miércoles, 30 de noviembre de 2016

INDIFERENCIA

 

Es el título de un artículo que leí [1], el cual entendí que era a mí dirigido, el mayor de los indiferentes y sentí todo el palo que me daban, lo sentí, lo asumí y… primero me parece oportuno transcribirlo, por lo interesante que es:

Temo con mayor intensidad a la indiferencia que a la delincuencia. Me aterrorizan y asquean los tibios. Los del “eso no es conmigo” y el “no sabe / no responde”. Los que no defienden causa alguna más allá de su horizonte inmediato y mezquino de intereses, afectaciones y pasiones personales. Esos que “de política y religión no opinan”. Los del “desde que a mí no me hagan nada…”. Los del “con lo mío ya tengo suficiente” y el “siempre que no se metan con uno”. Los que no salen a votar porque está lloviendo o porque “les da pereza”.
Esos sí que entrañan lo más siniestro y malsano de nuestra condición. Los que “cuentan el milagro, pero no el santo”. Los indolentes de espíritu y los desapegados de alma. Los que imaginan que con ser honestos, respetuosos de la ley y felices basta. Los que se ponen la máscara de oxígeno y continúan la siesta mientras el tripulante de al lado se asfixia… Los que miran, contemplan y callan. Los del “¿y yo qué tengo que ver con eso?”. Los que ante la hambruna general se procuran el más voluminoso de los emparedados y luego se lo esconden. Los que observan la masacre en directo y luego cambian a Netflix, por ser más entretenido.
Y les profeso pánico. A los cultores del “en pleito de otros yo no me meto”. A los militantes convencidos del “puñalada en vientre ajeno no duele”. A los del “con gusto te colaboraría, pero estoy muy ocupado”. A los del “a mí no me comprometan”. A los del live and let live y a los del live and let die. A los que no saben de empatías. A los del “sálvese quien pueda”. A los juristas del: “¿Qué presupuesto tienes, para yo poder ayudarte?”. Pocos tan peligrosos como aquellos militantes del mutismo tácito. Los que al ver a su semejante violentado, indefenso o maltrecho, se detienen a regodearse en su desdicha o disminuyen la velocidad del vehículo para hacer buenos registros fotográficos, cual si fuera show circense. Los de la responsabilidad social como lavatorio de culpas.
Hablo de ellos. De los que por principio no reaccionan ante vulneraciones o estímulos, toda vez que estos no rocen su fuero inmediato. De los del “uno sólo defiende lo de uno”. De los pusilánimes que ven a su conciudadano padecer mientras devoran crispetas. De los ‘revictimizadores’ de oficio. De los que inculpan a mujeres inocentes bajo la absurda premisa del “dar papaya” o del “¿quién las manda?”. De los de la ceguera selectiva ante toda manifestación externa de infamia… De los del “conmigo no cuenten”. De aquellos cuyas mentes no conmutan en colectivo. De los del “yo no me hundo con nadie”. De los que no tienen corazón ni cabeza para líos de otros.
Si bien abominables, los clichés tienen su sabiduría. Lo dijeron Martin Luther King y Mahatma, en frases que hoy son frívolos memes: “Al final, no recordamos la palabra de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”. “No me asustan las cosas malas de la gente mala sino el silencio de la gente buena”. O, mejor, y en verso… “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.
He de confesar que me vi ahí pintado, en casi todas las situaciones descritas y a medida que lo leía, parte del cerebro exculpante que tengo iba pronunciando las excusas por las cuales soy así y me iba avergonzando por haber tenido tales pensamientos e iba sintiendo culpa por ser así y las excusas y explicaciones no pedidas iban atropellándose en mí, para poder gritar que yonoteníalaculpa, que soyrebeldeporqueelmundomehizoasí.
He de confesar también que a medida que leía iba pensando: Oiga Juan, usted sí que es la cagada, no tiene ni un poquito de vergüenza? Lo están describiendo, tal cual, me dije.
Pero luego me dije, sí soy un indiferente, soy un tibio, no me meto en donde no me llaman y a donde me llaman, si es para problemas, tampoco voy. Soy lo que soy y qué le vamos a hacer, con las culpas y penas que tengo, tengo suficientes, para echarme una culpa más, estoy tratando en esta vida de librarme de penas y culpas, de irme con el menor equipaje posible, para ponerme a desgastarme en explicar por qué soy así. Ese me tocó ser y he logrado sobrevivir.
He dicho!
Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero,
 para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.
J. Saramago


Tomado de Facebook. Anónimo

lunes, 28 de noviembre de 2016

ABURRIMIENTO



No pretendo decir que la monotonía tenga méritos por sí misma;
solo digo que ciertas cosas buenas no son posibles
excepto cuando hay cierto grado de monotonía.

