, no es justo que no sepamos, al menos que tengamos un indicio, que vinimos para algo, pero ese algo nunca nos será dicho y ahí está la injusticia, que no podamos recordar al espíritu.

 Amén.

 Estas disquisiciones las termino con esta cita:

Así descubrió que la verdad es huidiza, que es casi imposible desentrañar el pasado tal y como sucedió porque solo disponemos de versiones diferentes, interesadas, contradictorias e incompletas de los hechos. En las Historias abundan frases como: «que yo sepa», «según creo», «de acuerdo con lo que averigüé por boca de…», «no sé si es verdad; solo escribo lo que se dice». Milenios antes del multiperspectivismo contemporáneo, el primer historiador griego comprendió que la memoria es frágil, evanescente, y que cuando alguien evoca su pasado deforma la realidad para justificarse o encontrar alivio.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

viernes, 24 de septiembre de 2021

QUÉ PASA SI… (III) EL CIELO

             La segunda alternativa que me formulé respecto de lo que ocurre después de la muerte es precisamente un acto de fe, de creer que ganaremos el cielo (o el infierno), según los actos de bondad o maldad que hayamos realizado, del equilibro de la balanza entre el bien y el mal que hicimos durante la estadía en la vida.

             Este cielo (o infierno) nace, en mi caso, de la programación religiosa a que fui sometido en mi niñez y juventud y resulta aplicable a la mayoría de religiones, particularmente las llamadas cristianas y con precisión, la católica, en mi caso (hoy he de confesar que ya ni sé qué soy en ese aspecto).

             Los curas me prometieron que al final de mis días, habiendo contrición de corazón y arrepentimiento firme, con solo evocarlo, puedo salvarme e ir directo al cielo. Allí gozaré de los placeres celestiales, en compañía de mi Diosito, ángeles, arcángeles, coros, querubines y serafines, así como de todos aquellos que murieron antes de mí, por toda la eternidad. Por toda la eternidad.

             Si no hubo tiempo para tal arrepentimiento o deseo final de salvación, se hará una evaluación de lo bueno, de lo malo y de lo regular que hice en este mundo de vivos (sin sarcasmos, dirá alguien). La balanza celestial determinará si el camino es recto al cielo, si es necesario pasar por un intermedio llamado purgatorio hasta que se logré la exculpación total o si, por el contrario, el comportamiento no se sujeta a las previsiones celestiales, directico al infierno, sin intermedios. (Supongo que supeditado al previo juicio final, nunca han explicado si se adelanta para cada uno al momento de su muerte o hasta que se extinga la humanidad para poder adelantar ese juicio final para todos, que en tal caso debe durar otra eternidad). Aunque Donald Walsch[1], al haber hablado con Dios sostenga que la infinita bondad de Dios impide calificar a unos y otros como pecadores o personas salvas, pues cada uno vino con su tarea a realizar en este mundo (si no lo tergiverso, claro está).

             Caigo ahora en una contradicción religiosa, la madre iglesia dijo que no existe el infierno[2], pero no se ha pronunciado sobre el diablo; aunque claro está, de ser así se confirmaría la teoría de Walsch. Pero claro, las sagradas escrituras sí que lo mencionan en sus diferentes nombres (diablo, satán, el ángel caído, etc.), hasta tentó a Jesús, según quedó escrito, ergo… Cosas de la iglesia que es mejor no controvertir, por ser dogma y ser expuesto, ante insistencia, en la excomunión (en mi caso ya perdí la cuenta de las barbaridades que he dicho y que motivarían la expulsión).

             Sea como fuere, la posibilidad de que exista ese cielo (e infierno) está y, tal vez, sea un motivo por el que no nos hayamos matado todos (más? Dirá alguno) con el fin de tenerlo todo lo que queramos, si supiéramos que luego de morir no hay nada. Tal vez, solo tal vez, ese límite conscientemente inconsciente es el que nos hace obrar de la mejor manera. Vaya uno a saber. En conclusión, bajo esta perspectiva, se vive -lo mejor que se puede-, se muere -lo mejor que se pueda- y se goza de un paraíso por toda la eternidad y, al parecer, sin retorno nuevamente a esta vida. A gozar de los goces celestiales por toda la eternidad! (aunque me pregunto si toda la eternidad no es mucho tiempo?).

