A diario, mi
mente vuela, porque vio, oyó o sintió algo que le conmovió, que le ofendió, que
le agradó, que le generó algún sentimiento, positivo o negativo, poco importa,
simplemente esa acción me ha dado pie a desear escribir, sobre lo humano y lo
divino, siendo indistinto el tema, su óptica o sus consecuencias.
Es así como ya
libre, si ello es posible, del que dirán, de la palmada en el hombro, de la
rechifla y aún del odio, me ha dado porque esos pensamientos adquieran vida, se
transformen en ideas escritas, que se plasmen a un papel imaginario como el
mismo Internet, para que puedan ser leídos por quien quiera leer, sin ánimo de
generar controversia o aceptación, porque, por esencia, serán mis propios
pensamientos, pensados en mi propia intimidad, tratando de decir con ello que,
en últimas, no me interesa lo que pueda pensar quien los lee, si los comparte o
si se siente ofendido con ellos, poco me interesa, aunque resulta claro, en
todo caso, que el hecho de compartir y, de ser el caso, generar sentimientos de
cualquier tipo, será mi deseo oculto de dar a conocer una faceta que pueden no
conocer de mí mismo o, el deseo de ser reconocido, si así se quiere. En una
palabra, el deseo de trascender? El de trascender aún un poco más, pues todos,
de cualquier manera trascendemos en las personas con las que directa o
indirectamente tenemos contacto.
La mente, lo dijo
algún sabio, es la loca de la casa. En esa medida, los temas que pueda tratar
en este blog serán tan variados como mi misma mente, que es una verdadera loca,
con veinte mil ideas a un mismo tiempo, todas ellas tratando de emerger al tiempo,
lo cual, naturalmente hace que a ratos mi secuencia lógica no resulte de la
misma manera, lógica, es más bien dispersa e ilógica, muchas veces. Podré
hablar de política, de la que no me puedo alejar porque es el tema que más
salpullido me saca, junto con la religión y otras subespecies; de economía,
respecto de la que no sé nada, pero que me dejo llevar por esa ilógica mía que
ve claro donde lo enredan los expertos; de esoterismo y brujería, de deseos y
de insensateces, es decir, de lo humano, de lo divino, de la credulidad y de la
incredulidad, resumiendo, de mi propia locura y de los argumentos que ella
creará.
En últimas,
escribo para mí, porque me encanta hacerlo, la consecuencia es que no importa
si me llegan o no a leer, si escribiré un corto tiempo o por toda la eternidad,
es un nuevo experimento al que llego, con la ignorancia en el uso de esta
herramienta, que si persisto, lograré manejarla de una mejor manera.
De antemano no
aspiro a que me excusen por las barbaridades que pueda llegar a decir, porque
el filosofar en voz alta es mi prerrogativa; la del que se sienta ofendido, es
la de no volverme a leer. Tampoco seré responsable si alguna vez de la lectura saco
una lágrima ajena.
Deben tener en
cuenta que en mí, como en todos nosotros aún a nuestro pesar, cohabitan el
doctor Jekyll y Mr. Hyde; por regla general soy decente, pero hay momentos en
que la parte de gamín que habita en mí, dadas ciertas circunstancias,
sobresalen y pueden imponerse porque me molestan de sobremanera –la violencia
contra animales, la corrupción, los abusos, etc.-. Si me siguen, en el camino
podrán verificar cuál de los dos ha escrito.
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