B. Russell. La conquista de la felicidad

En un día de esparcimiento o de tranquila monotonía, como se quiera, mirando a un horizonte inexistente, elevado en pensamientos de inexactitud, de trivialidad, retornó a mí la palabra aburrimiento.

Recordé a Mónica cuando en alguna oportunidad me preguntó en qué pensaría una vaca mientras todo el día comía pasto, siempre con la cabeza gacha. Si mal no recuerdo, supongo que le dije que se la pasaba rumiando sus propios pensamientos. A partir de la vaca y del comentario, cuando veo vacas, cabras, ovejas me veo preguntándoles en voz alta en qué piensan, si no se aburren todo el día con la cabeza abajo, rumiando, rumiando qué? Sólo pasto? Vida aburridora, sentencié.

Hoy, recordando a Russell, en un corto ensayo, La conquista de la felicidad (lo recomiendo[1], bajo el entendimiento de que lo escribió a principios del siglo XX), me acordé sobre el aburrimiento y lo comenté con Mónica (nuevamente con su respuesta me dio pistas para hablar hoy de eso), y me dijo: acaso el aburrimiento no es natural en todos los seres vivos?

Me dije sí, aburridora la vida de la diminuta bacteria de aquí para allá, por toda su eternidad, al igual que un mamífero o un ave, siempre lo mismo, lo único que los saca de la monotonía puede ser el excesivo sol o la lluvia, pero siempre lo mismo. Y pensé que en efecto esa situación es connatural a todo ser vivo, piénsese en un árbol, cuya monotonía es todavía mayor al no poder desplazarse, solo pendiente de que el viento le mueva. Todos, una eterna monotonía que tiene por constante el aburrimiento.

Pero una diferencia entre los seres vivos y el hombre: el único que es consciente de ese aburrimiento es el hombre! Vaya privilegio, se dirá!

Y aquí entra Savater, en el prólogo del aludido libro:

En realidad, el aburrimiento siempre ha sido la verdadera maldición de la humanidad, de la que provienen la mayor parte de nuestras fechorías. Las sociedades preindustriales agrícolas debían de ser inmensamente tediosas (Russell insinúa, a mi juicio con poco fundamento, que los miembros masculinos de las tribus de cazadores lo pasaban bastante bien) pero gracias a la superstición religiosa rentabilizaban mejor el aburrimiento. En cambio hoy «nos aburrimos menos que nuestros antepasados, pero tenemos más miedo de aburrirnos». Y ese es en efecto nuestro problema: no hay nada más desesperadamente aburrido que el temor constante a aburrirse, la obligación de hallar diversiones externas. Salvo un puñado de personas creativas —sobre todo científicos, artistas y gente humanitaria que convierte la compasión en tarea absorbente— al resto de la humanidad no le queda más remedio que fastidiar al prójimo, morirse de fastidio... o comprar algo. En fin, esperemos que internet alivie un poco los peores efectos de nuestra trágica condición.

Y Russell a lo largo del capítulo dedicado al tema, enfatiza que es condición natural de la humanidad, aún de quienes tienen éxito A menos que se le haya enseñado qué hacer con el éxito después de conseguirlo, el logro dejará inevitablemente al hombre presa del aburrimiento. Y agrega: Todos los grandes libros contienen partes aburridas, y todas las grandes vidas han incluido períodos sin ningún interés. Imaginemos a un moderno editor estadounidense al que le presentan el Antiguo Testamento como si fuera un manuscrito nuevo, que ve por primera vez. No es difícil imaginar cuáles serían sus comentarios, por ejemplo, acerca de las genealogías. «Señor mío», diría, «a este capítulo le falta garra. No esperará usted que los lectores se interesen por una simple lista de nombres propios de personas de las que no se nos cuenta casi nada. Reconozco que el comienzo de la historia tiene mucho estilo, y al principio me impresionó favorablemente, pero se empeña usted demasiado en contarlo todo. Realce los momentos importantes, quite lo superfluo y vuelva a traerme el manuscrito cuando lo haya reducido a una extensión razonable». Eso diría el editor moderno, sabiendo que el lector moderno teme aburrirse. Lo mismo diría de los clásicos confucianos, del Corán, de El Capital de Marx y de todos los demás libros consagrados que han vendido millones de ejemplares.