 

—Dios es demasiado listo y no viene por aquí, muchacho. Estamos solos.[3]

Tomado de Facebook
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[1] Conversaciones con Dios. Interesantes todos sus tomos.

[2] En estos días el Papa, indirectamente, reconoció la existencia del infierno al manifestar que las parejas que se vuelven a casar, varias veces, ya no iban al infierno.(¡!) Vaya adelanto, me digo.

[3] El último hombre. David Baldacci.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

QUÉ PASA SI… (II). LA NADA.

             Iniciaré con elucubraciones de lo que pasa después de la muerte. Naturalmente es una visión pragmática de ateos.

 

Científicamente hasta el momento no ha sido posible determinar si existe o no un más allá, todo se resume a una reflexión de fe. De allí que siempre he pensado que para el paso posterior a la muerte existe un cincuenta por ciento de que no pase nada, tanto como existe el otro cincuenta por ciento de que sí haya algo después de la muerte.

 

En síntesis, el punto es que existe la posibilidad de que se muere uno y no haya un más allá, ni un más acá.

 

Simplemente se acabó la vida, el cuerpo se descompone, no hay alma que vuele, al no haber ningún lugar al qué volar.

 

Una descripción bastante cruda, lo sé, pero si sigo siendo objetivo, así es. Una verdad descarnada, sin condimentación ni sentimentalismos. No hay premio ni castigo en el más allá.

 

Si se fuera consciente de que así fuera, perdemos el año como seres humanos, porque todo lo hecho, bueno o malo, bueno y malo, queda sin recompensa o castigo, si es posible pensar en ello. Y entonces se pregunta: Para qué la vida si al final…

 

En tal medida y ante esa posibilidad, para qué joderse tanto en la vida si al final… Un resultado deprimente, pues al final estamos esperando algo más y de no existirlo para qué los límites éticos, morales, legales si lo que realmente resultaría válido sería vivir la vida lo más intensamente, para bien o mal, para obtener los deseos de uno mismo. Supongo que nada nos frenaría pues al final… la vida sigue igual. No alcanzo a imaginarme ese mundo, pero en fin, existe la posibilidad (fuera del límite de la fe o de las creencias arraigadas) que después de la muerte no pase nada.

 

En esa medida, creo que perdimos el año.

 

—Este asunto de la fe siempre me ha suscitado curiosidad. Personalmente, creo que quien tiene fe es afortunado y quien no la tiene es un desgraciado.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El comisario Bordelli. Marco Vichi.

lunes, 20 de septiembre de 2021

QUÉ PASA SI… (I)

             El título de un video que recorre las redes sociales: Esto sucederá cuando mueras[1].  En resumen concluye con el resultado de la vida vivida, así no más.

 

            Se muere uno y deja de ser un problema. Esto debe tenerse claro, para morir con tranquilidad, me digo. A partir de ese momento todo deja de ser problema. Ya uno no elige el féretro ni el tipo de ceremonia, porque eso ya deja de ser un problema para el difunto, es problema para los que quedan. Lo que hizo en la vida pierde importancia. Todo se queda y ya nada es suyo. Si deja herencia que los herederos la disfruten, la malgasten o sea su perdición, ya es problema de ellos.

 

            La ropita que tenía, si no termina en un ancianato o en una compraventa (¡vaya uno a saber!), termina en la basura. Poco importa cuánto costaba, ya está usada. Lo que no tenga valor (económico), a la basura, salvo que a algún heredero le mueva el deseo del recuerdo. Así es y así ha sido.

