Luego de tantos
años laborados, casi todos ellos en el sector público y ahora en retiro, he
descubierto que soy un mero ciudadano invisible. Para el estado y todos sus
órganos y entidades no existo, como ser humano, como persona. Sólo soy un
número para las estadísticas, sólo me identifican con ese número y mientras
cumpla con mis obligaciones, soy un mero ciudadano invisible. Cuando era
empleado, me materializaba en la nómina, cuando dejé de serlo, nadie notó mi
ausencia, todos se desentendieron de mi presencia en mi ausencia.
Puede
preguntarse, para la sociedad y para el estado, entendidas como nociones que
son, qué soy yo? Y no hay vuelta de hoja, sólo un número más, entre los
cuarenta y pico de millones de conciudadanos que al parecer somos. Me hice esa
pregunta y tristemente llegué a esa conclusión.
Pero, si dejo de
pagar los impuestos, si no cumplo con los compromisos estatales y parafiscales,
en ese momento adquiero, pero únicamente en ese momento, una materialidad que llamo transitoria, mientras
les aclaro por qué no pagué los impuestos, por qué no honré mis obligaciones o
que el error es de ellos –en cuyo caso, casi siempre tengo las de perder y que
mi Dios me ayude, porque estaré en sus manos materializado mientras me exprimen
la última razón de mi existencia-. Ni qué hablar cuando esas obligaciones están
relacionadas con lo policial o judicial, con los supuestos órganos de control y
demás entidades que pueden permitir mi materialización transitoria. Una vez
aclaro todo –si ello es posible-, vuelvo a mi inmaterialidad, a mi
invisibilidad. Pues claro, me dirán, sólo es sujeto de obligaciones, está
sujeto y sometido al estado y a la sociedad que le rige, entendidas como noción,
como conceptos. Y pensar que esos conceptos sí tienen su realidad! Ironías de
la vida!
Qué papel juego
entonces en esa sociedad? Con ese estado? También llegué a la conclusión de que
ningún papel, porque soy invisible, soy inmaterial, para ellos, yo no cuento en
sus decisiones, yo no existo para ellos, en tanto cumpla con mis obligaciones,
casi todas ellas fiscales, porque hay plata de por medio y por todos los medios
es necesario tener las arcas llenas, no para pensar en mí y en los demás que
están en mi situación, sino en la de
ellos (ya hablaré más adelante del tema).
Ahhh! que como
ciudadano que soy, soy elector! Sí, la otra gran mentira: “Su voto es decisivo,
usted puede hacer la diferencia, usted hace patria” oigo que me dicen para
convencerme de que existo, para ellos. Es
el otro momento en que me materializo, pero por un instante, mientras
introduzco el voto, luego, nuevamente al anonimato, se revierte la
invisibilidad como un hechizo de Cenicienta. Es más, como ni tengo partido,
como soy elector anónimo o voto de opinión que llaman, soy más vacuo que
aquellos que comprometen su voto por un favor, por plata, por algún interés de
contratista, por amistad. Ellos tienen
cercanía con el candidato y así adquieren una mejor materialidad que yo, que no
tengo nada de eso.
“Pero es que
tiene un sagrado derecho”, me adulan. Ja! Me río yo, para mis adentros dentro
de mi invisibilidad. Derechos? “Sí, estamos en un estado de derecho”. Ja! que
me lo demuestren. “Que la Constitución dice…” Ja! con la constitución, el
himno, el escudo y la bandera me limpio… el sudor de patria que aparentemente
derraman éstos. Claro la constitución trae un capítulo entero de los “derechos
fundamentales”, de los “derechos del invididuo”, pero todo ello es un juramento
a la bandera, dicho sin ningún sentido y por ello mismo, no tiene sentido.
Todos tenemos derecho a la salud, dice claramente la constitución y me pregunto
yo, el acceso a la salud? Para las EPS somos también anónimos mendicantes (otro
tema para hablar más adelante, supongo). La constitución garantiza que “Toda persona
tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”, preguntemos al
mayor empleador que es el estado sobre los famosos contratos de prestación de
servicios, una burla en otros tiempos llamadas nóminas paralelas, criticadas
pero que existen y subsisten abusando de los contratistas, o no? La otra perla
de la corona: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.”
Textualmente lo dice la constitución y dice que es un “deber de obligatorio
cumplimiento”, no se necesita de intérpretes –a pesar de leguleyadas y otras
formas de sacar el quite- dice que la paz es mi derecho, a pesar de ser un
ciudadano anónimo e invisible y que debe cumplirlo obligatoriamente. Para mí,
no ofrece duda, pero barájeme esa, cómo hacer efectivo ese derecho fundamental
que tenemos ene número de ciudadanos invisibles? Ante quién lo demandamos? Un
juramento más a la bandera, palabras de profundidad filosófico-jurídicas que a
la larga no dicen nada, así como tampoco tengo herramientas para hacerlas
efectivas. Es decir, para estos efectos igualmente soy invisible.
Y la mejor de todas: “Toda persona es libre”, como de qué o
como para qué? Que me puedo desplazar a donde quiera, pues claro, digo yo. Que
puedo subir y bajar, pues claro, anoto yo. Nadie se fija en mí, no le intereso
a nadie… Pero libre? Me considero entonces un anónimo libre e invisible,
-mientras no me meta con el estado de derecho- pero ahora, en esta
modernidad, libremente vigilado, cámaras
de vigilancia por todos lados, el celular, quiérase o no, intervenido a través
del GPS, saben en dónde ando, cuáles mis necesidades, cuáles mis excesos
–tarjetas financieras, celulares, internet, etc. etc.-. 1984, el libro de
Orwell y la serie de televisión de mi juventud, “El prisionero”1,
tenían razón, sutilmente ya estamos vigilados para todos los efectos. Nada más
es que hagamos algo que no debemos hacer y nos materializamos de
inmediato.
Por todo eso soy un ciudadano invisible. Y lo peor de todo,
no puedo hacer nada, debo someterme, mantener bajo perfil y seguir siendo
invisible, el mayor tiempo posible. Es lo mejor que puedo hacer.
Que Dios y la patria os lo reconozcan o si no, Él y ella os
lo demande!
Ja! (Habló la otra cara de la moneda!)
____
1 El prisionero fue una serie de televisión de ciencia ficción del Reino
Unido del año 1967, protagonizada por Patrick McGoohan. Wikipedia
Primer episodio: 29 de septiembre de 1967
Géneros: Ciencia ficción, Drama,
Género fantástico, Espionaje
Si
quieren recordar una parte: https://www.youtube.com/watch?v=7ArV3MkSau8
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