No debe olvidarse que Todas las mejores novelas contienen pasajes aburridos. Una novela que eche chispas desde la primera página a la última seguramente no será muy buena novela. Tampoco las vidas de los grandes hombres han sido apasionantes, excepto en unos cuantos grandes momentos. Pasajes que he de confesar, tengo la tendencia de saltármelos, para no aburrirme! Y en efecto, uno piensa que el único que se puede aburrir es uno, porque se piensa que un Papa o un presidente siempre están ocupados pensando en grandes temas, pero ellos también han de pasar lo mismo que uno, ellos también orinan, pero uno nunca se los imagina. Me imagino sí, a raíz de este blog, que el Papa también tiene sus momentos de tedio, de ensoñación, de aburrimiento, de ganas de salir corriendo a sentarse a mirar al horizonte inexistente lejos de que le jodan la vida. Aún Jesús debía tener días aburridores, sería por eso que cuando caía en ese estado se ponía a tentar al diablo, para salir de esa abulia. Lo que pasa, como lo dice Russell, es que nos han vendido la idea de que sólo la gente común y corriente se aburre.

Y eso me llevó a otro pensamiento que creí de mi propia cosecha, pero que resultó consecuencia de la lectura del filósofo inglés y era que a uno desde niño le deberían enseñar a aburrirse, a saber que un día es igual al otro, sin diferencia alguna y que por eso mismo, era uno quien marcaba la diferencia entre uno y otro, entre un tedio y un eterno aburrimiento, siendo creativo, siendo soñador, siendo proactivo. Y Russell en sus propias palabras decía: La capacidad de soportar una vida más o menos monótona debería adquirirse en la infancia. Los padres modernos (de principios del siglo XX!) tienen mucha culpa en este aspecto; proporcionan a sus hijos demasiadas diversiones pasivas, como espectáculos y golosinas, y no se dan cuenta de la importancia que tiene para un niño que un día sea igual a otro, exceptuando, por supuesto, las ocasiones algo especiales. En general, los placeres de la infancia deberían ser los que el niño extrajera de su entorno aplicando un poco de esfuerzo e inventiva. Y eso lo dijo a principios del siglo XX, cuando a duras pena la última novedad era el bombillo y el teléfono, qué decir hoy que a un muchachito que dice estar aburrido le bajamos cientos de juegos por internet y se los ponemos como un chupo, para que no se aburra, aunque lo cierto es que lo hacemos para que no nos jodan!

Y en efecto, el problema actual no es propiamente el aburrimiento, como bien dijo Savater, sino el miedo al aburrimiento, cosa diferente. Eso me trae a la mente el mito del viernes: Hoy es viernes!!!!! Hagamos la olaaaaa! Y qué pasa el viernes, para el común de la gente? Lo mismo que el fin de semana, igual que lunes o jueves, salir de estudio o trabajo y directo a la casa a aburrirse –si eso quieren- porque no tienen nada más qué hacer, pero se imaginan que el resto del mundo sale al bar a beber como locos, a llevar esos días de loca rumba, cuando realmente todos están iguales y sin plata, pero hoy es viernes!!! Mitos que se crean para tratar de confundir a la mente o para demostrar que no todos somos iguales!

Y para culminar, he de confesar que este blog lo escribí en un momento de aburrimiento, ante la falta de tema y con él corroboré que al aburrimiento se le puede sacar provecho, mucho provecho, sólo hay que saberlo administrar.

Una vida feliz tiene que ser, en gran medida, una vida tranquila,
pues solo en un ambiente tranquilo puede vivir la auténtica alegría.
B. Russell


Foto: JHB (D.R.A.)


[1] El prefacio lo explica: Este libro no va dirigido a los eruditos ni a los que consideran que un problema práctico no es más que un tema de conversación. No encontrarán en las páginas que siguen ni filosofías profundas ni erudición profunda. Tan solo me he propuesto reunir algunos comentarios inspirados, confío yo, por el sentido común. Lo único que puedo decir a favor de las recetas que ofrezco al lector es que están confirmadas por mi propia experiencia y observación, y que han hecho aumentar mi propia felicidad siempre que he actuado de acuerdo con ellas. Sobre esta base, me atrevo a esperar que, entre las multitudes de hombres y mujeres que padecen infelicidad sin disfrutar de ello, algunos vean diagnosticada su situación y se les sugiera un método de escape. He escrito este libro partiendo de la convicción de que muchas personas que son desdichadas podrían llegar a ser felices si hacen un esfuerzo bien dirigido.

viernes, 25 de noviembre de 2016

CONCEPTOS



La memoria es creativa y selectiva,
borra recuerdos y otros los falsifica.

M. Kundera. La identidad.

Vivimos en un mundo de conceptos, entendidos, desde mi simplismo mental, como las ideas que son humanizadas o idealizadas y que vienen a explicar cuestiones inmateriales, que pueden ser o no ciertas, probables, posibles y hasta imposibles.

Qué cosa más inmaterial que dios o el estado? Nada más es mencionarlos y ya los visualizamos, al uno como ser humano poderoso, al otro como un mapa, una bandera, un himno.