 

            Y así con todo lo que carece de valor, a la basura. Hasta el producto de sus hobbies, sin valor, a la basura, así esté guardado en un computador, en el que basta mandar los archivos al basurero. Naturalmente todo lo de valor, bienvenido sea (dicen los herederos), lo disfrutarán o lo dilapidarán, como dije.

 

            Los recuerdos, también terminarán, solo los deudos quedarán parcialmente con ellos. Los vivos determinarán con qué recuerdos se quedan, cuáles desechan, pues tampoco es problema del difunto.

 

            Así de simple es la vida y cómo, para el difunto, todo igualmente termina.

 

            Pero me surgieron unas preguntas, respecto del muerto, no de los que quedan vivos, pues ya es problema de cada cual lo que hace con su vida y, de todos modos, su momento les llegará.

 

            Pensaba en las alternativas que al muerto se le pueden presentar, por el hecho de haberse muerto y me encontré con tres posibles (pudiendo ser más pero por sus diversas variantes pueden reducirse a ellas).

 

            Esas alternativas pueden ser:

 

1)      Nada. Puede que al morir no pase nada.

2)      Hay un cielo (o un infierno), creyendo en las promesas de la iglesia católica, en mi caso o en la generalizada por las religiones cristianas. Y se gozará del cielo por toda la eternidad.

3)      Reencarnamos en un eterno ir y venir.

 

Por capítulos individuales pensaré en cada una de ellas.

… como siglos más tarde Miguel Hernández, revela aquí su obsesión por las palabras. Las palabras que ama y le aterran por el poder que tienen en el mundo, por el mal uso que se puede hacer de ellas[2].

 

Tomado de Facebook

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[1] Mente millonaria, página oficial. https://www.youtube.com/watch?v=z_DgGXHotYE

[2] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

viernes, 17 de septiembre de 2021

¿CUÁNTO CUESTA LA VIDA?

             El nombre de una película de Netflix, relacionada con el 11 de septiembre.

 

            De entrada cualquiera diría que la vida no tiene precio. Cierto. Que todos somos iguales y por ese hecho para todos la vida valdría igual. Cierto? Que, visto desde otra óptica, de inseguridad, por ejemplo, la vida vale lo que cuesta una bala. Puede ser.

 

            Que ante una demanda contra el estado se condena en gramos de oro fino (2.000? 3.000?), lo que conduce a pensar que ante la ley la vida si tiene precio, teniendo en cuenta la edad, educación, trabajo, enfermedades, posibilidad de vida según tablas preestablecidas, entre otros.

 

            Y es más, si se piensa bien, uno mismo puede tasar el precio de su propia vida. Y lo hacemos cuando tomamos un seguro de vida. Y hasta en eso somos avaros o mezquinos, si se quiere, porque depende del valor de la prima que queramos pagar, en cuya medida valoramos el costo de la vida de la persona asegurada de la que queremos heredar o de lo que queremos que hereden y es entonces donde el precio de la vida es relativo.

 

            En todo caso, si se enferma o se muere o aún si se muere de viejito, la pregunta resulta intrascendente, indolora (la pregunta) y no genera problemas ético morales. Aquí, en estos casos, la vida no tiene precio, al no haber demanda o seguro al cual reclamar.

 

            Pero cómo son las cosas, según veamos la pregunta, para la cual cada uno tendrá su respuesta y, en el fondo, de tener valor, solo habrá avaricia y mezquindad.

 

 

—Para que el tiempo pase. Qué tontería de frase. El tiempo se las arregla por sí solo para pasar, no necesita ayuda —dijo mi padre.
—A veces pienso en las frases hechas y me pregunto de dónde vienen. Algunas son realmente absurdas.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Las tres de la mañana. Gianrico Carofiglio.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

ESPEJOS

             Iba yo caminando cuando veo a unos muchachitos jugando, uno de ellos, el mayor, dentro del juego empujó e hizo caer al mediano. Este se levanta y protesta por el empujón y el mayor le echa la culpa al más pequeño, que no tenía velas en el entierro. Sin embargo, el caído le reclama al mayor que le vio cuando lo empujó y en su defensa el muchachito mayor se limitó a contestarle: Ah! pero si usted me empujó hace tres días.

