lunes, 25 de abril de 2016

CIUDADANO INVISIBLE

Luego de tantos años laborados, casi todos ellos en el sector público y ahora en retiro, he descubierto que soy un mero ciudadano invisible. Para el estado y todos sus órganos y entidades no existo, como ser humano, como persona. Sólo soy un número para las estadísticas, sólo me identifican con ese número y mientras cumpla con mis obligaciones, soy un mero ciudadano invisible. Cuando era empleado, me materializaba en la nómina, cuando dejé de serlo, nadie notó mi ausencia, todos se desentendieron de mi presencia en mi ausencia.

Puede preguntarse, para la sociedad y para el estado, entendidas como nociones que son, qué soy yo? Y no hay vuelta de hoja, sólo un número más, entre los cuarenta y pico de millones de conciudadanos que al parecer somos. Me hice esa pregunta y tristemente llegué a esa conclusión.

Pero, si dejo de pagar los impuestos, si no cumplo con los compromisos estatales y parafiscales, en ese momento adquiero, pero únicamente en ese momento, una  materialidad que llamo transitoria, mientras les aclaro por qué no pagué los impuestos, por qué no honré mis obligaciones o que el error es de ellos –en cuyo caso, casi siempre tengo las de perder y que mi Dios me ayude, porque estaré en sus manos materializado mientras me exprimen la última razón de mi existencia-. Ni qué hablar cuando esas obligaciones están relacionadas con lo policial o judicial, con los supuestos órganos de control y demás entidades que pueden permitir mi materialización transitoria. Una vez aclaro todo –si ello es posible-, vuelvo a mi inmaterialidad, a mi invisibilidad. Pues claro, me dirán, sólo es sujeto de obligaciones, está sujeto y sometido al estado y a la sociedad que le rige, entendidas como noción, como conceptos. Y pensar que esos conceptos sí tienen su realidad! Ironías de la vida!

Qué papel juego entonces en esa sociedad? Con ese estado? También llegué a la conclusión de que ningún papel, porque soy invisible, soy inmaterial, para ellos, yo no cuento en sus decisiones, yo no existo para ellos, en tanto cumpla con mis obligaciones, casi todas ellas fiscales, porque hay plata de por medio y por todos los medios es necesario tener las arcas llenas, no para pensar en mí y en los demás que están  en mi situación, sino en la de ellos (ya hablaré más adelante del tema).

Ahhh! que como ciudadano que soy, soy elector! Sí, la otra gran mentira: “Su voto es decisivo, usted puede hacer la diferencia, usted hace patria” oigo que me dicen para convencerme de que existo, para ellos.  Es el otro momento en que me materializo, pero por un instante, mientras introduzco el voto, luego, nuevamente al anonimato, se revierte la invisibilidad como un hechizo de Cenicienta. Es más, como ni tengo partido, como soy elector anónimo o voto de opinión que llaman, soy más vacuo que aquellos que comprometen su voto por un favor, por plata, por algún interés de contratista, por amistad.  Ellos tienen cercanía con el candidato y así adquieren una mejor materialidad que yo, que no tengo nada de eso.

“Pero es que tiene un sagrado derecho”, me adulan. Ja! Me río yo, para mis adentros dentro de mi invisibilidad. Derechos? “Sí, estamos en un estado de derecho”. Ja! que me lo demuestren. “Que la Constitución dice…” Ja! con la constitución, el himno, el escudo y la bandera me limpio… el sudor de patria que aparentemente derraman éstos. Claro la constitución trae un capítulo entero de los “derechos fundamentales”, de los “derechos del invididuo”, pero todo ello es un juramento a la bandera, dicho sin ningún sentido y por ello mismo, no tiene sentido. Todos tenemos derecho a la salud, dice claramente la constitución y me pregunto yo, el acceso a la salud? Para las EPS somos también anónimos mendicantes (otro tema para hablar más adelante, supongo). La constitución garantiza que “Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”, preguntemos al mayor empleador que es el estado sobre los famosos contratos de prestación de servicios, una burla en otros tiempos llamadas nóminas paralelas, criticadas pero que existen y subsisten abusando de los contratistas, o no? La otra perla de la corona: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.” Textualmente lo dice la constitución y dice que es un “deber de obligatorio cumplimiento”, no se necesita de intérpretes –a pesar de leguleyadas y otras formas de sacar el quite- dice que la paz es mi derecho, a pesar de ser un ciudadano anónimo e invisible y que debe cumplirlo obligatoriamente. Para mí, no ofrece duda, pero barájeme esa, cómo hacer efectivo ese derecho fundamental que tenemos ene número de ciudadanos invisibles? Ante quién lo demandamos? Un juramento más a la bandera, palabras de profundidad filosófico-jurídicas que a la larga no dicen nada, así como tampoco tengo herramientas para hacerlas efectivas. Es decir, para estos efectos igualmente soy invisible.

Y la mejor de todas: “Toda persona es libre”, como de qué o como para qué? Que me puedo desplazar a donde quiera, pues claro, digo yo. Que puedo subir y bajar, pues claro, anoto yo. Nadie se fija en mí, no le intereso a nadie… Pero libre? Me considero entonces un anónimo libre e invisible, -mientras no me meta con el estado de derecho- pero ahora, en esta modernidad,  libremente vigilado, cámaras de vigilancia por todos lados, el celular, quiérase o no, intervenido a través del GPS, saben en dónde ando, cuáles mis necesidades, cuáles mis excesos –tarjetas financieras, celulares, internet, etc. etc.-. 1984, el libro de Orwell y la serie de televisión de mi juventud, “El prisionero”1, tenían razón, sutilmente ya estamos vigilados para todos los efectos. Nada más es que hagamos algo que no debemos hacer y nos materializamos de inmediato.  

Por todo eso soy un ciudadano invisible. Y lo peor de todo, no puedo hacer nada, debo someterme, mantener bajo perfil y seguir siendo invisible, el mayor tiempo posible. Es lo mejor que puedo hacer.

Que Dios y la patria os lo reconozcan o si no, Él y ella os lo demande!

Ja! (Habló la otra cara de la moneda!)

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1 El prisionero fue una serie de televisión de ciencia ficción del Reino Unido del año 1967, protagonizada por Patrick McGoohan. Wikipedia
Primer episodio29 de septiembre de 1967
GénerosCiencia ficción, Drama, Género fantástico, Espionaje

Si quieren recordar una parte: https://www.youtube.com/watch?v=7ArV3MkSau8

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