Y un artículo de prensa sirve también para ver el lado erróneo del concepto. Se preguntaba en él por qué el polo norte queda en el norte? Depende (para los chinos en tiempos de antaño, las brújulas señalaban al sur! "En la cultura china el emperador mira hacia el sur, porque de ahí es donde viene el viento, por eso es una buena dirección. El norte no es muy bueno, pero te encuentras en una posición de subordinación hacia el emperador, así que tienes que mirarlo", explica Brotton (…) No obstante, Brotton advierte que estos primeros exploradores no se imaginaban el mundo de esa manera. "Cuando Colón describe el mundo, tenía como referencia el este en el tope". Hay que recordar que en aquella época "nadie sabía qué estaba haciendo ni hacia dónde iban", insiste[1].)

Desde nuestro punto de vista cerrado, hablamos de norte y señalamos allá (imagínese en dónde) y resulta que la palabra norte quedó asociada, gracias a los primeros que hicieron mapas, a la parte de arriba y norte es lo superior, lo mejor, lo de arriba, mientras el pobre sur es el contrario. Una cosa es vivir en el norte y otra, es otra cosa. Y el concepto no es propiamente acertado, pero como el punto de referencia era Europa y más arriba de los reyes, solo dios y eso no siempre. Y entonces se hace la pregunta, ahora que no somos tan provinciales, en dónde queda el polo norte si se ve desde el espacio? Y si se le ve desde otra galaxia? Y si se le ve desde Plutón? Entonces nuestro concepto de norte varía notoriamente. El norte puede estar en cualquier lugar, pudiendo estar estático, todo depende como se vea.

Y entra Mónica a jugar. Preguntaba: Por qué antes ir a Ibagué, por ejemplo, era un paseo y hoy ya como que no dan ganas de organizar un paseo a Ibagué? Antes Ibagué era un pueblo y como tal uno iba a pasear a los pueblos. Hoy es una ciudad y quién va a visitar una ciudad estando en otra ciudad? Antes Bogotá no se consideraba sitio turístico, pero la noción cambió porque ahora hay una demanda de hoteles que uno se pregunta y como para qué ir a Bogotá de paseo?

Antes uno pedía un pedazo de salchichón o cien pesos y el vecino con el dedo gordo y su larga uña, no muy higiénica, marcaba con el extremo de la uña el pedazo correspondiente. Hoy se habla de porción, ya no se corta con el viejo cuchillo y naturalmente los cien pesos quedaron devaluados.

Es así como el concepto cambió y con el paso del tiempo va cambiando a pasos agigantados. Una cosa era un concepto a principios del siglo XX, con la tradición milenaria y, a medida que se acercaba a los cincuentas, los conceptos se apresuraron a cambiar y nada qué decir a nosotros que nos tocó luego del sesenta y del setenta acomodarnos a conceptos inimaginables para esas épocas. Nada más pensar que jamás se nos ocurrió que íbamos a llegar al año dos mil y si llegábamos qué susto! Y llegamos y nos tocó cambiar el concepto, en realidad todos, y adecuarnos a ellos y lo que era imposible en nuestra niñez, hoy posible y ya hoy, para nosotros que alguna vez fuimos niños, no nos parece que haya imposibles, porque gracias al cambio de concepto, tenemos la capacidad de imaginar lo inimaginable.

El concepto de dios, con mayúscula o minúscula, como se prefiera, en los últimos veinte años cambió totalmente hasta el punto en que ese concepto en su mayoría a la juventud de hoy les es indiferente; para otros, como en viejos tiempos, sólo un refugio para la desgracia o la tristeza.


Pero también cambiaron otros conceptos fundamentales, al menos para mí. La decencia, la honorabilidad y busquen los sinónimos que quieran. Antes vivir con lo ganado honestamente, era ser honrado. Hoy, esa noción es para los pendejos. Quedé con ellos rezagado, aunque a pesar de algunos, me quedo rezagado, lo prefiero así, prefiero dormir con tranquilidad a mi manera. Me queda una pregunta que hago en voz alta para que sea contestada en la intimidad, donde nadie los vea sonrojar si es que les aplica, qué tan honrado es? Valió la pena? (Aunque ahora hay que reconocer que muchos pícaros que usando la religión se ocultaron en ella y hoy, siendo pastores, creen que purgaron de esa manera sus pecados. Ya les llegará la hora cuando no podrán esconderse con excusas ni disculpas, esos sí se ruborizarán, ojalá les pudiera ver, pero seguro que son tan descarados que ya ni rubor tienen. Amén!)

            Los tiempos cambian y con ellos los conceptos. Todo es relativo y por eso todo depende de los ojos con que se vean.

A veces, las apariencias más evidentes son las más engañosas.

Eliette Abécassis. Qumrám

Foto: JHB (D.R.A.)