 

            Niños que no superaban los diez o doce años y ya con esas. O tal vez me deba corregir con la frase, niños que ya han visto esas conductas en los adultos y las adoptan como mecanismo de defensa, porque no podemos aceptar las consecuencias de nuestros actos, no podemos reconocer nuestras equivocaciones, cuando nos dejan en evidencia. Siempre sacando la excusa, la exculpación, la disculpa, la coartada, la justificación o, en otros términos más coloquiales, sacándole el culo a la cagada cometida (ups! Pero como está de culto al escribir, dirá alguien).

 

            Pareciera que nunca nos educaron para que asumiéramos nuestros actos, de maldad, -porque de los de bondad ahí sí estamos en primera fila haciendo alarde de ellos-. Y no sé en qué medida, traspasamos esas taras a nuestros hijos y éstos a nuestros nietos.

 

            Curiosa situación, me limitó a pensar, ante la imposibilidad de lograr que el mundo cambie.

 

se atribuye a Broca la afirmación de que « prefiero ser un mono transformado que un hijo degenerado de Adán».[1]

Tomado de Facebook
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[1] El Cerebro de Broca. Carl Sagan.

lunes, 13 de septiembre de 2021

DECISIONES IRRESPONSABLES

             Viendo una película en que secuestran a alguien y suben un video a Internet para que sea el público el que decida sobre su futuro, si vive o muere, sea asesino, violador, pedófilo o cualquier anónimo al que se le endilgue algo, con motivo de venganza o del placer de hacerlo, pendiente del número de entradas, cuya muerte se decide al llegar a un determinado número de votos (clics, likes o chulitos, o como se llamen), como detonador de la suerte de esa persona, me hizo pensar en qué tan mierda puede ser la gente?

 

            De entrada no se sabe si el futuro ejecutado es o no lo que dicen que es, pero con el solo hecho de endilgarle algo que le moleste a la gente ya está sentenciado de antemano y ninguna defensa le servirá. Es algo semejante cuando se usan las redes sociales para decir algo de alguien o para desprestigiarle, basta hacerlo que el daño queda hecho, a pesar de las excusas que se den luego.

 

            Y me llamó la atención que cuando alguien, la autoridad, por ejemplo, pide que no se siga viendo el video para evitar que se llegue al número límite, es cuando el morbo o la maldad de la gente se dispara. Una sola prevención hace que más gente lo vea, cosa curiosa.

 

            Me surgen miles de preguntas, muchas contradicciones, pero el tema da para mucho. Creo que desde los años cincuenta se venían haciendo experimentos de comportamiento y parece que no eran muy halagüeños, hoy lo serán menos.

 

            Mi opinión personal al respecto… me la reservo (por morbo o por maldad).

 

En la naturaleza, la muerte no entiende de culpas. La muerte es solo vejez, enfermedad o supervivencia. Los perros lo saben. Puedes leerlo en sus ojos. Deberías hacerte perro, Italo. Aprenderías un montón de cosas. Aprenderías, por ejemplo, que en la naturaleza no existe la justicia. Eso es un concepto totalmente humano. Y como todas las cosas humanas, es opinable y falaz.[1]


Tomado de Facebook
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[1] Pista negra. Antonio Manzzini.

viernes, 10 de septiembre de 2021

¿QUIÉN FUE EL PRIMERO?

 

¿Quién inventó la rueda? ¿Quién picó la primera piedra para convertirla en base de una guarida? ¿Quién encontró que la carne asada era más rica que la cruda? ¿Quién fue el primero que le puso a la comida sal para darle más gusto? ¿Quién dijo que se debía ir a la escuela? ¿Quién diseñó el primer traje? ¿Quién descubrió que se podía echar un polvito? (y no me vengan que fue Adán), ¿A quién le dio por cultivar la tierra? y así miles de quiénes fueron, para todas las actividades iniciales del hombre que dejaron su rastro para que seamos lo que somos. Anónimos que ni siquiera alcanzaron a pasar a la historia, no como ahora que todos los inventores son conocidos, todas las invenciones patentadas, fruto del ingenio o del ingenio de robárselo a otro, según los chismes oídos.  Anónimos que no pasaron a la historia y como anónimos, olvidados a pesar de nunca haber sido conocidos, pero que gracias a ellos la humanidad logró un progreso.

