viernes, 17 de septiembre de 2021

¿CUÁNTO CUESTA LA VIDA?

             El nombre de una película de Netflix, relacionada con el 11 de septiembre.

 

            De entrada cualquiera diría que la vida no tiene precio. Cierto. Que todos somos iguales y por ese hecho para todos la vida valdría igual. Cierto? Que, visto desde otra óptica, de inseguridad, por ejemplo, la vida vale lo que cuesta una bala. Puede ser.

 

            Que ante una demanda contra el estado se condena en gramos de oro fino (2.000? 3.000?), lo que conduce a pensar que ante la ley la vida si tiene precio, teniendo en cuenta la edad, educación, trabajo, enfermedades, posibilidad de vida según tablas preestablecidas, entre otros.

 

            Y es más, si se piensa bien, uno mismo puede tasar el precio de su propia vida. Y lo hacemos cuando tomamos un seguro de vida. Y hasta en eso somos avaros o mezquinos, si se quiere, porque depende del valor de la prima que queramos pagar, en cuya medida valoramos el costo de la vida de la persona asegurada de la que queremos heredar o de lo que queremos que hereden y es entonces donde el precio de la vida es relativo.

 

            En todo caso, si se enferma o se muere o aún si se muere de viejito, la pregunta resulta intrascendente, indolora (la pregunta) y no genera problemas ético morales. Aquí, en estos casos, la vida no tiene precio, al no haber demanda o seguro al cual reclamar.

 

            Pero cómo son las cosas, según veamos la pregunta, para la cual cada uno tendrá su respuesta y, en el fondo, de tener valor, solo habrá avaricia y mezquindad.

 

 

—Para que el tiempo pase. Qué tontería de frase. El tiempo se las arregla por sí solo para pasar, no necesita ayuda —dijo mi padre.
—A veces pienso en las frases hechas y me pregunto de dónde vienen. Algunas son realmente absurdas.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Las tres de la mañana. Gianrico Carofiglio.

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