[1] https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/157f6f8bd4b104e8

miércoles, 23 de noviembre de 2016

HE DECIDIDO VOLVERME ABSTENCIONISTA (II)


La democracia obliga a respetar todas las opiniones.
Pero no puede hacer nada para que todas las opiniones sean respetables!
Jaume Perich[1]

Y continúo con el contrato social, sin saberlo lo heredamos, para bien o para mal y me pregunto que para colmo lo firmaron (mos?) con una entelequia, llamada estado, representada gráficamente por una nación a la que imaginamos como patria, compuesta por una serie de regiones que se odian mutuamente pero que en caso necesario se aúnan para poder obtener la mitad más uno del otro. Y el estado es ese, el que obtiene la mitad más uno, mientras el otro alegue que hubo trampa. Regido por una cartillita, así en diminutivo, que se recita y se recita mal, porque se toman los apartes que convienen en cada oportunidad, que contiene un montón de promesas de antemano incumplidas, de obligaciones, de sometimientos disfrazados, cartillita que llamamos constitución, que rima con prostitución.

Eso es el estado, entelequia imaginaria que nos subyuga, nos somete y nos promete, quedándose en eso, promesas, por eso será que estado es sinónimo de política? Nunca he visto ese estado tan pregonado, nunca lo he sentido como protector de su nación, generador de recursos para esa república. Y aquí caigo en el pecado de siempre, hacer símiles y el de hoy, el estado es como dios, no está donde se supone que está, no cobija, como debería cobijar, es solo una promesa inalcanzable que nunca va a existir. O qué ha hecho el estado por usted? Cuándo se ha preocupado por su persona? Cuándo se ha comportado como un buen padre de familia, como tanto proclama el código civil? Alguna vez le ha preguntado qué necesita? El estado como gobierno, como lo dije al transcribir frases ajenas, es el que esté en el puesto que le fue asignado por la mitad más uno, el que dejará el puesto al vencerse su plazo y suba el que haya sido designado por la mitad más uno, nunca por el mejor y así por toda la eternidad.

Más de uno estará preguntado y a éste, que tanto pontifica qué contrato social le gustaría? Naturalmente la dictadura, siempre que el dictador sea yo, claro está. Pero eso no va a pasar. En efecto, no es lo que me gustaría que fuera, porque aunque pueda estar entre la mitad más uno que decidió en un determinado sentido, tampoco decido, fue por chiripa que atiné con la mitad más uno. Un voto es un deseo, en cuanto se deposita y deja de serlo cuando se decide, en ese momento pierde importancia tanto el voto como el votante, porque otro es el que va a usufructuar el poder. Para responder la pregunta, Churchill lo dijo: La democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Amén!

Es decir, estado, nación, república, democracia, estado social de derecho, patria, todos son meros conceptos, tal vez importantes antaño, pero son solo eso, conceptos, como lo es dios, cielo, paraíso. Qué vaina, sólo conceptos que imaginamos reales, imaginaciones que plasmamos en objetos, deseos que humanizamos para no dejarlos en el mundo de las ideas. Nos gustan las promesas, nos gusta pensar en paraísos terrenales y, para colmo, nos gusta la crítica, que hace verdaderos colombianos!

(No se me desvíe, concentradito!)

Como hemos humanizado los conceptos, estado, nación, democracia y demás, se trasplanta el concepto al que desempeñe el poder y una vez elegido, lo llenamos de veneraciones hasta que no pisotee nuestros intereses o lo vilipendiamos si somos los de la mitad menos uno que no le elegimos. Todo gracias a la democracia y este concepto se extiende hasta el punto que al otro día de elegido ya hay alguien que esté haciendo una campaña para revocar el mandato. Para esto y mucho más da la democracia. Lo importante es alcanzar la mitad más uno, para ganar o la mitad menos uno, también para ganar en la pérdida y poderle echar la culpa a la contraparte. Esto es democracia, pero como no la entendemos así, entramos, unos y otros, al campo del fanatismo y de la intolerancia. Para eso también da la democracia.

(No se me desvíe, centradito!)

Ya he desacreditado suficientemente la democracia. Ahora entro en la idea original que era el abstencionismo.

Al inicio dije que abstención es no hacer voluntariamente. Es relativo, pero supongamos que en principio es así. Al investigar –superficialmente he de confesar- me encontré con que el abstencionismo en política tiene varias ópticas. Trataré de condensar lo más posible, en aras a la lectura del blog.

… se caracteriza por la no participación en el proceso electoral, por ser una abstención no participante, que consiste precisamente en un no hacer, en un no votar[2].

Puede ser activa (no votar porque no se le da la gana y lo sabe y lo hace conscientemente; también incluyen al que vota pero lo hace en blanco o nulo) o pasiva (no votar porque le da pereza salir a hacerlo).