 

No sabemos nada sobre ese desconocido; solo nos queda la fantástica herramienta que nos regaló. Su identidad es una huella borrada por las olas, pero no hay duda de que existió. Los expertos piensan que la invención del alfabeto griego no fue un proceso anónimo a cargo de una colectividad sin nombre ni rostro. Fue un acto individual, deliberado e inteligente que exigió una gran sofisticación auditiva para identificar las partículas básicas —consonantes y vocales— que componen las palabras. Un acontecimiento único que se realizó en un momento determinado y en un único lugar. En la historia de la escritura griega no hay indicios de un tránsito gradual desde un sistema menos completo a uno más acabado. Tampoco hay rastros de formas intermedias, ensayos, vacilaciones ni de retrocesos. Hubo alguien —ya nunca averiguaremos quién—, un sabio anónimo.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El infinito en un junco. Irene Vallejo.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

ONIRICOFILIA

            Del griego oníricos (sueños) y filia (simpatía), me imagino, porque realmente no sé si existe la palabra, simplemente se me ocurrió al tratar de explicar el deseo de soñar, de encontrarse(me) cada noche con el sueño, con lo que me puede esperar.

 

            Mientras entra el entresueño imaginarse al sueño mismo, que siempre resulta no ser el sueño soñado, pues entre el deseo y lo que realmente sucede hay un abismo de diferencia.

 

            Tratar de imaginarse los personajes que habrá, la historia que contarán, el entorno y el ambiente en que sucederá.

 

            Ya entrado en el sueño, cuando la vela ya declina y el sopor hace mella, lo imaginado pasa a otra imaginación, pasa al poder de la inconciencia del mismo sueño, pues es difícil determinar a simple vista cuánto de las seis u ocho horas dormidas se soñó -aunque las máquinas lo pueden decir, claro está-.

 

            Y allí, sin nuestro consentimiento y aún a pesar de nuestra vergüenza, se entremezclan personajes, paisajes, historias, en donde no resulta claro si se está hablando, dialogando o simplemente leyendo los pensamientos ajenos; en donde no se ve, porque parece que carece de importancia, si se ven los colores, si se ven a las personas o son solo imágenes o nociones carentes de ellas, si la historia tiene un hilo conductor, si el entorno es un lugar o múltiples sitios a la vez.

 

            Y los hay, sueños iguales, hasta repetitivos pero con la variedad del matiz que supera la imaginación y los hace diferentes, por personaje, paisaje, historia. En el sueño reina la anarquía y aún con ella, pareciera que parte de la vigilia está presente, pues en medio del sueño mismo, el cuerpo se acomoda, se abriga o se destapa, de lo cual parece que nos damos cuenta y de pronto es influenciador, de alguna manera.

 

            Pero me está gustando el ejercicio, buscar en el sopor y el adormecimiento el deseo de ingresar al sueño, para ver qué historia relata, quiénes estarán, en dónde estaremos, a pesar de que en el regreso a la realidad, el sueño se esfume automáticamente y sólo queden recuerdos pasajeros, alusiones, esquinazos rapaces que impedirán contar la verdadera historia de la noche pasada.

 

Jamás lo olvidaría. Al igual que le sucedía cuando acababa de leer una buena novela, tenía la impresión de haber conocido realmente a los personajes de la historia. Sabía que, de cuando en cuando, le vendrían a la mente y que los mezclaría con los recuerdos de las personas con las que se había cruzado en la vida real.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Marco Vicchi. La fuerza del destino.