Las causas, diversas, desde la indiferencia a la pereza en la segunda clase. En la primera una forma de protesta, falta de preferencia por alguna opción, una forma de demostrar cansancio al desgaste democrático, no encontrar una alternativa que le llene, etcétera.

Abstenerse electoralmente no significa tan sólo no votar o no participar en las elecciones. También puede significar no expresar preferencia por ninguna de las opciones electorales concurrentes. Por supuesto, el no votar ya implica la no expresión de preferencia alguna. Pero, y aquí estaría el matiz diferencial importante, también es posible no expresar ninguna preferencia y, sin embargo, no dejar de participar en el proceso electoral, porque manifestar preferencia y votar no son ni acciones idénticas ni sinónimos.

           

Y el no votar o abstenerse de votar, en una democracia en que no sea obligatorio, es un derecho que tiene el votante, pues de no serlo, no sería democracia –a pesar de la aparente contradicción, previamente aclarada-. Por eso no resulta criticable, en cualquier caso de abstención, el hacer uso de tal derecho, el abstenerse. Y si de cifras se trata,


La participación en las elecciones desde que se instauro la segunda vuelta en el año 1994 tiene un promedio del 44,3% dejando así una abstención promedio del 55,7%. En estos últimos veinte años de procesos electorales la abstención se ha fortalecido, teniendo un promedio del 51,5% desde el año 1958 hasta 1990. Es decir, ni siquiera instaurando la segunda vuelta se ha logrado acabar con la apatía de los electores en materia de participación democrática[3].

            Es decir que el abstencionismo no es nada nuevo, hace parte de la democracia, es prerrogativa y derecho del votante.
        
      Se habla igualmente que el voto en blanco y el voto nulo es una forma de abstencionismo.

El del voto en blanco se abstiene de votar por alguna alternativa ofrecida y por ello opta por la de votar en blanco, es decir es un abstencionista que va a la urna, pero no decide por las opciones que se le presentan. (El voto en blanco es una abstención activa voluntaria y, por lo demás, legítima. Es un voto que se emite desde una concepción de cumplimiento de un deber ciudadano, y hasta puede llegar a tener un componente de apoyo o identificación con el régimen político (o, incluso, con la democracia). Pero, al mismo tiempo, también es un voto que se emite desde la no preferencia (y hasta desde el rechazo) por las opciones electorales concurrentes.) No me había dado cuenta pero en casi todas las elecciones a entes colectivos voté en blanco porque político era político, ninguno llenaba mis expectativas, no me habían ofrecido los cincuenta mil y por principio sabía que no eran honrados, ni siquiera decentes, por lo tanto era indecente de mi parte votar por alguno de los candidatos. Mi voto era protesta, era decirles ustedes no merecen mi voto, porque no son ni siquiera honorables.

Y está el voto nulo. (….) es un voto no válido o no válidamente emitido de conformidad con el ordenamiento. Es un voto irregular, que supone una discrepancia formal con las reglas establecidas en la normativa electoral, pero también una discrepancia material, en el sentido de que, o bien no permite averiguar inequívocamente cual sea la voluntad que el elector pretende expresar, o bien suscita dudas razonables acerca de cual sea esa voluntad. No forma parte del sufragio válidamente expresado a favor de alguna de las opciones electorales ni tampoco del voto válido, pero sí del sufragio emitido en cada proceso electoral. Y tiene dos clasificaciones, interesante la segunda. Involuntario, que es el que se emite por ignorancia o por confusión generan un error. Y voluntario, es el que voluntariamente se hace que el voto sea nulo desde su nacimiento, bien porque no se marca ninguna opción, porque se marcan todas, pero incorporaría un elemento de protesta frente al régimen político, frente a alguna de las opciones electorales concurrentes o, incluso, frente a algún candidato determinado. Eventualmente, podría incorporar también algún elemento de falta de respeto por el proceso electoral en cuanto tal o por alguno de sus componentes.

Y con tanto voto nulo que se presentó en el plebiscito, me parece que obedeció a la expresión de protesta del votante, pues las opciones eran dos, sí o no, no había otra y no creo que la votación alcanzada en ellos haya sido por ignorancia o confusión. Es decir que si estos votantes se hubieran decidido por alguna opción, habría habido otra diferencia.

Hay un elemento no analizado que habría podido cambiar la torta del reñido resultado del plebiscito por la paz. Al final ambas opciones sólo estuvieron distanciadas por apenas 54.000 votos de diferencia, dentro de un total de 12.808.858 votos válidos en la jornada. Para mayor frustración del Sí, hay más de 257.000 votos inválidos entre los no marcados (86.000) y nulos (170.000). Cada uno suma una bolsa suficiente para inclinar la balanza: ya sea para haber cambiado el resultado o para marcar una diferencia sustancial del No sobre el Sí. La gran pregunta para la que no hay respuesta definitiva es: ¿Cómo es posible que en un tarjetón tan simple, con apenas dos casillas de Sí o No, un cuarto de millón de ciudadanos se hayan equivocado o simplemente no hayan marcado nada consignando votos inocuos?[4]

La respuesta: eran votos de protesta.

Ahora, el título del blog ha sido: he decidido volverme abstencionista. La realidad, luego de escribir este artículo es que descubrí que siempre lo he sido, a pesar de haber ido a votar en la mayoría de las veces en blanco. Mi forma de protestar contra la democracia, contra los políticos, contra una determinada persona, contra lo que ellos representan que no es más que la corrupción, el poder mal manejado. Al menos esas, creo son mis excusas. De igual manera he descubierto que mi voto no hace la diferencia, no vale para nada como no vale mi opinión política como persona o como ciudadano. Todo esto ya lo tengo claro y por eso seguiré siendo abstencionista, por activa o por pasiva, en cualquiera de sus modalidades, porque ya sé que mi voto no cambiará nada, ni me cambiará a mí, porque seguiré como todos los colombianos, en materia de política, criticando por criticar, deporte nacional en el que no se gana nada, pero se derrama bastante mala leche.

Y alguno de ustedes se atreverá a llevarme la contraria?

Gracias a la libertad de expresión hoy
ya es posible decir que un gobernante es un inútil
sin que nos pase nada.
Al gobernante tampoco.

Jaume Perich

Foto: JHB (D.R.A.)



[1] Jaume Perich Escala, popularmente conocido como El Perich (Barcelona, 5 de noviembre de 1941 - Mataró, 1 de febrero de 1995), fue un escritor, dibujante y humorista español. Fue también el traductor de series francesas como Astérix el Galo, El Teniente Blueberry y Aquiles Talón, entre otras. Wikipedia.
[2] Abstención activa. Juan Hernández Bravo de Laguna Universidad de La Laguna Tenerife. Coincidimos en nombre, aunque lo de bravo, lo mío es de genio y figura, mas no de apellido, como el autor del artículo. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/A/abstencionactiva.htm
[3] http://blogs.elespectador.com/economia/el-mal-economista/el-abstencionismo-el-nuevo-deporte-nacional Oscar Andrés Martínez. El abstencionismo: el nuevo deporte nacional. A los que les gustan las cifras, el artículo contiene un cuadro pormenorizado sobre el desarrollo de la abstención en Colombia.
[4] http://www.semana.com/confidenciales-semanacom/articulo/plebiscito-para-la-paz-los-votos-nulos-determinaron-el-resultado-del-no/496614

lunes, 21 de noviembre de 2016

HE DECIDIDO VOLVERME ABSTENCIONISTA (I)



Cada cual es responsable de las palabras que escribe,
y de las que lee, pues cada cual es libre ante su lectura.
Eliette Abécassis. Qumrám

Luego de estos resultados democráticos del plebiscito y por las casualidades que giran alrededor de mi vida, me encontré con una palabra: abstención. Me dio por cavilar en ella.

Abstención: no hacer pero voluntariamente, digo con cierta relatividad (diferente a procrastinar! Pero parientes, digo): Me abstengo de ese plato, por la barriga que ya tengo. Me abstengo de pedirlo, porque va y me dicen no y cómo quedo yo? Pero el punto central es la abstención política. La democracia me sigue generando sinsabores, malos sabores, mala leche.

Parece que el tema puede dar para varios capítulos, espero que no, para que no se quede en tratado y como tal, mal tratado y escondido en algún resquicio de biblioteca.

De ser así, empiezo con la democracia, esa que me dejó el sinsabor.

Aparentemente andamos, desde que nos libertaron, en una democracia, presidencial, representativa y blablablá, según dicen los sabidos. Democracia que a lo largo de doscientos años hemos disfrutado frágilmente, digo hemos refiriéndome a los colombianos de tres o cuatro generaciones que la han pasado libres y pensado que eran libres. El tal contrato social que alguien, en algún momento inmemorial firmó comprometiéndonos a todos, sin plazos, prórroga automática, sin más consulta. Eso nos impusieron y como contrato que era, a respetarlo.

Contrato que nos obliga a respetar a lo que decida la mitad más uno, por regla general. Y ese mitad más uno obliga, a pesar de que no estemos de acuerdo, que seamos parte de esa mayoría o que nos sea indiferente a ella, teóricamente obliga, a pesar de que no tenga la verdad, que no sea la mejor decisión o que esa mayoría nos hunda. No importa, estamos sometidos a lo que decida la mitad más uno, no a lo que el resto quisiera o anhelara –para qué no votaron, dirán-.

Por eso y muchas cosas más, no soy amigo preferencial de la democracia; a lo largo de mi vida me he dado cuenta que en la mayoría de situaciones la democracia no decide, decide mal o simplemente estorba. Una cosa es clara, una cosa es preguntar voy a cine, quién quiere ir conmigo, a decir quiénes quieren ir a cine, o vamos a cine? Una jefa mía me dejó bien claro y de paso me enseñó que mientras ella estuviera en el cargo, la democracia no funcionaba, funcionaba la dedocracia, lo que ella decidiera. Y tenía toda la razón, el exceso de democracia mata.

Llamo en mi auxilio unas frases dicientes:

La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde el 51% de la gente puede lanzar a la borda los derechos del otro 49% (T. Jefferson)
La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes (C. Bukowski).
La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano (Lenin).
La democracia no es más que una dictadura elegida por el pueblo, no nos engañemos (Bob Marley).

Naturalmente en favor de la democracia hay más frases, más profundas, que se oponen a lo que pienso, pero uso las que me gustan y apoyan mi pensamiento. Ese es el privilegio de quien escribe.

Los deseos democráticos de Lincoln murieron hace mucho tiempo, de pronto nacieron muertos desde su pronunciamiento y fue una sola frase que sonó muy linda en el momento del discurso y por ese mismo motivo trascendió a lo largo de la historia. Puede ser y contener la misma intensidad de aquello de Colombia, realismo mágico! Palabrería sin realidad y mágica porque emboba, pero que no dice nada, solo un sueño patriotero para embobar bobos! He dicho! (Ya ven cómo mi patriotismo va acompañado de mala leche!). Con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pura mierda, semejante al eterno discurso del pueblo cuando ya no puede más: el pueblo unido, jamás será vencido… sin darse cuenta que está vencido desde el momento en que decide unirse.

Alguien que lo escribió tenía razón[1], ahora que se perdió el plebiscito, miles de personas salen en manifestación para apoyar el sí. Ya qué, la mitad más uno decidió y punto. Bien o mal decidió y punto. Si es que somos demócratas y respetuosos de la ley debemos respetar esa decisión y buscar otra alternativa, en vez de seguir agarrados democráticamente entre sí y no. La mayoría no siempre tiene la razón, como tampoco la minoría, es decir, el dilema es seguir jodidos!

Y ese es otro problema de la democracia. El irrespeto a la palabra dada, al contrato firmado, a la decisión adoptada. Hasta hace no más de treinta años, el negocio se respetaba, la sentencia se cumplía, por regla general. Pero de un momento a otro la gente empezó a irrespetar las decisiones, por ejemplo, los laudos de los tribunales de arbitramento, antaño tan respetables. Las sentencias judiciales se volvieron discutibles después de que ya no había recurso alguno. Si gano… y si pierdo… Al parecer nadie pierde pero nadie gana y de pronto, recapacito, se debe a la filosofía gringa (y dale con eso!) que enseñaba que no bastaba con ser, sino que debía serse el mejor, el nacimiento de la rivalidad por ser el líder, el mejor –no en el mejor sentido de la palabra- sino el competitivo a ganar porque hay que ganar, no importa cómo -el fin justifica los medios-. Ya nadie quiso perder, todos querían ganar, a como diera lugar.

Todos olvidamos que la vida no es una competición, es simplemente eso, vida, donde no se es ganador o perdedor porque tiene más o menos, pues todos terminamos en las mismas, en una fría tumba, condenados al olvido con el paso del tiempo. Entonces?

Un reputado colegio está, según vi en el feis, abriendo inscripciones para Convertir hoy a tu hijo en un futuro líder. A qué viene eso? Al origen de la competencia irracional de hoy, de la juventud de hoy, mal de males que ha llevado a olvidar valores, a olvidar la mínima decencia. Mi mala leche también va por la educación de los reputados colegios, cuyos alumnos, en búsqueda de excelencia resultan, sin eufemismo, unos hijueputicas que no respetan nada ni a nadie. Punto y aparte, cambio de tema y prosigo con la anhelada democracia. (Pero el título es abstencionismo, entonces?)

Será en el siguiente capítulo, ya me sobrepase!


Foto:JHB(D.R.A.)


[1] De todos modos, contra la mayoría numérica, producto del escrutinio electoral, no valen multitudes en las plazas vociferando en sentido contrario a los resultados de una elección. Por eso mismo, alguien les trinó a sus compañeros, diría que en tono amistoso: “¡era votando, fulanos!”. Bueno, usó otra palabra del diccionario de la red. (güevones, diría yo sin eufemismo). Lorenzo Madrigal. Desobediencia legal. http://www.elespectador.com/opinion/desobediencia-legal